Weiss estaba muy inquieta y preocupada. Ahora mismo, estaba observando como Blake y Jaune habían apilado un montón de troncos para crear una fogata y mantenerlos iluminados en la cueva que ella y Ruby habían encontrado.
En el transcurso de su búsqueda, Ruby nunca habló, sus ojos se mantuvieron distantes y las manchas rojas debajo de sus ojos habían comenzado a desaparecer, era como un caparazón vacío y Weiss no pudo evitar sentir un nudo en su estómago ante aquella vista de Ruby, destrozaba su corazón como la niña alegre e infantil se convirtió en una adolescente con el peso del mundo sobre sus hombros, como pasó de sonreír tan esperanzada a sonreír superficialmente, como la fe que demostraba y que siempre los ayudaba a avanzar ahora se desvanecía por intentar enfrascar lo que sentía respecto a la muerte de Penny.
Weiss quería tanto decirle a Ruby que estaba bien no estar bien, que no debía forzarse a recuperarse tan pronto, que tenía derecho a derrumbarse y desahogarse. Pero no pudo decirlo, era como si una pared invisible de pronto apareciera entre ellas, impidiéndole el paso. Era como si Ruby, con esa demostración de tomar el dolor para si misma y ahogarlo hasta lo más profundo, creara una barrera que impedía a los demás llegar a ella.
Weiss estaba asustada de lo que éste dolor podría hacerle a Ruby, estaba asustada de que su hermana Winter y todos los demás pensaran que están muertos, le asustaba que Neopolitan también estuviera por ahí, estaba asustada por lo que pudiera haber en esa desconocida isla. Estaba triste, seguramente varios civiles que cayeron no sobrevivieron, estaba triste porque Penny murió. También estaba frustrada, furiosa, si tan solo hubiera aguantado mucho más, entonces Penny no se habría sentido sin tiempo, ella no habría tenido que pedirle a Jaune que hiciera aquel acto de misericordia y Ruby no estaría sufriendo como lo hacía ahora en silencio. Si, todos estaban devastados por la perdida de Penny, era su amiga después de todo, debían protegerla, debían estar para ella, pero Ruby sentía ese dolor el doble y solo pensar en eso la hacia querer llorar.
Sus ojos azules helados se dirigieron a la figura de Ruby, quien estaba en la entrada de la cueva, observando las extensiones verdes de plantas y árboles con expresión neutral. Su fiel capa roja se encontraba doblada a un lado con sus guantes negros encima de ellos, junto a la camisa blanca manga larga que suele usar bajo su corsé y las mallas negras que utilizaba, debido al calor, habían optado por quitarse las prendas más pesadas. En su caso, se quedó con su vestido blanco nada más, mientras que Blake se quitó su gabardina blanca, Jaune igual solo vestía una camisa negra y lo demás siguió intacto.
Weiss observó a Blake, quien se sentó a su lado, dejando a Jaune controlar las brasas del fuego.
—¿Estás bien? —le pregunta Blake en un susurro apenas audible, sus oídos en dirección a Ruby a pesar de mirarla a ella.
—Nadie lo está en estos momentos —respondió la ex-heredera, sus ojos fijos en Ruby —¿La enterraron cerca de la playa? —le pregunta en voz baja y temblorosa.
—Si, lo hicimos —responde Blake suavemente, sus ojos amabarinos finalmente dirigiéndose a Ruby —. Estoy preocupada por Ruby —admite, sus orejas se aplanan contra su cabeza, encogiéndose un poco sobre si misma. Weiss no dice palabra alguna, permitiendo a la fauno continuar —. No se suponía que esto sería así —sus ojos decayeron durante unos instantes, solo para después dirigirlos a Weiss —. No tienes que culparte, las circunstancias sucedieron de esa manera —le susurró la fauno, su mano descansando sobre la de Weiss, quien sintió como sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Hubiera deseado ser un poco más fuerte, resistir un poco más —susurró Weiss con arrepentimiento, sus ojos dirigiéndose a Jaune quien observaba la funda de Croscea Mors mientras la sostenía en sus manos —. Solo espero que Jaune pueda superar esto.
—No es algo que pueda superarse fácilmente, solo aprenderá a vivir con ello, la culpa jamás se irá —murmura Blake, su rostro arrugándose con amargura mientras observa al rubio.
Weiss no respondió nada, ella sabía de qué hablaba Blake, después de todo, tanto ella como Yang les contaron lo que sucedió con Adam después de haberse instalado en Atlas. En si, el contexto no era exactamente el mismo, pero la acción y las repercusiones que recaen en las personas que realizan tales elecciones se asemejan.
—¿Que hacemos a partir de aquí? —pregunta la ex-heredera, sus ojos azules enfocándose una vez más en Ruby, quien permanece quieta en su sitio, mirando la oscuridad cerniente en el cielo.
—Antes de que... —Blake mordió su labio, sus ojos ámbar fijos en Ruby —. Sucediera lo de Penny, Ruby había planteado buscar a Yang, debido a que caímos aquí a salvo, puede que ella igual esté por ahí —pronto, la fauno se envolvió a si misma en sus propios brazos, sus dedos enterrandose en la piel —. Espero que la encontremos pronto, quizás ella pueda sacar a Ruby de su caparazón —suspira, guardando silencio unos instantes mientras el fuego crepitaba —. Cuando Yang cayó... Sentí que todo se volvió gris, era como si el suelo de pronto desapareciera y mi corazón se aceleró al punto de que dolía. Verla caer, no lograr alcanzarla... Fue como si rompieran algo dentro de mi, fue un miedo que aún no sé cómo describir en palabras, el dolor que se aferra a tu piel, la angustia y la impotencia, juegan contigo y nublan tu cabeza —los ojos ambarinos se llenaron de lágrimas sin apartarse ni un solo segundo de la figura de su líder, Weiss se acercó un poco más a la fauno, sus hombros chocando uno contra el otro mientras la joven Schnee escuchaba en silencio —.No quería hacer más, quería lanzarme, ir tras ella, quería llorar hasta gastarlo todo... Pero no hubo oportunidad, no la habría, así que ese dolor se volvió ira e hice lo que tenía que hacer, seguir avanzando en su momento, aún si estaba destrozada y aún si me culpaba por no haber atrapado a Yang a tiempo —Blake suspiró una vez más, de manera temblorosa —. Ahora, sé que hay una alta probabilidad de que Yang esté por aquí, esperando a ser encontrada y eso alivia un poco ese dolor, pero con Ruby... —el rostro de Blake se agrio una vez más —. Vio el cuerpo de Penny, y eso la perseguirá —unas lágrimas cayeron por sus mejillas —. Cuando perdí a Yang, me di cuenta de todas las palabras que no dije, todo lo que nos perdimos, todo lo que no pude expresar... Sentí que había perdido el tiempo, que ya no recuperaría esos momentos, fue doloroso —Blake guardó silencio, indicando que había terminado de hablar cuando limpió las lágrimas que tenía en sus mejillas.
Weiss miró a su amiga y después a Ruby de nuevo. Sabía bien lo que estaba implícito en el desahogo a corazón abierto que Blake había tenido con ella. Blake podía entender en dónde estaba Ruby en estos momentos y su preocupación aumentó más. Solo espera que esto no vaya a crear una brecha sin arreglo.
—Deberíamos descansar un poco y tomar turnos para vigilar, mañana podemos separarnos y buscar a Yang —le dice Weiss a su amiga, mirándola de reojo. Blake asiente en silencio, solo para después ponerse de pie y caminar hacia donde Ruby.
Weiss observa como ambas comparten un corto diálogo, solo para después ver cómo Blake asiente y vuelve a dónde está.
—Iremos a descansar, mañana formaremos parejas para abarcar terreno y encontrar a Yang —dijo Blake en voz alta, logrando obtener la atención de Jaune —. Tomaremos turnos para vigilar, Ruby tomara el primero y yo el segundo.
—Puedo tomar el tercero —dice Jaune, sus ojos dirigiéndose a la entrada de la cueva para mirar a Ruby, quien no se ha molestado en apartar la mirada del exterior de la cueva.
—Tendré el último turno entonces —confirma Weiss con tranquilidad y después de eso, un nuevo silencio los rodea hasta que se marchan a descansar.
Los primeros rayos del sol brillaron con intensidad entre las copas de los árboles. Yang una vez más, salió con un pequeño grupo de civiles para recolectar frutas y alimentarse con ellas. La cazadora sentía la rigidez en sus músculos, había recibido un buen golpe por parte de Neo, y su aura apenas se estaba recuperando casi por completo, pero sé alegraba de poder estar en movimiento y viva, así que no tenía mucho de que quejarse (salvo quizás, el calor en esa extraña isla).
La cazadora de cabellera rubia observó hacia la playa, las olas golpeaban la orilla mientras la luz del sol hacia destacar el azul del agua.
Mientras los civiles terminaban de recolectar algunas bayas, Yang pudo notar por el rabillo del ojo un reflejo de luz del lado izquierdo fuera de la arboleda, específicamente por la orilla de la playa.
—¿Señorita cazadora? —Yang volvió la mirada a la mujer que le había llamado, ella y el resto miraban con intriga a la rubia.
—Vuelvan al punto de reunión, he notado algo por ahí —su dedo señaló la dirección en la que había notado aquel destello de luz —. Iré a investigar y volveré después, aún debo hacer patrullaje —les dijo con una sonrisa. No hubo objeciones, y el grupo caminó de nuevo sobre sus pasos para volver con el resto de civiles.
Una vez Yang los perdió de vista, la sonrisa en su rostro desapareció y de inmediato giró sobre sus talones para salir hacia la playa y recorrer la orilla. Tuvo una extraña corazonada al percibir aquel destello de luz, como si algo le dijera que debía darse prisa y encontrar el origen.
Así que Yang se apresura, aventurandose por la orilla de la playa al punto de casi correr hasta que se detiene abruptamente.
Sus ojos lilas muestran angustia y miedo al haber encontrado la fuente de aquel destello de luz. Ahí, enterrada profundamente en la arena, el agua casi tocandola, estaba Crescent Rose, la hoja clavada en la arena mientras los rayos del sol la envolvían.
El corazón de Yang se aceleró, corrió hasta el arma de su hermana y de inmediato sus manos se aferraron al mango, de un tirón, sacó a Crescent Rose de la arena y la miró profundamente, como si el arma pudiera darle las respuestas que necesitaba.
—Mierda... —gruñó la cazadora con frustración, su cabeza girando en todas direcciones, buscando con una mirada desesperada si a caso la dueña de la guadaña estaba ahí —¡Mierda! —exclamó frustrada, volviendo a Crescent Rose a su forma compacta y colocándola en su cadera, justo arriba del paraguas rosa que aún llevaba colgando —. Ruby, ¿qué diablos pasó ahí? —susurró impotente, temerosa de que su hermana hubiera sido desarmada.
¿Qué pasó con ella? ¿La dejaron caer? ¿Acaso Neo cumplió su objetivo? No, eso no podría ser, su hermana debe haber salido de alguna forma, además, ni Blake ni Weiss habrían permitido que Ruby fuera lastimada de alguna manera.
Pero el arma de Neo también estaba acá, ¿y si Neo y Ruby cayeron arrastrándose una a la otra? ¿Y si Weiss o Blake también cayeron? ¿Qué tan horribles se pondrían las cosas allá arriba cuando cayó?
Su corazón se sintió pesado y mordió con fuerza su labio, muy preocupada por su familia.
Sus ojos lilas recorrieron una vez más el área, solo para cersiorarse de no pasar nada por alto. Sus ojos pronto se detuvieron en un árbol que le pareció peculiar.
Yang no entendió la razón, pero por algún motivo sus preocupaciones se bloquearon repentinamente al ver aquel árbol y en cambio ese sentimiento se reemplazo por confusión y curiosidad. Había algo particular en ese árbol, estaba en lo alto, era enorme y pareció majestuoso, pero no era su apariencia lo que la había atrapado, era otra cosa, pero no sabía explicar que era.
Un escalofrío de pronto subió por su espalda cuando una suave brisa vino desde detrás, pero su mirada se mantuvo fija en el árbol, algo le impidió voltearse hacia la playa, como si fuera una fuerza invisible.
"Ellos están bien, los encontrarás pronto"
Yang se sobresaltó en su sitio, girando su cabeza hacia atrás encontrándose con la extensión de agua al sentir aquella voz suave en su oido. Era una voz familiar, una que no había escuchado hace años y sintió como sus ojos se llenaron de lágrimas.
¿Cómo era posible? Esa voz definitivamente era...
—¿Yang? —la rubia miró de inmediato hacia su izquierda, sus ojos lilas se encontraron con los ámbar de Blake, quien le miraba en shock, sus ojos llenándose de lágrimas rápidamente mientras estaban a solo unos metros de distancia.
Era como si el tiempo se hubiera detenido al verla, cada pensamiento se encontró estrellándose contra una pared, desvaneciéndose hasta quedar en un vacío blanco. Su corazón se aceleró, su mano comenzó a sudar y pronto comenzó a dar pasos en dirección a la fauno.
Blake rompió toda distancia entre ellas al correr en su dirección.
—¡Blake! —gritó Yang su nombre con rebosante alegría, recibiendo a Blake en sus brazos y cayendo sobre la arena.
—¡Oh, por Dust! —exclamó Blake entre lágrimas sobre Yang, sus manos pronto tomaron el rostro de Yang, inspeccionando cada rincón de el, como si se cersiorase de que era real —¡Lo siento tanto! —lamentó en un sollozo, cerrando sus ojos con dolor —¡No pude atraparte! ¡No pude hacer nada! ¡No quería romper mi promesa! ¡Lo siento! ¡Tuve tanto miedo! ¡Creí que te había perdido! —la fauno se aferró a Yang con fuerza, enterrando su rostro en el pecho de la rubia.
—Hey, Blaky, está bien, ya estoy aquí —le susurró al oído con dulzura, enterrando su rostro en el cabello de su pareja mientras sus brazos se aferraban un poco más a la cintura de la fauno —, no fue tu culpa, jamás será tu culpa —alejó su rostro de la cabellera de su pareja, y con cariño retiró algunos mechones negros que cubrían el rostro de la fauno, solo para después tomar su mentón con suavidad e invitarla a que la mirara a los ojos. El lila y el ámbar se conectaron de nuevo, brillando gentilmente, en un gesto lento sus frentes se juntaron, sus respiraciones se entrelazaron con facilidad, llendo a su propio compás. Lentamente, rompieron la distancia entre sus labios, uniéndose un tierno beso lleno de dulzura y cariño. El tiempo se relentizó alrededor, los sonidos de las olas, el sonido del aire y todo lo demás quedó en segundo plano, solo eran ellas dos. Las palabras no dichas, lo que habían querido confesar desde hace tiempo, todo se llenaba con ese beso, eliminando cada pregunta o duda, volviendo el lago aún más claro.
Ambas finalmente se separaron, sus ojos aún mirándose mutuamente mientras una sonrisa adornaba sus labios.
Y repentinamente, un carraspeo sonó a unos pasos lejos de ellas, empujándolas de nuevo al presente y dirigiendo sus miradas al chico que estaba parado a unos metros de ellas, con la mirada en dirección a la playa mientras se mostraba avergonzado con un sonrojo en sus mejillas y rascando su nuca.
—No quiero interrumpir, pero... —murmuró Jaune nervioso. Blake se sonrojó furiosamente, levantándose de inmediato y permitiendo a Yang hacer lo mismo.
—Hey, Jaune —le saludó Yang entre risas nerviosas, desviando un poco su mirada —. Así que también estás aquí, ¿eh? —dijo, mirando al chico, quien se recuperó y miró a la rubia.
—Si... —susurró él en voz baja, sus ojos clavándose en la arena a sus pies.
—¿Qué sucede? —le pregunto Yang al notar la actitud de su amigo, por alguna razón comenzaba a tener un mal presentimiento.
—Yang —la rubia de inmediato volvió la mirada hacia Blake, quien ya no llevaba una sonrisa en su rostro, en cambio, parecía más una pequeña mueca —. Weiss y Ruby también están aquí y... —Blake mordió su labio, sus ojos ámbar se dirigieron a Jaune unos instantes para después volver a la rubia —. Yang, Penny murió y Ruby... —le informó con voz temblorosa, sus ojos de nuevo llenándose de lágrimas.
—¿Qué...? —Yang miró a Blake atónita, su corazón latiendo rápidamente.
—Te lo explicaremos en el camino —le dijo Blake —. Nos separamos para abarcar terreno y buscarte, y tenemos un punto de reunión, iremos ahí para que puedas ver a Ruby.
Yang asiente en silencio, permitiendo que Blake sea la primera en ponerse en marcha a la par de Jaune, quien no volvió a pronunciar palabra en ese momento. La rubia dirigió su mirada una vez más al árbol enorme en lo alto, solo para después correr para alcanzar al dúo frente a ella.
[...]
