Prólogo

Todo empezó en China, en la ciudad de Qing Qing. Hubo una noticia de que un bebé desprendía una luz cuando nació. Desde entonces, los superpoderes fueron descubiertos en varios lugares y el tiempo pasó sin que la causa fuera hallada. El mundo se convirtió en una sociedad sobrehumana y cerca del 80% de la población mundial ahora tiene un poder especial, conocido comúnmente como "Don".

Así, en este mundo rebosante de caos, la profesión que todos una vez soñaron y admiraron entró en el centro de atención. Los héroes aparecieron en este mundo para mantener el orden y cada vez más gente empezó a desear convertirse en uno. Por ello, academias de heroísmo aparecieron por todo el globo terrestre, siendo cada una de ellas más exigente y exclusiva que la anterior.

De esta manera apareció la academia más exclusiva y prestigiosa de todas, la U.A., que actualmente se encuentra en el Top 1 de las academias de heroísmo. Prácticamente, entrar en esta academia te asegura un futuro como héroe profesional y, de hecho, algunos de los mejores héroes a nivel mundial estudiaron en esta misma institución.

Como no podría ser de otra forma, yo, Hiroto Kato, como casi cualquier otro adolescente de mi edad, también sueño con convertirme en un héroe y utilizar mi don para salvar a los demás. Y, por lo tanto, yo... bueno... no estoy dentro de la U.A.

No es que no quiera, al contrario, todos los días de mi vida, incluso antes de despertar mi don, he soñado con unirme a esa academia. Sin embargo, debido a una tradición existente en mi familia, solo al primogénito de la rama principal del Clan Kato se le permite ser un héroe, y yo no cumplo ninguna de esas dos condiciones. Soy el hijo segundo de una rama secundaria del clan, es decir, ni por asomo podría tener la oportunidad de convertirme en héroe.

Bueno, eso he pensado siempre, hasta que, en un día aparentemente normal, pasó algo que lo cambió todo.

Lo recuerdo como si hubiese sido ayer, me desperté como siempre, a media mañana, aprovechando que estaba en las vacaciones de navidad. Me tomé el desayuno y pasé el resto de la mañana ayudando en casa con las tareas básicas del hogar; barriendo el patio, limpiando las ventanas, fregando el suelo... lo normal.

Para terminar, revisé el correo como de costumbre, esperando encontrarme lo de siempre en estas fechas: alguna que otra factura, felicitaciones de Navidad y publicidad varia. Sin embargo, entre esas cartas se encontraba una de lo más curiosa, una carta con un sobre pintado con un bonito estampado hexagonal, parecido al de una colmena, en la cual aparecía yo como destinatario.

Por ello, procedí a abrirla y al hacerlo encontré lo siguiente:

Estimado Hiroto Kato

Mediante la presente le hacemos llegar nuestros saludos cordiales y esperemos que goce de buena salud.

Nos hemos puesto en contacto con usted para informarle de que ha sido seleccionado por el programa principal de La Colmena, la nueva academia privada de heroísmo destinada a jóvenes como usted, que cuentan con un gran potencial.

Esta academia no cuenta con ninguna prueba de acceso, pues únicamente alberga espacio para los 25 alumnos seleccionados manualmente para el programa "Genzo". Por ello, esperamos su asistencia a la jornada de puertas abiertas que se celebrará el próximo 3 de Enero en la que, tras una visita por las instalaciones, se procederá a la firma de su matrícula estudiantil y pasará a ser oficialmente estudiante de heroísmo en nuestras instalaciones.

Desde aquí agradecemos ya su gentil asistencia.

Atentamente,

El equipo de dirección de La Colmena

¿La Colmena? Nunca había oído hablar de ella. pensé tras leer la carta. Con que una nueva academia de héroes... bueno, la idea está bien, pero no es como si pudiese ir, así que...

El resto del día transcurrió con normalidad y ni se me pasó por la cabeza comentárselo a mis padres, puesto que ya sabía la respuesta a la propuesta desde un principio. Sin embargo, por la noche, cuando terminamos de cenar, no sé ni por qué, pero se me ocurrió sacar el tema. Sabía que no tenía oportunidad alguna, pero, de algún modo, me dispuse a intentarlo.

-Ehh, bueno... papá, mamá, tenía que comentaros una cosa.

-¿Sí?- dijeron casi al unísono-.

-Pues, veréis. Hoy, mientras revisaba el correo, me encontré con esta carta.- dije sacando el sobre en la que ésta se encontraba y mostrándoselo-. Y, bueno, resumiendo, en ella se encontraba una invitación para una nueva academia de heroísmo que se abría este mismo año.

Tras decir eso último hubo un pequeño silencio que se cortó con la voz de mi madre.

-¿Podemos ver la carta?- dijo mi madre, tan serena como siempre-.

-Eh, si, claro.-respondí pasándole la carta ya abierta y, evitando otro posible silencio incómodo, seguí dando una pequeña explicación sobre la academia mientras ella leía la carta junto a mi padre y hermano-. Sé que no se me tiene permitido ser un héroe y que no debería ni pensar en ello, pero, si pudieseis echarle un vistazo a la academia, estoy seguro de que cambiaríais de opinión. He mirado por internet y, según parece, sus instalaciones están súper desarrolladas, ¡casi al nivel de la U.A.! Además, cuentan incluso con algunos héroes profesionales del extranjero entre su profesorado. Así que... si pudieseis reconsiderar esta opción...

No seguí diciendo nada más. Ellos ya habían terminado de leer la carta y, por la cara que ponían, por mucho que siguiese insistiendo nada iba a cambiar. Por ello, simplemente me levanté de la mesa y me fui sin hacer ruido a mi habitación. Sin hacer ruido no por otra razón aparte de que no me salían las palabras.

En ese momento, no sentía tristeza, ni tampoco ira hacia mis padres. En ese momento, solo sentía frustración, una frustración tal que, nada más llegar a mi cama, me derrumbé. Al momento de enseñarles la carta sabía perfectamente que era prácticamente imposible que consideraran la oferta, pero aun así, tonto de mí, tenía la pequeña esperanza de que un milagro ocurriese, de que, en el último momento, cambiasen de opinión. Sin embargo, incluso en este mundo de superpoderes en donde hasta lo más loco que te puedas imaginar puede suceder, los milagros no existen.

No sé cuanto tiempo pasó, no se si fueron minutos u horas, solo sé que yo aún estaba despierto cuando, en algún momento de la noche, alguien tocó a mi puerta. Yo no respondí, por lo que ese alguien siguió hablando.

-Hiroto, ¿estás ahí? ¿Estás despierto?- preguntaba mi hermano al otro lado de la puerta-.

-Hmm.-respondí yo con lo que en ese momento pensaba que era un sí-.

-Bueno, si no te importa, ¿podrías venir al comedor un momento?

Tras decirme eso, escuché sus pasos alejarse. Yo, por mi parte, dudé un poco en ir o no, pero al final me levanté, me sequé las lágrimas y me dirigí al comedor. Ahí estaban ellos esperándome y yo sin decir ni articular nada, simplemente me senté a oír lo que me tenían preparado. Suponía que me darían la misma charla de siempre que les sacaba el tema, pero esta vez no fue así.

-Hijo.-empezó a decir mi madre-. Como ya sabes, debido a la tradición que hay en torno a la familia de mi padre, solo al primogénito de la familia principal se le permite ser un héroe. Y, como también sabes, nosotros no somos de la familia principal.

-Sin embargo.-continuó mi padre-. Como espero que sepas también, tú y tu hermano Hayate sois lo más importante para nosotros y que siempre haremos todo lo que esté en nuestra mano para que seáis felices. Por eso, dime Hiroto, ¿tú de verdad quieres ser un héroe?

Esa pregunta me tomó de sorpresa. Nunca me lo habían preguntado antes. Sin embargo y, pese a eso, sabía exactamente que responder.

-Sí, quiero ser un héroe papá. Quiero ser como el abuelo, quiero salvar a los demás sin pedir nada a cambio, quiero utilizar mi don para ayudar a todo el que lo necesite y quiero hacerlo cueste lo que me cueste.

Tras escuchar esto, mis padres se miraron con seguridad y él siguió hablando.

-Pues entonces no vamos a ser nosotros los que hagan que desaproveches esta oportunidad. Es tu futuro y no hay nadie más que tenga derecho a decidirlo que no seas tú.

Tras oír esas palabras no pude evitar que lágrimas volvieran a salir de mis ojos. Sin embargo, esta vez no eran de frustración o de tristeza, eran de felicidad y, casi un instante después, fueron mis padres los que me siguieron y, tras ellos, mi hermano.

En ese momento lo supe. Sí hubo un milagro, un verdadero milagro de último momento. Mi hermano. Fue él quien habló con ellos, fue él quién les convenció. Él supo desde el principio como me sentía y actuó en base a ello. Él supo cómo me sentía, y no porque hubiese usado su don, sino porque él mismo también se había sentido como yo desde pequeño, él también había querido ser un héroe desde siempre.

Fue ahí, en ese momento, que supe que a partir de entonces yo no iba simplemente a aspirar a ser un héroe. En ese momento supe que yo, Hiroto Kato, aspiraría a ser el mejor de los héroes. y no solo aspiraría a ello, sino que lo sería, y lo sería por los dos. Para cumplir nuestro sueño, un sueño compartido por sangre.

. . .

FIN DEL PRÓLOGO