Dean se miró en el espejo del baño del motel y suspiró mientras trataba de peinarse de manera algo más formal. Llevaba los pantalones de traje que siempre usaba para infiltrarse en las investigaciones como agente del FBI y su chaqueta estaba colgada del pomo de la puerta. Aún no se había anudado la corbata roja, pero la llevaba totalmente deshecha colgada del cuello.

Unos golpes suaves en la puerta le hicieron retirar la atención de la imagen que le mostraba el espejo. "¿Sí?"

"¿Dean, va todo bien ahí dentro?" La voz de su madre sonó al otro lado de la puerta, había un ligero tono de preocupación tiñéndola.

"Sí, sí. Ya salgo." Respondió rápidamente antes de tomar su neceser y salir, encontrando a la rubia de frente.

"¿Seguro de que va todo bien?" Volvió a preguntar la mujer mirándole seria. Sus ojos verdes le inspeccionaban, poniéndole ligeramente nervioso.

Asintió mientras caminaba hacia su cama, evitando mirar a Mary, para dejar sus cosas. Su vista cayó en Castiel, que estaba de pie en medio de la habitación, mientras comenzaba a anudarse la corbata. "¿Listo para irnos, Cas?"

El ángel le miró atento por unos segundos y luego asintió levemente.

"¿De verdad no queréis que vayamos con vosotros?" Preguntó Sam apunto de cerrar su ordenador y levantarse de la cama. "Puedo arreglarme en un momento y..."

"No es necesario, solo vamos a ir a echar un vistazo." Respondió el rubio antes de soltar un suave gruñido por la frustración de no ser capaz de atar su corbata. "Si vamos los cuatro levantaremos sospechas, con dos agentes del FBI es suficiente."

Volvió a intentar hacer el nudo, fallando de nuevo por los nervios que le carcomían por dentro y se negaba a sacar fuera. Su hermano volvió la vista a la pantalla del ordenador. "Está bien, pero llamanos si necesitáis refuerzos."

Suspiró rendido quitándose la prenda. "Dudo que haga falta, pero, en tal caso, llamaré."

Iba a volver a la carga con la corbata cuando el pelinegro captó su atención por completo al acercarse a él. "¿Puedo?" Le preguntó casi en un susurro al estar ya frente a frente, haciendo un gesto hacia la corbata. Asintió rendido; de todos modos, no podía hacerlo peor que él.

El ángel tomó la corbata y la pasó con cuidado alrededor de su cuello, rozando sin querer sus manos con la suya en el proceso. Sus ojos azules se hayaban concentrados en aquella tela de rayas mientras la anudaba despacio siguiendo todos los pasos que le había visto hacer tantas otras veces a los hermanos Winchester.

Dean le miraba embobado mientras tanto, disfrutando de su cercanía. Lo que había pasado en la madrugada aún seguía en su mente dando vueltas sin parar. Saber que su madre y su hermano seguían en la habitación con ellos dos era lo único que le detenía de tomarle por la cintura y pegarle a su cuerpo para tenerle aún más cerca.

"¡Listo!" La voz grave de Castiel le sacó de su ensimismamiento. Este le sonreía orgulloso de su trabajo recién acabado, con sus manos aún sobre la corbata.

"Gracias, Cas." El cazador le sonrió de vuelta y posó una de sus manos sobre la del pelinegro.

Se quedaron en esa misma posición, solo mirándose a los ojos sin decir nada, hasta que la puerta del baño se abrió y la voz de la madre de los hermanos rompió la burbuja en la que los dos se habían sumergido. "¡Dean, te has dejado la chaqueta en el baño!"

En aquel instante, el ángel soltó su corbata y desapareció acompañado del sonido de un suave aleteo, dejando al recién nombrado solo en el centro de la habitación con su familia. El rubio carraspeó alisando su camisa antes de dirigirse hacia Mary, que miraba con asombro en dirección a donde había desaparecido el amigo de sus hijos.

"Gracias, mamá." Cogió su chaqueta y depositó un pequeño beso en la frente de la mujer para después dirigirse hacia la puerta. En su camino, se echó las llaves del Impala y una llave de la habitación al bolsillo.

Salió de la habitación, comenzando a dirigirse a su querido coche. Mientras caminaba pudo divisar a Castiel apoyado en el capó mirando alrededor distraido, por lo que aceleró su paso mientras se ponía la chaqueta de traje.

Cuando el cazador llegó a donde estaba el ángel, sacó las llaves y abrió el coche dándole una suave sonrisa. "¿Nos vamos?"

El contrario simplemente asintió y se subió al asiento de copiloto. Una vez los dos dentro del coche, Dean arrancó y comenzó a conducir. De vez en cuando miraba de reojo a su compañero, sin saber que decir para romper el silencio que se había formado entre ellos.

"Cas." Le llamó en tono de voz suave, como si tratara de no asustarle. El nombrado se giró hacia él con una expresión curiosa en su rostro. "¿Todo bien?"

El pelinegro asintió algo sonrojado apartando la mirada. "¿Por qué lo preguntas?"

"Te fuiste de la habitación cuando me llamó mi madre." Respondió encojiéndose de hombros.

Por supuesto que el ángel tampoco se había podido sacar de la cabeza lo ocurrido en la madrugada y salir volando de la habitación al oír la voz de la mujer había sido casi un reflejo involuntario. "Me sorprendí, solo eso." Trato de quitarle importancia, pero podía ver al mirar al humano que no le había convencido su respuesta.

Dean notaba que no le estaba diciendo la verdad, ser un buen mentiroso no estaba entre las cualidades de su amigo, pero lo dejó pasar. Con un suspiro se estiró para encender la radio. "¿Qué te parece si pongo algo de música?"

El resto del camino pasó con algo menos de tensión. El cazador cantaba animado las canciones que sonaban y Castiel le seguía algunas que se sabía, pero la mayoría del tiempo solo le miraba sonriente.

Cuando llegaron al escenario del crimen y aparcaron, el pelinegro bajó del coche y le tendió al humano una de las identificaciones. Caminaron hasta la casa, que tenía una cinta en la puerta abierta, indicando que no estaba permitido el paso. También tenía cintas en todas las ventanas.

Hicieron caso omiso de la restricción y entraron en la casa, encontrándola totalmente vacía.

Había algunos marcadores de la policía indicando donde habían estado los cadáveres cuando fueron encontrados, y también había manchas de sangre.

Inspeccionaron rápidamente la casa entera en busca de cualquier otra cosa que pudiera indicar que aquello no fuera obra de Lucifer, pero estaba completamente limpia.

"Supongo que solo queda ir al depósito a ver los cadáveres." Sugirió Dean mirando a su alado compañero, que se había detenido a mirar una de las fotos que decoraba la estancia.

"Dean, ¿cuántos cuerpos encontró la policía?" Preguntó sin levantar la vista de la foto.

"Cuatro." Respondió el rubio acercándose. Posó una mano en el hombro del ángel y miró la foto. "¿En que estás pensando, Cas?"

"En que Lucifer salió de esta casa en un recipiente." Susurró Castiel con voz abatida girando su cabeza un poco para mirarle.

"¿Por qué crees eso?"

"En esta foto hay cinco personas y solo encontraron cuatro cadáveres."

"Eh, no te desanimes." El cazador tomó la foto y la retiró con suavidad de la mano del pelinegro, que soltó su agarre en ella enseguida. "Tal vez esa quinta persona no fuera alguien de la familia o no estuviera en la casa en ese momento." Apretó su hombro levemente como muestra de afecto.

Castiel suspiró asintiendo no muy convencido. "Tal vez tengas razón. Vayamos al depósito."

"Vamos." Quitó su mano despacio al tiempo que dejaba la foto en su lugar.

Salieron de la casa en completo silencio y se montaron en el coche. El ángel iba demasiado desanimado para hablar y el rubio no sabía que decir para animarle.

En cuanto llegaron, Dean aparcó el Impala y se bajaron de él caminando hacia la entrada de la comisaría.

"Soy el agente Cabello y este es mi compañero, el agente Mendes. FBI." El cazador enseñó su placa de indentificación mientras hablaba.

El pelinegro sacó su placa y la enseñó también con su rostro completamente serio. "Quisiéramos ver los cadáveres de la familia con los ojos quemados."

El policía local les miraba extrañado, pero aún así les hizo un gesto para que le siguieran a dónde estaban. "No entiendo porque el FBI se interesa por este caso."

"Ha habido algunos parecidos en otros estados y creemos que podría ser un patrón." Explicó vagamente el rubio dando la excusa que siempre usaba en este tipo de situaciones.

"¿Qué clase de asesino en serie quema los ojos de sus víctimas?" Río nervioso el policía.

"Cosas más raras he visto." Contestó Dean encogiéndose de hombros.

El lugareño le miró con cara de horror mientras entraban en el depósito ante tal afirmación.

"¿Podría dejarnos a solas con los cadáveres?" Pidió el ángel. "Esto es una investigación federal."

"Como deseen." El policía se fue de allí cerrando la puerta tras él.

Había cuatro y todas tenían cuerpos encima, tapados con una sábana. El humano río suavemente acercándose a una de las mesas. "Tú y yo rodeados de fiambres... No suena como un gran plan."

Castiel le miró confundido ladeando su cabeza. "Dean, ¿de que hablas? Hemos venido a trabajar."

El rubio detuvo sus movimientos mientras quitaba la sábana que cubría uno de los cadáveres y le miró con sus grandes ojos verdes. "¿Eh? ¡Oh, sí, claro!"

Volvió a lo que estaba haciendo y el pelinegro se acercó a él para inspeccionar el cuerpo.

Definitivamente había sido obra del arcángel y, por lo que ponía en el informe, no había duda de que los cuatro habían sido intentos fallidos de encontrar un recipiente.

"¡Hay que encontrarle y rápido!" Soltó con preocupación el ángel alejándose del cuerpo.

"Está bien, le encontraremos." Trató de tranquilizarle Dean sin mucho éxito. "Ahora salgamos de aquí."

El pelinegro asintió de inmediato. Ambos salieron y vieron al policía de antes esperándoles.

"¿Ya han acabo, señores?" Preguntó con amabilidad.

"Sí, ¿qué puede decirme de esta familia?" El cazador se sacó una libreta pequeña del interior de la chaqueta mientras hablaba.

"Pues no hay mucho que contar. El padre trabajaba en una empresa de informática y la madre trabajaba de dependienta en un supermercado. Los tres hijos eran buenos estudiantes..."

"¿Ha dicho tres hijos?" Preguntó Castiel interrumpiéndole.

Con un suspiro, el policía asintió. "Dos hijas y un hijo. Al principio barajamos la posibilidad de que el hijo fuera el asesino, por aquello de que es el único que falta, pero supongo que desde el FBI se manejaran otro tipo de teorías."

"Bueno, muchas gracias. Eso era todo lo que necesitabamos." El rubio se guardó la libreta de nuevo y palmeó el brazo del hombre dándole una sonrisa de cortesía.

Ambos salieron de la comisaría en dirección al Impala para volver al motel y comenzar a investigar más a fondo.

El ángel se subió al coche cabizbajo, cosa que el otro notó. "Eh, ¿qué ocurre?"

"Es culpa mía." Dijo Castiel en un susurro. "Yo saqué a Lucifer de la jaula, todo esto es culpa mía."

"Ah, no, eso sí que no." Dean tomó su rostro obligándole a que le mirara con aquellos ojos azules que tantos sentimientos le provocaban. "Esto no es tu culpa. Tú no eres responsable de las acciones de ese desgraciado, ¿me entiendes?"

"Pero, Dean..."

"He dicho que no, Cas. Tú solo querías ayudar." Sus ojos verdes reflejaban la seriedad con la que estaba hablando. "Te engañó igual que nos engañó a todos, pero no es tu culpa así que no vuelvas a decir eso."

De vuelta en el motel, Sam terminaba de abrocharse su camisa de traje mientras que Mary, ya arreglada, revisaba que llevaran las identificaciones.

No muy lejos de allí había aparecido el cuerpo de un chico con las mismas características que los que habían ido a investigar Dean y Castiel, por lo que iban a ir a echar un vistazo.