Los personajes de Ranma 1/2 no me pertenecen son obra de la gran Rumiko Takahashi. Escribo sin fines de lucro solamente con el fin de entretener.
~ Para Toda La Eternidad ~
Ranma
Unos cuantos años después...
El sudor discurre a través de mis sienes, mi pecho y espalda por lo concentrado que me encuentro intentando realizar esta kata para dar por finalizado el día.
Estoy completamente metido en el arte que capto una presencia a mi alrededor, creo que me sigue desde hace unos días aunque no pareciera ser ninguna amenaza. Agudizo mis sentidos de artista marcial y la presencia se mueve demasiado rápido, fijo la mirada en su dirección y un conejo sale de entre los arbustos.
Exhalo un suspiro y decido dar por finalizado el entrenamiento por hoy.
Recorro unos cuantos metros hacia la tienda que tengo montada y tomo una toalla para ir a refrescarme en el lago cercano.
Al caer la noche caliento en la pequeña fogata algo de comida enlatada y me siento alrededor del fuego con mi celular, no tengo señal pero corroboro qué día es y se que es momento de volver, en dos días inicia un nuevo semestre en la universidad y todavía cargo esa extraña sensación en el pecho que me acompaña desde que tengo conciencia aunque no se definir qué es por lo que venir a entrenar a las montañas no me ayudó en nada, una vez más.
Al llegar a mi hogar me recibe mi madre muy contenta de verme, pues he pasado el último mes entrenando en las montañas. Compartimos algo de tiempo en familia y luego con mi padre entrenamos toda la tarde en el dojo, pronto podré superarlo y al enfrentarlo seré un maestro en artes marciales tan sólo con 21 años, el más joven de mi categoría.
La alarma del despertador suena y de un salto salgo de mi cama para asearme, desayunar y marcharme a la universidad.
— Buenos días hijo – mi madre me tiende el tazón de arroz.
— Buenos días mamá, no sabes como extrañé tu comida en mi tiempo entrenando.
— Imagino que sí por eso prepararé tus almuerzos ya que no creo que Ukyo continúe preparándolos para ti – comenta con una ligera sonrisa que no me pasa desapercibida.
— Sabes que no estaba con Ukyo sólo por su comida verdad? Es una buena chica pero… — no sé como explicarle a mi madre lo que ocurrió con ella.
— No puso a latir tu corazón — dice sencillamente.
— Exacto.
Mi padre realiza un bufido e interviene en la breve conversación
— Ranma no olvides que estás en entrenamiento, el tema chicas debe ser tu menor problema, debes concentrarte sólo en el arte y estudios.
— Querido, Ranma es un muchacho joven y muy guapo por cierto puede entrenar y tener novia a la vez — agrega mi madre guiñando un ojo a modo cómplice.
Odio que mi padre me trate como a un mujeriego cuando realmente no lo soy, solo tuve una novia y por unos meses.
— Lo sé papá, ten por seguro que priorizo mi entrenamiento.
Termino de desayunar algo disgustado pero enseguida me relajo al ver la cálida sonrisa de mi madre, con su amabilidad compensa la dureza y rigidez de mi padre.
Ingreso al campus caminando por el sendero que lleva al edificio principal, a unos metros de la puerta localizo a mis dos compañeros de clase que me saludan.
— Hola Ranma qué tal tus vacaciones?
— Hola muchachos muy bien, descansé y entrené bastante. Qué tal ustedes?
— Fuimos a algunas fiestas y yo estuve en la playa con mi familia.
— Me alegro que hayan sido buenas pero se de algo que mejorará el inicio de clases — Daisuke tiene esa mirada pervertida asique imagino que tendrá que ver con una mujer.
— Tenemos una compañera nueva, ingresa hoy – Hiroshi levanta sus cejas de modo sugestivo.
— No estoy interesado.
— Espera al menos a conocerla Ranma.
Soy salvado por la campana que anuncia el inicio de clases. No quiero saber nada de mujeres.
El día pasa lento y únicamente estoy interesado en entrenar y regresar a casa. A la hora de comer me topo de bruces con Ukyo que me mira de mala forma, creo que sigue odiándome porque terminé lo nuestro diciendo que me aburría con ella, al menos fui sincero, por suerte el próximo año finalizo mis estudios, seré maestro de deportes y todo este calvario terminará.
Al finalizar el día luego de la práctica con el equipo de artes marciales los muchachos me esperan para ir por unas cervezas, no soy de beber por mi riguroso entrenamiento pero una cada tanto no hará mal y además es mi día libre en el dojo.
Ingresamos a un local bastante concurrido, principalmente por universitarios, tenemos suerte de encontrar una mesa libre, tomamos asiento y una mesera se acerca rápidamente a tomarnos el pedido.
Hiroshi y Daisuke babean abiertamente por ella, yo la observo por simple curiosidad y si es una muchacha bonita, de cabello largo y morado pero nada más. Se que me observa de manera lasciva lo que me incomoda; le solicito tres cervezas para que se marche lo antes posible.
Al cabo de unos minutos regresa con el pedido, bebo un sorbo y Daisuke comienza a hablar
— Esta tarde compartí clase de inglés con la nueva y no se imaginan lo preciosa que es, ojos tan marrones como el chocolate, cabello corto color negro azulado que enmarca un bonito rostro.
— También la he visto en clase de deportes, tiene unas bonitas piernas, un hermoso y torneado cuerpo y su culo es un sueño – agrega Hiroshi.
— Si que sí – ambos suspiran como dos tontos enamorados.
— Y si es tan bonita por qué no la invitan a salir? – pregunto desinteresado.
— Porque aún no tuvimos oportunidad.
Bebo otro trago y decido poner mi mente en blanco para dejar de oír las idioteces que dicen sobre la chica nueva, también para calmar ese extraño malestar que siento en mi interior cada vez que la nombran.
Termino mi cerveza, tomo mi mochila y me despido de los chicos para volver a casa.
.
Al siguiente día asisto a clases con normalidad y por la tarde doy clases en el dojo, luego de tomar un baño mi padre me pide que alcance un recado al maestro del club de la universidad por lo que emprendo camino. Al llegar al club e ingresar al dojo tengo conocimiento que el maestro no se encuentra, espero durante unos minutos por si regresa pero por lo visto no ocurrirá y decido marcharme a casa.
Atravesando el campus de salida, algo o mejor dicho alguien me llama la atención, una menuda chica se encuentra sentada en uno de los banquitos que rodea la fuente junto con una pequeña maleta. Algo en ella me llama poderosamente la atención lo que me obliga a acercarme.
A medida que camino hacia su encuentro siento un tirón en mi estómago y una punzada en el pecho que me corta levemente la respiración, cuando estoy a unos metros la sensación se intensifica y al llegar frente a ella noto que tiene la vista baja y al parecer está llorando, carraspeo para llamar su atención y decido hablar.
— Hola puedo ayudarte en algo? Mi nombre es Ranma Saotome y estudio en esta escuela.
Ella suspira acongojada y habla con una voz tan baja casi en un susurro.
— Me llamo Akane Tendo.
Continúa con la vista baja y eso me preocupa.
— Oye te encuentras herida? Qué puedo hacer por ti?
— Me encuentro bien.
Responde levantando de manera tímida su mirada y cuando sus ojos chocan contra los míos lo sé.
La tierra se abre paso bajo mis pies, mi centro de gravedad desaparece dando lugar a que esta hermosa mujer que tengo frente a mí lo reemplace, mi corazón palpita de una forma tan potente como jamás había sucedido, un hormigueo me recorre de pies a cabeza y todo ese malestar que me acompañó por mucho tiempo desaparece cuando una extrema sensación de alivio toma posesión.
Su piel es tan pálida como si fuese una muñeca de porcelana, sus labios rosados y carnosos invitan a devorarla por horas, su cuerpo parece perfectamente esculpido para mí, no puedo dejar de admirarla cuando una secuencia de imágenes de mis vidas pasadas atraviesa mi mente a rápida velocidad y me dejo caer de rodillas frente a ella con lágrimas inundando ahora mis ojos.
— Akane… — pronuncio con voz quebrada y a tan bajo volumen que sólo ella por su naturaleza puede oírme.
— Si Ranma, soy yo — su voz tan suave logra enloquecerme y no resisto un segundo más, la abrazo rodeando su pequeña cintura y deposito besos en su vientre con un infinito cariño, aspiro fuerte, su aroma me inunda y juro que es el más dulce que pude conocer, a pesar de la muerte y la sangre que la rodea.
Continuamos en esta posición sin decirnos nada, ella acaricia mis cabellos y mi rostro pero se que no ha dejado de llorar porque sus lágrimas caen mojándome.
— Qué es lo que ocurre Akane, por qué lloras?
— Ranma realmente te haces una idea de lo que ocurre?
— Por supuesto, se perfectamente que eres el amor de mi vida y me perteneces, nos pertenecemos, somos compañeros de vida por toda la eternidad — alzo mi rostro para volver a cruzar miradas.
— Esto nunca acaba bien para mí, desde hace mucho tiempo lo asumí pero al conocer tu última reencarnación quise volver a verte una vez más — intento decir algo pero me calla colocando un dedo sobre mis labios — se que entrenas para ser un maestro de artes marciales y llevar adelante la herencia de tu padre — esboza una triste sonrisa.
— Todo será mejor si te tengo a mi lado – respondo con firmeza porque percibo la duda en su corazón.
— Eso ya es imposible Ranma, es cierto somos compañeros de vida pero siempre tienes una misión que cumplir y eso nos separa – coloca sus manos a cada lado de mi rostro y deposita un dulce beso en mi frente a modo de despedida — te amo Ranma, desde hace miles de años, siempre lo haré.
Se separa suavemente de mí poniéndose de pie, toma su pequeña maleta comenzando a alejarse. Siento mi corazón desgarrarse y desangrarse de manera profusa, a los segundos salgo del shock en el que he caído y corro tras ella volviendo a caer de rodillas reteniéndola por la cintura.
— Qué debo hacer para que decidas quedarte conmigo? Esta vez para siempre amor mío.
Llora, su cuerpo tiembla al hacerlo y cae de rodillas también lo que logra que la tome entre mis brazos a modo nupcial encima de mí, hunde su rostro en el hueco de mi cuello y aspira queriendo grabar mi aroma.
— Akane por favor, déjame demostrarte que si te pertenezco — extiendo mi cuello — aliméntate de mí, transfórmame.
Respira con fuerza y niega con la cabeza — tú estás seguro de esto? Ranma quiero que recuerdes que tienes un gran futuro y un propósito en esta vida, al parecer nuestra eternidad se encuentra maldita.
Levanto su barbilla para mirarla a los ojos — nunca estuve tan seguro de nada en esta vida, hazlo por favor.
Sus ojos color chocolate se vuelven brillosos durante un breve momento para luego oscurecerse, sus colmillos asoman y los siento clavarse en mi cuello.
Una sensación de calidez inunda todo mi cuerpo seguido de un hormigueo y pasados unos minutos un fuego recorre mi interior, una quemazón que comparada con las llamas del infierno es una niñería; entiendo perfectamente lo que sucede, lo primero se debe a que Akane se alimentó de mí seguido de su ponzoña recorriendo mis vasos sanguíneos distribuyendo el veneno hacia cada centímetro de mi cuerpo, caigo en un estado de estupor a causa del veneno y el dolor que acompaña la transformación.
Al recobrar la conciencia me encuentro recostado sobre un futón en un lugar que desconozco, tomo asiento sobre el mismo todavía con la mente embotada aunque soy ligeramente consciente de unas cuántas cosas, los objetos que me rodean tienen un color más intenso, mi interior se encuentra hirviendo pero se que mi piel en el exterior es tan fría como un témpano de hielo y cuando aumento mi estado de concentración la percibo, la sed. Quema como hierro caliente y cada vez que trago saliva para intentar alejarla se incrementa pero un ruido atrae toda mi atención alejándome de esos pensamientos; una puerta se abre y creo que morí, reviví y volví a morir.
Si en todas mis malditas vidas anteriores creía que era hermosa y me enamoraba perdidamente de ella, hoy no hago más que reconfirmarlo, es la mujer más preciosa del mundo y me pertenece.
— Por fin despiertas, seguro que necesitas esto – queda de pie junto a la puerta a la vez que me tiende un vaso con el espeso líquido, lo observo y frunzo mi ceño, no soy idiota se como es esto pero no quiere decir que me agrade del todo — es del banco de sangre, no maté a nadie — explica Akane parece leyéndome el pensamiento y me odio por permitirme pensar así de ella.
Bebo un sorbo de la sangre e inmediatamente entro en un estado de frenesí donde mi cuerpo me exige que siga consumiendo pero Akane sólo me deja beber unos cuantos vasos.
— Los primeros días debes consumir poco a poco para cubrir la sed y no ser un riesgo y acabar matando a alguien drenándolo, con los días mejorará lo prometo.
Asiento a su explicación percibiendo se encuentra cabizbaja y aún no tuve oportunidad de probar sus labios.
— Amor mío qué está pasando? Pensé que estarías entre mis brazos, no tan alejada y fría como te siento.
Suspira caminando hasta el futón tomando asiento a mi lado.
— Ranma yo lamento tanto todo esto, que tengas que pasar por esto para estar a mi lado, no puedo evitar sentir culpa por enamorarme de un humano, obligarlo a ser lo mismo que soy y traerlo a este miserable mundo.
Tomo sus manos entre las mías y cruzamos miradas.
— Sabes, yo no lamento nada de esto, estoy con la persona que quiero y debo estar no me interesa lo que eres, lo que somos — corrijo — si lamento todo el tiempo que tuvo que transcurrir para finalmente estar juntos, se que me enamoraría de ti en infinitas vidas — acerco mi rostro al suyo, nuestros labios se tocan al inicio de manera suave y delicada pero algo primitivo se instala en mi interior lo que me lleva a empujar sus labios con fuerza con mi lengua para abrirlos e introducirla en su interior recorriendo toda su boca, entremezclándose con la suya, suelto sus manos y las subo para acariciar su rostro, mientras que sus manos pasan a dejar caricias sobre mi espalda.
— Akane déjame amarte como mereces — separo nuestros labios para hablar.
— De acuerdo – muerde su labio inferior.
Continuamos besándonos como desesperados durante unos minutos cuando descubro que soy poseedor de una rapidez extrema al recostarla en un nanosegundo sobre el futón yo quedando por encima sosteniéndome con los brazos para no aplastarla. Ella se ríe entre besos por mi reciente descubrimiento y no puedo no amarla más, despego mi boca de la suya y utilizo mi lengua para besar su lóbulo, lo tironeo suavemente logrando que emita un hermoso gemido, introduzco mi lengua en su interior jugueteando, luego la deslizo por su mejilla delineandola junto con su mandíbula, desciendo por su cuello dejando un pequeño mordisco sobre el mismo y puedo sentir como se eriza su piel bajo mi tacto; continúo deslizando mi lengua hacia su clavícula dejando una buena cantidad de besos húmedos sobre su hermosa piel, se que al continuar descendiendo encontraré el bonito vestido que lleva puesto pero la quiero y deseo sin nada por lo que de un tirón termina hecho jirones, ella aprovecha el momento para romper también mi ropa incluida mi ropa interior, quedo enteramente desnudo a su disposición, ella en cambio viste todavía un sexy conjunto de lencería color blanco y azul.
— Quiero que sepas que este conjunto desaparecerá también, te compraré cien más – con un nuevo tirón la tela se deshace.
Mis manos y mi lengua inician un juego con los hermosos pechos de Akane, los aprieto con mis manos a la par que deslizo la lengua sobre sus pezones mordiéndolos, meto su seno por completo en mi boca, succiono con fuerza clavando mis colmillos en ellos, Akane me recompensa con un fuerte gemido recorriendo con sus atrevidas manos todo mi cuerpo, clavando las uñas en mi culo, acariciando mi miembro con fuerza para satisfacerme pero no quiero terminar así.
Doy por terminado mi juego con sus pechos e inicio un nuevo camino con mi lengua entre los mismos bajando por su vientre introduciéndola en su ombligo lo que produce otro gemido en mi amada.
Alcanzo su centro y esta vez mi atrevida lengua lame sus labios de arriba abajo, algunos de mis dedos se suman empujando hacia el interior, ella hace fuerza sobre mi cabeza para que me mantenga en esa posición dándole placer pero yo tengo otra idea.
Fugazmente nos encontramos de pie, ella apoyando sus pechos sobre un mueble en alguna parte de la habitación, yo por detrás sosteniendo con una mano su barbilla para tenerla lo más cerca posible y mi otra mano la sostiene por la cadera.
— Te amo Akane amor mío, te amo y amaré durante toda la eternidad — me introduzco en ella con una certera estocada.
— Te amo Ranma, te amo – suspira incitándome a seguir con la tortura.
Inicio unas cuantas embestidas rápidas pero profundas, saboreo cada apretado centímetro de su interior, con cada intromisión sus paredes me aprietan cada vez más lo que nos lleva a que seamos todo gemidos, suspiros y jadeos, desliza su cuerpo hacia atrás para pegarnos aún más y se que desea que aumente el ritmo, acelero mis embestidas logrando que su cuerpo golpee duramente contra el mueble pero no podemos detenernos estamos enloquecidos, introduzco un dedo en su boca y procede a lamerlo y succionarlo con fuerza como si fuese mi miembro, siento sus paredes apretarse como el infierno y reconozco que alcanzó el orgasmo, continúo con algunas estocadas más y ahora son mis testículos hormigueando los que avisan de mi inminente clímax liberándome dentro de ella.
Apoyo mi cabeza en su espalda dejando pequeños besos sobre la misma, si fuésemos humanos mañana estaríamos plenamente doloridos al instante soy consciente que no debo recuperar el aliento, sonrío y todavía en su interior me pongo duro nuevamente.
Fugazmente nos encontramos sobre el futón con mi espalda apoyada contra la pared mientras la sostengo encima mío de espaldas, recorro toda la piel de su cuello con la lengua al mismo tiempo que acaricio y aprieto sus pechos, llevo mi otra mano hacia su clítoris comenzando a dedicarle caricias a la vez que introduzco mi miembro en su suave interior. Ella suspira con la intromisión e inicia a deslizarse de arriba abajo, en esta posición el contacto entre nuestros cuerpos es mayor, muerdo y lamo su cuello a la par que muevo mis caderas para acompañar el movimiento, clavo los colmillos en su espalda provocando que aumentemos el frenético ritmo. Continuamos entre gemidos y gritos con cada embestida, siento sus paredes apretandome arrastrandola a su clímax por lo que continúo durante unos minutos y soy alcanzado por un nuevo orgasmo.
Ella se recuesta sobre mi pecho suspirando, tomo su rostro para besarla entre risas cómplices porque ambos sentimos que vuelvo a estar duro en el interior de mi hermosa mujer vampira.
No sé realmente cuánto tiempo transcurre pero cuando logramos quitarnos las manos de encima nos recostamos en el futón, ella sobre mí pero no dejamos de besarnos ni un segundo, aunque fugazmente desaparece y regresa con bolsas de sangre para alimentarnos, no me había percatado que la sed había vuelto.
Me hace entrega de una — debemos reponer algo de la energía que perdimos amor mío — sonríe pícara.
— Gracias preciosa por preocuparte por mí – doy un pequeño beso sobre sus labios y acto seguido devoro mi bolsa.
— Por cierto mientras estabas inconsciente tu madre llamó; me atraganto mientras bebo — respondiste?
— Por supuesto, debía decirle donde te encontrabas, te esperaba para cenar pero al oírme se alegró, dijo que no era necesario que volvieras a casa y que procures no usar condón — emite una risita contagiosa.
— Mi madre es todo un caso. Pero debemos buscar qué excusa diremos — comienzo a enumerar — uno: porque tú y yo no nos separaremos para nada por lo que viviremos juntos de ahora en más, dos: no podemos tener hijos y mi madre quiere nietos, tres: por qué no envejecemos, cuatro: ya se me ocurrirá algo más a lo que necesitemos buscar explicación.
Ella sonríe feliz — tenemos toda la eternidad para pensar en eso pero ahora debemos aclarar algunos puntos importantes — descubre su mano izquierda que tenía cerrada en un puño descubriendo un anillo de una piedra preciosa — es lapislázuli, es la piedra que nos permite caminar bajo el sol libremente, a no condenarnos a vivir bajo las sombras, lo tengo listo desde aquella primera vez cuando te conocí siendo un coronel esperando hacerte entrega de él cuando nuestras vidas volvieran a cruzarse.
Tomo el anillo colocándolo en mi mano izquierda — gracias preciosa, ahora yo quiero hacer algo más por ti — llevo mi muñeca hasta mi boca generando una pequeña mordida y se la ofrezco — quiero que volvamos a sellar la promesa de pertenecernos intercambiando sangre — ella imita mi acción, tomo su muñeca y clavando mis colmillos en su herida succiono descubriendo que no sólo su aroma es dulce sino también su sangre recordándome a la miel más pura que pueda existir.
.
.
.
.
.
