Fic

Historias de Albert y Candy

Presenta

Quédate Conmigo

Por Mayra Exitosa

Ella se fingió un buen tiempo dormida, el nunca hizo por acercarse o tocarla siquiera, así sin decir nada, se levantaba antes de que su estomago rugiera pidiendo algo de comida, la mesa estaba recogida, no había nadie cerca, solo salía y todo el piso era de arena, camino unos metros, había piedras y un camino que se elevaba por la isla, el cual con la obscuridad grisácea, se pudo ver y seguir el sendero, tal vez encontraría un árbol de frutas o algo que ingerir, la vegetación era abundante, todo parecía sacado de un libro del paraíso, al ir subiendo pudo constatar una construcción y una zona de casitas austeras como la que ella había estado con su nuevo esposo.

Él giro para ver si necesitaba taparla, por el fresco que hacía con la brisa del mar, pero al hacerlo, ella no se hallaba dentro de la choza, asustado se levanto como resorte de pistola, tan rápido como sus pensamientos pasaron al imaginarse lo peor, si la joven se suicidaba, él sería el culpable, por no hablar con ella ni dirigirle la palabra en todo el camino, estaba comenzando a clarear el alba, y las huellas de sus pies le decían que había caminado por el sendero principal, así la siguió lo más veloz que pudo, aun estando apenas en un short sin camiseta y descalzo. En una parte alta ella estaba cubriéndose las cejas para hacer sombra y poder ver algo y ahí fue que la vio, era tan blanca, delicada, femenina y esas prendas la hacía parecer una jovencita recién graduada.

- ¡Candy!

El grito la desequilibro y al girar bruscamente a ver quien la llamaba casi cae de un risco donde se había subido para ver el camino que debía continuar, su esposo llegó hasta ella tomo sus manos y la subió estrechándola fuertemente, - ¡perdóname! No te hagas daño, por favor, perdóname.

- Sali a buscar algo de comer, me asuste cuando me llamaste, no me iba a hacer daño. El suspiro y su rostro lucía sinceramente preocupado, mientras que ella avergonzada le cuestionaba, - ¿traes agua? ¿algo de comer? - No, anoche no cenaste conmigo. - No me dijiste nada. - Lo sé, lo siento, vamos te llevare a comer algo. - ¡bájame para poder caminar! - No, estás descalza. - También te encuentras descalzo. - No es lo mismo, ven sube tras mi espalda, regresemos, ya debe haber llegado la comida para hoy. El regreso, fue más extraño, la llevaba como si fuera una niña en su espalda, tenía que abrazarse a él y de la misma debilidad de tener más de doce horas sin comer, se sentía aletargada, al llegar ya había personas, y como él había dicho, también la mesa tenía alimentos y una variedad de comidas, sumos y hasta pastelillos.

Sin cambiarse, solo se enjuagaba las manos y el rostro, para secarse y sentarse tomando el primer banano que estaba a la mano, él la observó y vaya que traía apetito, por lo que se sentaba con ella y comía a su lado. - Hoy llega el padre… - ¿Cuál padre? - El que nos va a casar, el tuyo ni siquiera preguntó donde era o como se podía venir a nuestra boda, ni lo vi que se despidiera. - No lo hizo, al parecer no le importaba mucho venir a una isla. – Si, eso lo note. ¿traes algo de ropa para vestir en nuestra boda? - Debo traer algo que ponerme, no creo que sea bueno ir en traje de baño o en short. - ¡no! Los dos sonrieron por vez primera, se imaginaba yendo a un altar en traje de baño del calor que emanaba ese lugar, más ella no dijo nada, comió como si fuera su ultima cena, y se quedaba dormida, luego de haber finalizado, él se iba a ver el otro lado de la isla donde sería la boda, dejando instrucciones de llevarla, para el evento que se llevaría a cabo en la playa y la señora morenita que estaba ahí la noche anterior, la despertaba. - ¡Ya es hora! Hay que arreglarla, para su boda. - ¡eh! Si. Solo me daré una ducha de nuevo y estaré lista en unos minutos.

En la mansión Andrew se recibía información de que la boda iba ser completamente privada, sin reporteros ni invitados, se entendía la molestia que sentía William por su decisión, estaba muy claro que lo habían obligado a tomar esposa sin conocerla, cuando todos dependían de él para continuar con esa opulencia de vida que llevaban, más él era el único dueño de todo y ahora que estaría casado, ya no sería su tía quien se hiciera cargo de los eventos y de otras muchas cosas que se llevaban en la mansión por parte del clan Andrew, por lo que podía darle un revés su sobrino en cualquier momento, y no solo a ella, sino a todos sus parientes que dependían económicamente de él.

- George, ¿tampoco te dejo ir con él? - No, sin embargo, sé que ya se casó legalmente y no hemos visto los documentos, ni todos los detalles que le hubiese pedido, él lo está manejando solo y directamente, me temo que su enfado por tener que dejar a su novia, debe ser muy desafiante. - ¿Qué se sabe de ella? - Dejo el departamento y una fila de deudas como usted lo mencionó, se fue a América, ya no tenía dinero para continuar con la vida lujosa que aparentaba todo el tiempo. - Te lo advertí, la verás muy pronto casando a otro ingenuo y cuando eso suceda, quiero la publicidad tras ella y que mi sobrino reciba la información cuando esté con otro hombre. - No lo dudo, solo espero que la señorita Legan no sea tan malvada como nos dijeron que era, también tenía un noviazgo con un actor. - Tenemos que investigar si no esta embarazada con antelación, así que busca información de ella, de antes de que se casara. - Si, no se ha anunciado ningún rompimiento de momento.

En la mansión Legan los detalles de la boda, de la dote y de todo cuanto ya no les pertenecía, los hacía rabiar, pues las propiedades que todavía fueron de su abuelo pasaron a formar parte de la herencia de la hija mayor, así que los terrenos de Florida, la casa de Chicago y la de Lakewood, ahora pertenecían a los Andrew. - No puede ser, que abuso. - Y no es todo, debemos una dote de 100 kilos de oro que se debe entregar en menos de un año. - Nos llevara a la quiebra. –No, pero si debemos ponernos listos con los negocios que nos quedan y las propiedades, por lo pronto, nadie saldrá de viaje, cero gastos y ningún evento extra, la boda la pago el novio, la haría en una isla, por lo que no podíamos ir, tuve que dejarla sola con él, ya es su esposa legalmente. - ¡Huy si! que preocupación con su boda, luego de la dote que recibirá, solo eso faltaba. ¡Las dotes ya no se usan!

Reymond daba indicaciones a sus administradores recogiendo el auto de su hija Eliza, el departamento de soltero de Niel y el de su hija, eran vendidos de forma inmediata, quedándose todo el efectivo invertido para ir cubriendo la dote de oro que debían pagar, las mansiones cercanas a los negocios serían las únicas con las que se quedarían, las nuevas adquisiciones se pasarían por una valoración para no generar mayores gastos.

Continuará...


Muchas gracias por seguir leyendo y comentando, espero sea de su agrado.

También agradecida por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar por ningún medio auditivo o plataforma alterna, en parte o completa ninguno de estos.

Con sincero aprecio,

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa