El Lunático Chico de Cabellos Alborotados.

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—Es que no sé como hacerlo —dijo agitando la manos el pelirrojo—, literalmente lo he intentado cientos de veces, pero cada vez que me acerco a una chica que me gusta siempre ocurre lo mismo: se me traba la lengua, se me reinicia el cerebro y quedo como un idiota.

—A ese paso morirás virgen, Kou —sentenció Yamato sin quitarle los ojos de encima a su libro.

Taichi no pudo evitar carcajearse.

—¡No es gracioso! —se quejó el aludido, con la cara tan roja como su cabello.

—Kou, coquetear con chicas es fácil —comenzó a alardear el moreno—, solo tienes que encontrar tu punto fuerte y usarlo a tu favor, por ejemplo, Yama conquista siendo músico y termina de enganchar con su frialdad y odiosidad —el susodicho alzó una ceja, le dirigió una mala mirada rápida y volvió a concentrar su atención en la lectura—. Bueno, la verdad es que si no fuera rubio, papacito y de ojos azules no tendría suerte con las mujeres.

—¡Eres idiota, Taichi! —exclamó Ishida arrojándole el libro a su amigo.

—¡Ouch! Solo era una broma —se quejó el moreno sobando dramáticamente su brazo—. Pero volviendo a lo importante, Kou, usa tu punto fuerte, no sé, dí las cosas complicadas que siempre dices y que nunca entendemos y con suerte a alguna chica le gustará eso o aceptará salir contigo solo para que te calles.

El pelirrojo rodó los ojos.

—¿Y cual se supone que es tu punto fuerte, Taichi? —preguntó en tono defensivo el menor de los chicos.

—Ser idiota, obviamente —contestó Yamato soltando una sonrisa de medio lado.

—Ja, ja, ja. ¿Mi punto fuerte? A ver ¿Por donde empiezo? Si no les atrae mi sensual rostro, ni mi radiante sonrisa, siempre puedo dejarlas sin aire mostrándoles mi abdomen —dijo alzando su remera y dejando ver parte de su trabajado cuerpo.

—¡GAY!

—¡GAY!

Pronunciaron al unísono Yamato y Koushiro, ganándose con ello una mirada asesina de parte del castaño.

—Ya, siendo serios, mi carisma es mi punto fuerte, Kou. A las chicas suele gustarles mi sentido del humor, mis ocurrencias y lo elocuente que soy.

—¿Y porqué a estas alturas no se te ha ocurrido usar tu "carisma" con la pelirroja? —inquirió Ishida.

—¡Yamato tiene razón! Hace casi dos semanas que nos obligas a venir a acá solo para mirarla caminar hasta la salida... Y luego soy yo quien no sabe hablar con mujeres —atacó Izumi.

—Por que primero tengo que estudiar el mercado. Uno no puede ir por la vida lanzandose de cabeza sin pensar, hay que analizar el... ¡Ahí está! —se enmudeció enseguida y esbozó una amplia sonrisa.

Los tres chicos concentraron la mirada en el mismo lugar: la acera por la cual iba caminando gracilmente sobre unos altos tacones una chica esbelta, de mediana estatura, ojos color avellana y cabello corto rojizo. Taichi la había descubierto (como decía él) hacía varios días caminando por el campus y quedó flehado a primera vista. Desde entonces se dedicó a esperar todos los días, a la misma hora, en el mismo lugar solo para observarla irse, y había arrastrado a sus amigos consigo.

—Es tu oportunidad de hablarle. Usa tu "elocuencia" y demuestrale con el ejemplo a Koushiro como se conquistan chicas —sugirió en tono burlón el rubio.

El aludido giró sus ojos inicialmente, pero luego sonrió con confianza.

—¡Eso haré!— y lentamente fue caminando hasta donde se encontraba la muchacha.

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Mei suspiró pesadamente mientras caminaba hasta la salida del campus universitario, donde su mamá pasaría a recogerla. Se sentía estresada porque no había dormido bien, aparte acababa de rendir un examen bastante difícil, como guinda, los tacones la estaban matando en ese momento y el piso irregular de la acera no ayudaba, pero se obligaba a sí misma a asistir lo mas fashion que pudiera a la universidad porque es lo que una futura diseñadora mundialmente famosa haría. Solo quería llegar a su casa, relajarse con un buen café y ver si serie favorita en metfliz

Estaba a excasos metros de una de las salidas peatonales cuando sintió que la tocaron sutilmente por el hombro. Volteó a ver quien había sido y se encontró a un guapo chico moreno de cabellos alborotados frente a ella.

—Disculpa, se te cayó eso— mencionó suavemente señalando un papel celeste que se encontraba tirado en el piso.

—Gracias, pero no es mío —le respondió cortezmente y se dio la vuelta para seguir caminado, sin embargo la voz del moreno la hizo detenerse.

—¡Lo vi caer de ti! —habló muy seguro de si mismo, pero no, imposible, ella no tenía papeles azules entre sus cosas.

—No, en serio no es mío —contestó con voz más firme.

—¡Oh por Dios! —exclamó el moreno llevando dramáticamente una mano hasta su boca —. ¡Estas tirando basura al piso!

—¡¿Qué?! Pero que demo... ¡Yo no estoy arrojando basura al piso!

—OIGAN TODOS —empezó a gritar a medida que agitaba las manos—, ESTA CHICA ESTÁ LLENANDO EL CAMPUS CON BASURA.

Por el alboroto que estaba haciendo varias personas voltearon a mirar en dirección hacia ellos, así que a pesar de que era un desconocido, llevó su mano hasta la boca del chico para que se callara.

—Shhh, ¿puedes parar? ¡Lo recogeré! ¿De acuerdo?

Se agachó para levantar la hoja del piso y se dio cuenta que esta tenía escrito en números grandes lo que parecía ser un número telefónico y en una no muy linda letra un nombre: "Taichi".

—No me digas que es tu número de teléfono.

El castaño la miró de forma divertida, le guiñó un ojo picaramente y con una gran sonrisa le dijo:

—¡Llamame!

La pelirroja parpadeó un par de veces, intentando asimilar la escena frente a ella. ¿Acaso era una broma?

—¡Estas demente! —sentenció y se giró para salir del campus.

Continuó caminando hasta las afueras, donde divisó el auto de su madre estacionado a pocos metros. ¡Ese chico estaba loco! ¿Cómo se le había ocurrido armar tremenda escena solo para darle su número? No era normal, por ningún lado que se le viera, pero la verdad es que por más tonta que hubiera sido la situación lo cierto es que la estaba haciendo sonreir. Era tan poco común y hasta cómico que nadie se lo creería si lo contaba.

—¿Y esa risita? —preguntó su progenitora en cuanto se subió al auto.

—Nada, pasó algo gracioso mientras venía.

¿Quien lo diría? ¡El lunático chico de cabellos alborotados le había quitado el estrés! Tal vez si se merecía una llamada después de todo... ¿esperen que? ¡No! Obvio que no, quien sabe con que locura saldría si a ella de tonta se le ocurría escribirle, porque como decía su abuela "hay gente loca en la vida, pero más locos los que les hacen caso"; probablemente no se refería a esa circunstancia en particular, pero vamos que el dicho pegaba con la situación.

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—¿Puedes creerlo? Se puso a gritar en frente de todo el mundo que yo estaba llenando el campus de basura.

—Si Mei, puedo creerlo —respondió con voz cansina su mejor amiga—. Me pareció increíble la primera vez que me lo contaste, pero ya al ser la decimocuarta vez que lo mencionas, perdió la gracia.

—Yo no lo he mencionado tantas... Bueno, es que me dejó indignada.

—¿Indignada le llaman ahora? —preguntó la castaña con evidente sarcasmo en su tono tono.

—¿Que insinúas, Mimi? —inquirió la pelirroja lanzando una mala mirada a la otra fémina.

—Que no has parado de hablar de él todo el fin de semana, así que me parece que tal vez la palabra que buscas es "impactada", no "indignada".

—¡Hizo toda una escena! Se puso a gritar en frente de todo el mundo que yo estaba llenando de basura el campus —repitió una vez más.

—¡Decimoquinta vez! Y vamos, por lo menos tienes que reconocer que original y creativo si fue. A todas estas ¿era guapo?

—No... —intentó mentir—Ok sí, si lo era. Moreno, alto, ojos chocolate, atlético.

—Guapo, ocurrente y con sentido del humor ¿que más quieres de la vida, mujer? Deberías darle una oportunidad.

—¿Tú crees?

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—¿Puedes parar ya de caminar de un lado a otro como maniático? Me tienes estresado.

—¿Estresado, tú? ¡¿Porqué habrías de estar estresado tú, Yamato? Fue A MI a quien no llamó, ni me escribió. Nada, de nada —soltó un agitado Taichi.

—Después del show que armaste tendrás suerte si no se cambia de universidad —comentó Koushiro.

—O de país —agregó el rubio.

—¡Gracias por poner el dedo en la herida! ¿De verdad piensan que se me fue la mano?

—¡SI!

—¡SI! —respondieron ambos chicos al mismo tiempo.

—Igual si lo piensas bien, no tenías chance, es muy bonita para ti.

—No seas envidioso Yama, es obvio que es perfecta para mí.

—Si, bueno, al parecer el único cabello pelirrojo que formará parte de tu vida será el de Kou —Se burló Ishida.

—¡No te pases Yamato! —reclamó el menor de los jóvenes —Si de verdad te gusta lo único que puedes hacer es intentarlo una vez más, pero esta vez sin gritarle frente a todo el campus —recomendó.

—Pero ¿y si de verdad se cambió de universidad? ¿o de país? ¿y si no la vuelvo a ver mas nunca?

—Ya deja el melodrama Taichi —soltó el pelirrojo girando los ojos— ¡y aprovecha que está atrás tuyo!

El moreno se giró de inmediato. Efectivamente ahí estaba ella, caminando por la misma vereda, tan bonita como siempre. Y que le dijeran loco, pero es que hasta la veía emanando luz propia.

—¡Será la madre de mis hijos! —Exclamó antes de dejar solos a sus amigos para ir corriendo a donde estaba la chica.

Se colocó justo detrás de ella, quien no había notado su presencia. Iba a tocarla por el hombro de nuevo, pero pensó que mientras menos parecido a lo que hizo la última vez mejor.

Quizá si se le había pasado la mano después de todo, así que caminó hasta quedar de frente.

La muchacha se detuvo en cuanto lo vio.

—Hola —fue lo único que atinó a decirle.

—¿Vas a ponerte gritar en frente de todo el mundo de nuevo? —le preguntó frunciendo el ceño.

—¡No, en serio no!

—Menos mal —le comentó fríamente y siguió caminando.

—No me llamaste —alcanzó a soltar. La chica se detuvo y volteó a mirarlo de nuevo.

—¿Y tú porque crees que sería?

—De verdad siento lo que hice el viernes, mis amigos dicen que a veces puedo ser un poco idiota.

—Al parecer tus amigos tienen razón.

—Si, al parecer... Pero si me dejaras explicarte —la pelirroja le hizo un gesto con la cara para que siguiera— Es que la verdad me gustas mucho, llevo días viéndote pasar y...

—¿Días dices? ¿Eres un acosador o algo?

—¡No! —se apresuró en aclarar — Te vi caminando un día por aquí y me pareciste demasiado linda, así que no pude evitar seguir mirandote. Quería hablarte pero no sabía como; imaginé que a alguien como tú le deben llover las propuestas así que quise hacer algo diferente, algo que me destacara de los demás y que hiciera que fuera difícil para ti olvidarme.

—Y tu solución fue gritarme frente a todos.

—Dicho así suena horrible —intentó defenderse, pero la muchacha lo miraba sin expresión alguna—. En serio lo siento, obviamente no lo pensé bien, pero de verdad, verdad quisiera que me llamaras, podemos conocernos, de inicio te puedo invitar un café aquí mismo en el campus y demostrarte que no soy tan idiota después de todo... Ahorita estoy libre.

—Lo siento, pero de verdad tengo que irme. Mi madre me espera afuera —le contestó encogiéndose de hombros. La esperanza se alejaba a pasos agigantados de él.

—¿Me llamarás? —preguntó con voz queda, temiendo la respuesta.

—No, no pienso llamarte —sentenció, haciendo respirar profundo al moreno.

—Respeto tu decisión. Disculpame por haberte molestado.

Se giró y caminó con paso lento en dirección a sus amigos, quienes lo veían con cara de pesar.

De verdad le gustaba mucho la pelirroja, no podía creer que la había cagado de aquella manera.

Alcanzó a dar solo unos cuantos pasos cuando sintió que una bola de papel lo golpeó en la cara, haciéndolo detenerse de golpe.

—Taichi —le habló nuevamente la chica—, no arrojes basura al campus —y dicho esto se fue caminando como si nada.

El castaño se agachó para recoger el papel blanco, lo desarrugó y sonrió al ver que con una muy bonita caligrafía estaba escrito un número de teléfono y su nombre.

—Mei —susurró para sí mismo y alzó la vista para observarla retirarse del lugar—, definitivamente serás la madre de mis hijos.


Como Mei no podra ser la madre de los hijos de Tai? Por dios si de almas gemelas estamos hablando