Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Lily Jill, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: This story is not mine, it belongs to Lily Jill. I'm just translating with her permission. Thank you, Jill, for letting me share another one of your stories! ❤️
Capítulo 19
Bella
Hoy está cálido.
Aunque el sol no está brillando, el cielo está extraordinariamente brillante mientras me encuentro acostada boca abajo en una tumbona en mi patio trasero. Me había trasladado desde el deck, prefiriendo jugar con el césped entre mis dedos mientras pasan los minutos, y me he encontrado aquí por las últimas horas. Estoy cómoda con un par de shorts de jean y una camiseta grande, siempre amando este momento del año cuando llega la primavera. Después de lo que parecen ser años viviendo en el frío y la oscuridad del invierno, es como si estuviera tratando compensar por el tiempo perdido.
Antes de darme cuenta, la tarde da paso a la noche cuando noto todo el tiempo que he estado aquí afuera. Pero no me importa. Con solo unas semanas para que termine el año escolar, no tengo ningún lado adonde ir y nada que hacer por el resto del día.
Así que me acuesto aquí y pienso. Sobre todo y nada. Escucho al viento soplar las hojas en los árboles y el sonido de las abejas en las flores que mi madre plantó para que parezca que estamos vivos en esta casa en la colina.
Pero no estoy del todo segura de que lo estemos, para ser honesta.
Escucho el sonido del césped crujir detrás de mí y cierro los ojos con antelación, no queriendo lidiar con él o alguien más hoy.
—¿Esto es lo que haces todo el día? —pregunta Liam, una nube de humo de su cigarrillo contaminando el aire a nuestro alrededor. No levanto la mirada de mi lugar en la tumbona, mis pies se mecen de un lado a otro en el aire, dedos jalando del césped frente a mí.
—¿Importa? —respondo con indiferencia.
—A mí no. —Él se encoge de hombros, siguiéndolo con una carcajada. Mira alrededor de nuestro patio—. Claramente tampoco a nadie más.
Él no está equivocado, y sé que intenta provocarme simplemente porque él está aburrido. Pero no permitiré que sus palabras me derrumben. Ellas no pueden derrumbarme más de lo que ya estoy.
—¿Por qué estás aquí, de nuevo? —Cierro los ojos, rogando que el calor de mayo penetre mi piel. Mis piernas están desnudas al aire, desesperadas por que la primavera traiga un renacer a más que solo la naturaleza.
—Está lindo afuera —contesta Liam.
—No podría haber pedido un mejor clima —respondo con un suspiro, descansando la cabeza contra mis brazos doblados.
—Oh, es verdad —añade—. El baile de graduación es esta noche.
Todos saben qué noche es hoy.
Vivimos en un pequeño pueblo, y el chisme es la fuente primaria de entretenimiento. Considerando que el baile ocurre una vez al año, todos los años, en el mismo lugar que ha estado por más tiempo de lo que he estado viva, no me sorprende que Liam esté consciente de qué noche sea. Sin advertencia, imágenes pasan frente a mis ojos de un lugar donde nunca estaré, o un brazo con el cual nunca enlazaré con el mío. A pesar que es mi decisión estar sola ahora mismo, sigue doliendo, no importa lo a menudo o lo rápido que aparte esos pensamientos de él.
Supongo que ciertos pensamientos están destinados a preocuparte, así como algunas personas están destinadas a llegar a nuestras vidas con un propósito.
Edward Cullen ciertamente llegó a mi vida para enseñarme una gran lección de vida.
No tengo energías para pelear esta noche, así que me encojo de hombros y regreso a jalar del césped.
—No hace diferencia para mí.
Liam se ríe de nuevo, lanzando el resto de su cigarrillo hacia las flores de mamá antes de regresar a la casa.
—Eso lo dudo.
Exhalando fuertemente, mayormente con molestia, dejo que el césped caiga silenciosamente al suelo, cerrando los ojos de nuevo y descansando mi cabeza contra mis brazos cruzados.
Odio que Liam tenga razón. Odio que él sepa que tiene razón. Odio que no importa lo mucho que intenté mantenernos en secreto, no fui capaz de mantener todo escondido. Puede que Liam no sepa quién o qué me pasó en el transcurso de los últimos meses, pero él sabe que algo, en efecto, sucedió. Aparentemente, él ha notado el cambio, el hecho que estoy en casa más a menudo de nuevo, que a veces paseo por la casa como si estuviera buscando partes de mí misma que no estoy segura de que vuelva a tener.
Y él lo usa para su diversión, lo cual es más que predecible y jodidamente viejo ya.
¿Pero qué punto hay en discutirlo? Mi cerebro registra que es injusto. Innecesario.
Y a pesar que fui lo suficientemente fuerte para sacar a Edward de mi cuarto semanas atrás, algunos días, me encuentro siendo no tan fuerte como quiero serlo.
Algunos días, como hoy, simplemente lo extraño.
No tengo la fuerza necesaria para luchar a veces.
A veces, es así de simple. Lo extraño, y odio lo que me hizo. Él nos destruyó en un momento. Y aunque él fue quien no se dio cuenta de lo que nos había hecho en ese segundo, yo fui la que me di cuenta de todo al mismo tiempo.
No merecía ser escondida.
Pensé que lo que teníamos valía mucho más de lo que un grupo de adolescentes inútiles pensaba de nosotros. Supongo que fue una lección que tuve que aprender, aunque deseo que no tuviera que aprenderlo de la manera más fea. Y deseo que Edward no tuviera que ser el maestro.
Gruño fuerte ante ese pensamiento, pero no con dolor, sino con ira; odio que mi siguiente pensamiento sea cómo, de todos en el mundo, él era la elección correcta para mí.
Sin importar lo mucho que me lastimó, él siempre ha sido mi decisión favorita.
Incluso si Rosalie Hale está colgando de su brazo en este exacto momento mientras entran al baile, cierro los ojos y dejo que suceda.
Me permito extrañarlo.
~U~
9:15. Navego por mi teléfono, solo para ser bombardeada en todas mis redes sociales por lo que me estoy perdiendo esta noche. Lanzo mi teléfono boca abajo sobre mi cama, incapaz de escaparme de las fotos del baile lo suficientemente rápido.
10:30. No hay nada en la TV. Nada capta mi interés, al menos.
10:45. Furiosa, apago el televisor, dejando que el control remoto caiga sobre mi cama. Estoy ansiosa. Aburrida. Mi mente es como un hámster en una rueda; gira continuamente mientras pienso en lo que él está haciendo, en lo que están haciendo. No importa lo mucho que no quiera pensar en nada de ello, no puedo parar.
No es como si realmente quisiera estar allí. Jamás tuve intención de ir al baile, y jamás le pediría a Edward que no fuera, ni esperaría que él no fuera por mí. Quizás si él me hubiera dado una advertencia o algo, no hubiera estado completamente destrozada de que él fuera con Rosalie. Pero el hecho sigue siendo el mismo. Él nunca me dio la posibilidad. Y aunque entiendo su pánico, no lo excusa.
Su decisión me hizo dar cuenta de muchas cosas sobre nosotros, llegando a este momento ahora mismo, cuando estoy en mi cuarto, sola, observando el techo, y él está en el baile, con ella, haciendo quién sabe qué.
11:00. A minutos de salirme de mi piel, la necesidad de escapar es demasiado alta como para ignorar. Tomo mi teléfono y salgo por la puerta hacia la oscuridad de la noche, ansiando algo que caliente mi alma. Camino el recorrido familiar en silencio, mis brazos envueltos alrededor de mi cuerpo mientras intento apartar todos los pensamientos de mi mente. Necesito una distracción, y la cafetería es un lugar seguro donde ir esta noche ya que todos siguen en el baile y no tendrían interés en estar aquí, de todos modos.
Me sorprende ver a Esme allí cuando llego, esperando que ella se hubiera tomado la noche libre así podía estar allí para tomar fotos con Edward antes de que él se fuera al baile. Es la primera vez que la he visto desde que Edward y yo terminamos, y por un segundo no estoy segura de cómo actuar. ¿Actúo como siempre, incluso aunque ella sepa que lo nuestro terminó? ¿Ella siquiera sabe algo sobre lo que estaba pasando entre Edward y yo durante los últimos seis meses? Vacilo junto a la registradora, solo moviéndome cuando Esme nota que estoy aquí y me envía una sonrisa que no sabía que necesitaba. Suspirando con alivio, me dirijo hacia un asiento vacío al final de la barra, ya apreciando la paz y la tranquilidad. Es un alivio temporal al pandemonio en mi cabeza ahora mismo.
—¿Chocolate caliente? —pregunta, apoyándose sobre sus codos en el mostrador, su barbilla descansando casualmente en la palma de su mano. Asiento sinceramente, secretamente encantada por cómo ella me conoce tan bien como su hijo. O, como lo hizo. Ese pensamiento invasivo duele, pero intento cubrirlo al darle una pequeña sonrisa a Esme antes de que ella voltee para tomar una taza limpia.
—Por favor —añado.
—No hay problema —dice Esme, trabajando en silencio. La cafetería no está llena esta noche, justo como esperaba. Todavía falta otra hora para que termine el baile, y después de eso, todos se irán a las fiestas pos-baile hasta las últimas horas de la mañana. Ella coloca una taza de chocolate caliente frente a mí sobre la barra—. Aquí tienes.
—Gracias —respondo, tomando una cuchara para mezclar un poco de la crema batida—. No creí que te vería aquí esta noche.
—Puedo decir lo mismo de ti —me dice Esme con una ceja arqueada—. Tomé un turno más tarde.
Ella no necesita decirlo; ella se dirigió al trabajo después de cumplir con su deber de mamá en ayudar a su hijo a prepararse para asistir a su baile de graduación. Asiento, agradeciéndole por dentro por ahorrarme esos detalles. Es una cosa que yo no deje de pensar en esas ideas por horas—es una cosa completamente diferente escucharlas de alguien más y tener tus peores pensamientos confirmados.
—Edward dice que no respondes sus llamadas —dice Esme, claramente sin ningún apuro esta noche. Ella tiene otra mesa a la que le echa un vistazo alrededor de cada minuto, pero más que eso, somos solo nosotras. Soplo mi chocolate caliente, tomando un pequeño sorbo antes de bajar la taza sobre la barra entre nosotras.
—Lo siento —digo, insegura de por qué necesito disculparme. Juego con la manga de la taza, esquivando su mirada—. Simplemente no tengo nada que decirle.
Es la verdad. Pero también otra mentira. Hay demasiadas cosas que quiero decirle, tantas cosas que él necesita escuchar de mí, pero también no tengo deseo de decir algo en absoluto. No cambiará nada, así que es mejor para todos los involucrados si permanezco en silencio.
Un momento después, siento una mano suave y cálida gentilmente tocar la mía. Me hace levantar la mirada, y pronto, estoy observando un par de ojos cariñosos que me recuerdan tanto a su hijo, a quien estoy desesperadamente tratando de olvidar. Esme sacude la cabeza.
—No le debes nada.
De repente, estoy muy consciente del suspiro que he estado conteniendo. Exhalo profundamente, aliviada de que Esme no parezca perder su opinión de mí. También me confirma que Edward, de hecho, le había contado a su madre de nosotros, y eso me hace odiarlo un poco menos.
Ligeramente.
—Es mejor así —contesto. Sacudo la cabeza para mí misma—. A pesar que él ni siquiera hizo algo tan malo comparado con los demás en este pueblo.
Esme debe ver las lágrimas en mis ojos antes que yo porque está dando la vuelta al mostrador antes que pueda detenerla.
—Oh, cielo.
Aprendo rápidamente que los abrazos de Esme Cullen son similares a los de su hijo. Me siento con los pies en la tierra en sus brazos, como una persona real con sentimientos reales que importan. Es obvio que ella le enseñó a Edward a hacer lo correcto, y hasta el día que él invitó a Rosalie al baile, fue perfecto.
Él fue mi elección.
—Él realmente fue muy bueno conmigo —digo, mis palabras amortiguadas contra su cabello cobrizo oscuro. Ella me abraza más fuerte antes de soltarme, sosteniéndome de los hombros, así no tengo más opción que mirarla a los ojos de nuevo.
—Lo crié para que fuera mejor de lo que te hizo —dice Esme, sin molestarse en esconder la decepción en su voz—. Y perdón por eso. Por lo que pasó.
Asiento, secando mis ojos mientras me encojo de hombros.
—¿Qué más se suponía que él debía hacer?
—Muchas cosas —dice rápidamente, sacudiendo la cabeza nuevamente—. Él debería haber hecho muchas cosas diferentes. Y por esa razón, él no te merece. —Sonríe suavemente.
Quizás ella tenga razón. Quizás algún día lo creeré. Pero ahora mismo, todo en lo que puedo pensar es cómo él siempre ha sido mi elección, y honestamente no sé si eso alguna vez fuera a cambiar.
Lloro hasta quedarme dormida, hecha una bola tan chiquita que no veo su nombre aparecer en la pantalla de mi teléfono. No es respondida, como todas las otras llamadas perdidas de Edward que he recibido en las últimas semanas.
Y no me molesto en devolverle la llamada al día siguiente.
O nunca más.
~U~
—¿Estás segura? —me pregunta mamá mientras nos encontramos en la cocina a finales de junio. Ella dice las palabras porque tiene que hacerlo, y es obvio por la manera que ella no hace contacto visual conmigo y continúa tomando todo lo que necesitará para nuestro viaje. Se supone que ella intenta hacerme cambiar de parecer, intenta convencerme que irme a Los Ángeles tan pronto después de la graduación es una mala idea, pero ella no hace ninguna de esas cosas.
Si acaso, su indiferencia hacia que me quede o me vaya ayuda a solidificar mi decisión de irme de Forks.
—Absolutamente —digo firmemente. Ella asiente, señalando hacia la puerta para decirme que está lista. Me dirijo hacia el frente de la casa, sin sentir ningún tipo de arrepentimiento o tristeza por lo que está sucediendo. Sigo hacia adelante, un pie frente al otro, y no miro atrás.
No siento que lo necesite.
—No es demasiado tarde para cambiar de parecer —dice mamá después de acomodar su cinturón de seguridad. Pongo los ojos en blanco; cada segundo extra en Forks me pone ansiosa mientras me siento junto a ella en el coche.
—No voy a cambiar de parecer, mamá —digo—. ¿Podemos irnos?
—Echa un último vistazo. —Mamá suspira—. Asegúrate de no dejar nada atrás.
Si ella supiera algo sobre mí, ella sabría que ese es el punto, todo el propósito, de irme a LA antes.
Dejar las cosas atrás es exactamente lo que necesito hacer para poder ser capaz de seguir adelante.
Cuando el estado de Washington se encuentra detrás nuestro en el espejo retrovisor, puedo sentir el resto de mi vida comenzar a cambiar. Algunos pedazos caen en su lugar, otros caen de mis hombros por completo, pero ese es el punto.
Cambiar. Encontrar nuevas elecciones.
Dejar esos pedazos rotos de mi vida atrás me permitirá sanar.
