La pena y la vergüenza que sintió Jean tras aquel acontecimiento le impidieron cualquier tipo de acercamiento a Mikasa en lo que quedaba del día. Luego de esa dramática salida del salón lo único que pudo hacer fue dejarse caer con toda su frustración mientras se apoyaba en la pared. Ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que una congoja tal lo embargó y vaya forma de hacerlo.

Vio la figura de Mikasa alejarse a paso firme y furioso por el pasillo rumbo a la biblioteca. Llevó sus manos a su cien y tan solo se repetía: «esto no es lo que quería.» En un día normal Jean como siempre mantendría su acto de chico malo donde nada era capaz de afectar su temple, pero luego de provocar que la chica que era tan preciada para él saliera perjudicada por su egoísmo no podía más que sentirse un completo imbécil.

Por su lado, Mikasa ya en la biblioteca enfiló hacia a uno de los estantes y comenzó a ojear los libros. Los sacaba y los volvía a guardar con tanto frenesí y tanta cólera que cuando lo notó los había desperdigado por todo el suelo causándole todavía más coraje. El bibliotecario le dirigió una mirada lo bastante recriminatoria para provocar que cualquiera se sintiera de lo más apenado. Mikasa hundiendo sus hombros expresó:

—Lo lamento, ya mismo lo dejaré tal cual estaba.

Se dispuso a reacomodarlos de modo que nadie notara que segundos atrás estaban regados en el suelo, sin embargo no pudo evitar pensar en qué haría con lo que había pasado. «¿Qué le diré a mis padres? No solo me van a castigar sino que tampoco me dejarán ir al concierto de Black Death.» Su enfado comenzó a aflorar tal como una pequeña chispa está a la espera de encender una gran fogata.

—¡Ese idiota!—vociferó de tal forma que el sonido de su voz llegó hasta cada rincón de la biblioteca. El rostro de Mikasa tornó en un color tomate y sin decir más palabra, caminó casi corriendo hacia la puerta y salió para encerrarse en el siguiente cuarto que estuvo a su alcance.

Era el armario del conserje, lugar en el que solía recluirse cada vez que quería alejarse de todo el bullicio. Para su desdicha, escapar de sus propios pensamientos no era así de sencillo. De repente su cuerpo se aflojó hasta que quedó sentada en el frío suelo y abrazó sus piernas para intentar confortarse mientras comenzaba a cantar casi imperceptible. Cantar era siempre el modo de Mikasa para afrontar cualquier molestia o desánimo. Era su forma de hablarse a su yo interior y decirse que estarían bien, ya fuera que encontraran una solución o no. Permaneció allí por un buen rato hasta que se sintió segura de salir.

El resto del día continuó sin mucho sobresalto. Desde lo ocurrido Jean había permanecido sin decir palabra. Cuando sonó la campana que marcaba el momento del almuerzo, Jean se arrastró hacia la cafetería se sirvió en su bandeja y tomó asiento en una mesa vacía. No hacía más que revolver su comida mientras observaba a la nada. Tampoco advirtió que Marco llevaba ya unos minutos sentado frente a él hasta que este golpeó la mesa para hacerlo reaccionar.

—Ya me comentaron lo que pasó. Déjame adivinar, tratabas de que Mikasa accediera a salir contigo de nuevo, ¿no es así? Pero vaya que la fregaste en grande eh, todos están hablando de eso.

—Eso me tiene sin cuidado ahora —refunfuñó.

—Lo sé, te preocupa que Mikasa perdiera el examen y la casi obvia posibilidad de que no quiera volver a dirigirte la palabra de nuevo.

—Dime, ¿cómo pude ser tan idiota? Quisiera poder arreglarlo pero ni siquiera sé si eso es posible.

—Pues... quizás si hay una forma.

—¡¿Qué?! ¿En verdad? ¡Dime qué es! No me importa tener que hacer lo que sea.

—Bueno, ya sabes que soy el alumno predilecto de Spencer. Este año él es el profesor a cargo del Decatlón Académico y me rogó que participara por todos los medios. Le dije que no porque la verdad he ganado esa cosa desde que era niño, no me interesa y no necesito puntos para la Universidad porque tengo los que quiero. Aun así quería que fuera parte del equipo y hasta habló con mis padres para convencerme. El caso es que puedo acceder a participar si él les permite a ti y a Mikasa volver a tomar el examen.

Eufórico, Jean se acercó a Marco casi a punto de romper en llanto.

—¿De verdad harías eso por mi, Marco?

—Eres mi mejor amigo, claro que lo haría.

Jean agitaba su puño en señal de victoria cuando Marco continuó:

—Pero... tengo unas condiciones.

—Sí, sí, lo que sea dime y hecho.

—En primer lugar, si tendré que participar ya estoy atrasado para el Decatlón en comparación con el resto del equipo por lo que deberás ayudarme a estudiar. Segundo, promete que dejarás de juntarte tanto con Reiner y volveremos a hacer nuestras noches de maratón de películas. Y tercero, deja de ser un tarado con Mikasa y de tratarla con condescendencia, deberías intentar ser más sincero con ella si quieres que en verdad algún día te vea de forma distinta. ¿Hecho?— Marco extendió su puño en espera de que Jean chocara el suyo.

—Hecho. —Correspondió con su puño cerrando el acuerdo.

—Bien, trataré de hablar con él en el interludio que viene. Te enviaré un mensaje cuando lo haga. Ya deja esa mala cara y come.

—Marco... gracias.

Las clases del día acabaron y la hora del castigo inició. Mikasa se ubicó en el pupitre más apartado posible de su compañero y cruzó sus piernas para dedicarse a leer su libro. En tanto Jean se limitó a mirar por la ventana y a soñar despierto como hacía cada día de su vida desde que se enamoró de ella. El tiempo transcurrió sin que siquiera se mirasen uno al otro hasta que finalmente el castigo acabó. Antes de que Jean se retirara recibió un mensaje de Marco que decía: "Ya está hecho, el sábado a las 11am tomarán el examen. Recuerda nuestro trato".

Una sonrisa iluminó el rostro de Jean y con el corazón lleno de esperanza y expectativa fue emocionado a darle la buena noticia a Mikasa. Su cara reflejaba tanto alivio que al verlo Mikasa no pudo sentir más que cólera, como si estuviera burlándose en su cara.

—Mikasa, te tengo una excelente noticia. A que no sabes que acaba de pasar.

—¿Qué? ¿Qué novedad me tienes ahora Jean? ¿Acaso también perdí el examen de Matemáticas? Oh, ya sé, nos suspendieron de Historia tal vez porque estuviste toda la clase molestando y hablando acerca de qué tan lindo es tu estúpido cabello. —Estaba tan exasperada que casi gritaba agitando sus manos.

En un intento de calmarla Jean puso sus manos en sus hombros.

—No, Mikasa, espera, eso no es...

El gesto bien intencionado de Jean solo alteró más a Mikasa.

—No me toques —dijo liberándose de este—. No somos amigos, no quiero que te me acerques ni me dirijas la palabra. Después de la tremenda idiotez que hiciste hoy y de afectarnos a ambos vienes aquí tan sonriente y como si nada. Ni siquiera fuiste capaz de pedirme disculpas o algo. ¿Así crees que puedes ir por la vida? Pasando sobre los demás solo por tus caprichos imbéciles y tratando con ligereza todo lo que no te afecte directamente. Haciéndote el que nada te importa y todo te da igual mientras te ocultas tras esa fachada del chico malo. De verdad me alteras los nervios. ¿A quién quieres engañar? ¿O que quieres esconder detrás de este patético acto que ni tú mismo te tragas? Dime Jean, ¿de qué te sirvió mantener este numerito? —Mikasa hubiera querido detener sus palabras pero fue inevitable, todo eso lo tenía guardado desde hace tanto tiempo que solo había explotado.

Jean bajó su rostro, sabía que se merecía todo eso pero en el fondo...

—Solo venía a decirte que hice algunos arreglos para que Spencer nos deje presentar el examen. Será el sábado a las 11am. Pensé que te alegraría saberlo. Respondiendo a tus cuestionamientos, sí, tienes toda la razón. Soy un completo idiota, egoísta y caprichoso que no piensa más que en sí mismo. Pero, ¿y tú?

—¿Yo qué?

Jean rió con un tono burlón.

—¿Me vas a decir que soy yo el único que se esconde tras una máscara sin sentido? ¿No es lo mismo que tú haces con tu fachada de "chica gótica"? ¿Que intentas esconder tú? ¿Acaso inseguridad? ¿O temes que los demás piensen que eres como las otras chicas? ¿O solo quieres resaltar entre ellas y tener algo que te ""haga diferente""? No eres mejor que yo preciosa.

Apenas acabó de pronunciar esas palabras se marchó dejando a Mikasa con una indecible molestia. Era la primera vez que alguien veía a través de ella de esa manera. Apretó sus labios y salió fúrica.