Atención: Pokémon no me pertenece.
Bajo la luz de la luna llena, se encontraba un huevo en medio de un bosque, una telaraña protegía una pequeña sección de ese lugar.
─Eh... ¿Por qué todo está tan oscuro?─ La criatura dentro de su interior pronto empezó a sentir mucho miedo y claustrofobia por estar encerrado en tan diminuto espacio ─¡No, saquenme de aqui, esto no es nada divertido!─ La angustia le provocaba que le faltara el aire lo que avivaba aún más sus ansias por salir al exterior, como pudo procuró hacer todo lo necesario por escapar de esa cárcel sin mucho espacio, así que todo impulso para empezar a golpear la pared con su cabeza-cuerpo-pata uno-dos-tres-cuatro... ─¡¿Qué?. Tengo ocho patas, ¿ qué cosa soy?!─ Pero no era momento para discusiones tontas que el llamado a la aventura no espera a nadie ─¡Por fin libertad!─ se podía apreciar un haz de luz entrando en el interior.
De pronto uno de esos óvalos se abrió dando paso a una patita amarilla enseguida de la cabeza de ese pequeño Joltik que luego de tanto batallar consiguió escaparse de esa prisión que lo había encerrado hasta esos momentos. El pokémon Lapa empezaba a analizar su entorno, mirando para todos lados, concluyendo que:
─¡No sé en dónde carajos estoy!
Necesitaba respuestas a la de ya, así que sin mirar atrás bajó de su cascaron solo para localizar a sus pies una fina capa de seda que embolsaba a él junto a sus demás hermanos─ oh genial, ¿Me quede pegado? Espero que no, creo que soy una especie de araña... Este... ¿Por qué soy una araña?
Se tenía que intentar, así que con valentía colocó su primera pata en la telaraña, nada de nada, otra pata con la misma historia; así fue con otras tres más pero en la séptima ocurrió un percance, se atoró como si estuviera clavada al suelo. Aplicando todas sus fuerzas tratando en vano de escapar, el tipo bicho-eléctrico empezaba a sentir una necesidad grande de correr porque había captado un peligro al acecho: fuego. Una enorme cortina de calor lo sofocaba subiendo su angustia por alejarse de la grave amenaza ardiente, por irónico que le parecía la alta temperatura lo ayudó a soltarse. Con rapidez ahora comprendía que no debía confiarse, aunque sospechaba que su inconsciente intuía cómo funcionaba esta pegajosa web con todas esas por puro milagro consiguió subir por la telaraña y escapar por arriba llegando a la rama del árbol del cual estaba colgando.
Con terror contempló cómo se prendía en llamas por completo el nido del cual acababa de huir, de un segundo a otro cayó hacia el vacío la centena de pequeños Joltik que ni siquiera habían nacido: terminaron de morir al estrellarse de manera violenta contra el suelo. No podía seguir perdiendo el tiempo, tenía que salir a toda prisa corriendo por su vida, llegando al final de la rama ni siquiera paró porque se había tomado carrera para dar el salto más lejos que pudiera teniendo debajo un mar de brasas listas para asarlo al rojo vivo. Su instinto se activó en todo su esplendor soltando una hilera de telaraña con la cual pudo empezar a volar para luego salir expulsado del bosque prendido en un caluroso infierno ardiente.
Después de minutos de estar volando a la deriva, el pokémon lapa tuvo la suerte de estar cayendo hacia un campo enorme campo de golf. una vez que aterrizó se escabullo entre un par de arbustos y como era bien pequeño tampoco era como que llamara mucho la atención, por lo que prosiguió a quedarse profundamente dormido luego de gastar todas sus energías en esa huida extrema de emergencia.
Enseguida la alarma estaba sonando despertando al dueño de esa habitación llena de posters e imágenes de arañas, tarántulas y otros arácnidos en sus cuatro paredes. Armando tenía la costumbre de darle de comer a su tarántula mascota a primera hora y esa mañana no sería la excepción. Vivía sólo en su casa porque era foráneo y sus padres habían decidido quedarse en su ciudad natal por cuestiones de trabajo, de recursos limitados solía trabajar de medio turno en una tienda de mascotas en la gran avenida principal que estaba a cuatro cuadras del edificio en el cual rentaba departamento. El fuerte de esa tienda eran los clásicos felinos y caninos, un poco de roedores además de peces, a pesar de eso se las arreglaron para ofrecer solo una araña y eso por agradecimiento del mismo Armando que había sido un empleado ejemplar en sus dos años siendo empleado.
Luego de su desayuno rápido, caminar por un kilómetro escuchando su música favorita y esperar el autobús por nueve minutos llegó al bachillerato. Tenía muchos problemas en sus estudios por mantener su fuente de ingresos y seguir estudiando; había iniciado tarde la primera aunado a que había reprobado el año pasado hacía que a sus diecinueve años siguiera en nivel media superior a diferencia de su mejor amigo Norberto que con sus recién cumplidos dieciséis años están en el mismo último año de esa escuela. El transporte público siempre hacía que llegara justo a la hora por más que este se había despertado temprano, a comparación de su compañero de equipo que vivía en la colonia de enfrente por lo que podía levantarse tarde y aun así solían llegar los dos al mismo tiempo.
─Oye ¿Te acordaste de traer la cartulina? ─ Preguntó el amante de los arácnidos.
─¡La cartulina! ─Gritó Norberto al recordarlo─ Sabía que se me estaba olvidando algo.
─Siempre con lo mismo, eso te pasa por jugar tanto pokémon
─Tu tranquilo y yo nervioso, tranquilo Armando, la exposición es en la última clase, salgó en el receso y consiguió la cartulina de volada ─vocero sin preocupación y serenidad.
─No comprendo cómo es que tienes esa suerte tan envidiable ─acusando con la mirada además de sostenerla por varios segundos.
─Me sale natural ─Confesó.
Más tarde a la hora del recreo, el amante de los Lucario aprovechó un grupo de alumnos que dijeron que iban a comer afuera para poder fugarse con comodidad, aunque esa salida lo había dejado desprotegido sin que se hubiera dado cuenta. Norberto no podía creer que las habilidades de Riolu aun las poseía en el mundo humano aunque eran bien discretas, de allí que pudo percatarse de que el grupo de matones que se la tenían jurada estaba en camino, así que apretando el paso pudo safarse de la posible madriza que le hubieran dado en el callejón, pero aún corría mucho peligro.
Con las habilidades de Riolu aumentadas consiguió correr a una increíble velocidad cruzando el bulevar de seis carriles salvándose de ser atropellado en hora pico por cuestión de segundos. La mayoría al tener miedo por tanto carro a gran velocidad que pasaban por allí provocó que casi todos se desistiera de la idea de perseguirlo a excepción del mismísimo ezequiel que tenía una ganas tremendas de descargar sus ganas de desquitarse con el Norberto, se aventó a su suerte cruzando la calle llena de carros pasando a toda velocidad: logró cruzar.
El brabucón persiguió a su presa por varias calles hasta el cansancio, alcanzando como además empujarlo para tirarlo al suelo parando así esa maratón que lo había dejado sin aliento. A pesar que no se había sorprendido que el debilucho de pronto consiguió la resistencia de un atleta de las olimpiadas y dejándolo sin fuerza, sus ganas lo dominaban por lo que como pudo alzó su puño para poder golpearlo.
Norberto por su parte no quería ser agredido otra vez, de repente se armó de valor poniéndose en posición de pelea para luego soltar un tremendo puñetazo potenciado con su Palmeo con el cual interceptó el puño de su adversario quedando en un empate con sabor a victoria para el tipo lucha. Después Ezequiel le dio un puñetazo en la cara a su contrincante al mismo tiempo que recibía un potente gancho al hígado, a continuación ambos se dan un cabezazo que dejó aturdido al buscapleitos y mientras el pokémon emanación lo tumbó de una potente patada.
─¡¿Pero qué carajos?! ─Ezequiel como pudo salió corriendo al contemplar a un auténtico pokémon enfrente de él.
─Eso es corre cobarde, corre como la perra que eres ─en eso se dio cuenta que se había transformado─ Wow... ¡Soy un Riolu! ─Gritó de la alegría.
Nota final: Esta historia tendrá cambios, pero se asemejara a la original.
