TYGETT II
―¿Mano del Rey? ―preguntó Jon asombrado.
―Mano del Rey ―asintió Tygett con solemnidad.
Estaba reunido con Lord Wyman Manderly y Jon Nieve en las estancias privadas del primero, compartiendo las primeras impresiones de la noticia. Lord Manderly, su señor suegro, un hombre tan gordo que no podía montar a caballo, estaba feliz por la noticia, le tenía mucho aprecio a su señor feudal y se alegraba por la decisión del Rey. Tygett estaba feliz, tan feliz como cualquier noticia que pudiera fastidiar a Lord Tywin.
―Una vez más es la hora del lobo ―pronunció Lord Wyman ―. Los sureños aprenderán de lo que estamos hechos los norteños.
Tygett se había dado cuenta lo leales que eran los Manderly cuando se casó con Alerie. Eran los más sureños de todos los norteños y aun así, eran también los más norteños, una extraña contradicción que solo podía explicarse con el agradecimiento. Los Manderly habían sido expulsados del Dominio hace mil años y fueron acogidos por los Starks, para que protegieran el río Cuchillo Blanco.
―Aunque es una lástima que no viajen por mar, ¿no lo crees, Tygett?
Tygett asintió sin pronunciar palabra.
―En otros temas, es un honor tenerte aquí, Jon ―dijo Lord Wyman ―. Mis hijos y mis nietas me han hablado bien de ti, Wendel incluso quiere que lo acompañes a Desembarco del Rey.
―¿A Desembarco del Rey?
―Lo sé, es una locura, no ha entendido que estás aquí precisamente para mantenerte lejos de la podredumbre de la Corte. Se escandalizar por un hijo natural mas no por la corrupción imperante.
―Comprendo ―respondió Jon algo desanimado y antes que Tygett pudiera decir algo, su suegro intervino.
―No te desanimes muchacho, te necesito aquí. Un representante de los Stark sube la moral de mis hombres y refuerza la lealtad, en el mejor de los casos mi nieta podría convertirse en tu cuñada.
Tygett descubrió entonces las razones ocultas de su suegro, quería casar a su nieta Wylla con Robb Stark. El tritón era leal, pero también ambicioso, prefería ascender por méritos y lealtad que por medio de la traición; un hombre así era temible para sus enemigos, Lord Wyman era lo que el propio Tygett sería si se llevara tan bien con Tywin como lo hacía Kevan.
―Estoy seguro que Wylla sería una buena esposa para Robb, suegro mío, pero no estamos aquí para concertar enlaces matrimoniales.
―Lo sé, lo sé y me disculpo con Jon por mi atrevimiento―admitió Lord Wyman ―. Quieres que Jon complete su entrenamiento en la Guardia de Puerto Blanco, pues así se hará. Jon ―alzó la voz ―. A partir de ahora serás el escudero de mi primo Marlon, sírvele bien y te prometo que tendrás su puesto algún día, cuando tengas la edad adecuada.
Jon sonrió. Tygett sabía que el muchacho no tenía grandes aspiraciones para sí mismo, salvo servir a su hermano Robb.
―Ahora, si nos permites, tengo que hablar con mi yerno.
Jon agradeció una vez más y salió de la habitación. Tygett se quedó entonces con su suegro, el hombre que tanto lo había favorecido pero que a la vez lo había usado para fortalecer su posición. A Tygett se habría disgustado de no ser por su hermana Genna, quien movió los hilos para casarlo con Alerie y quien le dijo que podía confiar en los tritones, que así honraría a Ned y al difunto Rickard.
―¿También temes que se repita? ―preguntó Lord Wyman.
―Sí, Genna también tiene miedo ―no hacía falta nombrar a Aerys para saber que estaban hablando con él.
―Tuve un sueño Tyg ―confesó Lord Wyman temeroso ―. Soñé que Ned era decapitado, que tenía que aliarme con Stannis Baratheon para recuperar Invernalia de un enemigo.
―¿Cuál enemigo?
―No lo sé, no lo reconocía. También soñé que mi prima Donella moría entre terribles sufrimientos, tengo pensado proponerle matrimonio para garantizar su seguridad.
―Donella no ha sido la misma desde que murió Lord Hornwood.
―Lo sé, Tyg. Tú le agradas, podrías cabalgar hasta Hornwood y darle conocer mi propuesta.
―Lo haré ―prometió Tyg.
―Cuidaré bien de tu sobrino. Por ti, por Genna y por Lord Stark.
―No lo mimes demasiado. Bajo mi entrenamiento jamás recibió un trato especial.
―No lo haré, lo prometo, pero no es mi culpa si está tan gordo como yo cuando vuelvas de Hornwood ―bromeó Lord Wyman entre risas.
Tyg salió de las estancias de su suegro y regresó a las suyas, donde lo esperaba su esposa. Donella, Lady Hornwood era una mujer amable y melancólica, a quien la muerte su marido Halys había demacrado. Aun así, pese a su aspecto de viuda, seguía portando los atractivos rasgos de las mujeres Manderly, las más bellas de todo el Norte para los gustos de Tygett.
No pasaría nada si el dejaba Puerto Blanco un tiempo, Jon estaría seguro. Wendel Manderly, su cuñado, no sería capaz de llevarlo a Desembarco del Rey como tenía planeado, de lo contrario Tygett sería desollado por Genna. Desde que dejó Invernalia no tenía más misión que cumplir la petición de su hermana, el prométemelo Tyg, había sido tallado en su mente por el resto de sus días.
―¡Tygett! ―saludó un hombre escandaloso.
―¡Wendel! ―respondió Tyg.
―Mi hermana te extrañó mucho, solo tu visita la hizo superar el enojo de perderse el banquete real.
―La mesa de tu padre es mejor que cualquier banquete real.
―En eso tienes razón ―respondió Wendel dándose palmadas en su estómago, otrora más gordo ―. Aunque últimamente me preocupo más por mi salud. Y ahora que Lord Stark me necesita en Desembarco del Rey no me puedo dar el lujo de engordar, necesita un hombre fuerte y rápido.
―¿Ya llegó Lord Daryn Hornwood?
―Sí, en la mañana. El buen primo Daryn y yo nos divertiremos en Desembarco del Rey.
―No te diviertas demasiado, puedes descuidar tus funciones.
Wendel prometió un buen desempeño y siguió su camino. Tygett sabía que cumpliría porque era uno de los hombres más honorables que conocía y esperaba que Ned le concediera el puesto del corrupto Janos Slynt, cuyos abusos eran conocidos fuera de la capital. Tygett no era un hombre de Estado, pero sí era consciente de que los hombres de armas corruptos no eran confiables.
Cuando entró a su habitación su esposa estaba adormilada, pero se despertó del todo con el ruido de la puerta. Su cabello castaño oscuro estaba suelto y cubría su desnudez con las sábanas. En el pasado fue una mujer triste, cuando tras nacer Tyrek, los maestres le dijeron que no podría quedar embarazada de nuevo. Sin embargo, los años le devolvieron la alegría perdida y le llevaron a amar a su hija más que a nada en el mundo.
―¿Qué te ha dicho mi padre? ―preguntó ella.
―Nada interesante, los mismos asuntos de política ―respondió Tygett exhausto.
―¿Vendrá tu hermana a visitarnos ahora que Lord Eddard irá a Desembarco del Rey?
―Sí, ese es su plan, no quiere quedarse a solas con Lady Catelyn.
―Lady Catelyn es la nueva Lady Stark, Tyg, a ella le corresponden por ley muchas funciones en la administración.
―Lo sé ―y Tyg resopló.
―¡Vamos! Será agradable tenerla aquí, ha sido tu plan después de todo.
―No podremos volver a Invernalia, querida. No mientras Ned esté en el sur.
―¿Tanto odia Lady Catelyn al bastardo?
―¿Cuánto lo odiarías tú?
―Mucho ―admitió Alerie.
―¿Y cuánto lo amarías si fueras Genna? ―preguntó Tyg.
―Tanto como a mi propio hijo.
―La madre de Jon no es Ashara Dayne o una prostituta, es mi hermana Genna. Es mitad Lannister y no mitad Tully y debemos agradecerles a los dioses porque le dieron el carácter de Kevan y no el de Damion.
―O el tuyo, querido. Si Jon tuviera tu carácter se habría ganado muchos problemas.
Tygett no dijo nada, era consciente de sus propios defectos. Aun así, estaba olvidando que las personas no son copias de sus parientes y ancestros. Decidió entonces callar y besar a su esposa, en un acto de pasión que rápidamente se convirtió en un acto sexual. Realmente se amaban y tenían que compensar el tiempo que pasaron lejos el uno del otro.
