Los personajes de Ranma 1/2 no me pertenecen son obra de la gran Rumiko Takahashi. Escribo sin fines de lucro solamente con el fin de entretener.


~ Para Toda La Eternidad ~


Akane

Camino desorientada sobre el camino rocoso, trastabillo cada que me encuentro con alguna roca grande, todo porque mi vista se encuentra nublada por la sed.

Desde hace varios días que no me cruzo a ningún campesino o soldado moribundo para poder beber un poco de su sangre sin levantar sospecha.

Me encuentro cerca de un campo de batalla, puedo oler la sangre y el sudor derramados y la quemazón de mi garganta aumenta, como si tuviese un trozo de hierro ardiendo atravesándola, tropiezo una, dos, incluso tres veces y esta última junto con el cansancio y el hambre me dejan tan agotada como desde hace tiempo no ocurría que no puedo volver a ponerme en pie.

Caigo en un estado de estupor y mi mente divaga hacia mi lugar favorito, un campo repleto de flores de todos los colores inundado por el olor más dulce que jamás sentí y la presencia de mi amado, aquel al que todavía no puedo verle con claridad el rostro pero se que es él, se que reconocería muy bien a mi compañero de vida en el momento que me encuentre frente a él.

Entreabro con pesadez mis ojos parpadeando varias veces para lograr enfocar mi vista al firmamento y cuando me concentro siento que unos fuertes brazos me cargan a modo nupcial, temo ser descubierta por la palidez y fríaldad de mi piel por lo que procedo a removerme sobre la persona que me carga y al hacerlo un ligero olor a sudor mezclado con una fragancia que no puedo determinar ingresa por mis fosas nasales.

— No te muevas ya casi alcanzamos el campamento – su voz fuerte y grave resuena en mis tímpanos y en mi corazón, si es que realmente tengo uno, y por extraño que parezca no me siento amenazada.

Me reacomodo un poco más contra su pecho aspirando su masculino olor pero enseguida percibo su sangre palpitando en su arteria durante su ascenso y como desciende a través de las venas. Sin quererlo se me hace agua la boca y mis colmillos hacen su aparición, listos para atacar a mi salvador. Mi vulnerable mente pasa a ser dominada en su totalidad por la sed pero algo que brota más fuerte en mi interior me detiene. Respiro varias veces para tratar de calmarme y permitir que los colmillos regresen a su sitio cuando vuelvo a oír su melodiosa voz.

— Hemos llegado – con sumo cuidado, como una muñeca de porcelana, me deposita en el suelo pero sosteniendome aún por la cintura.

— Gracias por todo – hablo en un susurro con la voz quebrada.

Caminamos entre lo que imagino son las diferentes tiendas hasta alcanzar la más alejada — no hay nada que agradecer — agrega con esa potente voz.

Ingresamos en su interior y me deposita sobre una especie de futón cubriendome con varias mantas, seguro notó mi fría piel y piensa que de esta forma logrará calentarme, continuo estuporosa por lo que no logro enfocar bien a mi salvador.

No se cuánto tiempo transcurre, me parece oír que rebusca en la tienda, ruidos de cazos, cucharones y líquido servirse.

— Bebe un poco de sopa, no tenemos mucho por el día de hoy, es lo único que puedo ofrecerte — sostiene frente a mí un tazón.

— Gracias — respondo y noto que él se acuclilla frente a mí observandome.

Bebo un poco de sopa, aunque no sea sangre me reconforta ligeramente permitiendome salir del embotamiento devolviendome un poco de lucidez.

Alzo la vista del tazón y mis ojos marrones se encuentran con unos azules tan profundos, tan azules como el mismo lapislázuli que me permite caminar bajo el sol y sencillamente lo sé.

La tierra tiembla abriéndose paso bajo mis pies, mi estómago es golpeado por un tirón, aquel corazón que creía no tener inicia un ritmo de galope, todos indicios que frente a mí tengo a mi amado, con el que "sueño" durante mis momentos de estupor.

– Mi nombre es Ranma Saotome y soy el coronel a cargo de esta tropa.

– Mi nombre es Akane — contesto simplemente, no puedo develar mi verdadero apellido para no poner en riesgo a mi familia y a su descendencia.

– Cuál es tu nombre completo?

– Sólo Akane, huí de mi hogar porque mi padre quiere obligarme a casarme con un mal hombre.

El continúa observandome, tratando de decidir si confía en mí o no pero finalmente lo hace.

— De acuerdo Akane, estamos repostando con mi tropa intentando reponer fuerzas y en busca de víveres, puedes quedarte con nosotros y cuando nos marchemos te dejaremos en el pueblo más cercano, entiendes que no puedo llevarte mientras estemos en batalla — anuncia firme con su porte de soldado.

— Comprendo Ranma, gracias.

El sonríe brevemente indicando que me recueste y descanse mientras sale de la tienda.

Me arropo con sus mantas e inspiro con fuerza para localizar algún soldado mal herido, pienso beber un poco de su sangre y de pronto para mi sorpresa uno ingresa en la tienda desplomandose en el piso.

Me levanto lo más rápido que el cansancio me permite y lo analizo, tiene una grave herida en su brazo y antebrazo parece haber sido producida por una espada.

Acaricio su rostro y con la poca fuerza que me queda le susurro al oído que no debe gritar y clavo mis colmillos en su antebrazo, bebo con frenesí su sangre durante unos minutos, no para saciarme sino para poder reponerme; limpio los restos de sangre de las comisuras de mi boca y salgo rápidamente en busca del capitán para avisar de su llegada.

Me encuentro a unos pasos fuera de la tienda cuando un soldado nota mi presencia y me jala por el brazo.

— Qué hacías en la tienda del coronel mujerzuela?

— No soy ninguna mujerzuela, estoy ahí porque él mismo me llevó – grito al hombre tratando que suelte mi brazo.

— No lo creo, no es algo propio de Ranma rescatar damiselas en peligro y llevarlas a su tienda — presiona más mi brazo.

— Kirin suéltala ahora mismo – se oye una potente voz de alguna parte.

Ambos giramos en su dirección y nos topamos con otro soldado con una bandana amarilla en la cabeza.

— La soltaré pero no creo para nada su historia – anuncia el tipejo al cual quiero arrancarle la cabeza.

— No tienes que creer nada, es una invitada del capitán y una señorita, ten respeto.

— Si claro, una invitada – comenta el tal Kirin, me libera y se marcha.

— Oye te encuentras bien? – se acerca a mí el soldado de la bandana.

— Si estoy bien, ese tipo es un pesado.

— No te molestará más te lo aseguro, por cierto mi nombre es Ryoga – realiza una reverencia.

— Mucho gusto Ryoga, soy Akane.

— Lo sé, Ranma me envió a montar guardia fuera de su tienda para cuidarte ya que tiene asuntos relacionados con la guerra que tratar.

— Iba en su búsqueda pues un soldado malherido apareció en su tienda y necesitaba encontrarlo.

— Entonces no hay tiempo que perder – y nos marchamos con Ryoga de vuelta hacia la tienda.

Paso toda la noche en vela analizando realmente qué es lo que tengo qué hacer al encontrarme con mi amado, desde que me convertí hace mucho tiempo no obtuve demasiada información, tengo que simular dormir cuando Ranma regresa bien entrada la madrugada y mi piel se eriza al sentir que desliza sus nudillos sobre mi mejilla en una sutil caricia.

Continúo enredada en mis pensamientos y cuando menos lo espero amanece en el campamento; me encuentro recostada con la vista hacia el techo pero se que él se encuentra a mi lado, giro mi cabeza e inspecciono a Ranma dormido profundamente en un futón.

Tiene unas facciones hermosas, sus labios invitan a besarlo vorazmente, su cabello tan negro finamente trenzado complementa a la perfección su porte de adonis, la sábana que lo cubría se ha movido dejándome admirar su pecho bien trabajado, sus hombros y brazos firmes y musculosos seguramente por el rígido entrenamiento militar.

Gira su cabeza en mi dirección abriendo esos divinos ojos azules.

— Sabía que me estabas inspeccionando.

— No lo hacía – respondo algo sonrojada por ser descubierta.

— No hay por qué avergonzarse, se que soy muy guapo.

— Eres un engreído.

Nos reímos durante un momento, se levanta de un salto vistiendo sólo unos calzoncillos, se acerca hasta la entrada de la tienda e ingresan algunos soldados cargando bandejas de comida y dos maletas de viaje, depositan todo sobre la mesa de la esquina y se retiran.

— Nos han traído el desayuno y en esas valijas hay vestimenta de mujer que puedes utilizar.

Nunca nadie en mi existencia fue así de amable conmigo excepto aquellos a quienes obligaba.

— Nuevamente gracias, pero podrías vestirte porfavor.

— Se que no es lo que realmente quieres – eleva sus cejas de modo juguetón y rie sonoramente.

Resoplo, me levanto del futón y tomo asiento a su lado en la pequeña mesa para desayunar, al menos ahora que bebí algo de sangre puedo mantener una dieta humana normal. Cuando terminamos de desayunar Ranma me indica que si gusto puedo tomar un baño, a unos metros del campamento instaló un tanque amplio a modo de bañera.

Busco entre las valijas alguna vestimenta y me asombra que todo parece ser nuevo, cojo un vestido rosado claro y unos tacones blancos bajos y descubro dentro de una maleta una especie de bolso pequeño que contiene elementos de aseo.

Tomo lo necesario y salgo de la tienda esperando encontrarme a Ryoga, que al parecer es mi guardián, pero me sorprende encontrar a Ranma esperando.

— Estás lista? — anuncia levantando una mano indicando el camino.

— Claro que sí — sigo el camino detrás de él, no puedo dejar de admirar su perfecta espalda y su perfecto culo, este hombre definitivamente tiene que pertenecerme y aún no se como hacerlo.

Voy distraída admirandolo cuando su marcha se detiene frente al improvisado baño, el fuego cruje bajo él manteniendo el agua a temperatura.

— Puedes tomar tu baño, yo esperaré aquí por si acaso — avisa tomando asiento en unas rocas ubicadas más allá mirando hacia el horizonte.

Me desvisto e ingreso en el tanque, que deliciosa la sensación de agua caliente sobre mi piel, limpio cada centímetro de mi cuerpo mientras intento mantener una charla con mi apuesto amado.

— Creí que Ryoga me acompañaría esta mañana.

— Por qué lo haría? – noto que tensa su cuerpo y se gira ligeramente para observarme por sobre su hombro.

— Porque ayer lo enviaste a cuidarme.

— Si sólo ayer porque estaba ocupandome de algunas cosas pero no volverá a pasar – responde algo molesto.

— Perdona no quería molestarte.

— No lo haces Akane es sólo que….

— Sólo que… — espero que termine la frase pero no lo hace. Desisto de continuar la conversación y me dedico a lavar cuidadosamente mi largo cabello.

Luego de un intenso baño salgo con la piel enrojecida, varias gotas aún caen sobre mi cuerpo y mis pechos, logro cubrirme con una fina toalla cuando reparo en el palpitar acelerado de un corazón en cercanía y alzando la vista encuentro esos hermosos ojos azules admirandome.

— Eres preciosa Akane y tú me perteneces – se acerca y me toma por la nuca con una mano y la otra en la cintura para atraerme y besa mi boca voraz. Este es mi primer beso y la sensación es magnífica, sus labios se acoplan a los míos con fuerza y pasión a la vez, introduce su lengua en mi boca y junto con la mía inician una danza donde juegan a conocerse para no separarse nunca, nuestros alientos se mezclan y una sensación de calidez similar a cuando consumo sangre me inunda por completo quemando cada parte de mi ser, me siento tan segura en su presencia que percibo que mis colmillos pronto asomarán y no quiero que me descubra ni dañarlo por lo que decido separarnos con la excusa de tomar aire.

— No se muy bien qué es lo que me generas, pero me tienes a tus pies Akane – dice mientras intenta volver a poseer mis labios.

Me separo nuevamente intentando acompasar mi respiración y sin decir nada me marcho para vestirme y regresar a la tienda.


El día transcurre refugiandome dentro de la tienda analizando y tratando de buscar en mi mente la certeza sobre lo que debo hacer con Ranma, se perfectamente que es mi compañero y debemos estar juntos eternamente, pero realmente no sé qué hacer; además no puedo permanecer mucho tiempo rondando por aquí con la sangre que bebí la noche pasada resistiré algunos días más pero pronto mi cuerpo resentirá la falta de la misma y no puedo actuar tan libremente delante de un ejército de soldados, buscarían matarme como a cualquier criatura extraña. Mi cabeza no para un segundo de pensar y sin darme cuenta la noche ha caído.

Ryoga se anuncia en la entrada e ingresa con una bandeja con comida que deposita sobre la mesita.

— Buenas noches Akane, espero te sientas mejor – no entiendo a qué se refiere pero de igual manera me parece muy atento.

— Gracias Ryoga, si me encuentro mejor. Dónde se encuentra Ranma?

— Practicando artes marciales en el bosque.

— Entonces después de cenar iré.

— No creo que a Ranma le agrade, es un poco arisco cuando entrena, se concentra mucho en las artes.

— Verás que no habrá problema si lo visito.

— Mmm de acuerdo, pero estás avisada si muestra su mal humor.

Ryoga me acompaña durante la cena y descubro que es un gran amigo de Ranma desde antes de convertirse en soldados, prácticamente crecieron juntos, comenta sobre la afición que ambos tienen por las artes marciales pero que el mejor es Ranma; también descubro que envió a dos soldados durante la noche al pueblo más cercano en busca de la vestimenta que me entregaron esta mañana y eso me reconforta.

Luego de cenar y despedir a Ryoga tomo coraje y salgo de la tienda, inspiro profundo en busca de su olor que al instante me invade y se con precisión a donde debo dirigirme. El aroma me lleva a una zona de bosque algo alejada, rodeada por un bonito lago.

— Qué haces aquí Akane? — tarde reparo en él que se encuentra apoyado sobre un árbol luciendo sólo la parte inferior de su ropa de entrenamiento.

— He venido a verte.

— Luego que huiste esta mañana no encuentro motivo.

— Quise venir para explicarme – respondo con firmeza.

Suspira y camina hasta tomar asiento en una roca ubicada a un lado del lago, lo imito y me ubico en una roca a su lado pero se adelanta a hablar.

— Se que no eres de este mundo — su corazón late con total tranquilidad.

— Estás en lo cierto, no lo soy pero quiero que sepas que no quiero dañarte.

— Eso también lo sé, si es lo que buscabas ya lo hubieses hecho. Desde que te besé esta mañana sólo se que debo estar contigo, que me perteneces — gira su cuerpo hacia el mío y levanta mi barbilla con su mano para que pueda verlo a los ojos — no sé qué eres ni que buscas, sólo se que me enamoré perdidamente de ti en el instante que nuestros ojos se cruzaron – desliza su pulgar sobre mi mejilla marcando una caricia y luego se acerca a mi boca para volver a besarnos.

Correspondo a su beso que esta vez es delicado, cuidadoso, sus labios realizan un suave delineado sobre los míos, con cada roce siento burbujas en mi interior y el ritmo de mi corazón inicia. Introduce su lengua para profundizar el beso pero todavía lo hace con delicadeza, me ama con el mismo y quiere demostrarlo. Acaricio su rostro, su ligera barba, su cuello y pecho bien torneado y noto que mis colmillos quieren iniciar su salida.

— Dejame hacerte mía por favor — suplica y se que debo entregarme plenamente a este hombre, sin restricciones.

Nos levantamos de las rocas, toma mi mano entrelazando nuestros dedos para regresar al campamento en completo silencio.

Entramos a la tienda y él vuelve a besarme pero esta vez vorazmente, retira la parte inferior de su ropa de entrenamiento quedando totalmente desnudo frente a mí, me toma de la cintura para atraerme hacia él, comienza a recorrer con sus dedos la piel que queda expuesta, me despoja de mi vestido y arranca con fuerza mis bragas quedando en completa desnudez, caminamos hacia el futón y con delicadeza me acuesta sobre el mismo, se sostiene firme con sus manos por detrás de mi, se acomoda encima mío al tiempo que con su lengua deja besos por mi mandíbula, mi cuello, el hueco entre mis pechos para luego lamer mis pezones. Jadeo con fuerza al sentir como los muerde, con sus grandes manos los aprieta y tira de ellos, nuestros ojos vuelven a encontrarse — estás segura de esto Akane?

— Si lo estoy — y se introduce en mí con un simple movimiento.

Suspiramos ambos al notar la estrechez de mis paredes comprimiendo su miembro, volvemos a besarnos mientras entra y sale de mi interior, algunas veces suave y otras más fuerte y profundo. El choque de nuestros cuerpos y los jadeos son lo único que se escucha, mis colmillos están listos para morder su cuello, mi cabeza está inundada por el placer y cuando menos lo imagino ambos explotamos en un orgasmo logrando que mi mente se aclare y ahora sé con certeza que debo transformar a Ranma para que sea mi compañero, pero debe tener la voluntad de hacerlo.

Su cuerpo cae rendido sobre el mío y entrecruzo mis piernas sobre su cintura para disminuir la distancia. Apoya su cabeza sobre mi pecho tratando de recuperar el aliento, deja un beso en cada uno de mis senos y se levanta para poder mirarme a los ojos.

— Se que eres un vampiro pero no puedo transformarme aún Akane ni corresponderte a ser compañeros de vida, tengo una misión que cumplir, debemos ganar la guerra, recuperar territorio pero puedo hacerte una promesa, nos perteneceremos el uno al otro, haremos un intercambio de sangre.

Lo observo algo confusa, se de otros como yo que intercambian sangre con sus parejas pero no entiendo como Ranma, siendo un humano tiene conocimiento de eso y lo propone.

— Te dije que se que eres de otro mundo y creeme, me gusta leer e investigar y casualmente leí sobre personas como tú, pero no creía su existencia hasta que te encontré en aquel camino. Te amo Akane, quiero que sellemos esta promesa aunque en esta vida no puedo estar eternamente contigo en mi próxima reencarnación lo haré – acaricia mi rostro y estira el brazo para tomar una daga de un estante a su derecha.

Realiza un corte en el interior de su muñeca y otro en el interior de la mía. Tomamos la mano del otro y sin dejar de vernos a los ojos bebemos la sangre. Algo fluye en mi interior y aunque no tengo respuesta certera puedo imaginar lo que es, una promesa pactada con sangre.

— Te amo Akane.

— Te amo Ranma.

Y al finalizar el intercambio volvemos a besarnos y a hacer el amor nuevamente.

Él cae en un profundo sueño quedando abrazado a mí, sosteniendome de la cintura con nuestras piernas entrelazadas. Con sumo cuidado me separo, me visto con lo primero que encuentro y tomando unas pocas cosas, deposito un pequeño beso en sus labios salgo de la tienda y abandono el campamento y a mi amado pero con la promesa de volver a encontrarnos en otra vida.

.

.

.

.

.

Algunos años después…

Me encuentro reteniendo a aquel infame hombre con mi mano alrededor de su cuello mientras me alimento de su sangre, no grita porque pude persuadirlo fácilmente. Desde hace algunos años me alimento de aquellos bandidos, abusadores, todo aquel que no haga el bien y tenga la dicha de caminar sobre esta tierra.

Agudizo mi oído y me llegan los gritos horrorizados de las personas del pueblo, comienzo a sentir el fuerte olor a sangre y el fuego que cruje quemando todo a su paso.

Suelto al tipejo dejándolo caer bruscamente en el suelo y me marcho hacia el lugar donde me encuentro viviendo desde hace unos años hasta que la gente del pueblo comience a notar que no envejezco y se que llegará el momento de marchar.

En cuestión de segundos por la rapidez que presento alcanzo la entrada al pueblo, el fuego consume hasta el último madero de las casas, algunas sobrevivieron pero fueron saqueadas, hay cuerpos masacrados en medio del camino, algunos pertenecen a niños que tenían un futuro.

Las lágrimas brotan de mis ojos a medida que avanzo y me encuentro frente a la casona que habitaba, el patriarca junto a su esposa e hija fueron muy amables en recibirme cuando llegué al territorio, contando siempre la misma historia de huida para escapar del compromiso impuesto por mi padre con un mal hombre.

A un lado del camino de entrada veo los cuerpos de las tres personas que me dieron asilo en este tiempo, un sentimiento profundo de tristeza me inunda y caigo de rodillas. No sé cuánto tiempo pasa porque me encuentro llorando sobre los cadáveres que no presto atención a los galopes de caballos y al grupo de hombres que se acercan.

Lloro mientras sostengo la frágil mano de Akari entre las mías cuando una potente voz irrumpe en mi pensamiento.

— Se encuentra bien señorita?

— Si — titubeo al responder ya que soy perfectamente consciente del aspecto que tengo. Moví los cuerpos para trasladarlos a la zona aledaña al estanque y mi kimono rosado presenta manchas de sangre y tierra.

— Eran su familia?

— Si, lo eran. Quiénes los atacaron?

— Seguro eran bandidos señorita, estamos tras sus pasos pierda cuidado.

Más caballos y hombres llegan al sitio.

— Qué te detuvo esta vez Ryu? — y mi corazón vuelve a latir, como aquella única vez hace cientos de años.

— Es una señorita que sobrevivió a esta masacre, debemos ponerla a salvo y trasladarla al pueblo próximo.

— Estoy de acuerdo pero deberá montar con nosotros no tenemos carroza preparada. Taro, Herb, Mousse — habla con su potente voz — busquen más sobrevivientes en el pueblo y denle digna sepultura a los muertos. Con Ryu tomaremos la delantera para intentar alcanzar a los bandidos, no se preocupe señorita está a salvo — extiende una mano para ayudarme a levantar del suelo, con la manga de mi kimono hago el intento de limpiar mis lágrimas y acepto su mano. Al ponerme de pie nuestros ojos se encuentran y la misma sensación se repite incluso con más intensidad, la tierra se abre paso bajo mis pies, soy consciente de la presencia de mi corazón porque comienza a palpitar y se que él lo intuye, algo magnético nos une.

— Soy el coronel Ranma Saotome — me suelta de la mano y realiza una profunda reverencia como todo un caballero.

— Mi nombre es Akane Unryu — utilizo el apellido de la familia que me adoptó.

— Encantado Akane, ahora debemos marcharnos — me indica que iniciemos camino hacia su caballo.

Me toma de la cintura colocándome de lado por encima del animal y de un ágil salto se coloca detrás de mí tomando las riendas iniciamos el camino seguidos por el otro soldado.

Cabalgamos durante horas hablando de una gran variedad de temas, el aroma dulce que siento cuando estoy cerca de Ranma ingresa por mis fosas nasales, como me encuentro tan cerca de su piel automáticamente descubro que es el aroma de su sangre lo que provoca que mis colmillos se asomen, debo concentrarme para revertir la situación; sin notarlo la noche nos cae encima y localizamos un pequeño poblado donde buscaremos algún sitio donde podamos pedir algo de comida y agua.

Ryu desciende de su caballo e ingresa a una pequeña posada; Ranma me ayuda a bajar y lo seguimos al interior. Es una construcción acogedora donde nos ofrecen además de comer y beber, quedarnos a descansar durante algunas horas.

Luego de cenar los amables propietarios nos indican acomodarnos en las habitaciones, los hombres compartirán espacio y yo tomaré la otra.

Ingreso al pequeño baño privado para asearme, limpio con cuidado mi cuerpo y mi cabello; decido salir envuelta en una toalla para vestirme con la yukata que me dió la mujer de la posada cuando me sobresalto al ver a Ranma sentado sobre mi futón.

— Qué haces aquí Ranma?

— Te estaba esperando Akane.

— Permíteme cambiarme y hablaremos, me sentiría más cómoda.

— Quédate así, por favor — pide clavando su mirada oscurecida por el deseo en todo mi cuerpo.

Toma con delicadeza mi muñeca y me jala hacia él quedando a horcajadas

— No sé qué es lo que tienes Akane, pero no puedo dejar de pensar en ti desde que cruzamos miradas esta noche. Siento que debo estar contigo — me besa con fuerza, introduce su lengua dentro de mi boca buscando la mía, tratando de aliviar su necesidad.

Despego nuestros labios — Ranma créeme si te digo que ya nos conocemos aunque no se si lo entenderás — siento lo desbocado que late su corazón y como fluye la sangre lo que provoca que mis colmillos se asomen.

Me observa con asombro pero no realiza ninguna pregunta, sólo vuelve a besarme y la situación continúa hasta que terminamos haciendo el amor como aquella primera vez.

Nos encontramos recostados sobre el futón propinándonos caricias y besos en cada centímetro de piel.

— Akane quiero que tengas bien claro que te amo, pero sabes tan bien como yo que la guerra continúa y debo cumplir con mi deber lamento que esta vez tampoco podemos estar juntos eternamente.

Suspiro angustiada — lo comprendo Ranma y yo también te amo.

Y volvemos a amarnos y pertenecernos aunque sea sólo por esta noche.

.

.

.

.

.