El camino a casa para la chica fue de lo más interminable, con cada paso que daba este se sentía aun más grávido que el anterior. Cuando por fin llegó, atravesó la puerta y echó una mirada a su alrededor. La cerró con todo el cuidado que le fue posible para no emitir sonido y cuando se disponía a subir las escaleras sin ser vista:
—Mikasa, ¿por qué no fuiste por tu hermano a su práctica de béisbol? Tuvo que traerlo el entrenador Jaeger porque no aparecía nadie por él.
—Lo siento mamá, estuve castigada después de clases pero no volverá a pasar.
—Pudo haberme pasado algo sabes —expresó su hermano echando más leña al fuego.
—Nadie se roba niños feos, Billy —bromeó mientras le sacaba la lengua.
—¿Cómo que castigada? ¿Pasó algo? No me digas que tendré que ir a hablar con alguno de tus profesores, sabes que no tengo tiempo Mikasa.
—No es nada mamá, no tendrás que hacerlo. Solo tendré que ir el sábado a una clase extra.
—Está bien, que sea la última vez, no quiero tener que mencionarle esto a tu padre la próxima vez que llame. Ve a asearte que ya casi está la cena.
—Sí señora —expresó en voz grave llevando su mano extendida a su sien tratando de simular una orden militar.
Su hermano lanzó una carcajada.
—Eres tan rara, así nunca vas a conseguir novio.
Mikasa le jaló una de las orejas de forma juguetona y luego subió hasta su cuarto para cambiarse.
Terminada la cena, ya más relajada después de lo sucedido se echó en su cama y cerró los ojos un momento. Se sorprendió a sí misma al hallarse contrariada respecto a su diálogo con Jean. Parte de ella sentía un enorme alivio, como si se hubiera quitado gran peso de encima. Pero la otra parte de sí seguía demasiado molesta, no por el hecho de que él no se hubiera disculpado ni nada de eso, eso ya había quedado atrás luego de que fue capaz de sacárselo de adentro. Lo que en verdad la molestaba ahora fueron las palabras de este, no que en particular ella buscara mantener esa máscara para que la diferencien de otras chicas pero si sabía bien que su motivo radicaba más en la parte de querer llamar la atención.
«¿Cómo es que ese tonto fue capaz de notar eso? No es que sea demasiado inteligente.» Pensó. Y aunque las razones del porqué Mikasa buscaba tal cosa eran más profundas, la dejó bastante afectada saber que alguien pudo notarlo. Extendió su mano, tomó uno de los almohadones de su cama y lo lanzó contra una lámpara ubicada en su escritorio que su padre le había regalado antes de irse. En cuanto vio los pedazos caer al suelo sintió una
sensación de satisfacción y volvió a recostarse. Estuvo un rato mirando el techo, imaginando cosas y soñando con el caballero oscuro que algún día vendría a buscarla para tener una aventura en uno de esos mundos de fantasía que tanto le encantaba leer, hasta que el sueño la venció y cayó plácida en los brazos de Morfeo.
Los días que le siguieron Jean cumplió el pedido de su compañera y mantuvo al mínimo su contacto con ella. Mikasa notó que en general estaba algo callado y solo se limitaba a mirar por la ventana taciturno. Pensó que quizás estaba ya cansado de aparentar y a su vez se preguntó cuándo se cansaría ella de lo mismo. Pero no quiso darle tantas vueltas, estaba pensando demasiado en el tonto y no es que le importara.
Jean seguía sintiendo cierta pena de sí mismo, incluso había dejado de dedicar tanto tiempo en arreglar su cabello por lo cual ya había perdido ese aspecto apelmazado bajo tanto gel y comenzaba a caerle por la frente algo desarreglado. Estaban en una hora libre no programada por la falta del profesor de Ciencias. Mikasa, Armin, Eren y Marco hablaban de una maratón de películas de ciencia ficción de antaño que harían en casa de Armin el sábado. Marco volteó hacia Jean.
—Oye Jean, ¿quieres ir con nosotros el sábado? Veremos unas de las que te gustan. —A sus espaldas Eren hizo una mueca algo desdeñosa y Jean lo vio.
—No sé de qué hablas, no me gustan las películas de frikis. Además iré a la fiesta de Reiner.
Marco entendió que su negativa tenía más que ver con la presencia de Mikasa que con rechazarle una invitación a él y no insistió más en ello. Justo en ese momento Hitch se acercó a Jean y tomó asiento a su lado para conversar con él. Charlaban y hacían planes para la fiesta cuando Mikasa la vio tocar el cabello de Jean.
—Te ves mejor despeinado y sin todas esas capas de gel que usas normalmente. Tal vez hasta podrías ser mi tipo —dijo en tono burlesco mientras lo peinaba con sus dedos.
Jean la apartó.
—Sí sí, muy graciosa. No me gusta que me toquen el cabello.
El día del examen llegó. Jean sentía bastante seguridad ya que había repasado con Marco lo que necesitaba. Mikasa por su lado lo hizo sola pero gracias a los apuntes de Armin se le había facilitado bastante. La hora pasó con normalidad sin mucho que destacar y tras 40 minutos ambos entregaron sus hojas y se retiraron. Para la sorpresa de los dos el profesor Spencer no se veía molesto por el hecho de tener que asistir un día extra por su causa.
Al retirarse ambos salieron por el mismo pasillo hasta la puerta principal donde estaba la motocicleta de Jean aparcada. Mikasa sintió el impulso de romper el silencio y en voz muy baja solo se limitó a expresar un:
—Gracias. Fue tu culpa pero aun así gracias.
Jean que ya estaba montado en su moto le contestó en el tono más serio y seco que pudo.
—Dale las gracias a Marco, él fue quien lo hizo. —Fue su respuesta mientras se colocaba el casco y una vez hecho arrancó dejando una estela de viento que hizo bailar el cabello de Mikasa.
—Podrías haberme llevado a mi casa ya que me hiciste venir un sábado idiota, tranquilo yo iré caminando. —Decía mientras movía sus manos aun sabiendo que estaba hablando sola sin notar que el profesor justo salía detrás de ella y se apenó un poco.
Ese día más tarde Mikasa recibió un mensaje de Marco quien la pasaría a buscar para ir juntos a la casa de Armin. Su mamá se sentía más tranquila si no caminaba sola de noche así que le había pedido aquel pequeño favor a su amigo quien claro no se negó. Luego de los saludos habituales y de todas las advertencias y recordatorios de su madre salieron.
El camino fue bastante agradable, Marco era un amigo muy alegre y conversador y Mikasa le tenía bastante confianza. En medio de eso recordó lo que Jean le dijo.
—Por cierto, gracias por lo de Spencer. No sé bien que tuviste que ver pero el tonto de Jean me dijo que había sido gracias a ti que pudimos dar el examen así que muchas gracias.
—Ni lo menciones, cuando vi a Jean tan deprimido ese día y sintiéndose tan mal no pude evitar querer ayudarlo.
—Eres demasiado buen amigo para él que suele ser tan... tú sabes.
Marco se rió ante los ademanes de Mikasa.
—Jean es un buen chico en verdad. Es solo que le gustas y no sabe bien qué hacer para tener tu atención. Pero si lo conocieras te darías cuenta que tiene un gran corazón.
—A decir verdad no creo que yo le guste en serio, me parece que lo hace para molestarme y porque le divierte.
—Si fuera el caso no le hubiera importado tanto perjudicarte con lo que hizo.
—Seguro solo fue por sí mismo —dijo por decir algo pero las palabras de Marco le quedaron resonando. De inmediato se quitó la idea de la mente y cambió de tema.
Una vez llegaron a casa de Armin se dispusieron a pedir pizza y repasaron el cronograma que habían preparado. La estaban pasando de lo más divertido cuando de repente Marco pausó la segunda película y todos se le quedaron viendo. Eran eso de las 3am.
—Hitch me acaba de enviar un mensaje preguntando si puedo ir a buscar a Jean y llevarlo a su casa. Al parecer se emborrachó como nunca y no quieren dejarlo volver en su motocicleta. ¿Alguno me podría acompañar? Jean es muy alto, no creo poder llevarlo hasta el auto yo solo. —Los tres amigos se miraron entre sí.
—A mi no me miren, nos llevamos de la patada y lo saben —dijo Eren mientras se llevaba una porción de pizza a la boca.
—Yo iría pero soy algo pequeño, no sé si sería de mucha ayuda. —Dudó Armin.
—Que vaya Mikasa ya que es su novio. —Bromeó Eren codeándola.
—Ja Ja Ja Ja... mira como muero de risa —dijo en el tono más sarcástico que pudo mientras llevaba su mano hacia la porción que tenía Eren empujándola hacia su boca de modo que dejara de decir idioteces.
—¿Me ayudarás Mikasa? Es solo un momento, volveremos pronto y pediré un taxi para ir a buscarlo. —Juntó sus manos y bajó su cabeza suplicante.
—Está bien, pero solo lo hago por ti. —Mikasa se levantó, se calzó sus zapatillas y salieron.
