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Eran las 8:30 de la noche y la familia Harris esperaba preocupada al castaño, esa noche no había ido a cenar, y cuando Charly fue a buscarlo a su departamento supo que aún no había llegado del trabajo.

-Terry se está tardando mucho.

-Tal vez volvió a perder el transporte. – le respondió su hermano – ya llegará más tarde, dejaré su comida en su habitación o se quedará sin comer nuevamente.

-Sí, haz eso hijo, ese día llegó pasado las 11 y no comió por no despertarnos.

-Cuando termine de comer llevaré su plato a su habitación, aunque tal vez llegue mientras comemos.

Y así fue, Terry llegó cuando la familia estaba a media comida, pero no lo hizo solo, esta vez traía una invitada.

Flashback

Cuando Terry vio que Candy se alejaba, corrió hacia ella y antes de que la rubia doblara la esquina, la abrazó por la espalda acercándola a su cuerpo.

-Perdóname Candy… - la rubia se sobresaltó – sé que voy a hacerte sufrir de carencias; pero no quiero perderte… - escondió su rostro entre los rizos de la rubia.

-Terry… - murmuró incrédula de lo que oía, ella estaba segura que la abandonaría, el castaño la giró lentamente para poder verla de frente.

-Casémonos Candy… te prometo que cuidaré de ti, por ahora no podré darte lo que mereces, pero cada día de mi vida te demostraré cuanto te amo.

Candy estaba llorando emocionada por tan bella petición, en ningún momento le había mencionado la ventaja económica o social que daría su unión. No, Terry mencionó el amor.

-Te amo tanto Terry – rodeó su cuello con sus brazos - me moriría si te pierdo.

-Yo te amo mucho más. – acercó su frente a la de ella – entonces… aceptas ser mi esposa?

-Sí… sí quiero ser tu esposa. –respondió con una gran sonrisa que opacó las lágrimas que había estado derramando.

Terry bajó su cabeza para buscar los labios de la rubia, aún tenía miedo por lo que podría pasar más adelante; pero se esforzaría para que Candy no saliera lastimada.

Fin de flashback

-Buenas noches.

-Terry, al fin… - Charly se quedó sin palabras al ver quien sujetaba la mano de su amigo.

-Espero que no les moleste que haya traído a alguien.

-Oh no, claro que no! – contestó María tratando de disimular su desconcierto.

-Buenas noches. – saludó tímidamente la rubia, quien llevaba el saco del castaño cubriendo sus hombros, llevaba un vestido ligero, se notaba que era muy fino, eso alertó a María; aunque no lo demostró, así como Carla ocultó su molestia, pues ya se imaginaba de quien se trataba.

La mayor, se puso de pie para servir dos platos de comida. Pero antes de eso, Terry presentó a Candy con la familia, María y Charly la saludaron con amabilidad; pero Carla fue algo seca al saludarla.

-Deje que le ayude a limpiar. – Candy se puso de pie; pero María no se lo permitió.

-Nada de eso señorita, usted es una invitada.

-Por favor, llámeme Candy. – María sonrió ante la petición de la rubia, pues la sintió sincera; Charly sabía que lo era, ya que Terry le contaba cómo era la joven; pero Carla creyó que sólo fingía amabilidad para agradar.

Cuando terminaron de limpiar, Terry les contó porque había llegado tarde; todos se quedaron con la boca abierta al escuchar lo que los jóvenes habían hecho.

-Cómo que se casaron!? – dijo María y Charly los miró sorprendido.

-Lo que oyeron, Candy es mi esposa, nos casamos esta tarde.

-Pero su familia… - María no sabía que decir, pues era claro que los padres de la muchacha se habían opuesto a ese enlace.

-Papá… él dejó claro que yo no podía volver.

-Pero niña… Terry… tú debiste…

-María. – dijo el castaño – amo a Candy y ella a mí, su padre quería casarla con alguien a quien no ama y no lo iba a permitir.

-Candy – tomó las manos de la rubia – tú estás consciente de la vida que tendrás ahora?

-Sí – respondió con una sonrisa mirando a Terry – sé que soy joven para entender ciertas cosas; pero estoy segura que amo a Terry. Soy consciente que no viviremos con lujos y que posiblemente tendremos muchas carencias; sin embargo sé que podremos sobrellevarlo, no me importa el dinero ni las comodidades, ya los tuve y no fui feliz; pero desde que conocí a Terry – lo miró sonriéndole nuevamente – me siento completamente dichosa.

María y Charly quedaron sorprendidos por las palabras de la joven, no pudieron objetar nada en su contra, fue tan claro el amor que ella sentía por el joven castaño. María se puso de pie y los felicitó seguida por su hijo, Carla se había retirado a su habitación mucho antes; pero los había estado escuchando.

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-Estás cómoda? – preguntó Terry al oírla moverse por enésima vez.

-Disculpa, te desperté? – se acercó a la orilla de la cama para verlo, Terry estaba durmiendo en el piso, pues había prometido esperar a estar casados por la iglesia antes de compartir el lecho, sabía que Candy deseaba aquello, ser bendecida por Dios antes de comenzar una vida marital.

-No, pero desde hace rato que te estás moviendo, supongo que la cama no es tan cómoda como...

-No! no es eso. – lo sacó de su error – es que me siento mal que tú estés durmiendo en el piso, te he quitado tu cama.

-No te preocupes por eso mi amor – le gustaba llamarla de esa manera y a ella escucharlo llamarla así - estoy cómodo. – se sentía tranquilo al tenerla ahí.

-Ya… - hubo un lapsus de silencio hasta que Candy volvió a hablar – Terry?

-Mmm?

-No puedo dormir. – susurró – podrías abrazarme hasta que me duerma?

-Estás jugando con fuego Candy. – le dijo con una risita, había la posibilidad que rompiera su promesa.

-Por favor, no tienes que entrar en la cama y cuando me duerma podrás regresar a la tuya.

-Bueno… - sonriendo se puso de pie y se acomodó en el lugar que Candy le cedió.

La rubia se abrazó a él y acomodó su cabeza sobre su pecho, soltó un sonoro suspiro que indicaba tranquilidad, lo que causó que Terry rodeara su cuerpo con sus brazos y dejara un beso en su frente.

-Estoy feliz. – habló Candy – tenía miedo que me dejaras marchar… - confesó escondiendo su rostro en el pecho masculino.

-Yo tenía miedo que te fueras, todavía lo tengo.

-Por qué? – levantó su cabeza para mirarlo - estamos casados, nadie va a separarnos.

-Podrías extrañar la vida a la que estás acostumbrada.

-Terry… - se sentó – cuando me iba, pensaba en buscar refugio en otro lado, pues no pensaba regresar a casa.

-Cómo? – la miró sorprendido.

-Si regresaba a casa de mi padre, tendría que casarme con Archie, y no quería eso, no quiero que controlen mi vida a su antojo.

-Me alegra tanto que no te haya dejado marcharte. – la atrajo hacia él nuevamente – prométeme que no volverás a pensar algo así.

-Ya no hay necesidad, ahora estoy contigo.

Candy le ofreció sus labios y Terry los aceptó; el beso había iniciado tierno y dulce, pero cuando la rubia puso su espalda sobre la cama, el castaño lo intensificó, se ponía cada vez más intenso; Candy acariciaba el pecho marcado de Terry por debajo de su camiseta; el castaño bajó para besar su cuello y cuando ella dejó escapar un gemido fue consciente de lo que estaba a punto de suceder, a su pesar, Terry se obligó a separarse de Candy.

-No es momento Candy… - dijo posando su frente sobre la de ella – esperemos un poco, de acuerdo? – aún tenía la respiración agitada.

-De acuerdo… - respondió recuperando el aliento - no! – dijo al ver que Terry se alejaba – por favor, no quiero dormir sola.

-Candy…

-Ahora si me dormiré; pero no te vayas.

Negando levemente con la cabeza, el castaño se acomodó nuevamente y abrazándola esperó a que se durmiera para regresar a su cama improvisada; sin embargo el agarre de la joven fue tal que se lo impidió, así que resignado se acomodó y durmió abrazado a su esposa.

...·°*°·.*❁*.·°*°·…

-James! James! – William gritaba histérico, ya habían pasado horas y su hija no regresaba a casa.

-Pero qué sucede? – Elroy salió de habitación al oír los gritos de su hermano.

-Candy se fue.

-Cómo?

-Me llamó señor?

-Dónde vive Terrence?

-William, qué está pasando? – Elroy interrumpió al mayordomo cuando estaba a punto de responder – Para qué quieres saber dónde vive el chofer? – un mal presentimiento pasó por su mente.

-Contesta! – exigió al hombre.

-No lo recuerdo señor, pero iré a revisar.

-Apresúrate! – lo vio correr hacia su habitación.

-William…

-Candy se fue con él. – la mujer palideció.

-Pero…

-Al parecer, ese muchacho la engatusó, a tal grado que Candy lo siguió.

-Oh Dios mío! – se cubrió el rostro con espanto – qué haremos ahora? si la gente se entera… - se oía desesperada.

-No va a enterarse, yo mismo traeré de vuelta a mi hija.

-Esta es la dirección señor. – el hombre extendió un pedazo de papel.

-Vámonos, saca el auto, y de esto - lo miró amenazante – nadie, ni siquiera la servidumbre debe enterarse.

-No se preocupe señor, ellos ya están durmiendo.

-Vámonos. – Elroy lo detuvo por el brazo cuando se disponía a salir.

-Tráela contigo William! – él sólo la miró y se puso en marcha.

Condujeron hasta la dirección marcada en aquel papel, y mientras más avanzaban, William, más se horrorizaba, el barrio parecía peligroso, edificios que necesitaban reparación, las calles tenían basura acumulada cerca de los contenedores, no se imaginaba que su hija estuviera en aquel lugar.

-Estás seguro que esta es la dirección correcta? – cuestionó al estar frente un edificio que para su parecer estaba a punto de caerse, exageraciones del hombre, claro está.

-Sí señor, ese es.

-Espérame aquí.

William bajó del auto y se encaminó al edificio, su mirada reprobaba todo a su paso, subió las escaleras, pasó de largo 4 puertas hasta que llegó a la que sabía se encontraba Terry.

Golpeó la puerta con la ilusión de no encontrar a su hija en ese lugar y que se haya ido a casa de Karen, dio unos cuantos golpes más para ser escuchado, interiormente rogaba que nadie más que el habitante de dicha casa lo oyera, pues ya era demasiado vergonzoso estar allí, para que después lo señalaran por haber pisado ese lugar, y mucho más, haber buscado a su hija. Lo que William no sabía es que ese cuarto era el único habitado en ese piso.

-Quien…? - Terry miró sorprendido al hombre frente a él.

-Dónde está mi hija? – dijo con rudeza mientras lo empujaba para entrar. No fue necesario buscar más pues frente a él estaba Candy sentada en la cama tapándose con la frazada.

-Papá? – la voz apenas se escuchó.

-Vámonos en este momento Candy! – aunque levantó la voz, no fue tanto como para atraer curiosos.

-No. – dijo con firmeza – tú mismo me dijiste que si salía de tu casa ya no volviera.

-Candy! – la retó – no permitiré que mi hija esté por más tiempo en esta pocilga, ni que conviva con ladrones y mujerzuelas.

-Ahora está en mi casa y no dejaré que ofenda a nadie, señor. – Terry apretaba con furia sus puños.

-A esto le llamas casa? – señaló el lugar con burla.

-Ya basta papá! Si viniste a ofendernos, es mejor que te vayas. – William miró incrédulo a su hija, ella estaba defendiendo a esa gente y lo estaba echando.

-Es tu última oportunidad Candy, ven conmigo, romperé tu compromiso con Archivald; pero regresa a casa.

-Romperás el compromiso?

-Por eso estás haciendo esto, verdad? Ya deja de ilusionar a este pobre muchacho y vayámonos a casa.

-Ilusionar? – pensaron al mismo tiempo Candy y Terry, pero fue ella quien habló – no dejarás que continúe mi relación con Terry, cierto?

-Relación dices? este hombre solo quiere sacar provecho de tu posición.

-No me ofenda señor White, nunca tuve la intensión de sacar provecho de Candy. – Terry miró a la rubia – estoy enamorado de su hija, por lo que ella es, no por lo que tiene. – Candy le sonrió al escucharlo.

-Deje de decir estupideces, eso sólo la confundirá más!

-Yo estoy segura de lo que siento por Terry. – Candy se puso de pie y su padre la vio vistiendo la ropa de dormir del castaño, que consistía en un pantalón y una camisa que le quedaba enorme, en ese momento sus ojos reflejaron furia.

-Tú… - se acercaba a Terry con la intención de golpearlo; pero Candy se interpuso.

-No vayas a pensar que algo pasó, Terry me respeta – Candy detuvo el avance de su padre. – papá, por favor entiende, yo lo amo, soy feliz a su lado.

William volvió a rodear el lugar con su mirada, era un simple cuarto que compartía cocina y habitación, había una pequeña mesa en el centro, una cómoda vieja en una esquina y nada más, interiormente sonrió triunfante.

-Crees que podrás soportar vivir en este lugar?

-Sí, porque este lugar como lo llamas ahora es…

-Tú estás acostumbrada a ser atendida y que no te falte nada – su padre la interrumpió – estoy seguro que en dos días volverás a casa llorando por esta… experiencia.

-Me casaré con su hija…

-Tú no harás tal cosa! – gritó furioso – no eres igual a nosotros ni siquiera…

-Ya basta! – gritó Terry – dejé que me ofendiera en su casa, incluso aquí, y lo hago por su hija; pero ya basta, usted se cree mejor que yo, solo por haber tenido la oportunidad de estudiar gracias a su dinero? Pues no sólo eso es educación, y usted señor, carece de ésta.

-Papá, si crees que insultando a Terry me iré contigo, estás equivocado. Yo deseo quedarme aquí con él, porque en las pocas horas que permanecí a su lado he sido más feliz que en los años que vivo en tu casa.

William sólo la miró, estaba herido, su hija había preferido aquella miseria que la vida de lujos que él siempre le dio.

-Cuando decidas volver a casa, te recibiré con los brazos abiertos porque eres mi hija; pero en cuanto cruces mi puerta te olvidarás de este hombre para siempre.

-Entonces no me espere padre. – ella también le habló con frialdad – porque iniciaré mi vida junto a Terry.

Incrédulo y dolido William se dio la vuelta para marcharse, estaba perdiendo a su hija, quería decirle que aceptaría a Terry; pero deseaba lo mejor para ella y estaba seguro que él no lo era.

-Papá… - Candy lo llamó y aunque se detuvo no se giró – tú siempre serás bien venido en mi casa, Terry y yo…

-Nunca aceptaré a ese hombre para ti, tienes una semana para volver a casa o dejas de ser mi hija.

Con esas palabras hirientes William se marchó, Charly, quien estaba fumando apoyado en el barandal frente a la puerta de su casa, miraba distraídamente el patio central del edificio, cuando escuchó unos murmullos que venían de la casa de Terry, se acercó para ver que todo estuviera bien con su amigo y al pasar a lado del hombre de traje fino pudo distinguir que éste estaba llorando.

Llegó al cuarto de Terry y lo vio abrazando a Candy, quien lloraba inconsolablemente, su amigo parecía afectado, y quien no, lo habían menos preciado todo el tiempo; pero algo que le gustó fue oír a Candy defenderlo, enfrentar a su padre para defender a su esposo.

El joven se preguntaba: por qué no le dijeron al padre de Candy que ya estaban casados?.

Más tarde ese día se lo preguntaría a Terry, éste le informaría, que si lo hubieran hecho, William podría anular el enlace, ya que sólo se casaron por lo legal, no por la iglesia. Tenían miedo a que lo hiciera, pues el hombre tenía poder, incluso lo creían capaz de encerrar a Candy, quien sabe dónde, sólo para alejarla de él.

Su primera noche juntos la pasaron con la rubia llorando por lo sucedido, disculpándose por haber causado que su padre lo ofendiera y agradeciéndole por estar con ella. Por su parte Terry, la consolaba con palabras cariñosas, asegurándole que era él el agradecido por estar a su lado. Fue hasta muy avanzada la madrugada que él sintió que la respiración de la rubia se acompasaba, cuando bajó la mirada, vio que se había dormido; pero aún tenía los senderos de lágrimas en su rostro, dulcemente los besó tratando de no despertarla, ella se acercó más a su cuerpo y rodeándolo con sus brazos dejó escapar un suspiro tembloroso, esos que dejas escapar después de haber llorado por mucho tiempo.

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Espero que les haya gustado este capítulo, el próximo lo publicaré el martes.

Saluditos! Tengan un buen fin de semana y se cuidan mucho.