Elaine Ackerman era una madre incansablemente trabajadora, sacar a sus dos hijos adelante ahora siendo cabeza de familia no había sido nada sencillo. Sin embargo, sus dos niños lo valían todo y cada día se levantaba aún antes que el sol para poder preparar el almuerzo de sus hijos y luego alistarse para el trabajo. La única excepción a la regla era el día domingo en que aprovechaba para descansar y levantarse un poco más tarde. Aun así, estaba habituada a ser la primera en levantarse. Por ello al bajar las escaleras ese día le pareció demasiado extraño ver las luces de la cocina encendidas, restregó sus ojos para cerciorarse de que lo que estaba viendo fuera real y no producto de un sueño.
Mikasa portando su delantal mientras estiraba lo que parecía ser masa para galletas en la mesada. Tenía la impresión de estar tan concentrada en su labor que ni siquiera pudo notar que su madre estaba de brazos cruzados perpleja presenciando un espectáculo de tal calibre.
—No te había visto hornear desde que eras niña, ¿es para alguna actividad escolar?
Mikasa casi dio un brinco al oír a su madre puesto que no había reparado en su presencia.
—Algo así... —dijo apenada.
—¿A qué te refieres con algo así? —Aproximó sus pasos hacia donde estaba ubicada la cafetera, la llenó de agua y colocó varias cucharadas de café en el filtro y la encendió.
—Son... son para un compañero de clases.
—¿Un compañero alto, de cabello castaño y bien parecido? —Volvió la vista a su hija en lo que estaba listo su café.
—Sí. —Por mucho que quiso no pudo disimular el tono rosa en sus mejillas.
—Ohhh, ¿por algo en especial?
—Quiero agradecerle, el viernes el innombrable estuvo hablando de mí, él por defenderme se peleó con ellos y bueno, acabó todo golpeado. Supongo que lo menos que puedo hacer es darle las gracias de alguna manera.
—Sin dudas es algo que deberías apreciar y me alegra que no te apene hacerlo. Es un lindo gesto lo que haces, pero no olvides que un buen acto si no va acompañado de una actitud de igual forma amable puede perder el significado.
—Lo sé, para ser honesta estoy dispuesta a ello pero aún me resulta difícil.
—Sé que no te resultan nada sencillas las muestras de afecto y debo ser la menos indicada para decírtelo pero, no dejes que alguien que se interesa genuinamente en ti se aleje solo porque tienes miedo. —Sacó la cafetera que ya se había detenido, tomó dos tazas de la alacena y sirvió en ambas. —¿Quieres que encienda el horno?
—Sí por favor. Y gracias, —tomó su brazo con su otra mano en una posición enjuta— lo tendré presente.
Su madre le sonrió y encendió la llave del horno, minutos después sus galletas estaban listas y las metía en una pequeña caja hermética para entregárselas a su destinatario. Abrió su mochila y con cuidado las guardó adentro, se colocó su campera y con un gesto de mano se despidió. Sasha seguía dormida en su cuarto pero llegaría a tiempo para cuando despertara.
Emprendió sus pasos hacia la casa de su compañero, el nudo en su estómago era contundente. Una mezcolanza entre miedo por aparecer sin avisar y una indescriptible emoción por volver a verlo la embargaron. Imaginaba en su cabeza que tipo de explicación daría, qué cara pondría él al verla, cómo abordaría el tema y cuál sería su reacción. Y el nudo parecía torcerse más en su interior pero no iba a arrepentirse ahora, no era momento de acobardarse.
Desbordada en sus cavilaciones llegó finalmente. Se adentró en el sendero y tocó el timbre, apretó su puño para evitar que notaran cuánto temblaba. Sonrió para sí misma al pensar que era la primera vez que hacía algo similar, siempre iba a casa de Armin, Eren o Sasha pero esto se sentía diferente. Sentía que estaba rompiendo una barrera que no podía haber sido quebrada por nadie más que por Jean, y eso la hizo feliz de alguna manera un tanto extraña.
La dulce sonrisa de la señora Kirstein la recibió.
—Mikasa, que gusto y que sorpresa verte por aquí.
La chica alzó su mano para dar el larguísimo y detallado discurso que tanto le había costado armar pero no fue necesario.
—Pasa, pasa, el viento está bastante frío. Ahora llamo a Jeanbo, siéntate. — La guió hasta la sala y se acercó a las escaleras. —Jeanbo te buscan.
Segundos después un Jean aún bastante adormilado, con los ojos entre abiertos y con el torso descubierto aparecía. Mientras la señora Kirstein se dirigía a la cocina dejándolos solos.
—Un domingo solo podría ser Marco. —Su rostro adormecido mudaba para dar paso a uno totalmente desconcertado. —Mikasa, que sorpresa. —Un bostezo tan somnoliento como ruidoso salió de su boca. —Lo lamento, aún es muy temprano para mí. —Le sonrió. No había palabras para decir lo alegre que estaba de verla pero su curiosidad era aún mayor.
—Venía a ver como seguías de ayer, veo que te cambiaste las gasas y tu labio parece ya menos inflamado. ¿Te duele mucho? —Se encogió de hombros sin poder ocultar su preocupación.
Jean se sintió enternecido ante su gesto y se acercó a ella para que revisara por si misma.
—Mi ceja sangró un rato incluso luego de que llegué pero ahora parece estar mejor. —Indicó con el dedo abriendo un poco su vendaje.
La chica observó exhaustiva, sintió un enorme alivio al ver que el estado era mejor de lo que ella esperaba. Aunque estaba feliz por ello no podía esconder tampoco que el ver el torso desnudo de su compañero teniéndolo tan cerca la desencajaba un poco. Le fue imposible disimular su mirada y en cuanto él se percató de ello se puso rojo como un tomate y se disculpó.
—Perdona, estoy tan acostumbrado que ni siquiera me di cuenta.
Ella apartó su mirada avergonzada.
—No te preocupes, yo vine de imprevisto. Aunque, no es que me moleste verte.
Jean abrió los ojos, ¿que no le molestaba? ¿Qué quería decir eso? Ocultó su rostro detrás de su mano y se volteó para ponerse una camiseta y se le escapó un quejido.
—Tonto, con cuidado, dejame ayudarte. —Tomó su camiseta de la parte del cuello y se mantuvo estirándola para que no le rozara la cara. Una vez logrado este la terminó de colocar hacia abajo y ambos quedaron de frente mirándose.
—Gracias, la próxima buscaré una con un cuello más amplio.
Ambos mantuvieron la vista hasta que la mamá de Jean entró desde la cocina.
—Ya está el desayuno, espero nos acompañes Mikasa.
Los chicos trataron de disimular aquella tensión que se cernía entre los dos.
—Con mucho gusto, claro. Yo hice unas galletas que en realidad eran en agradecimiento para Jean pero sería mejor compartirlas ahora ya que no traje nada más. —Hurgó en su mochila y le extendió la pequeña cajita.
—Oh eso es muy dulce, aunque no necesitabas traer nada. —Recibió la caja en sus manos con una enorme sonrisa. —Aun así nos encantará probarlas.
Jean se sintió algo decepcionado, era la primera vez que Mikasa hacía algo para él y debía compartirlo. Ese lado suyo egoísta se hacía más presente cuando se trataba de ella. Jean quería todo de Mikasa, todo para él solo y no podía evitar sentirse como un crío por ello pero tampoco era alguien que le gustara mentirse al respecto.
El desayuno fue de lo más entrañable y divertido, Jean relatando su heroico acto defendiendo el honor de la damisela y Mikasa molestándolo por ser tan tontamente engreído para pelear con 3 cinta negra él solo. La señora Kirstein los escuchaba divertida preguntándose cuando había sido la última vez que vio a su hijo reír tanto y de forma tan sincera. Llevó su vista a la chica, sí, esto era gracias a esa niña y se sentía agradecida por ello.
Una vez que el desayuno acabó y todo estuvo en orden de nuevo Erika, era el nombre de la señora Kirstein, se alistó para salir un momento.
—Saldré un momento Jeanbo, debo salir a buscar algunas cosas que se me olvidaron para los pedidos de la semana. Trata bien a Mikasa y si no nos vemos cuando regreses quiero que sepas que eres bienvenida siempre que desees venir, a esta casa le hace falta más calidez. —Los saludó y salió una vez se había colocado su abrigo.
Jean y Mikasa volvieron a sentarse a la sala, él en su sillón favorito junto a la chimenea y ella en el grande frente a este. Jean juntó sus manos.
—Y bien, ¿de qué querías hablarme? —Intentó sonar lo más calmado posible pero en realidad en su interior estaba mucho más alterado de lo que quería admitir. Tenía un presentimiento de que vendría algo que no le gustaría para nada.
—Primero quiero decir que si te voy a hablar de todo esto es porque confío en ti y no quería en verdad involucrarte en esto ni que mucho menos supieras, pero ya estás de alguna forma metido en esto y quiero que a partir de ahora actúes conociendo toda la situación. No mereces ser ignorante cuando esto te puede afectar a futuro, lo que menos quiero es perjudicarte.
Un escalofrío le recorrió la espina, nunca la había escuchado tan seria como ahora y eso lo aterraba. Cruzó su pierna y la apoyó en la otra para tener una posición más cómoda.
—Está bien, puedes confiar en mi.
—Ayer te dije que te contaría todo respecto a Steve y bueno no quiero dilatar esta situación. Esta es toda la verdad y es bastante vergonzoso. —Tenía las piernas juntas y trataba de mirarlo de frente pero de vez en cuando bajaba la vista. — Cuando llegué en primero que fue también el año en que los conocí a todos menos a Eren que nuestros padres eran amigos, yo realmente estaba cerrada a los vínculos nuevos. Mis padres tuvieron un problemático y escandaloso divorcio cosa que me hizo más reticente a los desconocidos. En tercero fue cuando decidí unirme a un club por la universidad y bueno como la familia de mi madre es de origen japonés pensé que era buena idea entrar al Club de Cultura Oriental. Todo inició súper bien, la mayoría eran chicos pero me llevaba relativamente bien con todos. Entonces me hice amiga de Steve, yo lo admiraba en ese momento el parecía genial sabes conocía tanto sobre la cultura y las tradiciones que hacía que todos los respetaran allí. Él era el presidente y bueno comenzó a confiarme cosas, tareas y a pedir mi opinión para todo, yo me sentía útil y bien por poder aportar en algo que tenía mucho significado para mi. Pasábamos tiempos juntos con todos los miembros del club pero de repente esa atención de él hacia mi se convirtió en algo espeluznante. Me llamaba todos los días o enviaba mensajes, su "atención" parecía más una fijación, quería saber siempre donde y con quien estaba, a veces aun cuando no tuviéramos actividades el no se iba de la escuela hasta que me veía salir, me dejaba notas en todos lados, cambiaba la organización del club y pasaba por sobre los demás con tal de hacer todo conmigo y en ocasiones hacia que los demás casualmente se fueran para quedarse a solas conmigo. Una noche descubrí que me seguía cuando me encontraba con Armin y Eren e incluso vino a reclamarme una noche que
regresamos tarde sobre qué hacía yo tan tarde con dos chicos, que eso se veía muy mal y en fin.
El rostro de Jean ya estaba descompuesto de la rabia e impotencia al oír el relato de Mikasa pero lo ocultaba apoyando su barbilla sobre su mano.
—Como imaginarás lo mandé a freír churros y le dije que quien se creia que era, que estaba harta de su asedio e intrusión a mi vida aun cuando ya le había señalado que me molestaba. Unos días después me envió un mensaje diciendo que quería disculparse, si podía verlo en el salón del club. Yo le creí, la verdad me sentía culpable por gritarle así cuando el había sido amable conmigo al inicio y bueno fui. Cuando llegué no había nadie, entré y él cerró la puerta. Comenzó a acercarse y me acorraló, comenzó a susurrarme idioteces en el oído como que yo debía dejar de fingir, que sabía que él me atraía tanto como yo a él, que me estaba resistiendo por miedo y no sé que tonterías más. Yo estaba perpleja, no entendía nada, quería gritar y correr lo más lejos que mis piernas me permitieran. Fue cuando él comenzó a tocarme de forma un tanto violenta —la voz de Mikasa comenzó a adquirir un tono perturbado y acongojado.
Jean se puso de pie y se sentó a su lado, tomó una de sus manos con suavidad y la miró, estaba a punto se romperse, la misma chica que él siempre había visto con tanto temple y carácter ahora estaba allí casi por quebrarse.
—Yo... estaba petrificada, no pensaba en nada y cuando pude reaccionar le di un rodillazo tan fuerte como pude donde ya sabes y salí corriendo de allí. No fue más que eso, no llegó a nada más pero en verdad nunca había sentido tanto miedo en mi vida. —No pudo detener más el llanto que caía a raudales por sus mejillas.
Él la abrazó tiernamente y la acercó a su pecho para que pudiera llorar tranquila.
—Ese hijo de puta, es muchísimo peor de lo que yo imaginaba. ¿Hablaste de eso con el director? —interrogó mientras acariciaba su cabeza hundida en su hombro.
—Al principio no quise, no quería que nadie lo supiera pero cuando Eren y Armin se dieron cuenta de que algo me pasaba y lo averiguaron, me acompañaron y me ayudaron a ver que no podía quedarme callada ante tal cosa. Hablé con el director y le conté a lujo de detalle lo ocurrido, él ni siquiera se molestó en convocar un reunión o algo, simplemente dijo que si solo había sido eso y no llegó a más que no podía hacer nada. Me preguntó si quizás yo estaba redimensionando las cosas y exagerando y bueno me sentí tan indignada, ¿cómo eso califica como nada? ¿Cómo es que eso les resulta irrelevante? Para tapar el escándalo su familia donó mucho dinero y bueno, ahí fue todo. Mi madre intentó hablar con el director pero fue para nada. Eren más irascible que nunca fue a golpear a Steve para decirle que no se me acercara más o veria que el Doctor Jaeger moviera influencias para averiguar lo que pasó. Es la única razón por la cual se ha mantenido más al margen pero ahora parece que mi tiempo de gracia está por terminar.
—De ninguna manera, quizás yo fui un tonto contigo antes pero quiero que cuentes conmigo para esto, ¿si? —Retiró su rostro de su hombro y lo tomó en sus manos con delicadeza para secar sus lágrimas. La miró a los ojos. — No estás sola, no solo tienes a
Eren, Armin y Sasha, ahora también me tienes a mí. No voy a dejar que ese aborto de buey te haga nada, ¿entiendes?
Ella asintió y volvió a hundirse en el pecho de Jean tratando de calmar su sollozo. Ahora más que nunca Jean sentía la necesidad de estar para ella y darle su apoyo, a la mierda todo, si debía ser suspendido por tratar de protegerla lo haría sin una pizca de arrepentimiento.
