Disclaimer: Los personajes de «Ranma 1/2» pertenecen exclusivamente a Rumiko Takahashi.

Aclaración: El precioso fanart del cual me inspiré pertenece a la talentosa y hermosa RowenStar.

Este One-Shot participa en la #Dinámica_de_Agosto #Sensual_Verano de la página de Facebook Mundo Fanfic InuYasha y Ranma.


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Escápate conmigo


Sus manos acariciaban a plenitud la espalda de su prometido. Akane estaba tan extasiada que deseaba gritar con todas sus fuerzas; sin embargo, si lo hacía, terminaría metiéndose en un gran problema. Su compromiso estaba establecido, pero en su casa existían ciertas normas que debían ser acatadas.

Tendō arqueó la espalda para darle mayor acceso a su cuerpo, a ese apuesto hombre de ojos azules que la estaba enloqueciendo.

Echó la cabeza hacia atrás cuando Ranma la tomó con fuerza por las caderas para embestirla sin pudor. La chica sentía que iba a desfallecer entre sus brazos.

Saotome aumentó el ritmo al verla morder su almohada. Su imagen complacida y relajada, lo hicieron liberarse en una sola estocada. Una vez más habían alcanzado el paraíso.

Ranma se dejó caer sobre el pecho de su prometida mientras ella le acariciaba el cabello con sus delicadas manos. Era increíble cómo su amor crecía cada día. Al grado de no querer pasar ningún momento separados el uno del otro.

—Quisiera poder amanecer contigo siempre así —murmuró el azabache con un poco de desánimo. Su fantasía perfecta debía terminarse cada madrugada—. Es una molestia que no nos dejen dormir juntos.

—Ranma, no seas berrinchudo. Sabes que nuestros padres no van a permitir que durmamos juntos hasta que nos casemos —le dijo con ternura. Tendō le seguía acariciando el cabello—. Además, todo esto es divertido. ¿O me vas a decir que no te excita el peligro?

—Me excitas tú —confesó con un ardiente brillo en las pupilas—. Entiendo el punto, pero cuando no queríamos aceptar el compromiso, dejaron que durmiéramos en la misma habitación.

—Eso fue para espantar a cuánta loca decía ser tu prometida —esbozó frunciendo el ceño. Ranma había tenido una lista interminable de chicas que suspiraban por él—. Era bastante incómodo soportarlas.

—Admites que estabas celosa —masculló riendo bajito. En la habitación de al lado dormía Nabiki. Si la segunda de las Tendō se enteraba de lo que hacía ese par de tortolos por las noches, seguramente, quedarían en la ruina—. Me encanta saber que detrás de ese semblante poco femenino, existe una ardiente mujer que muere de celos por mí.

Akane suspiró, su prometido tenía el autoestima muy elevado; no obstante, no podía negar que sí sentía rabia al ver a todas esas lagartonas arrastrándose por conseguir un poco de la atención del azabache.

—Solo un poco —susurró—. De todas formas, esas ya son cosas del pasado. Me alegra que ahora podamos vivir tranquilos.

—Habla por ti —espetó Saotome, ahora era él quien fruncía un poco el ceño. Sus admiradoras se habían marchado, pero a su prometida cada día le salía más de algún tipejo que deseaba conquistarla—. Todos esos que estudian contigo te ven como si quisieran devorarte. Un día los voy a poner en su lugar.

Akane no pudo contener su risa al observar a Ranma apretar los puños por los celos. Su prometido nunca había podido disimular ese sentimiento y desde que su relación se formalizó, estos salían a flor de piel sin ningún problema.

»—No hagas ruido o Nabiki nos va a escuchar —le susurró su novio cerca de su oído.

—Pe-perdón —balbuceó al sentir su cálido aliento rozándole la piel—. Deberíamos intentar dormir un poco. Mañana nos iremos muy temprano a la playa.

—Lo sé y estoy esperando para verte en traje de baño —esbozó antes de besar con pasión su cuello—. En la primera oportunidad que tenga te voy a raptar.

—Eso deseo verlo. —Akane giró su rostro para buscar los labios de su prometido. Necesitaba con desesperación besarlos, ya que la pasión se había vuelto a apoderar de su cuerpo—. Llévame una vez al paraíso.

—Será un placer.

La madrugada apenas estaba comenzando y el sueño podrían reponerlo durante el viaje; sin embargo, la idea de volverse una vez más una sola carne era algo que, bajo ninguna circunstancia, podía quedarse en un segundo plano.


El sol iluminaba con su majestuosidad otra típica mañana de verano. Y como era de esperarse, el caos en el dōjō Tendō había iniciado desde muy temprano.

Cada uno de los miembros de la familia corría de un lado a otro con las maletas que llevarían a la playa. Sería un fin de semana largo en el que disfrutarían de la fresca brisa y de las pacíficas olas del mar.

Sōun y Genma eran los encargados de guardar el equipaje en el maletero del automóvil. Parecía que se irían de vacaciones un mes con el exceso de bolsos que llevaban las chicas.

Kasumi se encontraba en la cocina guardando algunos alimentos para degustar en el camino. Con el alboroto de salir temprano de la vivienda, no les había dado tiempo de desayunar como era debido.

Akane inspeccionaba la casa de arriba a abajo para cerciorarse que no olvidaban nada. Mientras que, su prometido en compañía de Ryōga, revisaban el vehículo que Kunō Tatewaki había llevado. Debía tener el aceite en buen estado y los frenos bien lubricados para no tener complicaciones en el camino.

—Son un buen equipo cuando se lo proponen —dijo Nabiki, quien se había autoproclamado la supervisora de la familia al sentarse cómodamente en la entrada del hogar a observar a todos trabajando—. Sigan así y nos iremos en poco tiempo.

—Si tú nos ayudaras, terminaríamos más rápido —espetó Akane con el ceño fruncido. Su hermana se sentía una reina que debía ser atendida—. Por lo menos hubieras bajado tu equipaje.

—No tengo porqué, para eso está Sasuke —manifestó encogiéndose de hombros—. Él es muy amable conmigo.

—Nabiki, no abuses del amor que Kunō te tiene —musitó la menor de las Tendō—. Mejor sube al auto. Dentro de poco nos vamos a ir.

La castaña obedeció a su hermana sin protestar. Además, quería ocupar el mejor asiento dentro del vehículo que su novio, amablemente, les había proporcionado para su viaje.

Terminaron de acomodar todo. Cerraron con llave las puertas del dōjō y subieron al automóvil muy emocionados. Debían irse ya, pues todavía tenían que pasar a recoger al prometido de Kasumi, el doctor Tōfū. Y a la novia de Ryōga, Ukyō Kuonji. Quienes también los acompañarían en este viaje.

Ranma arrancó el coche, mientras Akane se encargaba de poner la música para contagiarlos a todos con su alegría.

Ese viaje tenía todos los indicios necesarios para ser inolvidable, y eso que, apenas iba iniciando.


Había pasado una hora desde que llegaron a la playa.

La casa en la que se iban a alojar era preciosa; tenía una piscina enorme con vista al mar, un bar muy bien equipado y una cocina gigante, sin contar las habitaciones que eran demasiado acogedoras.

Todos se encontraban acomodando sus cosas mientras Kasumi preparaba los alimentos. La joven era tan maternal que no podía descansar de sus tareas ni un solo minuto.

—Akane, me alegra que seamos compañeras de habitación —comentó Ukyō con una cálida sonrisa en los labios—. Tengo el presentimiento que este viaje será espléndido.

—Opino lo mismo —expresó mientras terminaba de acomodarse su bañador. El cual había comprado específicamente para esta ocasión—. También me alegra que te quedes conmigo. Dormir con Nabiki habría sido una completa molestia.

—Imagino, aunque según entendí, Nabiki se quedará sola en la habitación principal. Su novio debe quererla mucho para hacer todo lo que ella le pide. —Ukyō se frotó la barbilla. Era claro que la segunda de las Tendō sabía cómo tener en sus manos a quien quisiera—. Pero hablando de algo más importante —musitó clavando sus ojos en los orbes de su amiga que la veía un poco nerviosa—. Ese traje de baño está de infarto. Ranma se va a ir de este mundo cuando te vea.

—Realmente lo crees —susurró jugueteando con sus dedos. La inocencia en su rostro derretía a cualquiera, pero la intención de la prenda era la que había expuesto su compañera—. Es un simple bañador, nada especial.

Ukyō rio a carcajadas. Ella sabía que la idea de Akane era provocar a su prometido y, a decir verdad, iba a lograrlo, pues se veía exquisita con ese conjunto.

La castaña se acercó a su amiga y con delicadeza la tomó por los hombros, haciendo que girara su cuerpo para que pudiera observarse bien en el espejo.

—Esto hará que Ranma arda de deseo. Yo que tú, ideaba algún plan para escapar con él antes de que haga una locura enfrente de todos —le murmuró en el oído en sentido de complicidad—. No hay que desaprovechar los rincones solitarios que tiene la playa.

—¿Eh? ¿Cuáles rincones? —inquirió con curiosidad. La información nunca estaba de más—. ¿Acaso tú ya habías venido?

—No, pero me tomé la tarea de investigar el sitio con mi computadora. Tú no eres la única que desea seducir a su hombre —dijo guiñándole un ojo—. Te recomiendo el muelle. Está lo suficientemente retirado para que nadie llegue a molestarlos.

Akane agradeció sinceramente el dato que acababa de obsequiarle su amiga. Desde que la joven se hizo novia de Ryōga, habían creado un lazo de amistad genuino. Era lindo que, luego de haberse peleado sin sentido por el amor de Saotome, ahora pudieran llevarse como verdaderas hermanas.

Tendō buscó un lindo vestido de playa para cubrir su provocativo traje de baño. Sonrió y con alegría prosiguió con su arreglo personal.

Conociendo a su prometido era de esperarse que ya se encontrara metido en la piscina. Y ella deseaba llegar ante él luciendo radiante.


Habían almorzado todos juntos en el comedor. Kasumi había preparado una gran variedad de platillos exquisitos, muy típicos de la temporada.

Cada miembro le agradeció a la mayor de las Tendō su dedicación, ayudándole con las labores de limpieza para que la chica pudiera descansar. Después los más jóvenes se dirigieron al bar a preparar cócteles. Cada uno trataba de demostrar su habilidad, aunque algunas combinaciones parecían muy extrañas.

—¡Quién diablos te enseñó esto, Ryōga! —exclamó Ranma al observar a su compañero hacer una mezcla muy rara con el licor—. Si tu intención es que alguien sufra una intoxicación, debo decirte que con eso —señaló el shaker—, lo vas a lograr.

—Deja de quejarte, por favor —espetó rodando los ojos. El azabache era un exagerado—. Cuando lo pruebes me vas a pedir más.

—¡Estás loco! Yo no quiero tomarme eso —expresó con el ceño fruncido. Si Ryōga creía que sería su conejillo de indias estaba muy equivocado—. Mejor dáselo a Kunō o a la momia de Happōsai.

—Eres un débil —musitó—. Por muy extraño que parezca es delicioso. Ukyō fue la que me enseñó a prepararlo. Y la primera vez que lo tomé con ella, yo… —balbuceó al sentir un ardor recorrerle las mejillas.

Ranma enarcó una ceja y clavó sus profundos ojos azules en los de su compañero, quien trataba a toda costa de desviarle la mirada. Esa frase que no terminó de pronunciar le generaba mucha curiosidad, y por su experiencia, podía imaginar que lo que no se atrevía a contarle era algún momento candente con la castaña bajo las sábanas.

—¿...Y tú? —Si tanto deseaba que probara el famoso trago, tendría que terminar de contar su anécdota—. ¡Vamos, Ryōga! Somos amigos. Sabes que estamos en confianza.

—¡Tuve una noche muy apasionada con mi novia! —confesó, sintiendo que su pecho se liberaba al contárselo al ojiazul—. No me preguntes si fue la bebida o el momento. Lo único que puedo decirte es que esa noche los dos descubrimos nuevas posiciones.

—Por ahí hubieras empezado. Te costaba tanto decirme que, tu intento de cóctel mal hecho, era un afrodisíaco —comentó encogiéndose de hombros.

—¡Oye! ¡No te burles! —expuso frunciendo el ceño. Él solo quería ayudarlo a tuviera una agradable tarde con su prometida—. Toma, pruébalo.

El ojiazul vio la copa fijamente. La mezcla tenía un olor fuerte a licor, pero su aspecto era igual al de cualquier trago. Suspiró y tomó con sus manos la bebida. Estiró su brazo delante de su amigo para brindar con él, luego le dio un pequeño sorbo al líquido, descubriendo que su sabor era muy agradable.

—¡Está delicioso! —declaró. Quizá si no hubiera visto cómo se preparaba, no habría puesto ninguna objeción; sin embargo, eso le dio la oportunidad de conocer el trasfondo del cóctel afrodisíaco—. No te iría mal de bartender. Siempre y cuando la gente no vea todo lo que echas en el shaker.

—Eres un llorón —musitó con una enorme sonrisa en los labios—. Disfruta el cóctel. Prepárate más.

—¿Es para las chicas? —inquirió Ranma con mucha curiosidad.

—Tú qué crees.

La mirada lasciva de Ryōga lo decía todo.

Ranma rio para sí mismo mientras degustaba de las delicias alcohólicas que preparaba su buen amigo. El chico se veía tan calmado y centrado que nadie se imaginaría que por dentro poseía un lado perverso. El azabache no lo juzgaba, pues a él le pasaba lo mismo siempre que se encontraba en compañía de su hermosa prometida.

Imaginó todo lo que podrían hacer cuando el licor les hiciera efecto, al grado de estremecérsele toda la piel de solo pensarlo. Sacudió la cabeza para disipar la escena y mejor se concentró en terminar de tomarse la bebida.


Akane y Ukyō habían llegado a la piscina con una bandeja de botanas preparadas por Kasumi. La mayor de las Tendō no pudo quedarse mucho tiempo sin proveerle a su familia y amigos algo para degustar.

Dentro de la alberca se encontraban Sōun y Genma descansando en un flotador. Nabiki tomaba el sol en una cómoda silla de playa junto a su novio, mientras que, el fiel sirviente de Kunō les echaba aire con una enorme rama de palmera. El maestro Happōsai había salido a la playa a espiar mujeres desde que llegaron; así que, probablemente, no tardaría en aparecer cuando alguna de sus víctimas le proporcionara un mal golpe por su imprudencia.

Ranma y Ryōga estaban sentados en la orilla de la piscina con sus tragos. Los jóvenes habían preparado los suficientes para agasajar a sus novias.

—¿Quieren? —inquirió Akane al sentarse junto a su prometido. Extendiendo la bandeja de bocadillos para ofrecerle a los chicos—. Kasumi preparó sushi.

—Gracias, Akane —respondió Ryōga con alegría—. Tomen, esto es para ustedes.

—¿Es lo que creo qué es? —preguntó Ukyō con curiosidad al acercarse la bebida a sus labios.

—¿Es qué? —Akane no entendía nada. El trago parecía tener un muy buen sabor, pero los semblantes de todos los presentes le indicaban que había algo extraño en él—. ¿Ranma?

—Disfrútalo, Akane. Es un cóctel que preparó Ryōga —dijo encogiéndose de hombros para restarle importancia—. Solo que lleva mucho licor, es todo.

Tendō no estaba muy convencida, esa explicación ambigua solo le generaba más intriga. Desvió su mirada de los ojos de su novio para buscar los de su amiga. Ukyō era experta en el tema y podría resolver su duda.

—Ukyō, dime, ¿qué es esto? —En la única que podía confiar era en la castaña.

—Es un cóctel que aprendí a preparar en un curso que tomé —confesó—. Yo misma le enseñé a Ryōga a prepararlo. —Se acercó a su novio y con ternura depositó un beso en su mejilla—. Como te explicó Ranma lleva mucho alcohol. Además, te genera mucho placer —le guiñó un ojo.

—Oh, bueno. Creo que ya entendí —balbuceó. No necesitaba saber más—. ¿Así que los prepararon a propósito?

—El culpable es Ryōga, yo solo le ayudé a traerlos. —Ranma se limpió las manos para que su novia no creyera que él era un pervertido.

—¡Oye! Tú eras el más emocionado cuando te conté lo que hacía —espetó con el ceño fruncido. Si iba a sufrir alguna represalia no se la llevaría él solo—. Es para que se relajen.

Las chicas se vieron fijamente y una sonrisa de complicidad se dibujó en sus rostros. Si sus novios querían que se relajaran, eso era precisamente lo que iban a hacer; sin embargo, los iban a torturar un poco al revelarles sus muy especiales trajes de baño.

—Sabemos que no lo hicieron con mala intención —dijo Ukyō con tranquilidad. Dejó a un lado la copa y se puso de pie—. Akane, quitémonos esto. Los trajes de baño se hicieron para lucirse.

—Tienes razón —contestó. Entendía perfectamente el mensaje de la castaña—. Ranma, sostén esto, por favor.

—¿Eh? Sí.

Las jóvenes, lentamente, comenzaron a quitarse los vestidos frente a las miradas penetrantes que les hacían sus parejas. Los chicos no podían creer lo que estaban mirando, pues sus mujeres parecían dos ninfas celestiales que deseaban torturarlos.

La castaña llevaba puesto un bikini de dos piezas en color lila. Sus enormes senos apenas y se cubrían con ese corpiño que, parecía ser una talla menor a la que ella utilizaba. Y ni hablar de la parte baja de la prenda que dejaba expuesta una buena proporción de su formidable trasero.

Ryōga tuvo que morderse los labios para no lanzarse sobre ella y devorarla en ese preciso instante.

Ranma, por otro lado, estaba hipnotizado con la figura de su prometida. Akane lo estaba matando con ese diminuto bikini que apenas cubría sus partes íntimas. El corpiño se ataba solamente a su espalda, dejando libre el acceso a su níveo cuello. Tragó saliva al imaginar sus manos sobre sus pechos, pues con un solo movimiento quedarían expuestos. Sus ojos azules siguieron recorriendo su cuerpo, hasta llegar a su adorada feminidad. Esa parte tan íntima que solo le pertenecía a él, estaba levemente cubierta con un pedazo de tela negra que, se sostenía de sus caderas por dos delgados lazos que se amarraban al medio.

La vista se le nubló por completo cuando un calor abrasador le invadió todo el cuerpo. Akane era la mujer más exquisita que alguna vez se hubiera imaginado. Y lo mejor es que, solamente, le pertenecía a él.

—Ahora sí, podemos brindar —expresó la castaña al volver a sentarse junto a su novio—. ¡Salud por estas increíbles vacaciones!

—¡Salud! —exclamó Akane con alegría. Observando de reojo a los chicos que aún seguían sin pronunciar palabra.

Los hombres, simplemente, chocaron sus copas con las de sus novias. La impresión aún los tenía consternados. No obstante, el licor estaba de su lado.

Era cuestión de tiempo para que alguna de las dos parejas se perdiera en cualquier rincón de la playa para amarse sin reparo.


Lo había tomado de la mano para llevarlo a conocer el muelle.

Ranma y Akane, pasaron una divertida tarde en compañía de sus amigos y familiares, pero el calor de los tragos les estaba pidiendo que tuvieran un romántico momento a solas.

Los jóvenes habían huido del bullicio para sumergirse en la tranquilidad que les ofrecían las olas del mar.

Ukyō le había explicado a su amiga la ubicación exacta de ese lugar tan calmado e íntimo para que pudieran ir a disfrutar.

Llegaron al muelle, y tomados de la mano caminaron juntos hasta la orilla. Se sentaron y observaron el espectáculo de colores que les ofrecía el horizonte. Akane se acercó a su novio y con delicadeza recostó su rostro en su fornido pecho.

—Esto es hermoso —musitó mientras pasaba las yemas de sus dedos por el torso de su prometido—. Es tan relajante.

—Más hermosa eres tú —susurró—. Pero concuerdo contigo en que la vista es relajante. Por eso, deseo que nos relajemos juntos, Akane.

—¿Y qué tienes en mente? —indagó con picardía al acercar sus labios a su delicioso cuello—. Yo creí que solo habíamos venido aquí a ver la puesta de sol.

—Claro que la veremos, pero entre caricias que te llevarán al cielo —balbuceó, su novia lo estaba haciendo estremecer con sus cálidos besos—. Delante de este majestuoso sol te voy a hacer el amor.

Akane sonrió y con pasión tomó el rostro de su amado para atraerlo hasta sus labios. Su boca pedía a gritos la lujuria de ese hombre que la hacía enloquecer con tan solo una mirada. Ranma no esperó más, sujetó el vestido y en solo movimiento se lo quitó, dejándola frente a él, únicamente, con su traje de baño.

El ojiazul se lamió los labios al notar el brillo de su piel que, insanamente, pedía ser acariciada. La mirada lasciva de Akane le nublaba el raciocinio, pues en ella le pedía que fuera poseída. Ranma llevó su mano hasta el corpiño de su amada y de un solo tirón lo bajó, exponiendo ante sus ojos sus exquisitos senos. Tal y como se lo había imaginado cuando estaba con sus amigos.

Akane sonrió y sin pensarlo lo tomó por la nuca para arrastrarlo hasta su pecho. Un gemido de excitación se escapó de sus labios en el momento exacto en el que Ranma mordisqueó uno de sus pezones con sus afilados dientes. Su prometido lamía y succionaba sus senos como si se tratara de un dulce del que nunca terminarían de saciarse.

Saotome bajó su mano y la introdujo en la diminuta prenda que cubría su sexo. Sus dedos frotaban con delicadeza esa parte tan exquisita que tenía tatuada solo sus caricias. Tendō se retorcía de placer entre los mimos de su prometido. Cada roce que le provoca a su cuerpo la hacía sucumbir ante el fuego.

Ranma desató una de las cintas de su traje de baño para tener mayor acceso a su intimidad. Con cuidado la recostó sobre el muelle para poder hacerle el amor a su antojo. Se veía tan hermosa respirando agitada, producto de sus múltiples caricias.

El ojiazul se quitó su traje de baño y se posicionó en medio de las piernas de su amada. Le levantó la pantorrilla y con delicadeza la lamió por completo, otorgándole a Akane una de las mejores escenas eróticas, en la cual, ella era la protagonista. Ranma tomó con su mano su virilidad para hundirse dentro de su propio cielo.

Akane gimoteaba cada vez más, enloquecido hasta los huesos a ese hombre que arremetía contra ella con todas sus fuerzas. La chica enrollo sus piernas a sus caderas, y con la ayuda de su amado se levantó del suelo para colocar sus manos sobre sus hombros. El ojiazul la sujetó con firmeza por los muslos para intensificar su unión.

El atardecer se estaba ocultando y ellos estaban más que listos para despedirlo.

Akane arqueó la espalda cuando alcanzó la cima de su excitación. Arrancándole en el proceso un gemido que murió en los labios de su prometido. Ranma enloqueció, embistiéndola fuertemente una vez más, llevándolo a entregarle su espíritu en esa unión.

La besó con ternura mientras sus manos le acariciaban el cabello.

»—Espero hayas disfrutado esta especial puesta de sol —le susurró a su prometida con amor.

—Fue la mejor. Gracias por llevarme hasta el cielo —musitó con una enorme sonrisa en los labios.

—A ti te llevaría hasta el fin del mundo —Ranma sonrió—. Creo que mañana también podríamos venir a hacerle compañía al sol.

—Es una promesa —espetó antes de sellar su pacto con un beso—. Hasta que estemos aquí, vendremos cada tarde.

—Por eso te amo —le acarició la mejilla con ternura—. Escápate siempre conmigo, Akane.

Unieron sus bocas para profesarse en un beso, el amor tan puro y sincero que poseían sus almas.

Ese sin duda alguna sería recordado como uno de sus mejores veranos.

FIN.


¡Hola!

¿Cómo han estado?

Espero que esta historia de verano llena de lujuria, pasión y deseo haya sido de su agrado. Yo disfruté mucho el escribirla, pues me imaginaba en la playa tomándome una buena margarita. Aunque lo que más desearía sería tener a Ranma. En fin, Akane, disfruta por mí.

Quiero agradecer a todos los que integran la página de MFIYR por crear actividades tan lindas para mantenernos siempre activos. De verdad es un placer acompañarles en todo. Gracias por tanto amor y apoyo. Son los mejores.

También agradecerle a mi querida RowenStar por permitirme una vez más, inspirarme en uno de sus preciosos fanarts para darle vida a una de mis locas ideas. Mi hermosa, mil gracias por todo, eres un amor y me siento muy honrada por contar con tu valiosa amistad.

Les dejaré el link de su página en mi perfil para que puedan seguirla y llenarla de muchísimo amor.

Nos leemos pronto.

Con amor.

GabyJA