Mikasa, que hasta ese momento había estado en una banca en dirección opuesta a donde estaba su hermano, echó un vistazo hacia su celular para ver la hora. Grande fue su sorpresa cuando vio las numerosas llamadas perdidas de Billy, eran de hace mas de 40 minutos, tiempo en que supuestamente debía estar con su padre. Pensó lo peor, quizás algo le había pasado, si le hacían daño por un descuido suyo no se lo perdonaría.

Con el corazón en la garganta y el miedo atorado en el pecho, corrió con desesperación sin siquiera meditarlo. Al llegar ni siquiera atinó a observar a su alrededor, fue directo a Billy y lo tomó de los hombros.

—¿Pasó algo? ¿Estás bien? ¿Por qué me llamabas? —pronunció una detrás de otra sin pausa mientras miraba su rostro buscando cualquier cosa fuera de lugar. Sus ojos orbitaban furiosamente.

Jean la observaba a la distancia y se sonrió, ver su lado protector siempre lo conmovía, era una de las tantas cosas que amaba de ella.

—Estoy bien Mika, perdón por asustarte —dijo tomando su mano para tranquilizarla.

—Bueno es inevitable que se preocupe, es parte de su naturaleza —agregó Jean a sus espaldas.

Mikasa volteó y solo entonces notó la presencia de Jean, había estado tan enfocada en asegurarse del estado de su hermano que perdió de vista todo lo demás. El pequeño, por su lado, viendo que ya había entrado en razón fue hasta su mochila para recoger sus cosas.

—Jean, ¿qué haces tú aquí? —expresó con desconcierto.

—Pues vine a traerte tu abrigo, lo dejaste esta mañana en tu casa y recordé que habías mencionado que vendrías al parque así que pensé porqué no aprovechar y traértela. —Estiró su mano y le extendió la chaqueta.

Ella esbozó media sonrisa y la recibió.

—Me la podrías haber devuelto mañana pero me alegra que estuvieras aquí.

Jean se le acercó para murmurarle en voz baja.

—Al parecer tu padre no vino y cuando llegué lo vi llorando con el celular en su mano, no me había dado cuenta que era tu hermano al principio. Me acerqué pensando que quizás era un niño perdido y bueno una cosa llevó a la otra y no pude dejarlo solo aquí.

Los ojos de Mikasa se pusieron vidriosos, ligeramente le dio una mirada a su hermano y volvió su rostro hacia Jean. La descolocaba cuestionarse qué era mayor en ese momento, su dolor por la tristeza del niño o su cólera por aquel que la causó. No supo cómo pero sacó fuerzas y tragó sus lágrimas. Su mirada se posó ahora en aquel chico junto a ella esperando que él leyera en su rostro lo que sentía.

—Tú nunca dejas de salvarme eh. —Una risita nerviosa se le escapó. — Demonios, así nunca dejaré de estar en deuda contigo.

—Se me ocurren muchas formas en las que podrías saldar tu deuda —dijo en un tono pícaro.

—Luego acordamos términos —comentó entre risitas.

—Estoy aquí, ¿saben? —espetó el niño arrugando su nariz, ahora dirigiéndose a Jean—. ¿Quieres ir a casa a cenar?

—En otra ocasión me encantará, al salir le dije a mi madre que volvería pronto asi que no quiero dejarla esperándome con la comida servida.

—Que sea un trato y recuerda lo de dentro de dos sábados.

—No lo olvidaría. —Chocó su puño con el del pequeño.

Mikasa se cruzó de brazos inflando sus mejillas levemente.

—¿Desde cuándo ustedes son tan unidos y por qué hacen planes sin mí?

—Pues resulta que tenemos mucho en común, pero también puedes venir aunque no sé si te gustará ya que son "cosas de frikis" —hizo el gesto de comillas con sus manos— como siempre dices. Por cierto, me agrada —señalando a Jean— como hombre de la casa lo apruebo.

—¡Oye! —Levantó la voz en tanto que el color subía súbitamente a sus mejillas.

Jean solo seguía divertido mirándola.

—Bueno, debo irme. Regresen con cuidado. —Hizo un gesto para saludar con su mano.

—En serio gracias. —Le sonrió ampliamente y se dispusieron a regresar.

Billy la miró de reojo y sonrió como si hubiera hecho el descubrimiento del siglo.

—¿Qué? —Interrogó ella sin apartar la vista del frente.

—Así que sí te gusta, lo sabía. ¿Ya se lo dijiste?

—Las cosas no son tan simples sabes. No puedo ir y tan solo decirle.

—¿Por qué no? No todo tiene que ser difícil, tal vez tú sola lo estás complicando más de lo que es.

—Puede que sí...

—Pero sabes, en verdad me agradó. No lo espantes porque quisiera seguir viéndolo.

—¿Por qué todo mundo cree que quiero espantarlo?

—Tal vez porque eso parecía que hacías hasta ahora, aunque con nuestra situación familiar es entendible.

—Siento que no saliera como querías, en serio.

—La verdad me puso muy triste pero qué más puedo hacer, de todos modos Jean prometió ayudarme con mis lanzamientos así que eso me anima un poco.

—Ya ves, algo bueno puede salir de algo malo. —Tomó la mano del pequeño y aceleraron sus pasos.

Al día siguiente en la escuela una semana más daba inicio, y nada parecía haber cambiado. Excepto para Jean que sentía que le faltaba el aire cada vez que pensaba en su disyuntiva. Cuando se hizo la hora del almuerzo el poder tener unos minutos en paz lo alivió.

Como siempre, tras servirse en su bandeja el insípido almuerzo del día se dirigió hacia la mesa de la esquina y tomó asiento cruzando sus manos frente a su rostro pensativo. De repente un sonido seco lo devolvió, vio a Eren parado frente a él que le extendía una lata de la limonada que le gustaba. No alcanzó a preguntar ni nada ya que el chico tomó la palabra.

—Esto es por lo del viernes. Mikasa me dijo lo que hiciste por ella así que es mi forma de decir gracias —dijo desviando la vista y entre dientes como si temiera que alguien más lo escuchara.

Jean todavía muy asombrado solo atinó a recibir el envase y sonrió con un gesto suave.

—Bueno, aunque pienses que soy un idiota sí me preocupo por ella sabes.

—Eso lo sé, supongo que nos parecemos más de lo que nos gustaría admitir ya que todo lo solucionamos a golpes.

—Hablando de ello, hace mucho no te parto la cara Jaeger, casi hasta lo echo de menos.

Eren sonrió con algo de arrogancia.

—¿No te parece si mejor usamos eso contra nuestro enemigo en común?

—Es un trato.

Mientras se retiraba se volvió y agregó.

—Me deja más tranquilo que estés con ella en el Club de Arte. No me decepciones porque ahí si te patearé el culo Kirstein. Por cierto, como recomendación, la próxima que quieras poner en su lugar a esa mierda trata de hacerlo cuando no estén sus amigos. Solo es un inútil.

—Lo tendré en cuenta.

Eren se ubicó en la mesa de atrás mientras esperaba la llegada de Mikasa, Sasha y Armin.

Minutos después llegaba Marco y tomaba su lugar frente a Jean

—Leí tu mensaje ayer, sí que te metiste en un embrollo eh, ¿qué planeas hacer?

Jean le hizo señas de que bajara la voz porque no tenía intención de que nadie mas supiera al menos hasta saber como lo resolvería.

—No tengo idea, pensé cancelarla e incluso pretender que tengo novia y no podré ir pero sabes, yo me metí en esto y quiero salir correctamente de ello.

—Qué bien, por un momento pensé que le pedirías a alguien que fingiera ser tu novia. Sería una trama muy cliché sabes —comentó con socarronería.

Para ese momento también se aproximaban Mikasa, Sasha y un poco más atrás Armin. Mikasa al pasar junto a Jean buscó su mirada y le sonrió, gesto que él correspondió.

—¿De nuevo estuviste viendo doramas eh? —Negó con la cabeza desaprobando el asunto. —Siempre sales con ideas raras de ahí.

—No te burles, hay algunos hermosos.

En la mesa de atrás los oían conversar y reír alegremente.

—Entonces, ¿irás a la cita? —Retomó Marco.

—Iré pero solo para aclararle que me interesa alguien más.

—¿Quién tendrá una cita el sábado? —Preguntó en voz alta Connie sin ningún tacto o lectura del ambiente previo.

Jean comenzó a sudar nervioso y Marco para tratar de disimular solo señaló a Jean por lo bajo para que solo Connie lo pudiera ver.

—¿Tú Jean? —En un tono en el que podrían haberlo escuchado desde Marte incluso. —Bien, al menos uno de nosotros podrá tener novia. —Le palmeó la espalda.

Jean deseó fervorosamente que la tierra de abriera en dos y lo tragara. Se cubrió el rostro con las manos conteniendo sus ganas de matar a Connie. Marco hubiera querido reír pero ver a su amigo así disipaba esos deseos. En la mesa de al lado todos habían oído el

alboroto de Connie, Sasha le echó una mirada a Mikasa y esta se mantuvo mirando su sándwich en su plato.

El resto de la jornada escolar siguió su curso pero Mikasa no podía sacarse aquello de la cabeza. ¿Una cita? ¿Con quién? ¿La misma chica de la vez anterior? Una incertidumbre punzante le recorrió el cuerpo, el día anterior había sentido una pequeña conexión con Jean y por su forma de tratarla estaba segura de que él aún sentía algo por ella. Pero, ¿y esto?

Iba cavilando más absorta que nunca por su tormenta interna cuando lo oyó llamarla. Volteó y él corría hacia ella con su caja de pinceles, se detuvo a esperarlo para llegar juntos al salón.

—Perdona, pensé que te habías adelantado.

—No, fui a mi casillero a dejar mis cosas pero me entretuve hablando con Marco.

—Oh, ya veo. —Mikasa bajó la vista y siguieron caminando.

—Mika, sobre lo que pasó hoy en el almuerzo...

—¿Qué cosa? —Tratando de desentenderse.

—Ya sabes, lo de mi cita el fin de semana.

—Oh, ¿que hay con eso?

—Pues verás, la acepté en parte por evitarme un problema en mi trabajo aunque parece que lo hice peor. La verdad no tengo interés en ella pero planeaba decírselo entonces.

—Jean, está bien, no me debes explicaciones. Con quien salgas no es asunto mío.

—Supongo que tienes razón, es decir por qué habría de importarte.

Ella detuvo sus pasos obligándolo a retroceder.

—No dije que no me importe. —Encogió sus hombros y arqueó levemente su boca. —Dije que no es mi asunto porque no me debes nada, no que no me importa.

Aquella respuesta lo dejó descolocado.

—¿Estás diciendo que sí te importa?

Ella se acercó y clavó sus grandes pupilas grises sobre él, tanto como para que él pudiera ver en ese mar gris pequeños destellos verdes que solo podían ser distinguidos a esa distancia y que antes no tenía idea de que existieran.

—¿Tu qué crees?

Pero justo en ese momento Christa apareció acelerada buscándolos. Les dijo que tenían una reunión urgente en el Club y que eran los únicos que faltaban, los tomó de los brazos a ambos y los arrastró a toda velocidad.

Los días que siguieron, aquella escena atormentó la mente de Jean tan insistente como una llave goteando en la madrugada. Quería interrogar a Mikasa al respecto, quería aclarar las cosas y al menos saber si tenía aunque sea una mínima oportunidad pero primero debía liberarse del malentendido con Casey. No quería que nada le impidiera esta vez abrirse a la chica que quería.

El sábado llegó y mientras Jean se preparaba para afrontar aquella tortuosa pero necesaria situación, Mikasa daba vueltas sobresaltada por su habitación.

—¿Podrías quedarte quieta? Me estás poniendo de los nervios. —Espetó Sasha exasperada.

—Me pides que esté tranquila cuando estoy aquí igual de aburrida y mediocre que siempre mientras Jean sale a divertirse en una cita con otra chica.

—Te dijo que no tenía interés en la chica, ¿por qué no le crees en lugar de ser tan melodramática?

—No es que no le crea pero aun así, me hace sentir del asco pensar en él con otra chica.

Sasha jaló a Mikasa del brazo obligándola a sentarse en la cama.

—¿Quieres que hagamos algo para distraerte?

—Sí, de hecho, ¿Historia no tenía una fiesta hoy? Podría llamarla...

—Pensé que no te gustaban esas cosas.

—En realidad nunca fui a una así que no sé si me guste o no, pero si me dice que sí, ¿irás conmigo?

Sasha volteó los ojos.

—Cómo crees que te dejaría ir sola, tonta.

Mikasa se abalanzó para abrazarla.

—Esa es mi Sasha.

Una breve llamada, un fugaz cambio de atuendo y muchas advertencias de su madre después, ambas chicas se encontraban en la dichosa fiesta. Mikasa estaba más ansiosa por saber la expresión de Jean al saber que ella había ido que por el evento en sí. Un chico

que jamás había visto se le acercó para invitarla a bailar, ella solo alzó su mano cubriendo su rostro.

—No me interesa. —De inmediato volteó y tomó un vaso de cerveza, lo miró con detenimiento y luego lo bebió todo de una.

Sasha a su lado solo la observaba, esa faceta de Mikasa era toda una novedad. La pelinegra tomó otra y sentó con fuerza el vaso en la mesa.

—Dios que horrible es esto, ¿no tienen otra cosa?

—Creo que hay vodka por allá, pero no deberías beber tan rápido, no estás acostumbrada. A este paso acabarás vomitando sobre mi —dijo bebiendo una cerveza lentamente.

—Que mojigata sonaste, ¿no ves que soy libre ahora? Ya sé, iré a probar en el karaoke. —Salió disparada con un vaso en su mano.

Por su lado Jean que hacía un rato había llegado al salón de arte donde insistió en encontrarse para no tener que buscar a Casey en su casa y evitar confundirla más.

—Disculpa la demora, tardé arreglándome más de lo que esperaba.

Jean ni siquiera se gastó en observarla detenidamente ni en hacer ningún cumplido.

—Está bien, vamos. —Tomó camino a la entrada sin pausa.

Ella lo siguió decepcionada y triste, había pasado horas eligiendo un vestido para ese momento y él ni siquiera la había mirado. Quiso convencerse de que era cuestión de timidez y siguió adelante como si nada. La cita fue muy normal, se limitaron más que nada a comentar sobre las pinturas que veían, nada muy personal. Cuando terminaron de ver el segundo salón Jean no pudo aguantarlo más.

—Casey, hay algo que tengo que decirte. La verdad es que acepté la cita por miedo a decir que no, eres una chica muy bonita pero no siento lo mismo por ti. Yo... estoy enamorado de alguien más. Lo siento.

Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas.

—¿Y no pensaste que hubiera sido mejor decirme eso antes en lugar de dejar que me ilusionara con esto?

—Lo hice pero en parte creí que debía decírtelo en un lugar apropiado y no en la cafetería donde no hay casi privacidad. También quería poder ser completamente honesto, tu me abriste de cierta forma tu corazón y no puedo rechazarlo a medias o sin tomarme el debido tiempo para explicártelo.

—Bueno, agradezco que me lo digas aquí y no frente a mi padre o alguien más. Al menos me evita la pena pública. Y esa chica, ¿la conozco? ¿Quién es?

—No la conoces, es una compañera de la escuela. Me ha gustado desde hace tanto tiempo...

Secó sus lágrimas con un pañuelo.

—Debe ser una chica increíble para que la quieras de esa forma. ¿Le has dicho?

—Lo sabe, aunque nunca pude decirlo apropiadamente.

—Hazlo por favor, si me rompiste el corazón al menos haz que valga la pena.

La chica se acercó y depositó un pequeño beso en su mejilla.

—Buena suerte. —Acomodó su bolso y se dispuso a retirarse.

Él sonrió y solo alcanzó a murmurar un gracias. Por dentro se sintió terrible, quien iba a pensar que rechazar a alguien, aun sin sentir nada por esa persona te hacía sentir tan miserable.

Al otro lado de la ciudad Mikasa que para ese momento había bebido más que en toda su vida junta tuvo la brillante idea de llamar a Jean. Justo cuando él salía su celular sonó y su sorpresa fue enorme al ver el nombre de ella.

—¿Mikasa qué...?

—Shhh cállate, no quiero escucharte ahora.

—¿Entonces por qué llamaste si no quieres escucharme? ¿Estás borracha?

—Shhhh te dije que shhhh. En este momento eres mi persona menos favorita. ¿Cómo que fuiste a una cita con alguien que no soy yo? Yo debería estar ahí, maldita sea. ¿Ya no me quieres? ¿Es eso, verdad? Es porque yo soy una cara de culo que todo lo que hace es alejarte, ¿no? ¿O era mentira que te gustaba? Aaaaa, contestame. ¿Ya no me quieres? Yo pensaba que sí pero mirate en una cita con otra, hombres, todos iguales. —La voz de Mikasa se perdía. —Seguro es con la Historia 2.0 menos bonita con la que te vi el otro día, ¿sabes lo mal que me sentí? Que vas a saber, no sabes nada. Maldito Jean, ¿qué me hiciste? Encima ya no me quieres. Mentiroso. —La llamada seguía pero Mikasa había caído dormida sobre la mesa.