Volviendo a unos familiares brazos, una calidez y un perfume de olor a rosas, una suave caricia como la brisa del verano.


Yang desliza la mirada a través de la cueva, la luz del día finalmente se había registrado y fue la última en tomar el turno de vigilancia, al menos Weiss fue afortunada de no tener que tomar un turno, quien sabe como es que funciona el tiempo en ese sitio, pero ya ni siquiera se molestaría en intentar descifrarlo, después de todo, hoy se irían de ahi... Probablemente.

Sus ojos aterrizan en su hermana pequeña, acurrucada en un ovillo, envuelta en su fiel capa roja, su ceño fruncido aun cuando esta durmiendo, como si en sus sueños no pudiera tener un breve descanso. Nota a Pyrrha, sentada entre Jaune y Ruby, acariciando suavemente la cabeza de Ruby, mirándola con preocupación.

La vista puede parecer un poco extraña, Pyrrha falleció en Beacon, Ruby lo aseguró, aun si no había cuerpo, que ella murió. Nunca le preguntó a Ruby, nadie lo hizo en realidad, pero recuerda las pocas semanas que estuvo en casa, antes de irse, sus gritos en la noche, rastros de pesadillas que la llevaban a gritar el nombre de Pyrrha... O el de Penny. A veces, aun si estaba actuando como toda una porquería, se escabullía por la noche al cuarto de su hermana menor, tarareando una vieja canción de cuna para calmar sus gritos, y después se iba, procurando no dejar rastro de que estuvo ahí.

Nora le contó una vez, que en su viaje por Anima, Ruby adquirió un sueño muy ligero, a veces simplemente dormía pocas horas o tenía pesadillas, sucedió de vez en cuando, pero Nora reconocía que eran pesadillas de Beacon, de Penny y Pyrrha. Ren dijo que probablemente, Ruby miró como Pyrrha murió, pero jamás preguntaron, nadie lo hizo, por respeto a su espacio.

Suspiró temblorosamente, ese tiempo también sirvió para que Ruby reprimiera esos sentimientos, el luto por sus amigas, por su escuela... Ruby se aferró tanto a lo que se suponía debía hacer, aferrarse a hacerlo por quienes perdieron y forzandose a ser la líder que se muestra fuerte ante el resto, que eso se fue embotellando con más y más cosas conforme pasaban el tiempo. Y ahora están aquí, su hermana parece un vidrio delgado, que está a punto de romperse con el mas mínimo toque.

Anoche, Yang observó la conversación que tuvieron Pyrrha y Ruby, notando como las expresiones de su hermanita se encontraban tan desgastadas, a pesar de que es solo una adolescente de 17 años, es como si hubiera visto a una adulta que carga con todo sobre sus hombros. Y sabe que lo que hablaron, no ha podido apaciguar el dolor reprimido de su hermana, quien sin decir nada terminó su guardia al lado de Pyrrha, en total silencio y con unas ligeras manchas rojas bajo sus ojos, pero mostrándose indiferente con el hecho de que lloró, como si no fuera algo de relevancia.

Yang rechinó sus dientes, frustrada, cansada, ¿por qué ellos? ¿Por qué su hermana? Ruby siempre ha tenido un corazón tan desinteresado, tan dispuesta a entregarlo todo para ayudar, que le produce rabia, contra el mundo, los dioses. Incluso ella misma, por no estar con su hermana, por haber soltado ese estúpido comentario imprudente cuando se dividieron, por no haber hablado con su hermana antes de que todo esto esté por acabar con su cabeza y su corazón. Si, por sobre todo, esta furiosa consigo misma, por dejar a su hermana ahogarse.

El sonido de unas ramas rompiéndose capta su atención, obligándola a girar su cabeza hacia el exterior de la cueva, observando atentamente cualquier movimiento sospechoso, sus brazos tensandose para activar su munición. El silencio viene, así que cautelosamente, su cabeza gira al interior de la cueva, sus ojos se encuentran con los de Blake, quien se ha levantado, su mano en Gambol Shroud, Weiss a su lado se ha erguido, tomando a Myrtenaster. Cuando sus ojos lilas llegan a Pyrrha, una oleada de confusión la golpea.

—Ve por tu cuenta —dice Pyrrha, una pequeña sonrisa dibujada en sus labios, una mano en la cabeza de Jaune y la otra en la de Ruby, arrullandolos. Weiss y Blake fruncen el entrecejo confundidas, y voltean a verla. Yang asiente, confundida un poco por esa reacción, pero de inmediato salta de su roca, caminando hacia donde percibió aquel movimiento de los árboles.

Se aleja a pasos cautelosos de la cueva, sus ojos atentos a su alrededor, oh, claro que si es Neo le dará una paliza por lo que le hizo a Ruby, al carajo el perdón.

Repentinamente siente un escalofrío en el cuerpo que le impide pensar en algo más, y se detiene abruptamente a la repentina necesidad de hacerlo, frunce su entrecejo, en verdad no se siente en peligro, más bien, es una sensación que ya sintió antes, ¿fue en el árbol?

—Veo que eres igual de cautelosa que en el pasado, mi pequeño rayo de sol —una voz dulce la hace congelarse, sus ojos se llenan de lágrimas y se siente tan pequeña. Esa voz la conoce tan bien, le cantó por las noches a ella y a Ruby, les contó cuentos y las arrulló en los días de tormenta.

Contuvo la respiración, girando lentamente sobre sus pies, su corazón latiendo como loco y amenazando con salirse de su pecho. Cuando sus ojos lilas se encontraron con un reconfortante plata, sus piernas flaquearon, cayendo de rodillas mientras las lágrimas caían por sus mejillas de forma descontrolada.

Su rostro se arrugó con tristeza, se sentía tan pequeña y marchita como nunca antes se había sentido, sus labios temblaron cuando aquella familiar figura se arrodilló, sonriéndole con esa característica dulzura —¿Ma-Mamá? —sus labios apenas pudieron pronunciar la palabra, dubitativos.

Allí, arrodillada frente a ella, Summer Rose le sonrió con cariño, manos delgadas y finas se acercaron a su rostro, acunandolo con una familiar calidez —. Hola, cariño —la saludó la mujer con dulzura, sus ojos plateados llenándose de lágrimas.

Yang sollozó, se sentía como aquella niña pequeña de siete años, parada en el umbral de la puerta junto a su hermanita de cinco años, ambas siendo abrazadas por su madre bajo su cálido tacto.

"Yang, mi pequeño dragón soleado, cuida a tu hermana" Summer Rose le había sonreído con tristeza, acariciando con una mano su mejilla, mientras su brazo libre continuaba abrazando a Ruby. "Te amo mucho", sus ojos fueron hacia Ruby, besando su cabeza, "las amo mucho".

—Mamá... —sollozó de nuevo, la palabra deslizándose por sus labios con más facilidad. Había pasado tanto tiempo, habían pasado tantas cosas, ¿ella lo sabía? ¿ella estaba satisfecha? ¿ella lo entendía? —. Mamá —repitió, su corazón oprimiendose en su pecho, sintiendo su corazón tan pequeño e indefenso.

Summer Rose acercó su rostro, juntando su frente con la suya, sus narices rozandose entre sí —. Lo has hecho muy bien, cariño —le susurra, como si conociera todas sus dudas —. Has hecho lo mejor que has podido, y eso esta bien —la arrulla, con esa tierna dulzura. Yang no puede evitar que un sollozo mas fuerte se escape de su garganta, y temblar por los espasmos del llanto contenido, sus brazos, temblorosos se levantan, tentativamente rodean a Summer, envolviendola en un abrazo, su rostro llendo a su hombro, escondiéndose —. Lo has hecho bien, cariño —repite, una de sus manos está acariciando su espalda, frotando círculos reconfortantes y su otro brazo la envuelve.

—No... No es... —intenta hablar entre sus sollozos, es cierto que lo ha intentado, que ha trabajado duro, pero han sucedido tantas cosas últimamente, al punto de sentir que las cosas no valen la pena, de sentir que le ha fallado a su hermanita...

—Lo has hecho muy bien —susurra Summer, su cálida voz tan suave como una caricia del aire en el verano —. Mi pequeña niña, cuidaste muy bien de Ruby, de Tai y de Qrow cuando me marché, creciste demasiado rápido para cuidar de Ruby, así que lo hiciste bien. Buen trabajo, cariño —Yang muerde su labio, cada vez tiene menos control del temblor de su cuerpo, sus manos se aferran a la tela de la familiar capa blanca con fuerza —. Sé que fue difícil cuando perdiste mucho en Beacon, pero te levantaste, fuiste con tu hermana, lo hiciste bien —menciona Summer con cariño —. Fuiste tan valiente al superar tus miedos, enfrentar a Raven, Adam... Lo hiciste bien —siente como Summer lleva su mano hasta su cabeza, acunando la parte posterior de ella —. Sé lo duro que fue continuar después de conocer las verdades que habían detrás del mundo, pero continuaste, siguiendo a tu hermana y siempre cubriendo su espalda, lo hiciste bien —Summer besa la coronilla de su cabeza, el familiar aroma a rosas la arrulla —. Sé lo doloroso que fue el descubrimiento que hizo Ruby, cuanto te dolió pensar en lo que me pudo suceder, pero fuiste fuerte por ella, lo hiciste bien —llora cada vez mas alto, sintiendo como su garganta arde por el esfuerzo —. Sé que a veces es muy difícil, que no parece haber salida, pero aún pese a las diferencias, siempre estas con tu hermana, así que lo has hecho bien —siente como Summer se mueve, con la intención de romper el abrazo, así que se separa un poco, mirándola de nuevo a los ojos, encontrándose con su sonrisa —. Oh, cariño, sé que parece no valer la pena, que sientes culpa por no poder ayudar a tu hermana en estos momentos, pero esta bien, has dado tu mejor esfuerzo —asiente, sus sollozos se calman lentamente mientras su madre, con sus suaves manos acunan de nuevo sus mejillas y con los pulgares limpian las lágrimas —. Estoy tan orgullosa de ti, mi pequeño dragón soleado. Me alegra tanto que Ruby siempre te tenga a su lado, gracias por cuidarla, cariño.

Yang no puede evitar la sensación burbujeante de calma que brota en su alma, sus labios se curvan en un sonrisa, y no puede evitar emitir una risa amortiguada, una ligera manta de alivio, escuchando lo que tanto necesitaba —. Gracias, mamá —dice con calma, recargando su frente una vez más en la de su madre —. Lo necesitaba —susurra, sus manos pronto encuentran las de su madre, entrelazandolas y dejándolas sobre sus regazos.

[...]