Han pasado nueve horas desde la masacre.
—Por favor conecta... ¡Maldición!
Era inútil conseguir señal de la radio. Ningún número móvil funcionaba.
—Todo y para nada. A éste paso no sé qué haré —Kurtis parecía enojado con el giro tan radical de las circunstancias.
Por otra parte tenía a una mujer que había despertado y, se estaba duchando en su baño.
En cierta forma lo relajaba el escuchar cómo las gotas caían.
Tan bonitas.
—¡H-he acabado! —Contestó una voz temblorosa.
Kurtis sacó una camisa de su armario, una chaqueta de mezclilla y calzado deportivo.
—Disculparás que no tenga ropa de dama... pero te puedo ofrecer ésto. La camisa es lo suficientemente larga para cubrir y...
—G-gracias...
La chica tomó las prendas y volvió a encerrarse en el baño.
Pasaron varios minutos y Kurtis no sabía en qué ni con quién se había metido.
Vió el picaporte girar y la señorita había salido. Su cabello largo era algo notorio.
—Perdona mi indecencia... no es de una señorita estar así frente a un hombre... lo siento —La joven se cubría con la camisa que por fortuna era larga.
—Descuida. Creo que no nos hemos presentado formalmente...
—N-no... estaba en el Centro Comercial y desperté desnuda en la cama de un desconocido...
—Lo lamento. Pero hace frío y... está en mi instinto proteger a todos aquellos que no puede protegerse.
—Gracias por tu hospitalidad.
—Así que... ¿Quién eres? Te ví corriendo de esos monstruos.
—Me llamo... Dinah... Dinah Graham.
—Un gusto, Dinah. Soy Stryker. ¿Puedes decirme qué sucedió? Agradecería algo de ayuda... oh, debes tener hambre. Tengo algo en el frigorífico. ¿Deseas?
—¡Creo que estoy siendo muy molesta, Stryker! Tal vez...
—Eh, tranquila. Siéntate aquí. No hagas ni toques nada. ¿De acuerdo? Si ves algo extraño, ve al baño.
—D-de acuerdo...
Kurtis sonrió y fue a la cocina a preparar unos Nugget de pollo. Era comida congelada que no había preparado.
Se supone que eso comería con Kabal pero ahora...
Se tardó en prepararlos. Quería que no se le estropeara lo que hacía.
—¿Necesitas ayuda? Oh... Nuggets... saben bien si les pones mantequilla y... al menos así los preparaba mi madre.
—¿Gustas ayudarme?
—¡Claro!
Dinah se acercó con cuidado y colocó una pequeña barra de mantequilla sobre el sartén. El olor era agradable.
Tomó los Nugget y los hundió en el aceite del sartén. Pronto quedaría una mezcla muy deliciosa de Nuggets de Pollo con Mantequilla.
Terminada la preparación, era hora de cenar.
Kurtis sacó una soda del frigorífico y tomó unos vasos de la vajilla.
—Gracias... eres tan amable conmigo y no sé cómo pagarte.
—No. Dinah ¿Cierto? ¿Por qué no me cuentas algo? Considerando que estaremos juntos hasta que lleguen los militares.
—¿Disculpe? —Ella estaba sorprendida por lo que escuchó. —Los militares no vendrán. En realidad la evacuación comenzó hace mucho.
—¿Cómo? —Kurtis no continuó comiendo.
—¿No sabe? El brote vírico azotó a New York. Mucha gente murió y... uno de los puntos de evacuación era el Centro Comercial —Dinah miraba al plato todavía sin poder comer.
—Pues estoy vivo por una extraña coincidencia... así que me perdí de mucho. ¿Y por qué no me hablas de tí? —Stryker se llevó a la boca un trozo del pollo.
Dinah suspiró y jugaba con los cubiertos.
—Pues era una estudiante universitaria. Puede que te arrepientas de haberme salvado si te digo que nunca supe aprovechar mi vida —Graham recargó su brazo corra la mesa y miró desilusionada a la barra de mantequilla que había en la mesa.
—¿Por qué?
—Soy una niña de plástico, Stryker. Iba a fiestas salvajes, gastaba mi dinero en ropa y la escuela nunca me importó. Jamás fuí agradecida con lo que mi padre me dió y mírame ahora, de nada sirve el dinero o el estatus en una situación así.
—Creo que puedes aprender de una situación como esta, quiero decir... estás viva por alguna razón ¿No? Eso es lo bueno.
—En realidad... es extraño que tú y yo estemos vivos. El brote vírico fue uno muy potente. Según los militares se contagiaba por el aire.
—¿Qué estás diciendo? ¿Todos estamos infectados?
—Creo que no, de lo contrario ya nos comeríamos entre nosotros. Creo que ellos eran... "Zombis", sí, zombis.
—Un brote de ese tipo sólo es propio de un juego... bueno. Dinah, espero podamos llevarnos bien, y que logres soportar a éste joven gruñón.
—No pareces tan malo. Ahora que recuerdo ¿No fuiste el hombre que detuvo a ése autobús que tenía bombas? Creo que te he visto en el periódico y la televisión.
—¡Bah! Eso es cosa de todos los días. Así que... tengo temor de dormir. No sé con qué nos vayamos a encontrar o si algo se meterá a casa mientras descansamos.
La atención del oficial fue atraída al instante por la aparición de unas luces blancas que iluminaron las ventanas y al poco tiempo cedieron.
—¡Stryker! ¿Stryker estás ahí?
La voz de un hombre que golpeaba la puerta repetidas veces sorprendió la cena armoniosa del dúo.
Stryker echó un vistazo por la mirilla y vió que Kabal era quien estaba acompañado de otras personas. Sin dudar abrió la puerta.
Ambos hombres se dieron un abrazo.
—¡Sigues vivo, hombre! ¡Estoy jodidamente feliz de encontrarte! Sabía que estabas aquí, lo sabía, carajo —Kabal le pidió a ambas mujeres que ingresaran ya que no sabían qué cosas podían encontrarse entre las sombras. —¡Apaga las luces! ¡Apágalas!
El grupo se aseguró de que nada iluminara el hogar, ni siquiera las luces que no podían verse a través de alguna ventana.
—¿Me puedes explicar qué mierda está sucediendo exactamente? —Kurtis se hincó en el suelo y pudo ver algunos monstruos deambular por las calles, parecían ir sin algún tipo de rumbo fijo.
—¡Los muertos! —Una joven rubia respondió. —¡Primero ellos empezaron ésto!
—¡Y el agujero que salió del cielo! —Dinah también susurró.
Esperaron a que las criaturas se alejaran para poder hablar con tranquilidad.
—Necesitamos cubrir las ventanas porque pueden entrar por ahí. ¡Vamos Stryker! Ayúdame y te contaré lo que ocurre.
Kabal y Stryker usaron unos libreros para cubrir esos espacios y así reducir la posibilidad de que algún terrible ingresara.
Las mujeres del grupo posicionarnos un sofá en la entrada del hogar. Ahora lucían más seguros.
Subieron a la habitación de Kurtis y fue ahí que el policía cerró la puerta de ésta con seguro.
—¿Ahora pueden decirme qué ocurrió? ¿Quiénes son ellas, Kabal? ¿Qué diablos...?
—Soy Cindy Lennox, camarera y estudiante de medicina —La joven rubia saludó al grupo y le dió la mano a Stryker.
—Yo soy Claire Redfield y vine en búsqueda de la hija de un amigo mío... íbamos de viaje y... todo se descontroló. Era una locura, una puta locura.
—Todo comenzó así, Kurtis...
Kabal creía que era idóneo revelar parte del inicio de La Tragedia.
