Tenía que pasar y pasó, soy fiel creyente de la Ley de Murphy y está, como otras veces, no me decepcionó: me perdí en medio de la academia de Kuoh, en el edificio nuevo para ser exactos; debí de esperar que Sona se hiciera cargo, pero allí estaba yo haciéndole al teatro de malota que deja a la expectativa a todos.

Justo ahora estaba espera de que me asignaran a un grupo, y como veo el cliché venir estoy preparando ya mis más rimbombantes palabras para llamar idiotas a todos (los que si tienen relevancia en DxD), no me sorprendió cuando la presidente del consejo estudiantil me hizo entrar y vi de frente a Issei, Asia y Xenovia; entorné los ojos y ellos bajaron las miradas, nada más salió Sona del salón y la hecatombe surgió.

—¡A callar! —grité, el ruido jamás me había gustado, hablar tampoco y la atención menos, en mi vida anterior no había tenido los huevos para hacer que todos se callaran, pero el hecho de que nadie me conociera y ni supieran de mi actitud, además de la madurez que ya tenía, me hicieron tener esa confianza—. Mi vida sentimental no les debe importar, aunque si insisten tanto le prometí a mi exnovio que lo cambiaría por una chica o un bonito extranjero de ojos azules —apreté la mandíbula y miré al profesor presionándolo para que me asignará un lugar.

—A un lado de la señorita Argento, atrás del joven Hyoudo —suspiré por lo predecible que era esto.

—¡Seamos buenos compañeros! —suspiró Asia secundada por las miradas suplicantes del trío pervertido y su doncella, rodé los ojos, se requería de un par de futbolistas (una maniática de los pandas), una kpoper, un gordito bonachón y una optimista casi inquebrantable con corte de pixie; para ser mis amigos, tristemente los únicos en medio de tres mil alumnos de enfermería.


Hacía mucho tiempo que no tenía tiempo para almorzar alegremente, la cafetería de la escuela no me parecía apetecible así que termine pidiendo una anvorguesa por Uber Eats, seguiré insistiendo que no soy dependiente a esos servicios de comida mientras saboree mi Pepsi de lata.

—¡Tienes un don para hacer amigos!

—¿Por qué no me sorprende que estés aquí?

—¿Realmente no te sorprende? Debes ser buena leyendo la energía mágica de los demás.

—Soy solo una humana Vali, una normal no como LeFay, sino estaría en Hogwarts en Slytherin y no aquí, aunque aquí entre nos prefiero la cabina trece del campamento mestizo —para ser sincera ni siquiera lo estaba viendo, estaba más ocupada haciendo la resección del jitomate de mi hamburguesa, era una complicada operación que se estaba llevando a cabo con éxito, pero podía oír el resoplar del medio demonio—. Suéltalo.

—¿Qué tanto sabes?

—Tu madre está en algún pueblito montañoso del este de Europa, formando una familia que no es tan mierda como tú padre y tú abuelo —oí un bonito suspiro rompiendo las veinte respiraciones que tenía por minuto—. Podrías no traicionar a Azazel y convertirte en el héroe de todos.

—Las batallas...

—Busca al abuelo de Bikou, que te entrené, es un método más efectivo de aumentar tu poder, o bebe la sangre de Samael y pide a Gran Rojo que te regale un cuerpo nuevo.

—Lo dices como si fuera lo más fácil de hacer —negué con una sonrisa en la cara.

—Azazel ve un hijo en ti, y tú vez a un padre en él, no acabes con eso por un capricho que podría solucionarse con un método humano —él me miró con curiosidad, y como yo era muy madura me reí como foca retrasada—. Mira, solo se trata de acercarse hasta que la Sacred Gear no funcione, el creerá que ya no tienes el poder para atacarlo y entonces... ¡mocos pedorros! una bala directo al ojo, perfección.

—¿Quién te metió esas locas ideas en la cabeza?

—He~ yo que sé Happy Tree Friends, South Park, los videos de policías americanos deteniendo criminales, nunca lo sabremos —decidí que era una buena idea comenzar a comer y él simplemente bufó—. Puedo convertirte en algo parecido a un dios, y sé que te gustará. ¿Qué dices? Eres el mejor postor u ofrezco mis servicios al Rojo.

—Eres peor que un demonio, y mira quién te lo dice.

—Lo más parecido al príncipe del inframundo —me levanté de mi apasible lugar en el suelo y le mire directo a los ojos, las estaturas se habían quedado igual que en el anime y no los datos de la novela ligera, quizá me sacaba unos tres centímetros—. El internet corrompe, tiene demasiada información, y la información por lo general te da poder... a lo que voy, quieres cumplir el plan o no —extendí mi mano hacia él y dudoso la tomó—. Juro que, si todo sale mal, al menos las risas no faltarán —una sonrisa se implantó en su rostro, ya íbamos por buen camino—, para empezar, llama a tu equipo, los necesitaremos.


Agradecía tener ropa de niña, eso me había hecho encontrar un conjunto perfecto que me hiciera parecer medianamente formal: un blazer azul marino, una camisa blanca, unos jeans azul marino, unos Converse blancos y una bolsa estilo folder habían completado el estilo, gracias a Pinterest obviamente, por qué si no estaría con el pijama las pantuflas de unicornio.

Sentía la penetrante mirada de todos y eso que yo nunca sentía las miradas de nadie excepto las que mi cerebro creaba en medio de las crisis de ansiedad, si ya lo sabía, nadie entendía que hacía una humana como yo aquí.

—Nietzsche lo dijo: Dios ha muerto. ¿Era real desde ese entonces? —me negaba rotundamente a dejar que me siguieran mirado como animalito en el zoológico.

—¿Qué hace ella aquí? —pregunto Sirzechs y yo simplemente reí.

—¿Quién es...

—Mi protegida.

—No sabía...

—Pues ahora la tengo —me inquietaba bastante la comunicación entre Azazel y Vali, era como si se leyeran las mentes, recuerdo que él sabía de la traición de Vali, ¿aún tendrá esperanza en él?

—Creí que no se conocían hasta esta mañana, Hashimoto Seijun —habló muy a su estilo Sona, quién había terminado de dar su informe a los reyes demonio acerca de Kokabiel y esperaba a Rías y si nobleza para que continuaran

—Las cosas pasan, el destino tiene sus planes y solo es orden mía seguirlos —estaba tratando de recordar en mi mente como es que Alice Cullen hablaba, pero solo venía a mi mente la bonita sonrisa de Ashley Greene.

—El destino no está escrito en piedra.

—Pero los mandamientos si, y gracias a eso los congresistas americanos quieren poner estatuas de ellos en la explanada de las universidades, pero no aceptan una estatua de Baphomet —sentí un ligero codazo de Vali y simplemente desvíe la mirada para centrarme en mi teléfono—, esa estatua de tres metros aún existe por allí, pero religiosos radicales la quieren destruir.

—Sabes mucho de esas cosas —me recriminó el Rey Carmesí, fue entonces que Sona tomó la palabra.

—Según tengo entendido la señorita Seijun vivió mucho tiempo en Estado Unidos, en su antigua escuela asistía a ciertos clubes.

—Puedes ser miembro de la Iglesia de Satán por quince dólares al mes, o del Templo Satánico por uno, además de libros para colorear, ¿Quién le dice que no a los libros para colorear? —si bien sabía eso por mi búsqueda de fé entre pagana, satanista y agnóstica, aquello salió de mi boca sin permiso, pero totalmente natural—. Aunque los rituales mágicos no sean parte de lo que mis padres practican si lo es el razonamiento, y ciertas cosas Nietzscheanas, ¿acaso el fundador de la COS sabía algo?

—Nadie. Nadie sabía nada —el tono de Michael era muy calmado, aun así, por alguna razón daba miedo.

—Hay dioses que lo saben, una muerte así nunca pasa desapercibida, apresuren la paz, y de paso le quitan las gemas del infinito a Loki.

—¿Avengers? ¿En serio?

—Mi único consuelo ya que el verdadero no se parece a Tom Hiddleston —Vali clavó su mirada en mí y solo puse una sonrisita, está vez no iba a reír como loca—. Deberían de iniciar —la puerta se abrió y ellos aparecieron allí, quizá deba saltarme la parte aburrida.


09-12-2019