Los días que siguieron la situación entre los dos no pareció presentar mejora alguna. En el interior de Mikasa había un batalla campal entre su parte que quería arreglar las cosas con Jean y la que estaba demasiado asustada de lo que sentía para saber qué hacer. Fueron días fatales, no lograba prestar atención en clase, estaba irritable y sensible, el insomnio la atacó con más fuerza que nunca y cuando no estaba molesta o lloraba se quedaba con la mirada perdida como viendo al vacío mismo.
Ya era viernes y eso en parte la tranquilizaba. Llegó la hora de Educación Física y tal como en el último semestre, los chicos fútbol en el campo derecho y las chicas voleyball en el izquierdo. Mikasa era muy buena en ello, tenía un buen brazo y el profesor Levi, casualmente su primo lejano también, siempre le había insistido en que entrara al equipo escolar ya que eran terriblemente malas, pero ella lejos de acceder ya ni siquiera se molestaba en contestar. La respuesta siempre fue un rotundo no y eso no cambiaría, sin embargo la hora de Educación Física siempre la aprovechaba para desquitar sus tensiones sobre la red.
Pero esta vez no, se sentó con las rodillas flexionadas en el costado de la cancha con los brazos apoyados hacia atrás. Su mirada se perdió hasta el otro lado donde los chicos jugaban fútbol. Lo vio correr con el balón entre sus pies, dar un pase hacia su costado y volver a recibir la asistencia para reventar el balón en el arco sin darle si quiera chance al arquero de amagar a sacarla. Sus compañeros lo abrazaron y muerto de calor por el sol del mediodía que lo sofocaba abrió una botella de agua para empaparse la cabeza. El agua bajaba por su rostro y las gotas brillaban a contraluz al chocar con los abrasadores rayos.
-¿Quieres que te traiga una cubeta?
Escuchó a su lado una voz familiar, recuperó sus sentidos y miró a su amiga que masticaba una manzana.
-¿Cómo dices?
-Una cubeta para tus babas cayendo mientras ves a Jean jugar fútbol.
Mikasa se sonrojó violentamente. Sasha siempre fue así, sin filtro alguno solo lanzando lo que sea pasara por su mente. Pero aunque sonara a una broma, no había un tono parecido en la voz de la chica. Esta sin esperar respuesta audible tomó el rostro enrojecido de su amiga como una.
-No te culpo, es bastante bueno y supongo es algo sexy verlo así -dijo en tanto tomaba asiento a su lado sin dejar de masticar su manzana.
-Si le dices a alguien te mataré. -La codeó con complicidad.
-Soy una tumba. -Movió su mano sobre su boca para imitar una cremallera al cerrar y le dio otra mordida a la fruta. -Entonces, ¿finalmente te diste cuenta?
-¿Podrías ser más específica?
Sasha frunció el ceño y le clavó la vista inquisitiva.
-No te hagas conmigo, yo te conozco desde tu primer día aquí. No hay nada sobre ti que se me escape.
-Sigo sin saber de qué hablas. -Mikasa desvió su mirada y se recostó viendo las nubes pasear.
-De que te gusta Jean, ¿ya lo aceptaste? -Imitó a la pelinegra luego de acabar su manzana.
-Aceptar significa que ya lo sabía solo que no quise verlo hasta ahora. Pero no, no lo sabía.
-Pues yo sí lo sabía, es decir, dios se te veía en toda la cara que detrás de ese "enojo" había algo más. ¿Pero siguen peleados no?
-No estamos peleados, solo que soy muy idiota, lo lastimé demasiado y él ya no quiere saber de mí. Aunque está en todo su derecho, si yo fuera él tampoco me hablaría nunca más.
-Pero lo quieres arreglar, ¿verdad? -Giró su cabeza para mirarla de costado.
-Claro que sí, pero honestamente no sé como acercarme de nuevo a él. -También se giró y quedaron mirándose.
-Lo más importante es que quieras, el cómo es irrelevante, siempre que así lo desees hay una forma de reparar lo hecho.
-Suenas a Armin. -Le sonrió y volvió a levantarse para buscarlo con la mirada. -Pero tienes razón.
Sasha le devolvió la sonrisa y se dirigieron al baño de chicas. Ambas conversaban mientras Mikasa se lavaba las manos, cuando alzó la vista al espejo vio el rostro de Hitch parada detrás de ella con un gesto de descomposición y molestia que hubiera jurado se le iban a torcer los ojos de tanto fruncir el entrecejo. Sasha miraba la escena muy confundida sin saber exactamente qué hacer.
-¿Cuál es el problema contigo Ackerman? -espetó mientras llevaba su mano a su cadera.
-¿Disculpa? -Respondió Mikasa tan obtusa como su amiga a unos pasos de distancia.
-¿A qué estás jugando con Jean? Primero te la pasabas rechazándolo creyéndote la gran cosa mientras lo mirabas sobre el hombro, luego resulta que le sonreías y parecías llevarte mejor dándole la ilusión de que por fin tendría una chance y ahora luego de que él solo trataba de ayudarte en lugar de apreciar eso fuiste todavía más insufrible que al principio. -Hitch alzaba cada vez más el tono de su voz. -¿Podrías decidirte de una buena vez?
Mikasa volteó y la miró a la cara sin bajar la vista.
-¿Y eso qué tiene que ver contigo?
-Claro que tiene que ver conmigo, Jean es mi amigo y es un gran chico, estoy harta de verlo triste o frustrado por causa tuya. Te crees mucho y lo juzgas solo por lo que ves, en lugar de sacar tu cabeza de tu trasero y tratar de conocerlo en verdad. No te importa lastimarlo porque al final es un tonto para ti, y no sabes la cantidad de chicas que él ha rechazado todo este tiempo porque en su estúpido corazón no cabe nadie más que una niñita egoísta y prejuiciosa que no se interesa por él.
-Chicas creo que deberían bajar la voz o tendremos problemas -dijo Sasha tratando de calmar las aguas sin éxito.
-Tal vez yo sea una tonta pero lo que sea que pase entre los dos es algo entre él y yo, no es asunto tuyo ni de nadie más.
-Al menos veo que no niegas lo idiota que eres. Solo decídete de una vez, si no vas a darle una oportunidad de corazón entonces aléjate de él.
-¿Ah sí? Pues tal vez se la de.
A este punto era imposible no oírlas gritar a ambas, incluso parecía que se iban a ir a puñetazos a simple vista. En ese momento una de las puertas del baño se abrió y salió Historia que parecía haber oído toda la discusión. Se paró entre ambas con los ojos abiertos alzando una ceja.
-Le doy crédito a Kirstein por lograr que dos chicas se peleen por él, quien lo viera, con esa cara de caballo que se carga parece matarla callado.
De algún modo el chicaneo de la rubia aplacó el aura del lugar evitando que el conflicto estallara peor. Hitch se marchó furiosa y Mikasa puso su vista en su salvadora.
-Gracias.
-No te confundas, lo hago porque los metiches son de mal gusto. -Masticó la goma de mascar que tenía en la boca e hizo una pequeña bomba con ella. -Sé que no digo esto a menudo y si dices que lo dije lo negaré, pero me caes bien, siempre has tenido carácter y lo admiro, por eso si necesitas consejos de chicos no me molestaría ayudarte.
-Lo tendré en cuenta. -Mikasa le sonrió y salió con Sasha por el pasillo. La miró aún bastante callada-: ¿crees que Hitch tiene razón?
-¿Te digo la verdad o seguimos siendo amigas?
Mikasa levantó su brazo y jaló su coleta de forma juguetona ante lo que esta comenzó a reír.
-La verdad y nada más que la verdad, Blouse.
-Tiene razón en decir que no has actuado de buena manera, algo que tú misma ya sabías. También en decir que solo lo has juzgado por su faceta de matón, pero aun así no se puede forzar a las personas a hacer cosas que no quieren o no están preparados para hacer. En resumen, tiene razón pero tu solo eres una chica, tienes derecho a equivocarte también, solo trata de hacer las cosas bien ahora y ser honesta con lo que quieres. Si te gusta no hay nada de malo en que así sea, lo malo es que le hagas creer que no te interesa cuando sí.
Mikasa llevó ahora su mano para rodearla en un pequeño abrazo sobre los hombros mientras caminaban.
-¿Qué haría yo sin mi chica patata?
-Meter la pata seguro.
Las dos se marcharon riendo.
Al finalizar el día solo restaba el Club de Arte y luego podría al menos por unos días descansar su cabeza de tantos acontecimientos y ordenar sus emociones. Hablaba con Christa acerca de lo que faltaba por terminar y qué tanto había avanzado su dupla con Mina en lo que les correspondía. Esta le pidió que la acompañara con el director sobre algunos detalles mientras dejaba a Jean a cargo para orientar a los demás. Todo marchaba bien, pese a que en cuanto a escenografías faltaban muchas por hacer en lo que era cartelería habían avanzado lo cual los motivaba a continuar trabajando al mismo ritmo.
Mikasa le había tomado mucho aprecio a la presidenta y al club en general, la hacían sentir tan a gusto que tenía la sensación de siempre haber pertenecido allí. Al menos entre tantas cosas negativas eso la alegraba.
Pero al llegar al aula de Arte se encontraron con un cuadro de lo más insólito, Steve con los chicos del club de cultura oriental en lo que parecía ser una pelea a puño limpio con Jean. Si bien Jean tenía su fama de busca pleitos esto de causar problemas en su Club era algo inconcebible, el respetaba mucho a Christa y a sus demás compañeros como para caer en provocaciones hasta este punto. Mikasa supo en el momento en que miró a Jean que esto se debía a ella, que su nombre tenía algo que ver en esto.
Y sin pensarlo, casi como de forma automática se acercó a Jean y lo observó todo golpeado, con el labio hinchado y lleno de moretones. Le tomó la mano y se lo llevó sin decir palabra cuando a lo lejos lo escuchó.
-Eso es, cuida a tu novio porque la próxima vez no seremos tan amables.
Hizo oído sordos y siguió caminando llevando a Jean tras de ella.
-¿Qué haces? -cuestionó él.
-¿No es obvio? Llevarte a la enfermería a curarte eso, se te puede infectar, mira como sangra tu ceja.
Jean quiso sonreír, nunca la había visto así de preocupada, mucho menos hubiera pensado verla así por él. No supo que más decir y solo se quedó en silencio mientras ella lo llevaba de la mano. Una vez allí Mikasa le pidió que esperara mientras ella iba a buscar algodón, desinfectante y gasas para limpiar sus heridas. Momento después regresó con lo necesario y se acercó a su rostro para verlo, tenía una expresión de angustia tal que le era desconocida a Jean hasta entonces.
-No me mires así, solo me pegaron, no estoy muerto.
-Deja de decir idioteces así -dijo Mikasa dándole un puntapié.
-Ouch, ¿no ves que estoy convaleciente? Así no se trata a los heridos.
Para sorpresa de Jean Mikasa se abalanzó y lo abrazó con tanta naturalidad que él no dijo palabra.
-Eres un idiota, no tienes cuidado. -Se alejó y de nuevo lo observó, tomó el algodón y lo empapó con alcohol para comenzar a limpiar sus heridas. -¿No sabías que eran cinta negra en karate verdad?
-Nop, no tenía idea. Aunque de saberlo, no habría cambiado nada, igual hubiera querido golpearlos. ¡Ay! -Se quejó.
-Lo lamento pero te debe arder. Fue por mí, ¿verdad?
Jean asintió.
-¿Que fue lo que pasó?
-Pues él llegó a nuestro salón, ya sabes actuando como el imbécil que es, igual de grosero que siempre. Preguntaba por ti y los chicos le dijeron que no estabas, comenzó a insistir lo cual incomodó a los demás. Entonces yo salí y le dije que no molestaran, que teníamos mucho trabajo y de seguir así hablaría con el director. Y luego dijo que no me creyera la gran cosa porque acudieras a mi para pedir mi ayuda, que tu...
-¿Que yo qué?
El chico estaba claramente incómodo y su voz delataba que estaba a punto de estallar de ira otra vez de solo recordarlo.
-Usabas tu encanto para obtener lo que querías pero solo eras eso, una... -su rostro comenzó a enrojecerse de cólera- ... una puta. Yo al oírlo no sé que me pasó, simplemente me enfureció tanto que sin pensar en nada comencé a golpearlo.
-No tenías que hacerlo sabes. -Lo miró directo a los ojos. -¿Por qué hiciste eso? ¿Sabes que su familia tiene mucho dinero y por una generosa contribución al director sería hasta capaz de suspenderte?
-Lo sé, pero no podía dejar que hablara así de ti.
Ella lo miró enternecida y sonrió.
-¿Alguna vez me vas a decir que fue lo que pasó entre ustedes para que actúe como un hijo de puta contigo?
-Te lo contaré todo, pero no hoy. Me preocupa más tu ojo en este momento. Solo prométeme algo.
-¿Qué cosa?
-Que no te meterás en problemas con él otra vez y mucho menos volverás a pelearte así por mucho que digan de mí.
-Pero...
Mikasa le frunció el ceño e hizo un puchero.
-No puedo asegurar nada pero lo intentaré.
Mikasa se acercó más y lo abrazó otra vez, pero ahora se sentía ligera, sentía que se había quitado un enorme peso de encima.
-Me sentiré muy mal si te vuelvo a ver así por causa mía, no hagas que me preocupe tonto.
Él correspondió el abrazo y así se quedaron por unos minutos que parecieron una eternidad en la cual ella por fin entendió que ya no quería escapar de ese torrente de emociones que él le despertaba y él confirmó que valía la pena arriesgarse si se trataba de ella.
