EDDARD II
Desembarco del Rey no había cambiado nada desde la última vez que estuvo ahí, durante la Rebelión de Robert. La misma podredumbre y pestilencia de siempre y no solo limitada a los hedores físicos, sino a la hipocresía de los nobles y consejeros. El que menos le gustaba era Petyr Baelish, a Ned le parecía demasiado sospechoso que, pese a ser el dueño de varios burdeles no era un putero, tan extraño como si fuese un pescador que no comiera pescado.
Tampoco habían cambiado las típicas peleas entre nobles. Su esposa Cat, en un acto irresponsable había capturado a su primo Tyrion, lo que le valió una confrontación callejera con Jaime Lannister y con uno de los hombres de este atacándolo por la espalda. No pudo recordar nada más que la llegada de los Capas Doradas que salvaron a sus hombres de morir a manos del Matarreyes.
Cuando despertó, el Rey lo visitó.
―Me voy de caza, Ned, cuidarás el Reino.
―¿No crees que es un mal momento? Tu suegro está atacando las tierras de mi esposa.
―Cat envió un cuervo, dice que Tyrion enfrentará un juicio. Será declarado inocente y todo se arreglará.
―¿Cómo estás tan seguro?
―Porque estarás aquí para evitarlo, rechazo tu renuncia como Mano. Ahora arregla lo que tengas que arreglar.
Ned no tuvo más opción que aceptar, con su primo fuera no corría más peligro. Arreglaría los estragos de su tío Tywin y trataría de mediar la paz, incluso le ordenaría a su esposa que liberara a Tyrion. Desde que había hablado con Varys dudaba de las acusaciones de Meñique contra su primo enano y llegó a la conclusión que Petyr Baelish intentaba enfrentarlo con su familia materna.
Días después que el Rey se fuera a cazar tuvo una visita de tres señores de las Tierras de los Ríos, quienes solicitaron ayuda para enfrentar a Ser Gregor Clegane. Ned envió entonces a Beric Dondarrion, Thoros de Myr y a Loras Tyrell para detenerlo y llevarlo ante la justicia; acto que le ganó el afecto del Caballero de las Flores y el de Jeyne Poole, la hija de su mayordomo.
…
Habían pasado varios días desde la noticia de la muerte de su Catelyn en las Puertas de la Luna. Todos sentían lástima por el lobo viudo, ya fuera real o fingida, por fortuna para él, no recibió ninguna propuesta de matrimonio. Lo único que lo consolaba era que el séquito que envió a las Tierras de los Ríos había tenido éxito y exterminado a la mayoría de los saqueadores. A Ned le hubiera gustado que Gregor Clegane no hubiera muerto, pero tener a Ser Armory Lorch aprehendido era un buen resultado.
―Deberías enviarlo a Dorne, mi señor ―sugirió Varys ―. Para que lo juzguen por lo que le hizo a la princesa a la princesa Rhaenys.
―Le daré a escoger entre Dorne y tomar el negro, una decisión pública que no podrá ofender a nadie salvo al propio Ser Armory.
―Una sabia decisión, mi señor ―respondió la Araña.
Ned no confiaba mucho en Varys, pero se sentía más seguro con él que con Meñique, él le había advertido de los intentos de asesinar a Robert por parte de Cersei. El Guardián del Norte lo había decidido, iba enfrentar a su prima por sus crímenes, en especial el incesto, ¿por qué otra razón todos los bastardos de Robert se parecerían únicamente a su padre? Además, los libros de historia no mentían, todos los casos en que un Baratheon se casaba con una Lannister nacían niños de pelo negro.
Tenía que confrontarla en un lugar seguro, así que la citó en el Bosque de dioses de la Fortaleza Roja.
―Sé la verdad por la que murió Jon Arryn ―le dijo.
―¿Tú? ―La reina observó su rostro, cautelosa como un gato ― ¿Es por eso que me llamaste aquí, primo? ¿Para plantearme acertijos? ¿O es tu intención prenderme, como tu difunta mujer se apoderó de mi hermano?
―Si realmente creyeras eso, nunca habrías venido ―Ned le tocó la mejilla suavemente ―¿Ha hecho esto antes? ―Preguntó para evadir el recuerdo de Catelyn.
Ned notó que la pregunta hirió el orgullo de Cersei, tal y como lo estaría el de una leona enjaulada. Tras conversar un rato, se termina sincerando y admitiendo su relación incestuosa con Jaime.
―Mi hijo Bran...―Para su crédito, Cersei no apartó la mirada.
―Él nos vio ―respondió ella sin inmutar su rostro ―. Amas a tus hijos, ¿no es así?
Robert le había hecho la misma pregunta, la mañana del tumulto. Él le dio la misma respuesta.
―Con todo mi corazón, prima,
―Yo no amo menos a los míos, primo.
Ned se imaginó verse en la misma situación, la vida de un niño que no conocía, contra Robb y Sansa y Arya y Bran y Rickon, ¿qué haría él? Más aún, ¿qué haría Catelyn, si fuera la vida de Jon, contra los hijos de su cuerpo? Él no sabía y rezó para que nunca sucediera.
―Los tres son de Jaime ―dijo. No era una pregunta.
―Gracias a los dioses.
―Sabes lo que debo hacer ―agregó Ned tras un silencio incómodo.
―¿Deber? ―Le puso la mano en la pierna buena, justo por encima de la rodilla. ―Un verdadero hombre hace lo que quiere, no lo que debe. ―Sus dedos rozaron suavemente su muslo, la más suave de las promesas. ―El reino necesita una Mano fuerte. Joff tardará años en llegar a la mayoría de edad. Nadie quiere volver a la guerra, y menos yo.
Su mano tocó su rostro, su cabello.
―Si los amigos pueden convertirse en enemigos, los enemigos pueden convertirse en amigos. Tu mujer está muerta y mi hermano ha huido. Sé amable conmigo, Ned. Te lo juro, nunca te arrepentirás.
―¿Le hiciste la misma oferta a Jon Arryn?
Ella lo besó, Ned lo apartó.
―¿Crees que hubiera besado a ese anciano como lo hacía mi cuñada?
―Era como un padre para mí, ahora está muerto por tu culpa ―le reclamó Ned.
―No Ned, ni Jaime ni yo matamos a Jon Arryn. Fue un regalo de los dioses que muriera sin tener que manchar nuestras manos.
Ned se quedó pensativo.
―¿Cómo sé que no estás mintiendo?
―Le estoy confesando al mejor amigo de mi esposo que soy culpable de incesto y adulterio, me estoy entregando a él, ¿por qué mentiría en una situación así, Ned?
―¿Quién crees que esté detrás de la muerte de Jon?
―Si me lo preguntas, tu excuñada es la culpable, pero no puedo probarlo, solo mi intuición femenina me permite saberlo, ninguna mujer joven quisiera yacer con un hombre anciano. Tú no puedes entenderlo, veías a Jon como un padre, no como un amante.
Ned no respondió, estaba enojado por las respuestas de su prima, por su sinceridad.
―¿Cuál es tu decisión, primo? ―preguntó ella, algo molesta.
―No puedo hacerlo esto a Robert ―respondió Ned ―. No puedo.
―Entonces lo pagarás ―se levantó con vehemencia ―. Lo pagarás con lo que más amas, con tus hijos. Legitimaré a Jon, o le mentiré al reino para presentar un plebeyo como el bastardo de tu hermano Brandon, llevaré la guerra a tus tierras.
―Con mis hijos no ―Ned también se intentó levantar, pero su pierna lo traicionó y gimió de dolor. Cersei se compadeció y lo ayudó a encontrar una posición cómoda.
―No somos tan diferentes Ned, la sangre Lannister corre por nuestras venas. ¿De verdad quieres que mi tía Genna pierda a otro hijo? ¿Qué vea morir a sus nietos? Hazlo por ella.
Entonces Ned recordó «prométemelo, Ned». No podía sentir más que repudio por Cersei, sin embargo, lo que él había hecho con Jon no era distinto a lo que Cersei hacía con sus hijos. Ambos le habían mentido a Robert, ¿una mentira más cambiaría algo? ¿Valdría la pena traer la guerra y arriesgar a Jon y sus hijos? No, su madre no lo soportaría.
―Lo haré por ella ―admitió Ned, sabiendo que su madre más que nadie quería que él cumpliera su promesa.
―Entonces a partir de hoy somos amigos. La alianza entre el león y el lobo se renueva.
―¿Qué hay de Stannis? ―preguntó Ned.
―Rhaenys Targaryen ―respondió Cersei con mucha seguridad, como si lo tuviera planeado.
―¿Qué? ¿Qué tiene que ver la hija de Rhaegar con Stannis?
―No, la hija de Rhaegar no ―dijo ella ―. Rhaenys la hija del príncipe Aemon y Jocelyn Baratheon, la jinete del dragón Meleys. Ve con el Gran Maestre Pycelle y dile que necesitas el libro que estuve leyendo, la Genealogía de los Targaryen, estudia ese enlace y encontrarás la respuesta que necesitas para hacer frente a Stannis.
Por un momento, Ned se sintió sucio. Aun así, su promesa era más importante que su honor. No deshonraría a Robert y a Cat convirtiéndose en el amante de Cersei, pero sí que podría aliarse con ella, por conveniencia, por el Reino. Ned sabía que si la Araña tenía pajaritos en el Bosque de Dioses estaría complacido, pero dudaba que las arañas pudieran hacer algo ante la protección de los dioses de los Primeros Hombres.
Solo tenía otro objetivo, salvar a Sansa de Joffrey y a Joffrey de sí mismo.
