Haruka ya había regresado a Europa cuando Michiru tuvo esa idea.

Por mucho que su novia le había insistido y suplicado para que la acompañara, e incluso aunque su propio deseo le suplicaba el aceptar, Michiru se había mantenido firme en su decisión.

Después de aquella noche, Michiru estaba más segura que nunca de que ella solo sería una distracción para Haruka. No iba a ser una molestia, hasta que las posibilidades de que la rubia ganará el campeonato de pilotos fueran cero. Y eso estaba muy lejos aún de ser posible.

De hecho, en esos momentos, estaba liderando el campeonato, pero estaba todo tan reñido, que una posición podía incluso sacarte de los tres primeros. Y ella no iba a dejar que Haruka perdiera el campeonato, solo porque estaba a su lado.

Ahora, sin Haruka a su lado, aquel departamento se había vuelto más silencioso que nunca, al punto que incluso, le daba un poco de nostalgia. Realmente la extrañaba, extrañaba estar a su lado.

Y no encontro otra mejor opción para calmar ese sentimiento de melancolía y de nostalgia, que buscando algo que hacer.

Para sorpresa de Michiru, Haruka tenía escondidos un par de libros entre todas sus cosas. Jamás hubiera pensado que ella pudiera ser amante de la literatura, pero al ver el perfecto estado de la portada, y que las hojas parecían seguir igual de nuevas como un libro recien comprado, supuso que simplemente, Haruka había abandonado su lectura en cierto punto.

Lo peor de todo, es que aquellos dos libros que encontró, eran bastante buenos.

Cuando se dio cuenta de que estaba por terminar aquellos libros, supo que su diversión estaba por terminarse. Cuando se dió cuenta de que uno de ellos tenía una secuela, supo que ya había pasado tiempo suficiente encerrada para que nadie la viera.

Además de todo, Michiru tenía que salir a comprar ropa nueva. Ya estaba cansada de estar usando todo el tiempo el mismo conjunto, y que en la lavandería la vieran extraña por mandarlo practicamente cada día a lavar.

Había pensado que podría ir por sus cosas a la casa de Darien, cuando los días pasaran y los animos se calmaran. Pero después de todo lo que le habían dicho aquellos meseros, y que practicamente se había quedado sin una persona conocida dentro de esa casa, Michiru no tenía ni una sola duda, de que Darien era capaz de incluso haber cambiado las cerraduras.

Por lo tanto, pensó que sería una excelente idea regresar a hacer un par de compras. Además, Haruka también le había querido comprar un par de cosas para las partituras y aislantes de sonido, pero el tiempo no le había dado. Le había prometido ir por ello.

Fue ese día, justo un par de horas después, cuando se dió cuenta de que había estaod demasiado tiempo viviendo dentro de una burbuja.

Se dió cuenta desde el momento donde bajo del deportivo de Haruka, y entregó las llaves en el Valet Parking del estacionamiento. Aquel señor, que ella conocía perfectamente, parecía analizar el carro una y otra vez, como si estuviera batallando por recordar si alguna vez se lo había visto.

—No lo ha visto, es prestado. No es de Darien— No le había preguntado nada el señor, pero su comportamiento lo delataba.

—¿El auto es de esa persona?— Se atrevió a preguntar.

—Si— Michiru tuvo que usar todas sus fuerzas para no mostrar debilidad ante esa acusación. No podía, no iba a dejarse vencer de ahora en adelante. —Es de ella, la persona que me hace feliz.

Quería gritarle en la cara, que a diferencia de Darien, Haruka si la quería y la respetaba lo suficiente, como para tenerle la confianza de prestarle su carro. Pero pensó que eso sería demasiado, no necesitaba exponerse así.

—Claro.

El hombre no le dijo mucho más. Pero Michiru sintió la tensión. Había evitado volverla a ver a los ojos, como si temiera escupirle en la cara barbaridades si lo hacía. Y sobre todo, parecía que había luchado con todas sus fuerzas para aceptarle las llaves del carro.

Aquel incómodo momento se borró rápidamente de su mente. Era muy fácil ignorar las miradas y los murmullos, cuando tenías toda una nueva colección frente a tus ojos y todo el tiempo del mundo para decidir.

Habían pasado tantas cosas en las ultimas semanas, que casi había olvidado lo bien que se sentía pasear de un lado a otro, tomando prendas, admirando tiendas, perdiendose entre los pasillos y contrastando entre marcas de diseñador.

Era justo ese momento, cuando dejaba que su vanidad se apoderara de ella. Todo bajo la falsa protección de que ella no podría ir por su antigua ropa, Darien jamás la dejaría volver a pisar esa casa, hasta el día donde a ella le den legalmente la mitad de esa propiedad.

Era muy fácil ignorar que las personas en la fila, hacían todo lo posible para alejarse y que no las escucharan murmurar sobre ella, seguramente preguntandose como tenía el valor para aparecerse en público después de el semejante espectaculo que estaba dando.

O incluso, se demostraban con sopresa. Seguro que habían pensado que ella se había ido del país después de todo lo que había pasado, huyendo como una cobarde de todas sus acciones y responsabilidades.

Aún con todo eso, era bastante más fácil ignorar que parecían buscar desesperada cualquier excusa para hablarle o decir algo al respecto. Pero terminaban conteniendose, sin perder la compostura.

Jamás pudo imaginar, que la primera humillación que recibiría, no sería porque alguien se atreviera a hacerle un comentario, insultarla o reírse más de ella. Que ni siquiera estando a su lado, Darien sería el primero en humillarla.

Michiru jamás había padecido por el dinero, nunca había sido algo que le preocupara. Ella, viniendo de una familia de empresarios más que exitosos, había nacido en una cuna de oro. Todo lo que ella podía desear, era justo lo que tenía. Y aunque siempre lo había sabido apreciar y entender el valor de ello, no podía negar que nunca había esperado algo diferente.

Durante su matrimonio, las cosas tampoco cambiaron mucho. Cuando sus padres fallecieron meses antes de la boda, todas las empresas y su fortuna pasaron a manos de Michiru, y apenas contrajo matrimonio, ella no había dudado en poner a su esposo al frente del todo, convencida cuando le dijo que él podía cargar con el peso de ser presidente.

Y cuando Darien había vendido la mayoría de las acciones de las empresas de los Kaioh, para invertir todo ese dinero en los hospitales Chiba, Michiru no había dudado un instante en firmar cuanto papel le había puesto enfrente. Después de todo, ella no entendía nada de todo ese mundo de economía, y Darien le seguía dando crédito libre, mientras que le prometía que no estaba haciendo nada malo, simplemente, era como si ella fuera inversionista de los hospitales, a cambio de acciones que Darien también tendría en control por ser su pareja.

Y por eso, cuando la cajera le dijo que su tarjeta no pasaba, Michiru no entendió a que se refería.

—Debe ser un error— Mencionó con total y absoluta tranquilidad, como si estuviera totalmente segura de lo que decía— Intentelo de nuevo.

La chica, nerviosa, lo intentó otra vez, pero el resultado era el mismo, la tarjeta era rechazada.

—Es imposible, esto nunca me había pasado, debe tener fondos….— Michiru iba a reclamar, segura de lo que hacía, pero entonces, los engranajes en cu cabeza se acomodaron perfectamente.

La sombra de Darien aparecía justo enfrente de sus ojos, y era como si estuviera en ese instante, sonriendole maquiavelicamente.

Estaba segura de que, donde sea que estuviera, en ese instante, debía estarse riendo como el desgraciado que era, regocijandose de la humillación que estaba recibiendo en ese momento.

No era que quisiera vivir a costillas de él. Por el contrario, si podía separarse para siempre de todos lo que los unia, ella sería la persona más feliz de ese planeta. Pero ella tenía derecho a ese dinero, era su propio dinero, el dinero de sus padres. No podría cortar sus tarjetas de esa manera.

—Dejo todo, tengo que solucionar esto primero— Sintió como si una estaca se clavara dentro de su corazón al decir esas palabras.

De repente, sentía que todas esas miradas que podía ignorar con facilidad, ahora se clavaban en su nuca, como si estuvieran triturandola, intentando descubrir hasta los secretos más profundos de su alma.

Ahora, los murmullos de cualquier conversación, sentía que iban dirigidos hacía ella. Cada pequeña risa, cada palabra, cada sonido, era como si estuvieran a punto de condenarla.

Ella necesitaba a alguien. No iba a molestar a Haruka con todo eso, tampoco quería que ella se molestara en gastar su propio dinero por sus caprichos, menos cuando no habían pasado ni unos días de que ella se había ido apenas. Haruka solo debía pensar en el campeonato de pilotos, y no regresar por unas vanalidades.

Pero Michiru tampoco quería estar sola en este momento.

Suspiró, sacando su celular y marcando el número de quien se había vuelto su mejor amiga.

¿Mina? ¿Estas muy ocupada?— Preguntó por cortesía. Si no había llamado de Setsuna, era porque sabía de sobra que esta estaba trabajando a esas horas.

"¡Hasta que te dignas a hablar! Pensé que Haruka y tú se habían olvidado que existíamos, nada más las ayudamos, y nos dejan de lado. Estoy en mi despacho, pero soy la dueña de todo esto, puedo desocuparme ¿Qué sucede?"

Michiru rió, animandose— Lo siento, Setsuna y tú se merecen unas disculpas. Pero entenderás que Haruka y yo teníamos muchas cosas que hacer…

"¡Por supuesto!"

Pero ahora necesito hablar un rato con mi amiga. Estoy en el centro comercial, ¿Puedes venir? Entiendo si dices que no, debes estar con mucho trabajo.

"¡Para nada! Incluso si lo tuviera, lo delegaría. Voy para allá, ¿Dónde nos vemos?"

—Podemos presentar la demanda de divorcio en este mismo momento si quieres, puedo llamar para que empiecen a tramitarla y que le llegue mañana en la mañana a su oficina.

Para ser honesta, aquella Mina que tenía enfrente era tan distinta a la Mina con la que siempre había convivido, que incluso se sentía un poco extraña al hablar.

Mina había llegado con un traje formal y tacones altos, en lugar de sus ya habituales vestidos casiales y a la moda. Su cabello que siempre pensó que mantenía suelto, ahora estaba arreglado en un imponente peinado, totalmente recogido. Definitivamente, parecía toda una alta ejecutiva.

Y mientras hablaba, no había ningún rastro de broma o relajamiento. Mina parecía una persona segura de sí, y con una voz neutra que incluso podía infundir escalofríos.

Aunque, la verdadera Mina si estaba ahí. Se notaba en el momento donde buscaba una forma de quitarse el molesto peinado que hacía que le doliera la cabeza, y que comía una hamburguesa con singular alegría, olvidandose por completo de los modales.

—Preferíría no hacerlo ahora. Quiero que se calmen un poco más las aguas, aún no demuestra que tan grandes pueden ser sus alcances, y primero quiero saber bien a que estamos jugando. —Michiru también le dió una morida a su hamburguesa. Si quiera, eso le recordaba un poco a Haruka, tambien lo hacía porque no quería preocuparla a ella. —En todo caso, lo único que quiero saber si realmente puedo tomar parte de esas acciones.

—¿Tus padres te dejaron la herencia a tí, no? ¿No fue una herencia para tu matrimonio?— Preguntó Mina.

Michiru negó con la cabeza— Ellos murieron un poco antes de que me casara con Darien, todo paso primero a mis manos antes de casarme.

Mina asintió— Incluso si Darien vendió todo, todo ese dinero sigue siendo totalmente tuyo, no entraría en la separación de bienes, porque, como dices, fue antes del matrimonio. En todo caso, si el tomo ese dinero para inyectarlo como inversiones a sus hospitales, te debió poner en la relación de acciones de todos los socios. Y tienes derecho a recibir tu ganancia por ello. Incluso a retirarte, vender tus acciones y tomar el dinero que te corresponde.

Michiru asintió, ahora tenía más herramientas, para el momento donde volviera a enfrentarse a ese hombre.

—Lamento sacarte de tu trabajo por estas tonterías, pero después de lo que pasó en la tienda, quería hablar con alguien.

—Solo te disculparé, si me haces olvidarme por un instante de todo esto, y me cuentas como va todo.

Michiru se relajó y sonrió. Viendo el estado de Mina, realmente parecía atosigada de estar envuelta en tantos asuntos legales.

Y antes de que pudiera aceptar, escuchó otra vez una conversación. Una conversación que era más que evidente que querían que la escuchara.

Dos señoras, enfrente de ellas, parecían que las estaban ignorando, que era una casualidad de que estuvieran ahí, pero no era así.

—Ahora resulta, que además de salir con una jovencita, también tiene amistades con niñas.

—¿Qué podías esperar? Es claro que no esta muy bien de la cabeza, desde el momento donde cambias a un hombre por una mujer, sabes que algo no esta muy bien ahí adentro. ¿Quién te dice que ella no es otra de sus sucias conquistas?

—Y eso de "una mujer", permiteme dudarlo. Esa chica ni siquiera actua como una, se dedica a conducir autos por quien sabe donde, ¡Imaginate la clase de gente que es! Es claro que ha perdido el juicio y el sentido, esta claro que las apariencias engañan, no es más que una interesada asaltacunas en busca de placer… ¿Cómo se llamaba esa chica? ¿Haruka Tinoah?

La expresión de Mina se transformó. Se levantó de golpe, y parecía estar más que dispuesta a darle un puñetazo a las dos señoras. Pero Michiru la tomó del brazo, negando ligeramente con la cabeza, ella se iba a encargar de eso.

—Tenoh, su apellido es Tenoh— Contestó, haciendo que las dos señoras la voltearan a ver— Y si, es veinte años menor que yo. Por cierto, creo que hacen falta presentaciones, ella es Mina Aino, mi mejor amiga.

Las dos señoras la miraron con reprobación, y no se guardaron una última frase— No se como tienes el descaro de venir de nuevo a estos lugares, después de engañar de una manera tan horrible a un hombre tan honorable como Darien. Lo bueno es que la vida va poniendo a las cosas en su lugar, ¿Donde estan las compras que siempre hacías?

Las dos señoras se fueron, y Michiru suspiró, poniendo su mano en su frente.

—No voy a dejar que sus comentarios me afecten, no más— Se apresuró a decir, pensando lo que Mina podía pensar— Solo, me entristece que, al final de todo esto, Darien resulta ser la pobre victima.

—Haces bien ignorandolas— Respondió la rubia— Darien recibirá su merecido, yo me encargaré de eso, por ahora, ¿Terminaste de comprar todo lo que querías?

—Supongo que si, no tengo para pagar absolutamente nada— Rio por la ironía.

—¡Nada de eso! Vamos nostras de compras, yo pagó.

—No— Michiru negó— No tengo forma de devolverte la enorme cantidad que seguro será.

Mina se encogió de hombros— Me pagarás cuando obliguemos a Darien a darte la mitad de todas sus propiedades.

—Si te pidiera que fueramos a un lugar más, ¿Sería abusar de tí?— Después de dejar demasiadas bolsas como para contarlas dentro de la cajuela del automovil, a Michiru se le ocurrió preguntar.

—Ya estamos en todo esto, ¿A donde vamos?— Mina respondió con una sonrisa— Solo, por favor, no más caminatas, o tendré que estrenar esos zapatos, no aguanto un minuto más seguir con estos tacones.

Michiru se ruborizó, no se había puesto a pensar en eso. Seguro que Mina estaba por morir.

—No, mejor te llevó de regreso a tu casa, debes estar cansada, solo era una tontería.

Mina frunció el ceño— ¿A donde quieres ir?

—Bueno… no les había dicho, pero Haruka… ella me regaló un Stradivarius.

Michiru esperaba una reacción, una sorpresa, cualquier cosa, pero Mina apenas y asentía, como si no fuera la gran cosa.

Recordó que Mina había estudidado leyes, no arte. No todos tenían idea de que tan historico era eso.

—Es un violín de millones de dolares, solo existen mil en el mundo, y algunos en pésimo estado— Respondió con resignación, como si fuera algo lógico que todos supieran que rayos era un stradivarius.

Cuando dijo eso, fue cuando Mina entendió la importancia de todo— ¡Michiru! Haruka…

—Si, no se nisiquiera como lo consiguió, un día salimos a comer, y entonces se fue… y regreso con él— Michiru sonreía de recordar eso, era simplemente increíble— Y bueno, en viste de todo esto, yo estaba pensando que… bueno, es claro que será un poco dificil conseguir el prestigio que pude tener antes, pero… si yo entrara a un par de concursos de música clásica, podría ganar dinero, y en esos lugares siempre suelen ir ojeadores, con un poco de suerte yo podría…

Mina sonrió, incluso con el nerviosismo de Michiru, podía entender cuales eran sus ideas, y no podía sentirse más orgullosa de ver como había cambiado su amiga.

—¿Qué es lo que necesitas?

—¿Me acompañarías? Necesito comprar hojas para las partituras, un par de cuerdas de repuesto…

Y mientras arrancaba el coche, Michiru empezó a contar con suma emoción, como no entraba en sus planes quedarse sin hacer nada, como pasaba antes.

Ella amaba la música, tanto como Haruka amaba las carreras. Sabía que Haruka quería verla cumplir sus useños, y ella tambien quería hacerlo. Ella quería ser la violinista que por tantos años había soñado ser.

Ya, ya. Ya tocaba un descansito, después de locura de capítulos. Y yo les advertí que se venían capítulos muy light xD

Que si, que Darien es un maldito, pero ya vimos que Michiru no se piensa quedar de brazos cruzados, y ya sabemos como se las gasta ¿No?