Yang dejó caer sin nada de delicadeza las pilas de madera que habia cargado en sus brazos. El rechinido de su brazo la hizo chasquear la lengua molesta, moviendolo un poco para saber que es lo que iba mal, mientras, Blake se colocaba de cuclillas frente a los trozos de madera, acomodandolos para darle forma de fogata y formando un circulo con algunas rocas.

—¿Yang? —la llamó Blake tentativamente, su atención se marchó de su brazo para enfocar sus ojos en su pareja, notando que ella continuaba su labor con la fogata —¿Estás bien? —pregunta con suavidad, sus ojos ámbar finalmente elevándose y mirandola directamente.

Yang suspiró, dejándose caer al suelo sin nada de cuidado, cruzandose de piernas. Sabía bien todo lo que estaba implícito en la pregunta de la fauno —. Estoy cansada de todo esto —se sincera de inmediato, ya estan suficientemente abajo, ¿por qué ocultarlo más? —. Hemos estado luchando durante casi tres años, no hemos descansado y simplemente ni una sola vez logramos que algo salga bien —Yang reconoce que su semblanza se ha activado, seguro sus ojos se han tornado carmesí, pero no puede evitar escupir la frustración que siente —. Esta estúpida guerra, los dioses, Cinder, Salem... —ríe amargamente —¿Qué hemos estado haciendo todo éste tiempo? ¿De qué nos ha servido estar haciendo todo esto? —cuestiona, sus manos cerrándose en puños —. Hemos perdido demasiado ya, Pyrrha murió, civiles heridos en Vale e incluso muertos, Penny murió en Beacon, después pudo ser traída de vuelta y murió de nuevo... ¿De qué rayos nos ha servido seguir luchando si hemos perdido tanto? —Blake se queda en silencio, observándola fijamente y sin saber que responder.

—Risistir, no permitir que Salem controle Remmant o invoque a los Dioses —la voz de Ruby responde, monótona y carente de expresión, caminando hacia ellas y en sus brazos cargando lo que parecen ser unos cocos. Weiss esta detrás de Ruby, sus brazos también ocupados y mirando con preocupación de Ruby a Yang y Blake —¿Eso no cuenta de algo? —la cuestiona, sus ojos plateados fijos en sus lilas. Ni siquiera se percataron de cuando habian ingresado a la cueva, quizás Ruby utilizó su semblanza, pero aun asi... Yang se maldijo a si misma.

Yang siente como un nudo ha cerrado su garganta, perdiendo el aliento —. Ruby... —susurra, su voz tiembla casi sin ser notado, y se maldice internamente. Ese tipo de comentarios y pensamientos son los que menos necesita su hermana en estos momentos.

—Necesitamos seguir avanzando —agregó Ruby, notoriamente con poca intención de escuchar lo que pudiera decir, aunque la verdad, Yang no sabía como responder por darse cuenta de su desliz —. Tenemos que salir de aqui, volver a Vacuo con el resto... —su voz pareció apagarse, pasando a un lado de Yang, por detrás de Blake, y dejando su ración de cocos al lado de la fauno —. Es lo que tenemos que hacer —declara, Yang nota el cansancio que se desliza por su tono, lo nota en sus ojos carentes de brillo, apagados, Ruby esta cansada y quiere rendirse.

Antes de que algo pueda salir de sus labios, su pequeña hermana camina, arrinconandose contra la pared rocosa y sentándose en el suelo, sus rodillas pegadas al pecho y envolviendo las piernas con sus brazos, su rostro enfocado en el lado oscuro de la cueva. Yang reconoce fácilmente esa señal, es un claro "ya no quiero seguir hablando".

Muerde su labio con fuerza, frustrada por no poder tomar un minuto, una mínima oportunidad para hablar con Ruby debido a su terquedad y constante insistencia de no hablar de lo que siente... ¿Por qué rayos tuvo que adquirir ese hábito?

Luego se siente una hipócrita, claro que Ruby adquiriría ese hábito, Tai encerrándose, Qrow refugiándose en el alcohol, ella sin exteriorizar nunca sus sentimientos frente a Ruby... Claro que Ruby terminó teniendo malos modelos a seguir, peor aun debido a su rol de líder se reprimirá lo que siente.

Suspiró, dándose por vencida por el momento, pero no evitarían esa plática, eso lo tenía muy claro.

Weiss se sentó a su lado en silencio, por el rabillo del ojo miró como observaba fijamente a Ruby con preocupación. El toque de unos dedos sobre el dorso de su mano captó su atención, llevándola a mirar hacia el frente, encontrándose con una mirada de apoyo por parte de Blake. Si, esto iba a ser difícil.

[...]

Ruby mordió su labio, sus ojos fijos en la fogata que Blake había armado, contando los pedazos de madera sin contarlos realmente.

Era una hipócrita.

Muy en el fondo, estaba de acuerdo con Yang, ¿por qué seguían luchando si cada esfuerzo parecía no valer la pena? Pero se esta aferrando con uñas a lo que siempre ha defendido, a sus ideales como líder, a su deber como líder. Si les dijera que ella quiere rendirse, que esta cansada de esta guerra, que ya no puede mas y que quiere simplemente botar todo sus esfuerzos a la basura, ¿qué motivos tendrán para seguir adelante si su líder se está rindiendo? Sería egoísta de su parte, seguro los condenaría y llevaría a la ruina por su debilidad, por sus tonterías... Así que sería una hipócrita, diciéndoles que deben seguir adelante cuando la realidad que la asfixia es otra.

Ruby vuelve su mirada a la entrada de la cueva, notando como Pyrrha vuelve junto a Jaune, quienes cargan con distintos tipos de frutas en sus brazos. Weiss y Yang se apresuran de inmediato a ayudarlos, dejando a Blake atrás para seguir apilando los cocos lejos de la fogata.

Los observa en silencio, como intercambian algunas palabras en voz baja, solo para después dirigirse a Blake, quien extendió su gabardina blanca en el suelo, a lo que el resto dejó las frutas en ella.

Ellos comienzan a hablar sobre donde encontraron las frutas, y se ponen al tanto de lo que hicieron. Ruby solo mira, sin enfocarse en la conversación. Sus ojos plateados recorren a cada uno de ellos, y pronto aterrizan en Pyrrha.

Su cuerpo se estremece y siente como ese nudo en su estómago regresa, sintiendo el corazón latir en su garganta. Los recuerdos se deslizan de nuevo por su cabeza ahora que no tiene nada de que ocuparse esta vez, antes fue la búsqueda de agua, la explicación de este sitio, eso la habían mantenido a raya y acaparado todos sus pensamientos, pero ver la figura de Pyrrha de nuevo, hablando con una amistosa sonrisa con Jaune y con su equipo... La devolvió a Beacon, aquella época perdida y tan lejana ahora.

Recuerda su respiración acelerada mientras corre entre los grimm, la ligera capa de sudor que recorre su frente mientras con la ayuda de los glifos de Weiss sube a la torre, el zumbido en sus oídos al ir contra la corriente de aire en su subida, sus manos sudorosas, el cansancio en sus músculos y su aura luchando por mantenerse aun activa.

Cada sensación tan vívida late como si volviera de nuevo a ese momento, y su corazón late rápido, muy rápido, tanto que comienza a doler.

Cierra sus ojos, intentando controlarse, romper el hilo de recuerdos. Fuego ardiendo, grimms por todos lados, gritos, heridos, robots despedazados en el suelo, estructuras demolidas. Miedo, terror, pánico, incertidumbre. Y de la nada siente que las paredes se comprimen a su alrededor, reduciendo el oxígeno en el sitio.

No llegó a tiempo a la cima. No llegó a tiempo con Pyrrha. Solo una flecha, solo un disparo, directo al pecho sin ninguna pizca de duda, arrebatando la vida con facilidad.

Sus recuerdos se enlazan, se tejen entre sí, la caída de Beacon, la caída de Atlas, muertes, fuego, pérdida... No más tiempo.

—¿Qué piensas, Ruby? —la pregunta logra registrarse en su cabeza, sacándola abruptamente de la espiral que la come viva. Levanta su cabeza, mirando a Weiss, quien ha hecho la pregunta. Nota como las miradas pronto cambian a preocupación al verla, pero lo ignora. Al menos trata.

—Lo siento, no sé... —su voz muere a la mitad de la oración. Ruby aun no se siente convencida de que podrá controlarlo, incluso está segura de que sus ojos se están llenando de lágrimas, queriendo ser derramadas una vez más. Nota como Yang abre sus labios, intentando decir algo, pero Ruby no quiere hacer esto, no ahora. Sabe que su hermana quiere hablar con ella, que ella sabe que está mal, pero no desea hablar nada de esto, porque si lo hace no habrá vuelta atrás, se derrumbará, y será difícil volver a levantarse —. Tomaré la primera ronda de vigilancia en la noche, iré a tomar aire —anuncia abruptamente, levantándose de su lugar y a paso rápido pasando a un lado de ellos, rodeando la fogata.

—¡Ruby! —escucha el llamado suplicante de Yang, pero Ruby sacude su cabeza, siguiendo su camino hacia la salida de la cueva, sentándose en la familiar roca mientras sus ojos se enfocaban en la vegetación extraña de esa isla, colores vibrantes y vívidos... Eran irritantes.....

Quizás habían pasado horas, no lo sabe con certeza, solo sabe que el sol se ha escondido finalmente, las dos lunas alzándose en el cielo sin dificultad. Ruby pudo quedarse sola con sus pensamientos, mirando a todo y nada a la vez, recuerdos que se deslizaban en su mente, visitandola, y después dejándola sola para tener otro recuerdo como visitante. Sus ojos cansados de tanto reprimir las lágrimas, sus labios agrietados por morderlos de vez en cuando y sus dedos jugando nerviosamente entre ellos. Al menos la dejaron tranquila y le dieron su espacio, sobre todo Yang, quien parecía tener una necesidad urgente por hablar con ella. Una necesidad que claramente no compartía.

Las pisadas detrás de ella la alertaron, escuchando como se acercaban cada vez más. Suspiró, quizás no le iban a dar más espacio.

No volteó para averiguar quien era la persona que se acercaba, solo se mantuvo mirando fijamente hacia la lejanía.

—Deberías comer algo, necesitas cuidarte —el corazón de Ruby se oprimió, su cuerpo se estremeció y su cabeza giró abruptamente, encontrándose con los ojos esmeraldas de Pyrrha, quien le sonrió —. Yang quería venir, pero por esta vez, quería pasar un tiempo contigo, ¿está bien? —la pelirroja le extiende una fruta, sin apartar sus ojos nunca de ella, las esmeraldas transmitiendo cariño. Ruby no tiene una respuesta debido al nudo en su garganta, así que solo asiente, tomando la fruta de la mano de Pyrrha, volviendo su mirada hacia la vegetación y mordiendo el fruto —. Es una bonita noche, las lunas sin duda son hermosas —comenta con voz tranquila. Ruby se atreve a mirarla por el rabillo del ojo, comiendo en silencio y muy lentamente, solo quisiera dejar de comer, su estómago se retuerce y le produce náuseas, sentir a Pyrrha a su lado, escucharla, mirarla... Duele. Sus ojos se llenan de lágrimas una vez más, su cuerpo se siente entumecido y deja de comer la fruta a medio comer, bajando sus manos a su regazo, sin apartar los ojos de los árboles mientras lucha por controlarse de nuevo, por no comenzar a entrar otra vez a esa espiral.

Repentinamente Ruby se sobresalta, su cuerpo tiembla cuando la mano de Pyrrha esta sobre la suya y la fruta cae al suelo sin importarle lo más mínimo.

—Ruby, está bien, jamás fue tu culpa no llegar a tiempo —le susurra Pyrrha. Ruby mira lentamente a la pelirroja, notando la tristeza en sus ojos, y ella niega con la cabeza mientras el nudo en su garganta le impide responder.

¿No fue su culpa? Ella posee una semblanza que la lleva rápido a cualquier sitio, ella debió llegar antes y no lo hizo. Su estómago se retuerce violentamente, las náuseas aumentan y siente como el aire en sus pulmones se comprimen. Sí fue su culpa, si hubiera ido un poco mas rápido... Siempre lo supo, fue su culpa.

Aprieta la mandíbula con fuerza, una silenciosa ira se desliza lentamente en sus emociones, una rabia contra sí misma ante los recuerdos.

—¿No lo fue? —cuestiona entre dientes, su voz tiembla y hay bastantes lágrimas en sus ojos que empañan un poco su visión, pero sus ojos están firmes en los de Pyrrha, quien la mira con toda la paciencia del mundo —¡¿En serio lo crees?! —sisea, intentando contener su grito de frustración.

Todos siempre habian dicho eso, pero, ¿por qué no podían entenderlo? ¿Entenderla? Ella había dicho que iría por Pyrrha, ella habia escalado la torre y aun así no fue lo suficientemente rápida, ella no hizo nada, solo vió como asesinaban a Pyrrha. Nunca les dijo a detalle como fue, lo que vió, lo que sintió, pero ellos siempre insistieron tanto en que no fue su culpa, aún cuando no sabían los detalles y eso fue... Eso fue odioso.

Y Pyrrha, la víctima, la persona que fue apuñalada con una flecha en el pecho y luego vuelta cenizas le dice que no es su culpa, y la enoja, no debería haber razón, Pyrrha es quien estuvo del otro extremo y es quien tiene el derecho de culparla o no... Pero la hace sentir frustrada, enojada, mal, ¿por qué no la culpa? ¿Por qué no le dice que debió ser más rápida? ¿Por qué no le hace un reclamo por dejarla morir?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué... ?

—No fue tu culpa —Pyrrha dice con paciencia, como si esperara su arrebato y lo comprendiera. Ruby no puede responder, su respiración se torna un poco errática y su cuerpo se estremece ante su resistencia a llorar, no merecía la amabilidad de Pyrrha ni sus palabras —. Fue difícil, ¿verdad? —le pregunta con suavidad, su otra mano acercandola a su rostro y limpiando las lágrimas que al parecer, finalmente comenzaron a derramarse de sus ojos plateados sin darse cuenta —. Todo este tiempo, pensaste que fue tu culpa no llegar a tiempo, pero, Ruby, jamás te culpe —Ruby sollozó, estaba cansada de esto, de culparse y no decirlo, de sentir sus hombros pesados e ignorarlo, al menos lo de Pyrrha... Podía dejarlo ir, ¿no? —. Lo prometo, hiciste lo que pudiste, y lo hiciste bien, pero nadie nos preparó para lo que pasó en la caída de Beacon, nadie te preparó para verme morir, no estaba en tus manos, solo fueron las circunstancias, Ruby, te lo prometo, jamás te culpe.

Las palabras luchan tanto por registrarse, solloza una y otra vez, intentando no hacer ruido, intentando no soltarse y derramar todo. No, esa culpa, esa sensación de haber podido hacer más no se puede desprender de su piel, es como si se aferrara a ella y como si fuera a ser un castigo permanente.

—No se siente de esa forma —murmura con la voz rota, aprieta su mandíbula y cierra sus ojos con fuerza, deseando no poder ver más a Pyrrha, dejar eso de lado y enfrascarlo donde estaba, a salvo en el fondo.

—Sé que no, pero quería que lo escucharas de mí porque sé, que lo podrás aceptar, lo prometo —asegura Pyrrha con voz suave, los brazos de la pelirroja la envuelven en un cálido abrazo, y Ruby no puede evitar temblar, guardando silencio mientras las lágrimas van cesando poco a poco conforme lucha por despejar sus emociones.

[...]