Mikasa salió de la escuela sintiéndose conforme, su madre le había mencionado la idea de "intentar algo nuevo" y en definitiva, el Club de Arte no le había pasado por la mente. Era un buen inicio, sabía que necesitaría práctica pero era bastante habilidosa con sus manos. Gracias a los valores tradicionalistas heredados de su parte nipona había aprendido desde pequeña a coser, bordar e incluso tejer, de alguna manera esperaba extrapolar eso a los lienzos de pintura. La idea la ilusionaba. Y como agregado estaba Jean que había ofrecido ayudarla en caso de necesitarlo, y contra todo pronóstico, debía admitir que no le desagradaba su presencia ya.

La escuela primaria de Billy quedaba a unos minutos de la suya, unas 6 cuadras aproximadamente. Sacó su celular del bolso, abrió su whatsapp y le envió un mensaje a Billy.

"En 5 llego, quédate dentro de la escuela."

"Como usted diga mini jefa"

Sonrió divertida al ver ese mensaje, sí, a pesar de lo mucho que dijera ser fastidiada por su mamá y su hermano en realidad era bastante protectora a su manera. Sobre todo con Billy y él siempre bromeaba diciendo que en ocasiones ella parecía más su madre que su madre. Metida en sus pensamientos llegó donde Billy y le hizo señas. Él saludó al conserje de la escuela y salió dando saltitos con su mochila a cuestas.

-Apuráte, la cita es a las 19:00, faltan 30 minutos y tenemos que tomar el metro.

Billy detuvo su paso y le tomó la mano igual que siempre, ya tenía 8 años pero para Mikasa seguía siendo un pequeño.

-Si llegamos a tiempo, ¿a la salida me llevas a la tienda de cómics?

-Tú y tus gustos frikis -para su sorpresa aquella palabra detonó en su mente el recuerdo del cuarto de Jean con todos esos posters, legos y demás de Star Wars, no pudo evitar sonreírse.

-¿Entonces sí? -insistió con un tono suplicante.

-Está bien, está bien.

El resto del camino lo siguieron en una conversación de lo más cotidiana aunque el que hablaba realmente era Billy. Sobre el equipo de Béisbol, sobre lo mucho que le agradaba el entrenador Jaeger, sobre el campeonato intercolegial que vendría y, por supuesto, de la visita de su padre. Tema que Mikasa evitaba comentar para no imponerle sus ideas a su hermano al respecto. Era innegable que ella no quería verlo ni en pintura pero para Billy su papá era lo máximo y ella no era capaz de romper sus ilusiones de niño por muy equivocadas que estuvieran.

Bajaron del metro y no les quedó más opción que correr hacia el centro comercial donde se encontraba el consultorio de la Doctora Riko. Justo en el momento que cruzaron la puerta lo llamaron:

-Ackerman Billy.

-Soy yo -dijo el pequeño que levantaba su mano para luego aproximarse hacia la puerta que separaba la pequeña sala de espera del consultorio.

-¿Quieres que te acompañe? -Le preguntó Mikasa.

-No, estoy bien, solo vine a limpieza. -Argumentó mientras le entregaba su mochila.

La chica se sentó en la sala y sacó su celular para ver si había algún mensaje nuevo.

"El tonto te ha agregado a Club de Arte"

Tenía agendado a Jean de esa forma desde primer año. Se sonrió al recordar la primera vez que habló con él. Tenía alrededor de 13 años y junto a su madre y su hermano habían llegado a Stohess desde Trost luego del tumultoso divorcio de sus padres. Sus únicos conocidos eran Eren y Armin por aquel entonces, la incomodidad por su situación familiar sumado a su escasa habilidad para socializar la habían hecho alguien arisca a cualquier interacción nueva.

"Tienes un hermoso cabello negro"

"Piérdete" fue su respuesta y desde entonces la dinámica entre los dos fue establecida. Ante su rechazo él había adoptado una actitud orgullosa y hasta condescendiente si se puede decir. Ella no entendía bien porqué pero lo más probable era que en su razonamiento pensara que si la trataba con desdén y se hacía el "malo" ella acabaría interesada en él. Algo de esa creencia arcaica que decía que a las mujeres les gusta sufrir por amor o que las hagan sufrir, le había dicho Armin en alguna ocasión. O tal vez solo es un idiota fue el comentario de Eren. Ella rió bajito.

Fue a contactos y lo editó. Ahora decía:

"Jean te ha agregado a Club de Arte"

Sí, ya no pensaba que fuera un tonto. Bueno, a veces lo seguía siendo pero debajo de eso parecía haber alguien amable. De repente el susodicho chat estaba lleno de mensajes que le daban la bienvenida, se sintió acogedor y respondió lo más amable que pudo reenviando uno de los stickers cursis de Armin.

Momentos después Billy salía con unas pequeñas indicaciones acerca del tratamiento de limpieza que le habían realizado destinado a su madre, para que tuviera cuidado de ciertas comidas en vista de que el pequeño era más propenso a las caries de lo que debía. La chica dio las gracias y se despidieron ahora ambos dirigiéndose a la anhelada tienda de comics. A Mikasa no le habían llamado nunca la atención en particular, o quizás nunca les

había dado oportunidad, salvo que se tratara de las películas de Marvel de las que tanto ella como sus amigos eran fervientes fans.

Dio vueltas en la tienda por los libreros separados por editorial pero sin mirar nada en verdad, solo haciendo tiempo hasta que Billy eligiera lo que quería y pudieran marcharse.

-¡Mika, Mika! -Gritó emocionado dando brinquitos y agitando un cómic que había tomado de la repisa-. ¡Por fin llegó mi edición completa de Flashpoint!

Mikasa sonrió al verlo tan feliz, no entendía un pepino de qué hablaba pero estaba tan contento que ella igual lo estaba.

-Ya veo -dijo tratando de mostrar interés mientras observaba lo que tenía Billy entre manos- vamos a pagarlo entonces. -Le palmeó la espalda y fueron a la caja registradora.

Al salir Billy seguía igual de alegre y agitaba hacia todos lados su nueva adquisición. Frente a la tienda había un café al que Mikasa quería dirigirse para comprar un moca bien helado. Cruzaron el pasillo del centro comercial y la chica se quedó estupefacta. En una de las mesas del local estaba Jean sentado bebiendo lo que parecía un frappé, frente a él una chica muy bonita como de su misma edad charlando muy alegre con él. Cabello castaño un poco más oscuro que el del chico, ojos color esmeralda, lindos rasgos, complexión delgada con unos leggins negros, una blusa con flores y unas balerinas que combinaban. Tenía toda la pinta de ser una cita.

¿Su novia? Pensó Mikasa, no, Jean no trataría de flirtear con ella tan descarado si la tuviera, a menos que... a menos que su supuesto interés por ella no fuera más que en broma. Y si fuera una broma pues no importaba, ¿verdad? No importaba porque a ella no le interesaba de esa forma, ¿verdad? O tal vez era una relación reciente y eso explicaba porque ahora solo se portaba amable con ella en lugar de insistir en invitarla a salir como hacía antes. Quizás estaba cansado de su rechazo y quiso seguir adelante, nadie soportaría años de eso sin perder la ilusión. Y estaba bien porque a Mikasa no le interesaba de esa forma su compañero el tonto, ¿verdad?

La bonita chica frente a Jean abandonaba su posición para acercar su silla junto a él y mirar juntos su celular. Él no parecía incómodo por la cercanía y dejaba que ella se apoyara sobre su brazo mientras le hablaba a una muy estrecha distancia.

-Mika, ¿te pasa algo? -Billy jaloneó su mano para sacarla de su verborragia mental. -¿No ibas a entrar a esa cafetería? -Él clavó su vista en el interior para buscar que tanto miraba su hermana y vio al chico que hacía unos días la había llevado a casa. Lo supo porque tenía la misma chaqueta, tiró la mano de su hermana una vez más, quien no lograba conciliar palabra, y se la llevó de allí.

Mikasa no habló en todo el camino a casa y Billy solo la observaba de tanto en tanto sin insistir en hablarle ni nada. Una vez en casa el niño se dirigió hasta la cocina donde estaba su madre y le entregó las instrucciones del dentista además de comentarle como le había ido. Mikasa saludó con un simple hola a su madre y subió hasta su cuarto. No cerró la

puerta tan solo ingresó y comenzó a caminar por la habitación algo inquieta y desconcertada. Finalmente abrió el clóset y sacó su vieja guitarra.

La desempolvó y se sentó en su ventana, rasgó las cuerdas para verificar el sonido, estaba desafinada. La dejó apoyada en el suelo, fue hasta el cajón de su escritorio y sacó su afinador. Volvió a su posición anterior y encendió el pequeño aparatito, hizo sonar las cuerdas una por una hasta que halló la que estaba fuera de tono. Tensó la clavija hasta que al probarla de nuevo estuviera en la nota correcta.

Cantar era el modo de Mikasa de ordenar sus ideas. Había tomado clases de niña porque sí, simplemente para tener algún talento en algo. Y vaya que lo tenía, muchos pensaban que su voz le podría dar un futuro brillante en la industria. Su profesor de música insistía en que la niña tenía un enorme talento que explotar y que podría abrirse una exitosa carrera de quererlo. Pero Mikasa no quería eso, le encantaba tocar y cantar, mas no le interesaba que nadie la escuchara. Era algo que hacía para sí misma, un secreto que era solo suyo y que le daba la oportunidad de volcar todas aquellas emociones que no podía poner en palabras.

Come up to meet you, tell you I'm sorry You don't know how lovely you are I had to find you, tell you I need you

Tell you I set you apart Tell me your secrets and ask me your questions Oh, let's go back to the start

Habían innumerables cosas que Mikasa escondía debajo de toda esa ropa oscura y mucho delineador. Una de ellas era que era una fanática irremediable de Coldplay, porque sus canciones siempre la ayudaban a confortarse y le traían mucha tranquilidad en medio de su montaña rusa emocional. Cantaba como hacía mucho no lo había hecho y siempre que lo hacía cerraba los ojos. Le gustaba observar las imágenes mentales que le venían cuando eso pasaba.

Un leve golpe en la puerta la regresó. Billy entraba con una taza en su mano y la dejaba junto a ella sobre su cómoda.

-No es un moca pero es un chocolate -dijo mientras se acercaba a ella.

Mikasa dejó su guitarra apoyada en el piso y lo invitó a sentarse junto a ella.

-¿Estás triste Mika? -Apoyó su cabeza en el hombro de la chica.

Ella lo rodeó con su brazo y besó su cabeza.

-¿Por qué lo preguntas?

-Mamá dice que cantas cuando estás triste y esa canción se oía así. -La miró con sus rasgados ojos negros espectante-. ¿Estás triste por tu novio?

Mikasa rió.

-No es mi novio, yo no tengo novio.

-¿Segura? Ese chico alto que te trajo el otro día se veía muy contento cuando te miraba. Como yo cuando veo un cómic que he estado esperando por mucho tiempo o mamá cuando ve ofertas en el supermercado.

La pelinegra lanzó una carcajada ante los ejemplos de su hermano.

-Es solo un amigo, nada más. ¿Crees que yo tendría novio sin contártelo?

El pequeño negó.

-¿Cuando lo tengas me vas a contar verdad? ¿Me lo prometes? -Alzó su meñique esperando el de ella.

-Lo prometo. -Levantó el suyo y los enlazaron para sellar el acuerdo.

Una vez Billy se fue más tranquilo, Mikasa se sentó en su cama y se bebió el chocolate que le había traído. "Amigo", esa fue la palabra que le salió para definirlo, si eran amigos entonces no importaba si la chica bonita era su novia o lo que fuera. Estaba bien tratar de ser amigos, ¿verdad? ¿En qué momento Jean pasó de ser "el tonto" a ser un "amigo"? ¿Podía considerarlo así? Probablemente, y como amiga entonces le debía alegrar si la chica linda salía con él. Tanto como le alegraría si Armin o Eren conseguían una novia así. Amigos... sí, debía sentirse a gusto por ellos.

Dejó la taza en el escritorio y se volvió a sentar en su cama. Debía sentirse feliz, entonces, ¿por qué no se sentía así? Soltó un suspiro trémulo. Qué tonta era, pensando tanto en algo tan bobo y sin importancia. Restregó sus ojos con la manga de su blusa y sacudió la cabeza con la esperanza de que la idea saliera volando de su mente. Apoyó su mentón sobre sus rodillas, sí, una total y completa tonta.