Dean mantenía una expresión seria en su cara mientras conducía su querido Chevrolet Impala del 67 negro. Castiel iba sentado en silencio detrás de él, con la mirada puesta en sus manos, que jugueteaban nerviosas con el cinturón de su gabardina.
Mary disfrutaba del paisaje de carretera desde el asiento de copiloto, mientras que Sam miraba preocupado a su hermano desde el asiento de detrás del de su madre.
El menor de los Winchester presentía que había algo que no iba muy bien precisamente, pero el silencio en el coche se le hacía tan incómodo que ni siquiera se atrevía a romperlo.
Dean había cedido finalmente a las súplicas del ángel, así que ahora estaban yendo a la ciudad donde habían sucedido los incidentes para intentar encontrar a Lucifer.
La madre de los hermanos suspiró y se estiró en su asiento para encender la radio. Heat of the Moment, de Asia, resonó por los altavoces del coche.
Sam se removió aún más incómodo en su asiento y Dean perdió completamente la seriedad de su rostro, comenzando a reír. Al principio reía flojito, pero tras unos segundos se estaba riendo a carcajada limpia mientras su hermano le miraba mal.
Los otros dos ocupantes en el coche les miraban confusos, sin saber que ocurría.
"¡No tiene ninguna gracia!" Gruñó el castaño en voz baja.
"¿No? Yo creo que sí." Contestó su hermano entre risas.
"¡Te vi morir, capullo!" Le acusó con el dedo mientras hablaba.
Dean bufó volviendo a reír. "Lo dices como si a estas alturas la muerte significara algo para los Winchester."
Su madre les miró a ambos entre asombrada y asustada. "¿Dean, te has muerto?"
Se encogió de hombros suavemente. "Aquella vez en concreto no estoy muy seguro de que fuera real."
Sam rodó los ojos. "Te aseguro que sí que fue real, todas y cada una de las veces que te moriste en aquella ciudad fueron reales."
"¿Cuándo fue eso?" Preguntó Castiel bastante confundido, mirando a Dean con su ceño fruncido.
"Fue antes de conocerte." El rubio le miró por el espejo. "Tu querido hermanito Gabriel nos metió en un bucle temporal." Respondió con la naturalidad de quien está anunciando el tiempo que hace.
"Uno en el que siempre era martes y Dean moría de alguna forma absurda... hiciera lo que hiciera." Completó el menor.
"Oh, sí, eso suena muy a Gabriel." El pelinegro elevó las cejas en comprensión.
"¿Castiel, tú tienes hermanos?" Preguntó Mary sintiéndose algo abrumada con la reciente información.
"Todos los ángeles y arcángeles son mis hermanos." Respondió con tono algo monótono.
Ella asintió lentamente. El silencio, que se había roto tras aquel momento, volvió a inundar el coche.
Cuando por fin llegaron a la ciudad a la que se dirigían, lo primero que hicieron fue ir a un motel. Pidieron una habitación con tres camas para poder descansar del viaje y quedarse allí el tiempo que necesitaran para investigar.
Mientras caminaban hacia la habitación, el ángel tiró suavemente de la manga de la camisa del rubio para llamar su atención. Este giró la cabeza para mirarle.
"Dean, tenemos que ir a investigar. ¿Trajiste las identificaciones?"
Sonrió suavemente y asintió. "Mañana a primera hora iremos, ¿de acuerdo?"
Castiel negó sin soltar su camisa. "¡Tenemos que ir cuanto antes!"
El cazador tomó su mano suavemente haciendo que soltara la tela. "Ya hemos hablado de esto, los humanos necesitamos dormir."
"Pero..."
"Mañana, Cas."
El pelinegro hizo una mueca dispuesto a debatir, pero terminó asintiendo de mala gana.
Sam abrió la puerta y, dándose cuenta derepente de la cercanía que compartían, Castiel y Dean se separaron.
"Podríamos ir a cenar algo." Sugirió Mary al entrar en la habitación. "¿Os apetecen unas hamburguesas?"
Ambos hermanos asintieron prácticamente al unísono. El ángel se sentó en la cama del rubio mirando a los tres humanos con curiosidad mientras dejaban las cosas que habían traído para el viaje.
"Puedo esperaros aquí en la habitación." Sugirió en un tono de voz algo apagado.
Rápidamente Dean se giró para mirarle al oírle decir eso. "¿Qué? No, no, no, no. ¿Por qué no quieres venir con nosotros?" Dando un par de pasos se acercó a Castiel rápidamente, quien echó la cabeza hacia atrás levemente para poder verle mejor.
"Dean tiene razón." Soltó Sam sin mirarles mientras rebuscaba en una bolsa de deportes. "Si Lucifer anda cerca será mejor que nos quedemos los cuatro juntos."
El ángel se desanimó un poco. ¿Dean solo le quería allí para protección en caso de que el arcángel les atacara? Bajó la mirada y asintió, levantándose de la cama.
Los cuatro salieron de la habitación y Mary, al ser la última en salir, cerró. Había notado al ángel algo alicaído, así que se acercó a él y le cogió por el brazo suavemente.
"Si no es mucha molestia, ¿podrías contarme más cosas sobre los ángeles?" Tenía la sensación de que algo de lo que se había dicho en la habitación le había molestado y simplemente quería hacerle pensar en otra cosa.
"Oh, claro. ¿Qué cosas quieres que te cuente?" El pelinegro sonrió con amabilidad hacia la mujer y ella le devolvió la sonrisa.
Sam se acercó a su hermano, que iba delante de todos, y le hizo una seña para que mirara hacia atrás. "Parece que Cas y mamá han hecho buenas migas, ¿eh?"
Dean miró hacia donde estaban los recién nombrados y asintió con la cabeza sin emitir ninguna palabra.
El menor notó eso, por lo que le dió un suave empujón con el hombro para llamar su atención. "¿Va todo bien, Dean?"
"Sí, por supuesto." El rubio trató de poner una sonrisa en su rostro para convencer a su hermano, que le miró con algo de sospecha, pero decidió dejar ir el tema.
Tras algunos minutos caminando por la calle, llegaron a una hamburguesería que les dió buena impresión.
Dean se dirigió a la primera mesa cerca de la ventana que vio vacía y dejó pasar a Castiel primero para que se sentara al lado de esta.
Con todo el tiempo que llevaban conviviendo, había aprendido que cuando iban a locales de comida, al ángel le gustaba sentarse al lado de la ventana y observar a la gente que pasaba por la calle.
No le juzgaba, alguna forma tenía que encontrar de entretenerse mientras los hermanos se llenaban el estómago.
Se sentó a su lado y su madre y su hermano se sentaron frente a ellos.
Para cuando el camarero llegó a tomarles nota, los tres humanos conversaban animadamente y el ser celestial miraba por la ventana como si estuviera viendo su película favorita. De vez en cuando al rubio se le escapaba alguna sonrisa al mirarle de reojo.
Pidieron tres hamburguesas y para beber unas cervezas. Aprovecharon la espera mientras se las traían para seguir poniéndose al día. Eran treinta años, así que había mucho que contar.
Mary estaba realmente impresionada con todo lo que sus hijos habían conseguido a lo largo de aquellos años. No cualquiera puede decir que sus hijos han salvado el mundo varias veces.
Al poco tiempo llegó la comida y la charla fue sustituida por el silencio, roto solo por algún que otro comentario sobre la calidad de las hamburguesas.
Castiel no había intervenido en la conversación desde que habían llegado al restaurante. Se mantenía mirando por la ventana con la cabeza apoyada sobre su mano, mientras mantenía la otra sobre el asiento.
Intentaba conectar con radio-ángel, pero no parecía haber ningún movimiento por allí. Los ángeles estaban demasiado tranquilos y eso no era algo que le gustara al pelinegro.
Cuando los humanos terminaron de comer, Dean pagó la cena y los cuatro salieron del restaurante, encaminándose de nuevo hacia el motel.
Habían pedido dos llaves, para poder entrar y salir con más comodidad de la habitación ya que eran un grupo algo más grande de lo que solían ser.
No tardaron mucho en regresar al motel, pero Dean aprovechó para darle indicaciones a su madre y a su hermano del plan del día siguiente durante el camino.
Cuando llegaron, Mary se metió en el baño para cambiarse de ropa y Sam se sentó en su cama con el ordenador para ver si había salido alguna noticia más que indicara alguna actividad reciente de Lucifer por la zona. Mientras tanto, Dean cogió una de las llaves y se dirigió a la puerta.
"Sam, Cas, me voy a dar una vuelta. Luego vuelvo."
"¿Quieres que te acompañe?" Se ofreció el ángel levemente preocupado por el rubio.
"No es necesario." Le sonrió suavemente tratando de relajarle. "Volveré en un rato."
El pelinegro asintió sentándose en su cama.
Una hora más tarde, tanto Mary como Sam estaban dormidos. Castiel estaba sentado en los asientos traseros del Impala leyendo uno de los libros que el menor de los Winchester había traído del bunker bajo la luz de una linterna.
Era un libro bastante interesante que trataba sobre wendigos, aunque el ángel no tenía ni idea de porque el cazador lo habría traído en esta ocasión que sabían que el causante era un poderoso arcángel.
La puerta del coche se abrió y Castiel levantó la mirada dem libro para ver qué pasaba. Vio a Dean subirse y sentarse a su lado.
Le sonrió suavemente dejando el libro abierto sobre su regazo. "Dean."
"Hola, Cas." El rubio le devolvió la sonrisa. "¿Quieres que te sujete la linterna?"
El pelinegro negó suavemente. "No es necesario."
"¿Qué estás leyendo?" Dean se acomodó en el asiento para mirarle mejor.
"Un libro sobre wendigos que trajo Sam." Respondió encogiéndose de hombros. Entonces algo cruzó por su mente. "¿Alguna vez habéis cazado alguno?"
El hombre asintió suavemente. "Hace algunos años, mientras buscábamos a nuestro padre. Fue algo difícil porque íbamos con un grupo de personas que no tenían nada que ver con la caza."
El ángel asintió con comprensión.
Tras un silencio en el que ninguno dijo nada y solo se miraron, Castiel finalmente volvió a hablar. "Deberías ir a la habitación, tienes que dormir."
"¿No vienes conmigo?"
"Creo que me quedaré leyendo."
Se quedaron mirándose de nuevo y, al cabo de unos segundos, el cazador salió del coche.
"Entoces supongo que nos vemos mañana." Le sonrió volviendo a asomarse dentro del coche.
"Hasta mañana, Dean." Susurró el pelinegro mientras el nombrado cerraba la puerta.
Se quedó sentado en el coche viendo como Dean entraba en la habitación y después devolvió su atención al libro.
El rubio se cambió de ropa tratando de ser lo más silencioso posible y se metió en su cama tratando de dormir.
Mañana iba a ser un día ajetreado si conseguían encontrar a Lucifer y más le valía estar descansado.
