Castiel salió de su habitación y caminó por el largo pasillo. Estaba aburrido, así que cogería un libro de la biblioteca para aprovechar su tiempo en algo útil.
Las noches en el búnker se le hacían eternas.
A veces llegaba a echar de menos lo que había sentido siendo humano, cuando Metatron le robó su gracia. Cosas como comer o dormir podían parecer insignificantes, pero le había gustado hacerlo y ahora no se sentía igual.
Al llegar a la biblioteca del búnker pudo ver a Mary, la madre de los dos hermanos Winchester, sentada en una de las mesas leyendo algo con una leve sonrisa.
Se acercó cautelosamente, pero aún así la cazadora notó su presencia. "¡Oh, Castiel! ¡No sabía que estabas despierto!"
Le sonrió suavemente a la mujer y se sentó en la silla frente a ella. "Los ángeles no dormimos."
Ella le sonrió de vuelta tímidamente. "Parece que yo tampoco."
Estando así de cerca, Castiel pudo ver que lo que estaba leyendo Mary era el diario de John, el cual cerró para hablar con él.
"Castiel, ¿puedo preguntarte algo?" La madre titubeó ligeramente mientras hacía la pregunta.
"Por supuesto. ¿De qué se trata?"
Pareció pensárselo un poco, cómo si tratara de encontrar las palabras correctas, pero finalmente habló. "¿Cuánto tiempo llevas aquí en la tierra?"
"Oh, pues algunos años." El rumbo que estaba tomando la conversación captó su curiosidad.
"Y tú... ¿sientes que encajas aquí? Quiero decir, ¿se tarda mucho en adaptarse?"
"Yo no creo que me haya adaptado." Respondió con sinceridad.
"¿De verdad? Pensé... bueno, tú te llevas muy bien con mis hijos... yo creí que tú..."
El pelinegro negó suavemente con la cabeza. "Al principio echaba mucho de menos el cielo, ahora ya no tanto." La mujer le miraba atentamente. "Aún hay veces en las que pienso que este no es mi sitio, que no debería estar aquí, pero volver al cielo no es una opción para mí; los ángeles me consideran un traidor." Le dedicó una suave sonrisa antes de continuar. "Pero tú, Mary Winchester, estás en donde deberías estar. Este es tu lugar. Tal vez necesites algún tiempo, pero te aseguro que lograrás adaptarte."
Mary sonrió y acarició el diario, asintiendo después. "Gracias, Castiel. Voy a volver a la cama, a ver si consigo dormir."
"¡Buena suerte!"
De nuevo, Castiel se quedó solo en el silencioso búnker. Con los Winchester metidos cada uno en su respectiva habitación, volvía a tener todo el lugar para él solo.
Se levantó suspirando y tomó un libro sobre vampiros para llevárselo a su habitación. Durante las noches no tenía mucho más que hacer a parte de investigar sobre los seres sobrenaturales que cazaban los hermanos.
A la mañana siguiente, Dean abrió los ojos despacio, tratando de acostumbrarse a la luz de la habitación, pero volvió a cerrarlos enseguida cuando el dolor de cabeza le golpeó fuerte.
Se forzó a salir de la cama porque necesitaba beber agua y una pastilla para mitigar el dolor.
Unas voces provenientes de la cocina le tenían haciendo muecas mientras caminaba en dirección al lugar. Estaban demasiado altas para lo que podía soportar en ese momento.
Cuando entró en el lugar, se encontró a Sam y a su madre hablando animadamente mientras desayunaban café con bollos.
Murmurando un leve buenos días, tomó un vaso y se sirvió agua. Bebió unos tres vasos antes de comenzar su búsqueda de las pastillas.
El familiar sonido de la voz de Castiel, le indicó que acababa de entrar en la cocina al oírle saludar a Sam y a Mary. Cuando se giró, se lo encontró con las pastillas y un vaso de agua tendido en su dirección.
"Te lo estaba llevando a tu habitación, no esperaba encontrarte despierto."
Tomó ambas cosas dedicándole una suave sonrisa al ángel. "Gracias, Cas."
"¿Cómo te encuentras, Dean?" La mirada preocupada del ángel sobre él le provocaba una sensación que no sabía cómo definir. Le gustaba tener su atención, pero también tenía la necesidad de borrar toda la preocupación de su ser.
"Tranquilo, sobreviviré, es solo resaca." Le sonrió de nuevo y, después de tomarse la pastilla, fue a la mesa para unirse a su familia. Se sirvió una taza de café viendo conversar a su hermano y a su madre, tenían que ponerse al día.
"Castiel, ¿estás seguro de que no quieres nada?" La mujer miró al nombrado, quien estaba apoyado en la isla mirándoles.
"Eres muy amable, Mary, pero los ángeles no comemos."
Mientras bebía de su café, Dean le lanzaba miradas de reojo a Castiel.
No recordaba haber llegado a su habitación anoche, pero esta mañana se había despertado allí, con la misma ropa de ayer, sin zapatos y tapado con una manta.
Estaba seguro de que Sam no había sido, su hermano le habría dejado en la cocina para ver si escarmentaba y la próxima vez no bebía hasta caer dormido. La idea de que hubiera sido su madre también la había descartado, él pesaba mucho y dudaba de que la mujer hubiera podido cargarle hasta la habitación.
Las únicas opciones posibles eran que hubiera sido Castiel o que hubiera llegado él solito a la habitación por sus propios medios.
La nube de pensamientos que le rodeaba se disipó cuando Sam empujó la caja de bollos hacia él. "¿Quieres? Los ha traído Cas esta mañana."
Parpadeó lentamente antes de negar, para luego asentir rápidamente. "Eh, sí, gracias."
Podía sentir la mirada del ángel sobre él, pero cada vez que le miraba, este se hacía el distraído.
"¿Hay algún caso interesante por la zona?" Preguntó antes de darle un mordisco al bollo relleno de crema que había cogido de la caja. Centró su atención en su hermano y su madre, dándose por vencido con el ángel.
"No, todo parece tranquilo." Sam no había tardado en percatarse del jueguito de miradas que Dean y Castiel habían compartido un momento atrás, pareciéndole bastante cómico; mientras que su madre se encontraba ajena a la situación.
"¿Dónde buscáis la información de los casos? No he visto ningún periódico por aquí." Comentó Mary extrañada.
Ambos hermanos sonrieron suavemente. Aún le quedaba bastante a su madre para acostumbrarse al siglo XXI, pero era entendible teniendo en cuenta que había resucitado tres días atrás y había estado muerta los últimos treinta años.
"Vemos todas las noticias que hay en el ordenador, puedes ver todos los periódicos que quieras desde ahí." Respondió Dean en un tono cariñoso.
Tener a su madre de vuelta era raro en cierto modo, pero no iba a negar que era lo que más había necesitado durante todos aquellos años.
"¿En el Internet? ¿También hay periódicos ahí entonces?"
"¡Oh, sí! ¡Y muchas más cosas!" Cas se acercó tomando asiento entre Sam y Mary, justo frente a Dean, mientras hablaba. "Aunque sigo sin fiarme de los ordenadores."
El menor de los Winchester miró de reojo a su hermano y estaba... ¿sonriendo? Al menos eso le pareció por unos breves segundos antes de que el rubio se llevara la taza a los labios para beber de su café.
Cuando terminaron de desayunar, recogieron las tazas y demás cosas entre todos.
"Sam, podrías enseñar a mamá algunas cosas sobre las nuevas tecnologías."
"¿Qué piensas hacer tú mientras tanto?" El menor se cruzó de brazos interrogante.
"Volver a mirar las noticias, a ver si encuentro algo que tu hayas pasado por alto." Aquello no hizo más que hacer que Sam rodara los ojos.
"Puedo ayudarte si quieres." Se ofreció Castiel enseguida. "Radio-ángel está muy silenciosa últimamente y no sé si es buena señal teniendo en cuenta que Lucifer sigue por ahí."
Dean asintió caminando hacia la salida. "Entonces ven conmigo, a ver si podemos encontrar algo."
Sam vio a ambos salir de la cocina. Una suave sonrisa se dibujó en su rostro.
Mary miró curiosa de la puerta a su hijo menor. "¿Pasa algo?"
Él negó suavemente sin perder la sonrisa, haciéndole un gesto después para que le siguiera. "Nada de lo que preocuparse."
Madre e hijo caminaron hasta la sala de entrada del búnker, donde se ubicaba la mesa del mapa. Sam sacó su ordenador y lo colocó sobre esta.
"Vale, voy a empezar por enseñarte lo más básico, como por ejemplo a encenderlo." Mary asintió viendo como su hijo abría el ordenador.
Mientras tanto, Castiel y Dean se dirigían a la habitación de este último.
El rubio entró, dejando la puerta abierta, y sacó su ordenador para comenzar a buscar algo que les pudiese ser útil. Por su parte, el ángel entró y se debatió por unos breves segundos sobre si preguntarle a Dean si debía o no cerrar la puerta; decidió cerrarla sin más.
"¿Por qué no vienes y te sientas conmigo, Cas?" Habló el dueño de la habitación sin levantar la vista del ordenador y sin dejar de teclear.
El pelinegro caminó hasta la cama y se sentó, sintiéndose algo nervioso por la cercanía que estaban teniendo en ese momento. "¿Encuentras algo?"
"Noup... pero, por asegurarnos, ¿qué debería estar buscando?" Finalmente apartó la mirada de la pantalla y la dirigió hacia su acompañante, dejando los dedos quietos sobre el teclado.
"Ojos quemados, explosiones internas misteriosas, alguien que haya asegurado ser Lucifer recientemente, despariciones... ese tipo de cosas."
Dean arqueó las cejas ante las palabras de Castiel. "Bueno eso reduce bastante la busqueda." Volvió su atención al ordenador para tratar de encontrar alguna noticia relacionada con lo que le había dicho. "¿Sigue sin haber nada por radio-ángel?"
El angel negó tumbándose en la cama. "Absolutamente nada, y es raro porque Lucifer estará buscando un recipiente."
"¿Crees que encuentre uno?"
Castiel se encojió de hombros. "Encontrará algunos temporales, pero ninguno lo suficientemente fuerte para contenerle por siempre."
El humano asintió, pareciendo mostrar compresión ante la situación. Tras unos minutos de silencio, habló. "Creo que tengo algo."
Rápidamente el pelinegro volvió a sentarse en la cama y le arrebató el ordenador para poder leer el artículo que había encontrado. "Sí que parece cosa de un ángel."
"¿Pero una familia entera?" Dean se acercó más a Castiel para poder leer por encima de su hombro.
"¿Podríamos acercarnos a ver lo que ha ocurrido? Tal vez siga por la zona."
El cazador hizo una mueca releyendo el artículo. "Está algo lejos y ya se habrá largado."
Sus ojos se encontraron cuando ambos dejaron de mirar el ordenador para mirar al otro.
A Dean no le importaba realmente cuan lejos estuviera aquel lugar, había conducido muchos kilómetros más con Sam para atender algunos casos; le importaba la seguridad de Castiel. Sabía que se sentía culpable por haber sacado a Lucifer de la jaula y, después de todos estos años, era consciente de que iba a hacer cualquier cosa para enmendar su error.
Sus alas estaban dañadas y era más débil que el arcángel. No había ninguna manera de que le dejara enfrentarse a él.
"Dean, por favor..." Aquellos bonitos ojos azules que tanto le gustaba mirar tenían un tinte de tristeza y su voz estaba llena de suplica. "Si no quieres venir, puedo ir yo solo, pero necesito ir. Tengo que hacerlo."
La manera en que recalcó las palabras en la última frase hicieron que el cazador sentiera un nudo en la garganta.
Dean sabía de sobra lo que era hacer algo y sentirse culpable por ello, no quería que el ángel se torturara de esa forma.
Al no recibir ninguna respuesta, Castiel se levantó de la cama, dispuesto a irse de la habitación camino del garaje.
Antes de que pudiera salir, una mano le atrapó por el brazo y le hizo girarse al tirar levemente de él.
"¿Podemos hablarlo con calma?" El cazador no parecía dispuesto a dejar ir pronto el tema, y mucho menos parecía dispuesto a dejar ir al ángel.
