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Terry estaba angustiado, enterarse que un médico había ido a revisar a Candy, quien se había desmayado de repente lo asustó verdaderamente. Estaba en la cocina cuando Dorothy entró para informar que Candy ya había despertado y que estaba mejor.

-Pobrecita, debe estar nerviosa por su futura boda. – comentó la cocinera.

-Escuché que el joven Cornwell se la llevará a vivir a Chicago, eso la debe poner nerviosa.

-A Chicago? – sin darse cuenta Terry habló en voz alta.

-Sí, escuché que están trasladando sus negocios a esa ciudad y…

-Ya basta de chismorreo! – James entró a la cocina y los escuchó hablar. – regresen a trabajar. – ordenó.

Ahora Terry estaba más inquieto aun, enterarse que podrían alejarlo de ella lo asustó; si no funcionaba lo suyo, ni siquiera podría verla, porque se mudaría a Chicago.

Toda la tarde su mente estaba en Candy, preguntándose cómo estaría, si la vería ese día, si podría hacer algo para hablar con ella. Ya casi era hora de irse a casa, estaba guardando el coche cuando vio que Candy estaba parada en una esquina del garaje.

-Candy…

-Ya no tenemos tiempo Terry… - tenía los ojos rojos e hinchados.

-Qué pasó? Te hicieron algo? – cuestionó preocupado.

-No… pero… sin darme cuenta acepté casarme con Archie. – Terry a miró incrédulo y herido. – por favor, déjame explicarte como pasó... – pidió desesperada al ver el dolor en el rostro masculino.

Candy le contó cómo había pasado todo y el motivo de su desmayo, él la escuchaba analizando la situación en la que se encontraban en ese momento.

-Yo no quería…

-Está bien cariño.

-Papá no quiso escucharme y me dejó claro que tendré que casarme con Archie. – se abrazó a Terry y volvió a llorar. – qué haremos ahora?

-Iré a hablar con tu padre.

-Qué? – se separó de él para verlo de frente, sabía que su padre lo rechazaría; pero también sabía que Terry era un joven honorable, siempre hacía lo correcto.

-Creo que llegó el momento de hacerlo; como dijiste, si el compromiso se hace público es posible que no puedas romperlo.

-Sí… - se sentía culpable por causar todo aquello. Tenía miedo a la reacción de su padre.

Terry la alejó completamente de su cuerpo y con una sonrisa le infundió seguridad, le tomó de la mano, y así, agarrados de las manos se dirigieron a la casa. Candy sabía que su padre estaba en el despacho y que su tía estaba encerrada en su habitación planeando la fiesta de compromiso.

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-Archie, cariño – el joven escuchó la voz de su madre - creí que llegarías más tarde.

-Sí, bueno… pensaba llevar a Candy a comer y pasear; pero mientras desayunábamos se desmayó de repente.

-Oh! – se llevó las manos a la boca – pero cómo… está bien?

-Sí, el médico dijo que era por estrés, además, no se ha estado alimentando correctamente.

-Estas muchachas ahora, sólo piensan en adelgazar sin tomar en cuenta su salud, creí que Candy era diferente.

-No la culpes mamá, es normal querer verse bien. – se sirvió una copa de whiskey – sabes a qué hora llegará papá?

-No, supongo que llegará tarde ya sabes todo el trabajo que tiene. Por qué preguntas?

-Porque tengo noticias – dijo sonriendo – con el desmayo de Candy, Elroy no pudo llamarte para…

-Tenía que llamarme?

-Pensaba hacerlo para planear la fiesta de compromiso. – dijo feliz.

-Oh! aceptó que sea el sábado?

-Sí, pero ahora que lo pienso, no creo que sea momento…

-Nada de eso hijo, hasta el sábado se pondrá mejor.

-Tú crees?

-Estoy segura. – dijo convencida – ay! Estoy feliz por ti cariño! – abrazó a su hijo, Candy es una joven hermosa y viene de buena familia, no pudiste elegir mejor a tu pareja.

-Yo también lo creo mamá, Candy llena todas mis expectativas, es más que perfecta para ser mi esposa, en verdad la amo.

-Supongo que Elroy se comunicará conmigo mañana para planear la fiesta, ahora debe estar preocupada por su sobrina.

-Sí, realmente nos asustó verla desvanecerse.

-La llamaré enseguida para que sepa que nos preocupamos por ella.

-De acuerdo, yo tomaré un baño, luego iré a la oficina de papá. – su madre asintió mientras se ponía de pie.

Madeleine estaba feliz con la noticia que le dio su hijo, unirse a los White era ventajoso para su familia; aparte de que en verdad le gustaba Candy como esposa para su hijo, la había visto en varias reuniones y le gustaba cómo se comportaba, era educada, elegante; pero sobre todo, hija única de William White, gran empresario, y heredera de una gran fortuna, simplemente perfecta a los ojos de Madeleine, por suerte su hijo había enamorado de la joven.

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William tenía los brazos apoyados sobre el escritorio, las manos unidas en éstas apoyaba su frente con pesar, repasaba una y otra vez lo que había pasado en la habitación de su hija.

Nunca le había gritado de esa manera y ver el miedo en los ojos de su pequeña lo afectó; pero no podía hacer más. Todo ese tiempo, Elroy había tenido razón, consintió tanto a Candy que la volvió una malcriada, y si no le ponía un alto sería señalada como una coqueta, pues había alentado a Archie a que la pretendiera, y ahora, decidía dejarlo? él mismo vio su entusiasmo cuando la visitaba, se daba cuenta que su hija estaba en una etapa de rebeldía; lo más seguro es que ya se le pasaría. No, no permitiría que pensaran mal de su hija. Unos toques en la puerta lo sacaron de sus pensamientos.

-Papá…?

-Entra Candy.- le dio acceso. – sucede algo…?- William quedó sorprendido al ver la mano de su hija enlazada a la del chofer.

-Papá, queremos hablar contigo. – el gesto serio de su padre le advirtió lo que se les venía.

-Señor White… - fue Terry quien tomó la palabra – quiero pedirle que me permita pretender a su hija. - William lo miró sin expresión alguna en su rostro, eso asustó a Candy, pues era claro que su padre se opondría a su relación.

-Candy. – la nombró sin mirarla, pues su vista estaba fija en Terry – déjanos solos.

-Papá…

-Ahora. – su voz fue tajante, Candy miró a Terry, quien con un suave apretón de mano y una leve sonrisa le indicó que lo hiciera, a su pesar, la rubia dejó la habitación, pero no se iría muy lejos.

-Señor White…

-Cómo te atreves a fijarte en mi hija. – dijo con voz áspera apretando los dientes – acaso no viste la diferencia que existe entre ustedes?

-Señor White…

-Te aprovechaste del cargo que te di para seducirla! – no lo dejó hablar – mi hija es una joven soñadora y tú te aprovechaste de eso.

-No lo hice señor…

-Cómo que no! – grito furioso golpeando con su puño el escritorio – acaso crees que mi hija se fijaría en alguien como tú? – lo señaló – nada más mírate! Crees que podrás darle la vida a la que está acostumbrada! Oh claro! esperas a que sea ella quien te lo dé. – afirmó.

-No me ofenda señor, yo no soy ningún mantenido. – Terry lo enfrentó – Candy y yo…

-Deje de llamarla por su nombre! Y no te hagas ilusiones, porque nunca consentiré que mi hija case o siquiera sea pretendida por un simple chofer. – dijo con desprecio. – lárgate en este preciso momento, y creo que está demás decirte que ya no vuelvas; aunque con la poca educación que tuviste, no te das cuenta de lo obvio. – dijo refiriéndose a la clase social entre él y Candy.

Terry estaba enfurecido, ese hombre lo había humillado y ni siquiera le había dado la oportunidad de hablar o defenderse, sabía que no tenía caso intentar hacerlo, así que se dio la vuelta y furioso salió de aquella casa.

-Terry!

Candy corrió hacia el castaño en cuanto lo vio; pero el joven no se detuvo, estaba furioso y la rabia lo nubló por completo, no la escuchó y mucho menos la vio. La rubia se detuvo frente a la puerta del despacho de su padre y lo vio sentado nuevamente.

-Qué le dijiste? – su voz fue firme.

-Vete a tu habitación Candy.

-Ya no soy una niña a quien puedes darle ordenes! - lo miró con decisión.

-Entonces compórtate como una adulta y asume tus responsabilidades.

-No me casaré con Archivald, así que es mejor que rompas ese compromiso. Amo a Terry y estaré con él.

-Ni se te ocurra acercarte a ese hombre. – vio la decisión en la mirada de su hija – no me retes Candy, o te quitaré todo, dejarás de ser mi hija si vas detrás de él.

–Eres tu quien lo decidió así papá. - diciendo eso dejó el despacho de su padre, a quien escuchó que la llamaba, mas no regresó, salió corriendo de la casa.

Candy corría por la calle para alcanzar a Terry, sabía de donde tomaba el transporte, recorría las calles rogando poder alcanzarlo, porque si no lo hacía lo perdería para siempre, ya que no sabía dónde vivía.

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Terry estaba furioso, no sólo con el padre de Candy por todo lo que le había dicho, sino también con él mismo, pues no pudo defenderse ni tampoco defender el amor que sentía por la rubia. La había defraudado y más al haberla dejado en aquella casa, sin siquiera despedirse; pero su rabia había sido tal, que sólo quería salir de aquel lugar, ya la buscaría después para hablar con ella, ahora tenía que tranquilizarse.

-Soy un imbécil… - se sentó en una banca de la plaza que estaba cerca de la parada del tranvía, frustrado enterró su rostro entre sus manos y presionó con fuerza para evitar gritar de exasperación, así lo encontró Candy.

-Terry… - cuando el castaño levantó su rostro vio a Candy parada frente a él con la respiración agitada, el cabello desecho y con sus zapatos en sus manos.

-Candy… qué haces aquí?

-Vas a dejarme? – se le quebró la voz.

-Tu padre nunca aceptará que nos casemos. - se acercó más a él.

-Entonces róbame! – Terry no podía creer lo que la rubia le decía, una señorita como ella salir de su casa de esa manera, la marcaría ante la sociedad.

-Te señalaran si lo hago.

-No me importa, sólo no quiero perderte. – lo agarró de la camisa con fuerza – Terry… en tan poco tiempo tú te metiste aquí. – señaló su pecho, donde estaba su corazón, así como él lo había hecho cuando le confesó su amor – acaso tú no sientes lo mismo que yo? - al ver que el joven desviaba la mirada hacia otro lado, y ver como cerraba los ojos con fuerza y sin responderle, Candy dejó escapar las lágrimas que estaba reteniendo y vencida soltó la camisa de Terry, se giró y emprendió la marcha de regreso.

-Es lo mejor, tu padre tiene razón… yo nunca podría darte la vida a la que estás acostumbrada. – murmuró el castaño sabiendo que ella se alejaba.

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Estaba enojada, tenía miedo, se sentía defraudada, pues había idealizado tanto aquella relación, que se sintió tonta al verse sola en ese momento.

-Era claro que sólo yo me hice ilusiones… - pensaba la rubia mientras se alejaba del castaño – ahora qué voy a hacer? – estaba preocupada por su situación - Eres un cobarde Terry…

Sólo había caminado unos cuantos metros; pero parecía que había recorrido toda la ciudad, sentía que el tiempo pasaba lento y que la calle se hacía más larga, ya quería llegar a la esquina y doblarla; ahí dejaría escapar el llanto que estaba reteniendo… los sollozos que estaba callando; estaba segura que se desmoronaría y caería de rodillas, sólo no quería hacerlo mientras él la estuviera viendo, sí, estaba segura que él la miraba marcharse.

-Idiota… - murmuró pero no sabía exactamente a quien se lo decía, si era a él o a ella misma.

La tarde pronto moriría y con ésta la ilusión de un amor que no pudo ser, se sentía devastada, derrotada, que después de esa puesta de sol que ya se aproximaba no habría más salidas de aquel astro. Los pensamientos pesimistas de la rubia se acoplaban perfectamente al dolor que sentía su corazón.

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Les dejo un nuevo capítulo, espero que les haya gustado. El próximo capítulo lo publicaré el viernes o sábado, hasta entonces!

Agradezco cada uno de sus comentarios, los aprecio mucho. Se cuidan mucho y tengan una muy buena y agradable semana!