Dolor.
Eso es lo primero que siento.
Blanco.
Es lo primero que veo.
El ambiente es muy conocido para mí, ese mismo en el que pase mis últimos días, un hospital, en realidad el ambiente me parece normal, o tan normal como urgencias puede ser, aun así, yo estoy sufriendo.
"Código Azul"
"Código Azul"
El aire me falta. Yo, yo no veo nada, pero duele, duele mucho y... y...
Abro los ojos.
Una habitación en el club de ocultismo es lo primero que me recibe, siento las lágrimas en mis ojos y el aire me falta, toco todo mi abdomen y solo encuentro un pequeño agujero en el disfraz de monja, trato de tomar aire, pero es inútil, me levanto y tomo los tacones manchados de sangre a mi lado con delicadeza, todo mi torso duele me atrevo a decir que incluso desde el inicio de la columna vertebral hasta el coxis.
—Ugh.
Todo duele, pero aun así camino sujetándome de las paredes para avanzar
—Te he investigado un poco —escucho a lo lejos, es la voz de Vali—. Tu padre es un oficinista común, tu madre va a veces a un trabajo a tiempo parcial, pero la mayoría del tiempo es una simple ama de casa —camina entre todos curioseando todo en la habitación, Michael y Sirzechs le miran aún con desconfianza y Azazel aún está en shock—. Los parientes de tus padres son completamente normales —toma una de las piezas del ajedrez de Rias, esas que refulgen en carmesí prueba de que son aquellas malditas—, no hay pruebas entre tus antepasados de usuarios o profesionales que poseyeran poder —entonces él mira a la puerta—. Deberías de descansar.
—Yo... yo... —no puedo articular ninguna palabra, la garganta me escuece y siento como si me comprimieran el pecho, intento sostenerle la mirada, pero no puedo y finalmente termino en el suelo. Escucho mi propio llanto, pero me parece tan lejano un par de brazos me rodean, no sé quién sea, pero es reconfortante.
—Respira —escucho que me dicen, pero solo hay una cosa en mi mente.
—Estaba allí, en el hospital... yo... yo... ¿y si me mataron? —lo único que podía procesar era aquel sueño, pero sabía que no era un sueño.
—¿Cómo...
—¡Todo era una mentira!
—¡Hey! —ese tacto misteriosamente si lo reconozco, helado, venenoso, solitario—. ¿Tiene que ver con...
—¡Alguien me mató! No, no fui yo. ¿Y si todos lloraron? ¿Qué tal si no? ¿Si fue un alivio? —no podía dejar de llorar, estaba en medio de un ataque de pánico. Intenté respirar «¡Cálmate! ¡Nadie tiene por qué ver tus mental breakdowns!», con desespero limpié las lágrimas e intenté abanicarme con las manos. Intenté respirar lo más sereno posible, pero creo que hasta olvide como respirar en automático por lo que me estaba concentrando en un errático «Inspira, espira»
—¿T-tu?
—Olvídalo —él me miró como si de pronto me hubieran crecido dos cabezas más, y es que no lo culpo porque mi voz no sonó nada convincente—. Si, olvídalo, es solo que, siempre había visto el futuro, no... creo que me iré, no sigas metiendo la pata —luego mire a los presentes en la sala—. ¿La reunión podría tomar un descanso? Tenemos asuntos que resolver, pero nosotros... yo...
—Sería lo mejor —habló Michael con una sonrisa en el rostro, ¿acaso nunca se le dormirán las mejillas?
—Si, si, además la academia... quizá.
—Acabas de revivir, ve a descansar.
—¿Qué? ¡Ustedes...! —Vali me tomó de los hombros y me sacudió.
—Sigues siendo humana, solo... tu corazón se detuvo como por quince segundos —por alguna estúpida razón comencé a reír y en medio de aquello las lágrimas salieron—. Vamos, necesitas... recuperarte.
Estaba sentada frente al computador, todo ocurría en las mismas fechas que yo recordaba en la que vivía con una página de Google con el que solía ser mi nombre, aparecía el que solía ser mi perfil de Facebook como primera opción, y después... cielos no tenía forma de explicarlo, estaba allí congelada deseando que fuera una puta noticia de broma, pero no, se trataba de una nota en el periódico local, no sabía si rogarle a Dios o a Satán porque no se tratara de otra de esas notas como con la que nos recibieron en el primer semestre de la carrera.
—Deberías descansar en vez de ver noticias horribles del otro lado del mundo —salté asustada y de inmediato cerré la laptop, nada más al escuchar su voz.
—Creí que seguías en la reunión —él negó con la cabeza, tomó una silla y se sentó a lado de mí.
—Es que mi abogada se tuvo que retirar —solté una risita irónica.
—Abogada del diablo, ¿he? No es un mal puesto —miré a la nada mientras que él me veía a mí, lo sentía, sentía que trataba de descifrar que era lo que tenia en mente, creo que hasta cierto punto estaba preocupado, no pensé realmente que lo iba demostrar tan rápido.
—No te vez especialmente preocupada.
—Justo ahora soy el ser más despreocupado del mundo, ya he tomado mis ansiolíticos y antidepresivos —él viró su mirada a lado de mi laptop donde había un vaso con los restos de un líquido.
—¿Y eso?
—No me metí un frasco de Rivotril y otro de Prozac con una botella de Vodka —Vali me miró con los ojos entrecerrados y después negó—. No moriré hoy, tal vez, y no estoy intentándolo ¿Sabes? Si, tengo toda esa mierda de ansiedad y depresión, pero me estoy tratando, todo está relativamente bien y espero que no se ponga mal.
Suspiré frustrada enterré mi cara entre mis manos, en mi otra vida había tenido crisis de ansiedad, pero no tan fuertes. Después de averiguar algo de mi actual vida se me fue la sangre a los pies y casi me desmayo, aunque contrario de lo que sospechaba por la estratosférica cantidad de dinero en la tarjeta, mi padre no era un político, solo uno de esos empresarios cliché de Manhua romántico bien cliché que me gusta leer, aún falta averiguar si es corrupto o no, aunque por el camino que voy no creo que importe mucho, también según los registro del mail que está abierto en la computadora he visitado a, al menos, una docena de psicólogos y dos o tres psiquiatras, y todo apunta que el fin de semana que viene tendré una cena con toda la familia y mi madre me envió un mail recordándome que debo aparecerme por allí y que rente un novio o algo así.
—Un centavo por tus pensamientos.
—Valen más que eso —susurré con desgana, quizá no lo valían, pues comparado con todo el asunto de las facciones en este instante quizá eran una mierda—. ¿Cuándo se retomara la reunión?
—Mañana por la mañana.
—Entonces —murmuré tomando el vaso mientras y saboreando mi juguito de la maldad—. ¿Qué te trae por aquí?
—Quería saber que no estabas al borde de la locura, y si no estabas así, decirte que la Khaos Brigade no tardara en contactarnos —él no se veía especialmente feliz y cómodo con aquéllos.
—¿Entonces cuál será nuestra coartada? —el arrugó los labios y negó, dejó caer todos si cuerpo hacia atrás y después con sus manos cubrió su rostro—. ¿Crees que nos llamen antes de mañana?
—No, lo harán cuando el asunto esté finiquitado.
—Entonces relájate —no sé si se lo decía a él o me lo repetía a mí—. Ya se me ocurrirá cuando despierte, o cuando tome una ducha.
Una sonrisa se apareció entre sus labios, una sonrisa altanera de esas que no presagiaban nada bueno, y yo no podía más que quedarme allí, quieta, pues mi mente actualmente estaba trabajando muy a penas y con el objetivo de no morir en el intento. Él se levantó y me miró:
—Ten una buena noche, pues mañana será un día muy largo —y así como apareció se fue, se que el portal estaba allí, pero no brillaba lo suficiente como para ser muy llamativo o iluminar toda la habitación, vaya decepción, aunque no creo que deba decepcionarme aquello, cuando aún sigo siendo un monigote de malvavisco caminando entre llamas.
11-04-2020
