Como suele suceder cuando una persona ilustre llega a un pequeño vecindario, todos sienten curiosidad por ser los primeros en conocerlo, las buenas o malas cualidades de dicho personaje son exageradas y los rumores circulan demasiado rápido. Muchas veces, siquiera importa demasiado la veracidad de lo que se dice sino ser el trasmisor de las 'noticias'.

Lo cierto es que en menos de un día todos los habitantes de Meryton y los alrededores sabían que Lord Sebastian además de ser el hijo del marqués XXXX, era joven, muy guapo, soltero y sin ningún compromiso. También se afirmaba que era primo del Sr. Barton, y que además el Sr. Barton era un hombre muy rico que el único motivo por el que era párroco era porque sentía una muy fuerte vocación por la iglesia y no por el dinero.

La persona que estaba más confundida y a su vez eufórica por todos los rumores sobre Lord Sebastian y en especial su hijo político era la Sra. Stevens. Si bien Fanny iba muy poco a Meryton ya que prefería quedarse en sus habitaciones de Purvis Lodge, se enteraba de todo lo que pasaba en los alrededores por sus hijas y las visitas diarias de su hermana, la Sra. Phillips.

Pero dada la importancia de estas noticias, para hacer alarde de su buena fortuna y excelentes conexiones con la nobleza decidió ir a Meryton esa tarde a comprar encajes y tela para arreglar unos vestidos. De a poco su abdomen comenzaba a mostrar la evidencia de su embarazo, que, si los buenos ciudadanos de Meryton hacían bien las cuentas, era claro que el niño fue concebido antes del matrimonio...

Para su buena fortuna, se encontró en la mercería con Lady Lucas y la Sra Goldwin - a quienes Fanny consideraba sus principales rivales - y aprovechó a conversar con ellas detalladamente sobre el chisme del momento...

"¡Qué bueno que las encuentro aquí! Me imagino que ya se enteraron que mi querido hijo, el Sr. Barton, es el sobrino del marqués XXXX. Se imaginan, todo este tiempo tuve que guardar ese secreto ya que el Sr. Barton no quería alardear de sus conexiones." Suspiró dramáticamente, "Honestamente, me dio muchísima pena por el pobre Sr. Collins que estuvo durante tantos años enamorado de mi querida Mary... ¡Pero quien iba a querer casarse con al Sr. Collins cuando el Sr. Barton es el sobrino de un marques! Por eso fue que apoye en todo momento a mi hija cuando decidió casarse con el Sr. Barton. Además, el Sr. Barton es un hombre tan simpático, rico, guapo e inteligente."

"Ummm, que extraño, todos pensábamos lo contrario, e incluso te escucharon quejarte más de una vez porque la Sra. Barton prefirió casarse con un párroco y no con el dueño de Longbourn. ¿Acaso no estás peleada con la Sra. Barton?" comentó Lady Lucas con énfasis.

"¡Peleada con mi querida Mary! ¿Quién dijo esa patraña? Ya saben cómo odio los chismes y los rumores malintencionados. La relación con mi hija y el Sr. Barton es excelente. Ya sé, seguramente el Sr. Collins dijo todas esas mentiras porque todavía está despechado porque Mary lo rechazó y se tuvo que conformar con una mujer como Charlotte..."

Lady Lucas y la Sra. Goldwin no le contestaron, no valía la pena perder el tiempo hablando con una mujer como la Sra. Stevens. Lady Lucas enseguida se despidió, y cuando estaba por subir a su carruaje vio a Lydia y Kitty que salían de un oscuro callejón acompañadas de dos oficiales. Ambas tenían el cabello despeinado, los labios hinchados y el vestido arrugado.

Con despreció miró a las dos señoritas y a los oficiales, se subió al carruaje y volvió a Lucas Lodge. Al llegar a su casa, y después de conversar seriamente con Sir William sobre lo que había pasado y visto en Meryton, decidieron que lo más prudente era cortar por completo la relación con los Stevens y las dos jóvenes Bennet. Les daba pena por el Sr. Stevens, pero lamentablemente el caballero estaba muy enamorado de Fanny y no veía nada malo en su comportamiento ni en el de sus hijas...

PPP

A los pocos días de haber llegado a Hertfordshire, la agenda de Lord Sebastian estaba cargada de invitaciones a reuniones informales, cenas, fiestas e incluso un baile. Dado que era sociable por naturaleza, y además eran ocasiones donde podía conversar y conocer mejor a Georgiana, aceptó de buen grado todas ellas.

La primera de las 'fiestas' fue una cena muy similar y con la misma gente que la que hizo en su casa, pero en este caso estaba organizada por la Srta. Bingley. Ahí tuvo el dudoso placer de tener que sentarse al lado de la anfitriona, y lamentablemente lejos de Georgiana y de la encantadora Srta. Bennet...

La cena si bien fue deliciosa con siete platos y tres postres, para él fue muy tediosa. Con pesar miraba que en el otro de la mesa Georgiana, Darcy y la Srta. Bennet estaban conversando animadamente e incluso se reían con frecuencia de algo que la Srta. Bennet les contaba…, mientras que él debía simular que escuchaba la conversación insípida y poco sincera de la Srta. Bingley que su principal característica era alabar todo lo que él decía o hacía, incluso hasta su forma de masticar.

Recién después de una breve separación de los sexos donde Bingley los invitó con un Brandy, pudo acercarse a charlar con Georgina que en ese momento se estaba riéndo de una divertida anécdota que le estaba contando la Srta. Bennet...

"... no puede ser Lizzy, dime la verdad. No puedo creer que le echaste tinta al gato para que quedara negro." Georgiana riendo exclamó.

"No te estoy mintiendo, puedes preguntarle a Mary que ella estaba conmigo."

"¡Pobre gato! Pero aun no entiendo porque lo querías pintar de negro, si el gato era blanco y por lo que tú dices era muy lindo."

"Bueno, tenía solo siete años y había leído unos días antes un libro en que había una bruja con un gato negro, y por eso pensé que los gatos negros tenían poderes y yo quería tener un gato mágico..."

En ese instante Lord Sebastian acompañado de Darcy interrumpió la divertida conversación.

"¿Un gato mágico? ¡Yo también quiero tener uno! ¿Dónde se consiguen?"

Georgiana y Lizzy comenzaron a reírse de buena gana ante la ocurrencia de Lord Sebastian. La Srta. Bingley que en ese momento estaba conversando con Mary miró a Lord Sebastian y a Darcy con el ceño fruncido, y enseguida propuso que fueran todos a la sala de música para jugar a la lotería o a las cartas.

Lord Sebastian le ofreció el brazo a Georgiana, y Darcy a Lizzy; los cuatro desistieron de jugar ya que preferían seguir conversando. Los Barton y Bingley aceptaron jugar a las cartas, y la Srta. Bingley tuvo que jugar para completar cuatro.

Un par de horas más tarde la fiesta terminó, y muy desilusionada Caroline se retiró a su habitación. No le gustaba para nada la atención que Lord Sebastian le prestaba a Georgiana ni la que Darcy le prestaba a la Srta. Bennet...

Al día siguiente era la fiesta en casa de Sir William. A pesar de las protestas del Sr. Collins, Sir William invitó a los Barton y a Elizabeth, pero se abstuvo de invitar a los Stevens, y a Kitty y Lydia...