Bueno, aquí les traigo el Capitulo 1 de esta historia.

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto, autor de la obra de Naruto, Naruto Shippuden y Boruto – Naruto Next Generation.


Capítulo 1


Estaba sentada sobre su cama, con las piernas recogidas a la altura de sus hombros y la cabeza gacha, pegada a estas. Sus mejillas estaban llenas de residuos de lágrimas, producto de haber llorado un par de horas antes. Sintió una profunda tristeza recorrerla desde la cabeza a los pies.

Su vista se clavó en la hoja que estaba sobre sus piernas, la cual estaba arrugada y húmeda por las gotas saladas que habían brotado anteriormente de su perfilado rostro. Se pegó al espaldar de su cama y soltó un suspiro de preocupación, mirando los resultados de su examen médico por enésima vez y recordando lo que el doctor le había dicho aquella tarde.

―¡Señora Hyuga, usted padece del Síndrome de Highlander!

Ella había abierto los ojos como platos de la impresión, de que tal afección esté en su cuerpo. Tenía una idea de a que se refería, pero quería escucharlo de las propias palabras del doctor, así que lo dejo seguir hablando. El viendo que se quedó callada, prosiguió.

―Debe saber que ese término no es reconocido a nivel mundial. Algunos lo conocen como síndrome X, pero básicamente se trata de la misma enfermedad, por decirlo así, que ralentiza el crecimiento del cuerpo e impide que este envejezca.

―¿Cómo dijo? ―Hinata tembló, porque sus sospechas parecían confirmarse.

―Que no va a envejecer, por un largo tiempo, no se sabe. Talvez nunca lo haga―El doctor levantó su mirada, viéndola directamente a los ojos.

Sus sospechas se confirmaron completamente.

Esto sería un cambio drástico en su estilo de vida, lo sabía, y lo que conlleva eso. Le había pasado lo mismo a sus ancestros, pero nunca pensó que le ocurría esto a ella.

―¿Esta bien? ― El doctor le preguntó, viendo que estaba perdida en sus pensamientos.

Hinata se dio cuenta de que se había quedado con la mirada perdida en alguno punto del despacho médico.

―¡S-Sí!... l-lo siento―tartamudeó, una característica de ella cuando estaba nerviosa de algo o alguien, pero en este caso es porque estaba preocupada enormemente. Respiro profundamente y encaró al doctor, queriendo saber con todo y detalle.

Sabía lo que era ese síndrome en términos generales, pero no todo, de cómo se origina, sus causas, síntomas, consecuencias. Necesitaba saberlo.

―¡Doctor Yakushi! … Prosiga. Quiero saber todo sobre esto. ― Él se había quedado sorprendido por la determinación que había tomado, aunque se notaba que seguía nerviosa. Pensaba que iba seguir callada o retirarse lentamente con la cabeza agachada, porque esa impresión le había dado aquella mujer.

―Está bien, pero no le puedo decir mucho sobre este síndrome, ya que a pesar de ser descubierto hace varios años, no se sabe mucho sobre este. Muy pocas personas en el mundo la tienen. Es considerado una enfermedad rara, e incluso para muchos no es reconocido como una condición médica―Hinata asintió, entendiendo la situación.

―No importa. Todo lo que sepa―El doctor suspiró, ya que esto iba a ser una larga conversación. Miro al examen de laboratorio y luego a su computador, digitando unos datos para luego dirigirse a la paciente.

―Escuche con atención. ― Volvió a suspirar ―Todavía no se sabe cómo se origina este síndrome, pero muchos estudios apuntan a que es debido a una mutación genética capaz de retrasar el proceso de envejecimiento del cuerpo. Esta afección pasa de generación en generación y no siempre se activa en la siguiente generación. Es tan raro e inexplicable que puede aparecer hasta en la séptima generación―Hinata se había quedado asombrada por esto último―Le preguntó ¿Tuvo alguno familiar que haya padecido de esto?

―Si creo. Según se, mi trastatarabuelo y mi bisabuelo lo tuvieron ―

«Aunque pensé que eran solo cuentos que contaban mis abuelos, y me habían tomado el pelo», esto último lo pensó.

―Entonces ahí está la razón. Aunque debo decirle que su caso es más raro.

―¿Por qué lo dice? ―Le miró sorprendida de nuevo.

―Porque si bien se trata del sindrome de Highlander, lo suyo se podría considerar una variante en sí de esta afección ―Hinata pestaño, dando entender que no le había entendido.

El doctor volvió a suspirar. Es un tema en si complejo, se dijo.

―Porque los casos que se ha estudiado, son de personas adultas que tienen apariencia de niño. Es muy raro que aparezca desde la etapa adulta. Solo había escuchado un caso similar, a parte del suyo, en toda mi vida. ― Hinata ya estaba comenzando a preocuparse de nuevo.

―¿Y como le fue a ese paciente? ―Quería saber si a lo mejor vivió bien o termino en tragedia.

―No sabría decirle, no conozco los detalles, pero según se, tuvo algunas complicaciones antes de su muerte.

Hinata se había quedado estupefacta por esa información. ¿Qué le habría pasado a esa persona en específico? ¿Le pasará lo mismo a ella?

―Pero no se preocupe, su caso es ligeramente distinto y no parece ser peligroso, por el momento. Bueno eso según el examen ― El doctor levantó sus lentes del puente de su nariz ― Por el momento su crecimiento será retardado, aunque su mente si madurará como lo haría una persona normal. Talvez presente cambios de ánimo, propensa a estresarse, decaimiento, depresión, o también euforia, sentir mucha alegría, se te sube la adrenalina, e incluso fuerte deseo sexual como una joven en plenitud ―Hinata abrió los ojos ante esto último ―, dado las circunstancias en las que apareció ahora y no antes. Podría experimentar todo esto mientras el síndrome siga activo en su cuerpo, hasta que desaparezca con el tiempo o se cure, aunque por el momento no hay cura para ello. ―El doctor tomo de su botella de agua, porque se le había secado la garganta.

Volvió a leer el informe, para confirmar un dato y proseguir.

―No se preocupe, puede seguir con su vida sexual activa si es el caso. Yo de usted aprovecharía. ― había soltado este último comentario, ya que de estar en su lugar podría dar rienda suelta a sus deseos, sin tener que pagar consecuencias físicas en su cuerpo, viéndose siempre joven. A lo Dorian Grey, se dijo.

Vio que su paciente lo miro entre confundida y seria con lo último que soltó.

Sonrió nervioso.

―Perdón, pero si no es su caso, no hay problema― Tosió, para poder cambiar de tema― Como le decía, puede seguir con su vida normal, pero le recomiendo que se haga chequeos frecuentes para ver si no hay otros problemas y sigue estando sana. Eso si― Se puso serio, para darle una noticia nada agradable para mujeres de su edad ―Le recomiendo no embarazarse. Según los examenes de ginecología que se ha hecho con la Doctora Shizune, ya ha presentado alteraciones hormonales hace un año y su periodo de menstruación se ha alterado. ¿Estoy en lo correcto?

Hinata asintió, sabiendo que ya desde hace un tiempo algo andaba mal con ella.

Antes no tenía periodos irregulares de menstruación, le llegaba justo el día que ella sabía que llegaría, sin retrasos, y eso pasaba antes y después de comenzar su vida sexual. No le tomó mucha importancia porque pensaba que los causantes de que su ciclo se alterara eran porque en esos momentos estaba demasiado preocupada y estresada por su vida familiar, personal y laboral. Así que pensó que en los próximos meses iba a volver a normalidad. Pero viendo que el día que llegaba la menstruación era cada vez más impredecible, decidió que lo mejor era hacer una consulta a su ginecóloga de confianza y aceptar el tratamiento que le dé.

Ahora sabia porque pese a seguir las indicaciones de su médico, no había cambios algunos en su periodo de menstruación.

Pero estaba confundida sobre lo que dijo acerca de no embarazarse.

―Además…

―Disculpe Doctor, pero según se las mujeres con ciclos irregulares si pueden embarazarse y dan a luz sin problemas. ¿Por qué no me lo recomienda?

―Porque su caso es muy distinto, le recuerdo. ―Hinata se quedó callada, sabedora de que se había precipitado y no lo había dejado hablar.

―Perdón. Continúe.

―De acuerdo. Que tenga un hijo ahora sería riesgoso, ya que no se sabe si él bebe se desarrollará bien en su cuerpo ahora que no envejece. Puede ser que se desarrolle normalmente, se produzca un aborto o el tiempo de gestación sea mayor de lo normal generando complicaciones a usted y al mismo bebe, incluso podría desarrollar el mismo síndrome u otras afecciones. ― Hinata abrió mucho los ojos ante lo que dijo, para luego perderse en sus pensamientos.

Kabuto vio que la mujer se quedó quieta en su lugar, sin mover ni parpadear.

Volvió a tomar aguar. Tenía que seguir. Ella mismo le había dicho que le cuente lo que sabe. Y no está demás advertirle, ya sea si se cumplen o no esas situaciones.

―Pero como le dije, no se sabe a ciencia cierta que podría ocurrir. Yo le hablo en base a los examenes y los posibles escenarios que se presentarían, Así que no es ciento por ciento seguro que eso pase, así como también hay la misma probabilidad que si ocurra eso. Por ende, le sugirió que se haga más examenes y chequeos frecuentes, sobre todo en el hormonal. ― La miró, viendo que no respondía o le alzaba la mirada. ― Oiga, ¿me escucha?

Hinata volvió a pestañear, y se recordó que estaba en el consultorio.

―Si. Entiendo. ¿Hay algo más doctor? ―Tenía unas ganas de salir de ahí.

―No, eso es todo. Si quiere saber más sobre el síndrome, le puedo enviar a su correo un enlace a un artículo que detalla más sobre ello. Son cosas sobre cómo se produce el proceso de envejecimiento, casos estudiados, entre otros, que no le puedo detallar aquí por falta de tiempo. ― Giro su silla para que esté al frente del monitor de su computador. Abrió el correo y se dirigió para escribir un nuevo mensaje. La miró para confirmar.

―Si, gracias. Envíeme esa información. ― El doctor asintió y procedió con el envió del mensaje.

―¡Listo!. Eso es todo Señora Hyuga. Fue un gusto. ―Extendió la mano a su paciente

―Gracias. Igualmente― Correspondió su apretón de manos débilmente.

Kabuto observó que la mujer salió rápido de su despacho, como si tuviera algo de prisa.

Suspiró, dándose cuenta que la mujer salió afectada de ahí, y no juzgaba su reacción.

Hinata había corrido al hotel donde estaba hospedada, cerró la puerta de su habitación y se dejó caer en el espaldar de su cama, procesando la información que le había dicho el Doctor hace una hora. Vio el informe de su examen de laboratorio que se había hecho hace unas semanas, y sin querer, había soltando lágrimas silenciosas, para no llamar la atención de las demás personas que estaba en el hotel.

Volviendo al presente.

Y ahora estaba ahí, encerrada en su habitación, con la cabeza apoyada en la pared, y restos de lágrimas en su rostro. Pensaba que no iba a tener más problemas de los que ya tenía en su vida.

Que equivocada estaba.

¿Por qué le tenía que pasar esto a ella?

Ya tenía bastante que lidiar con los comentarios de sus familiares por ser la chica que no cumplió con sus expectativas para liderar la empresa, con su ex-esposo que le mandaba mensajes a pesar de estar divorciados, y con la gente que la alta sociedad que habla atrás de sus espaldas.

Y ahora esto. Saber que tiene un síndrome que no le va permitir envejecer.

¿Qué pensaría la gente cuando de aquí a un par de décadas vea que no ha cambiado nada en absoluto en el aspecto físico? ¿Sus familiares? ¿Sus amigos?

¿Qué pensaría su ex-esposo? ¿Acaso la molestará más solo por verse siempre joven? ¿O la repudiaría?

Y, sobre todo, que no podría tener un bebé. Un hijo, al cual dedicarle mimos y cariños como a ella no le dieron en su infancia.

Ella tenía como meta de su vida ser madre tarde o temprano, y estos deseos crecieron más desde que se casó. Pero ahora que estaba divorciada y no había logrado engendrar un bebe (más por su ex-esposo que no le gustaban los niños) el plazo se había extendido, ya que todavía estaba joven y, además, tenía que sostener una situación económica estable para incursar en este mundo de la maternidad.

Pero algún rato tenía que llegar, se dijo. No iba a ser una mujer soltera toda su vida, o al menos no sin un hijo. Ella quería experimentar esa etapa de ser madre.

Pero ahora esa meta tendría que esfumarse, porque prácticamente no sería sensato tener un hijo dada su situación.

Porque no podría arriesgarse a ver qué sucedería.

Aunque sabía que existían métodos para que tenga un bebe sin llegar a embarazarse. Pero ella quería vivir en carne propia lo que conlleva tener una vida en su vientre, desde sentir que patea su barriga hasta dar a luz y tenerlo en sus brazos.

Volvió a soltar otro suspiro. Pensar en eso no le ayudaría en nada. Tenía que afrontar la realidad.

Se levanto de la cama y se dirigió al cuarto de baño para lavarse la cara. Se seco con una toalla. No podría quedarse en la cama deprimida para siempre. Tenía que seguir con su vida.

Salió del baño, y vio que el reloj que estaba colgado en la pared de su cuarto marcaba las 7 pm. Todavía estaba tiempo para cenar. Así que recogió su abrigo, su cartera y salió de su cuarto de hotel directo al restaurante que se encontraba al frente del mismo para pedir algo de comer. No estaba con apetito para ser sincera, pero se recordó que tenía que estar en óptimas condiciones para el día de mañana, el cual iba a reencontrarse con caras conocidas.

Tenía que sacar un certificado actualizado que le pedían en su reciente trabajo para su curriculum. Iba a visitar a Hanabi por insistencia de ella ya que no se habían visto en mucho tiempo, además de que la extrañaba (siendo la única persona en su familia que había demostrado aprecio y cariño por ella). Y también, tenía una cita con unas amigas, que la habían invitado aprovechado que estaba en Tokyo por unos examenes médicos.

Luego regresaría a la ciudad de Konoha el domingo para descansar bien y alistarse para su jornada laboral de trabajo.

Pero ahora tenía que comer, luego ir al hotel a ducharse. Talvez revisar su correo en su portátil y ver un poco de televisión, y finalmente dormir, para estar lista para mañana.

Sobrellevaría su situación actual, como siempre lo ha hecho con sus problemas. Sola sin ayuda. No necesitaba de nadie más.

Y tampoco necesitaba que la gente sepa de más.

Ya pensaría que inventar cuando la gente le pregunte que es lo que hace, o que tiene, que su rostro y cuerpo no se ven afectados por el pasar del tiempo.

Además, que resida ahora en Konoha le traía cierta ventaja. Un pueblo medianamente pequeño, pero tampoco grande, no estaba superpoblada y era considerado una zona rural frente a las demás ciudades. Ahí la gente en su mayoría respeta la privacidad y no estaría en la comidilla de los demás. Por eso le encantaba esa ciudad, además de sus paisajes y bosques.

Con eso en mente salió del hotel directo al restaurante, a llenar su estómago de comida.

Ya era una mujer hecha y derecha y no se va a derrumbar por una situación así.

No era el fin del mundo después de todo.


Había entrado a un club exclusivo solo para gente privilegiada, donde tenías que hacer una reserva días anteriores y el menú que ofrecían no era nada barato. Además, era sábado por la noche, día en el cual el lugar se llenaba de más gente y los precios, eran más caros de lo normal.

Por supuesto, eso no le sorprendió. Sabía que sus amigas tenías esos gustos por los lugares caros y lujosos. A diferencia de ella que le gustaba lo sencillo y funcional, pese a ser criada en una buena familia con una clase social anteriormente media y que ahora era una de las más altas de la sociedad.

Sabía que su difunta madre tenía mucho que ver en eso. Ella le había enseñado los valores y normas que ahora rigen su vida.

Se sintió un poco triste al recordar eso, y alejo esos pensamientos de su cabeza. No quería recordar cosas que la ponían melancólica.

Visualizó la esbelta y despampanante figura de su mejor amiga de la universidad, enfundada en un vestido corto de encaje negro apegado a su cuerpo por encilla de su rodilla y descubierta la espalda, en una de las salas privadas del sitio. Cuando había llegado a la puerta de la sala, la mujer se giró y la reconoció, caminando hacia ella con una gran sonrisa para posteriormente abrazarla.

―¡Hola Hinata!. Cuanto tiempo sin verte―La mencionada sonrió y correspondió al abrazo.

―Hola Ino. Es verdad ha pasado un tiempo.

―¡Pues claro!. Desde que te divorciaste de Toneri no nos hemos visto a menudo. La última vez fue hace ¿año y medio?

―Si, más o menos. Perdón.

―Igual nos escribimos por correo y mensajes, pero no es lo mismo. Ven pasa, Temari y Tenten ya está aquí, solo faltan que lleguen las demás chicas.

Vio a sus amigas sentadas, la cual la miraron y le sonrieron. Ella les devolvió la sonrisa.

La primera se trataba de una rubia que tenía el pelo recogido en cuatro coletas, con unos ojos color verde azulado. Usaba un vestido morado oscuro que le llegaba por encima de la rodilla con un cinturón negro sujetado en su cintura y tacones negros. La segunda era una mujer de cabello largo castaño recogido en dos moños y ojos marrones, enfundada en una blusa negra de mangas abombadas y pantalones marrones, con tacones del mismo color.

―¡Hinata! Como estas. No te has dejado ver últimamente.

―Hola Hinata. Lo que dice Temari es cierto, te has perdido.

―Lo siento chicas. He estado ocupada últimamente. ―Mintió, o bueno en realidad era una mentira a medias. Si estaba ocupada pero no le apetecía salir últimamente.

―Bueno, aprovechemos esta ocasión para que nos pongas día a día sobre tu vida, y disfrutes de la vida como la mujer joven que eres―Temari había cruzado los brazos ante lo último mencionado.

―Si, aún somos jóvenes a pesar de nuestra edad. Por cierto, Hinata, te ves muy bien. ―Tenten había examinado la apariencia de la peliazul.

Hinata tenía el cabello corto en un corte recto que enmarcaba un rostro ovalado en el que destacaba una pequeña y perfilada nariz, unos labios rosados pequeños y unos ojos perlados muy bonitos. Tenía una piel blanca el cual su color no había disminuido al paso de los años. Estaba vestida con una blusa color lila sencilla con cuello redondeado y pantalones blancos de cintura alta, unos zapatos bajos color plateado y un bolso café.

A pesar de su sencilla pero elegante vestimenta, que no estaba ceñida al cuerpo, pero tampoco muy floja, hacía notar que detrás de esas ropas había una voluptuosa figura escondida, que era la envidia de muchas mujeres y llamaba la atención de los hombres.

―Gracias. Ustedes también se ven bien.

―Ni que lo digas. Pero a pesar de tu edad sigues con ese cuerpazo que tenías desde joven. Nos tiene que decir tu secreto Hinata.

―¿Y para que quieres saber eso Tenten?

―No seas aguafiestas Ino. No todas somos como tú, y tampoco nos dices tu secreto.

―Ya te lo dije. Mantenerse saludable con ejercicio y dietas.

―Y porque no me funciona.

―Entonces ya es genética. ―Ino lanzó su cabello hacia atrás, en una expresión para demostrar superioridad.

Hinata soltó una pequeña risa, llevando su mano a su boca en forma de puño. Le traía recuerdos las discusiones y platicas que tenían sus amigas. Le hacía recordar esos años de universidad.

―Tenten, para mi te ves hermosa. ― Había visto que su amiga se había deprimido un poco, por lo que dijo Ino. O bueno fingirlo, porque a veces eso hacía.

―Ah. Hinata tu siempre tan amable. ―Lo dijo con fingida tristeza, que Hinata sonrió de nuevo.

Iba a sentarse en su respectivo puesto cuando vio a tres chicas de su edad llegar. Las reconoció de inmediato.

Se trataban de Shion, Sara y Konan. Otras amigas de la universidad las cuales no se llevaban mal pero tampoco bien. Mas bien conocidas en lo que respecta a Sara y Konan, porque con Shion, es otro lio.

Si bien los años de la universidad habían sido la mar de bonitos, el cual te deja buenos recuerdos, también había los cuales son considerados amargos y feos.

―Hola Hinata, ¿No te has olvidado de nosotras? ―Shion soltó esto último con cierto aire de superioridad, como siempre.

―Hola. Como olvidarlas― Lo había dicho de forma amable, pero con cierta pizca de sarcasmo.

Shion había formado parte de esos recuerdos amargos. Desde que inicio la universidad hasta cuando se graduaron.

Estudiaron la misma carrera de Economía junto con Ino, pero a diferencia de su mejor amiga, la otra chica buscaba siempre ser mejor que ella en todos los aspectos. Hinata no sabía porque hacia eso con ella si no le había dado motivos.

Además, cuando podía le lanzaba comentarios despectivos a su persona, tanto en su forma de vestir, vida social y en los estudios. Sara y Konan eran arrastradas para burlarse de la peliazul, y aunque no participaban directamente en los insultos y desaires que la rubia hacía, tampoco la detenían y le seguían la corriente.

Hinata había querido acabar de una vez por todas con eso, y ciertamente lo hizo luego de graduarse, teniendo una plática con Shion. Parecía que luego de haber hablado y hacer las paces con ella se habría acabado su rivalidad, sus indirectas y malos comentarios, pero no fue así.

No se había dado cuenta porque al frente de ella se comportaba de manera diferente, ya no actuando de la misma manera como los años anteriores. Incluso cuando se casó y se divorció, se comportaba de manera amable y había pensado que cambio su manera de ser.

Pero se había enterado por Ino que todavía soltaba ciertos comentarios despectivos a su persona en las reuniones sociales. Incluso ahora que vivía fuera de la ciudad.

―Dime Hinata ¿Qué has hecho con tu vida luego de tu divorcio y ser desheredada de tu familia? ― Shion lo había dicho con una perfecta sonrisa, que solo las personas que la conocían podrían decir que es falsa.

Ese deje de desprecio en el tono de vos de Shion, las palabras empleadas y su fingida sonrisa habrían descompuesto completamente a Hinata hace varios años atrás, pero ahora un pequeño malestar en su interior estaba apareciendo. Uno que era una mezcla entre enfado y tristeza.

Enfado porque nunca le gustaron ese tipo de comentarios e indirectas, menos ahora que era una mujer en toda la palabra. Y tristeza porque le hacía recordar que gente como Shion no pararía de juzgarla.

Y aunque ahora era más segura de sí misma, todavía había una pequeña Hinata asustadiza que en ocasiones quería salir.

Suspiro sacando un poco de paciencia, algo característico de ella, y le devolvió la sonrisa. No quería pelear con ella, y tampoco ponerse mal, pero no iba a salir corriendo de ahí.

―Muchas cosas. ―Solo se limitó a decir eso.

―Shion, por favor. No queremos que amargues la noche. ―Ino se había dirigido a Shion, sabiendo sus intenciones. Si fuera por ella no la hubiera invitado, pero no se le podía negar la entrada solo porque no les caía bien a ella y a Hinata, y, además, se recordó que era una de las socias de ese club exclusivo.

―Solo era una pregunta.

―Si claro. Hinata ya nos hablará de eso a su debido tiempo. ―Shion solo se había encogido de hombros, como si no hubiera hecho nada malo.

Tenten había llamado a un camarero que pasaba por ahí. La noche era joven pero si seguían hablando, cuya dirección iba para una discusión, no iban a disfrutar nada de la reunión y el día se iba a acabar.

―Ya chicas, comencemos con la reunión de las mujeres adultas solteronas, jóvenes e insatisfechas― Había alzado los brazos antes esto último con entusiasmo―Miren ya viene el camarero.

Hinata había sonreído con la actitud enérgica de Tenten, la cual redujo considerablemente su malestar. Y sobre lo último que había dicho la hizo sonreír más, negando con la cabeza.

Se recordó que sus amigas eran buena onda, pero también alocadas. El título que habían puesto a sus reuniones era una buena descripción para las mencionadas, pero no para ella.

O eso pensaba Hinata.

A veces se preguntaba cómo se había hecho de amigas así, con esas personalidades diferentes a la suya.

Todas las mujeres de la sala se habían sentado viendo que se acercaba el camarero a su mesa, y pidieron lo que les gusta: comidas y bebidas con alcohol.

Hinata había pedido unas papas salteadas con alitas de pollo y un vaso de jugo de naranja (en ese club no solo se bebía). Recibió el vaso de cerveza que le sirvieron más por compromiso que por gusto. No le gustaba el alcohol y solo en pocas ocasiones bebía.

Las chicas habían comenzado una charla amena sobre cosas de la vida. Entre los temas estaban sobre trabajo, logros, política, chismes y vida social. A cada chica le preguntaba qué cosas les habían pasado desde la última reunión hasta hoy. No tenían mucho que decir porque se veían a menudo entre ellas.

Pero con Hinata era otra cosa. Desde la última reunión había pasado como dos años y medio, y aunque si había ido pocas veces a Tokyo desde que se mudó de la ciudad, no había ido a esas reuniones. Solo con Ino se habían hablado en persona la última vez. Y ahora había hecho una excepción en aceptar su invitación.

Por eso cuando le tocó el turno a Hinata, se habían enfocado en ella con interés, y no le toco más remedio que responder a sus preguntas: Estaba trabajando de profesora recientemente en una escuela que quedaba en la ciudad de Konoha. Todavía hacia dibujos artísticos como pasatiempo y a veces vendía sus pinturas. No trabaja ya en la empresa de su padre, y desde el divorcio no ha tenido una relación de noviazgo. Una que otra cita y nada más. Y que solo había venido a Tokyo para unos chequeo médicos y sacar unas cosas que le pedían del trabajo.

No les iba a contar sobre su síndrome de no envejecer, ni mucho menos que por ahora no era sensato tener hijos.

No tenían que saber sobre su vida, son cosas personales que las resolvería ella. Incluso las preguntas que le habían hecho las respondió de forma general, sin muchos detalles.

Talvez después de la reunión, o en otra ocasión, a Ino le contaría sobre eso. Talvez.

Terminaron de comer y habían pedido más bebidas para aumentar el calor de la noche. Hinata solo se limitó a beber de su jugo. La platica entre ellas se reanudó y conforme pasaba el tiempo, los temas iban subiendo de tono, hasta que hablaron sobre sus parejas y su vida sexual.

Ino había salido de una relación y ahora se encontraba soltera, aunque recientemente estaba saliendo con un hombre llamado Sai. Temari era bien desinhibida y decía que estaba bien como esta, viniendo y yendo entre los hombres. Tenten andaba con un hombre viudo que tiene un hijo, pero no habían concretado nada para una relación seria. Sara igual de soltera y solo citas de una noche. Konan en una relación con Yahiko, fundador de la empresa Akatsuki; y Shion en un compromiso con una persona de la alta sociedad.

Cada chica alardeaba de su vida sexual, siendo bastante descriptivas. Una de las reglas de sus reuniones era el anonimato. Todo lo hablado se quedaba ahí entre esas cuatro paredes, y no debía salir de ahí. Eso les daba la libertad de desinhibirse.

―Si supieran lo que me hizo Sai―Ino suspiró en el recuerdo―Me puso a mil como ninguno me ha puesto. El maldito es bueno en la cama.

―Ha, si claro. Ya unas veces habías dichos eso con tus anteriores novios. Además, no es difícil que te hagan excitar.

―¡Oye no soy una cualquiera!. Esta vez fue diferente. Solo una sola noche y ya me sentí completa como ninguna otra. Además, no somos novios, no todavía aún―Lo último lo dijo con un sonrojo.

―¿Ah sí?. Pues no has conocido a un hombre maduro, de 40 años para adelante. Ellos si te ponen cachonda y conocen todas las poses para una buena follada. Como el ultimo que conocí. ―Temari había suspirado también en sus recuerdos.

―¿Entonces porque no sales con ese chico?

―Porque para una noche está bien, para una relación, no gracias. El tipo era aburrido de ahí para adelante. Además, mira quien lo dice, la mujer que no concreta con el hombre viudo.

―¡Oye es diferente!. Por lo menos no cambio de hombre como cambio de zapatos.

Las demás chichas se habían reído por lo que dijo Tenten, mientras Temari estaba furiosa. Hinata solo se quedaba callada, escuchando y soltando risas para no quedar mal.

―Yo digo que, para una buena follada, el hombre tiene que conocerlas todas. Además de tener un físico de dios griego y una buena polla.

―Sara tu piensas así porque no quieres dejar la soltería, y te gustan los polvos de una sola noche.

―Vamos Konan, no seas aguafiestas. O me vas a decir que tu novio solo te enamoro con sus cursilerías y chistes que no tienen gracia. Lo que esconde ese hombre en sus pantalones.

―¡Sara, estás hablando de mi novio!. Que haya sido tu ex-novio de la universidad fue cosa del pasado. Además, Yahiko es lindo por su manera de ser.

―Si claro. Niégame que su herramienta sea un plus de su atractivo que te encandilado. ―Konan estaba seria, pero con las mejillas rojas. Lo que decía Sara no era una completa mentira, pero no iba a aceptarlo delante de todas. ―Pero debo reconocer que si lo debes querer para aguantarlo. Yo ya me había cansado de él.

―Tu eres muy problemática Sara, solo porque los hombres no cumplen con tus expectativas.

―Mira quien dice, la reina del sexo.

―¡Por lo menos yo si trato de conocerlos!. ―Temari ya se había levantado con el puño en la mesa. Cuanto estaba borracha, era mujer de pocas pulgas. Respiro un poco y se había sentado de nuevo. ― Aunque en algo tienes razón, un hombre con experiencia y una buena polla está bien para una follada de una noche. Y solo lo puedes encontrar en hombre maduros.

―No necesariamente. ―La dueña de esas palabras había soltado una sonrisa descarada.

―¿Qué quieres decir Shion?.

―He conocido a hombres jóvenes, que son mejores en la cama que los hombres maduros.

―No creo que tengan tanta experiencia, o una gran polla.

―Hay mi amiga Sara, ni te imaginas lo que algunos pueden llegar a hacerte sentir. Los jóvenes de ahora aprenden mucho más rápido en esos temas especialmente. Y la gran polla que se cargan. Uff. No sé qué les están dando de comer hoy en día.

―Shion no debes generalizar, pero te debo dar algo de razón. Yo también experimente con un joven y me hizo sentir bien cuando tenía las expectativas bajas. Si te soy sincera, está entre las mejores folladas que he tenido.

―Si una vez nos lo contaste Ino, pero no nos dijiste su edad. ¿Cuántos años tenía? ―Temari un poco interesada había preguntado.

―Creo que 25 años, cuando yo tenía 30. Se lo veía más joven para esa edad―Ino había puesto la mano en su mejilla, rememorando ese lejano recuerdo. ― Y tu Shion, cual es la edad del hombre con el cual te has acostado, porque con la descripción que nos diste …

―En realidad una vez les había comentado, pero bueno. ―Se había encogido de hombros. Ya no tenía vergüenza de contarles. ―No solo fue un joven, fueron tres en realidad. Todos me hicieron sentir como si estuviera en el cielo. El primero tenía 26 y el otro 24, pero el que me hizo tener múltiples orgasmos, aunque no lo crean, fue uno de 18 años.

―¡Asaltacunas!. Ya me acorde. Y mostraste su foto. El chico ciertamente era atractivo, no lo niego.

―Si, pero era muy joven para mí. Yo apenas tenía 29 años en ese entonces y él era inmaduro. Para unas cuantas noches estuvo bien.

―Yo sigo pensando que los hombres maduros son lo mejor.

―Hay, Temari, de lo que te pierdes. Eso sí, lo que le ayudó al jovencito de 18, fue su gran polla gruesa de 7 pulgadas.

―No te creo, pero bueno, para estas cosas no mientes.

―Ah Temari y Shion. Ustedes son un caso. Yo sigo prefiriendo a jóvenes de mi edad. ―Sara había tomado de su vodka ante esto último, haciendo notar que no estaba loca como ellas.

―¡Qué hipócrita Sara! Si te has metido con hombres que no son de tu edad.

―Es verdad Temari, pero a lo mucho con intervalo de diferencia de 3 años. No soy como tú que se mete con viejos o como Shion que se revuelca con jóvenes.

―Jajaja pero bueno Sara, para el amor no hay edad.

―Es verdad Shion.

―Para el sexo querrán decir. ― Tenten había soltado esto último en un susurró.

―Pero la que no ha hablado es Hinata. Oye no me creo que has estado en abstinencia todo este tiempo. ― Shion ya la miraba con ojos provocadores, sabedora de que Hinata es la que menos presume de su vida sexual.

―Yo …

―Vamos, Hinata, necesitas diversión. Ya han pasado más de dos años y medio desde que te divorciaste. ― La nombrada suspiró.

―Temari, no necesito diversión. Estoy bien como estoy.

―Si, eso decimos todas, hasta que la frustración que se va acumulando sale cuando estás medio borracha y te acuestas con el primer hombre que se te pasa por delante―sentenció su amiga. Hinata solo la miraba con compasión, porque sabía que a su amiga le había pasado eso.

―Ya ya, déjenla en paz. Si ella no quiere tener sexo ahora, no quiere. Además, Hinata no es como nosotras.

―Ino, gracia…

―Pero Temari tiene razón, no vaya a ser que te pase eso. Y no creo te vayas a mantener así sin probar bocado toda la vida ― Hinata parpadeo. Creo que Ino ya estaba borracha, porque generalmente la apoyaba, aun siendo la mujer alocada y también desinhibida que era.

―Pero bueno Hinata, tienes que ser más liberal en ese aspecto. Además, la práctica hace al maestro, no importa si es con un solo hombre.

―Eh... ¿Tú también Tenten?

―Si ya olvida a Toneri. Que no te estanque en relucir ese cuerpo, que debo admitir, es de infarto.

―Temari.

―Si Hinata, tú tienes el mejor cuerpo atractivo entre todas de aquí. Bueno yo nomás te hago la competencia.

―Ino.

―Ya sal con alguien de una maldita vez. Y mi recomendación es que sean de tu edad.

―Konan.

―O si no, a lo muchos tres años de diferencia

―No Sara, los hombres maduros son mejores. Esos te van a llevar al cielo y al infierno al mismo tiempo.

―Tu por no salir de tu zona de confort, Temari. Los jóvenes de ahora son lo mejor. Ellos te van a hacer gritar …

―Chicas …

―Pero no te metas con uno muy joven, ¡no seas asaltacunas como Shion!

―Chicas …

―La experiencia cuenta, y el tamaño de su miembro también, para una noche por lo menos.

―Entre más jóvenes mejor.

―Mejor más viejos.

―Pero escoge chicos lindos, porque los gustos de estas tiene se me hacen …

―!Chicas!. ―Todas se habían quedado calladas por la repentina pero clara voz de Hinata, que se había alzado más de lo normal. Prácticamente había gritado.

Solo unas pocas veces en la vida se había puesto furiosa, y esta era una de ellas.

―No tienen que decirme que hacer con mi vida sexual. ¡Es mi vida! Y si quiero o no salir con un hombre es mi problema.

―Hinata. Perdón. Nosotras no queríamos …

―Entiendo Ino. Están pasadas de copas. Fue un gusto volver a verlas. ―Había recogido su bolso, abierto su billetera y sacado un par de billetes que puso en la mesa y salió de ahí.

No tenían derecho a mandar en su vida privada. Y eso es lo que no le gustaba de estas reuniones, donde salían esos temas y ella tenía que quedarse escuchando sin decir nada, haciendo oídos sordos a sus muchas indirectas de no tener una vida sexual activa como todas ellas.

Pero esta ya había sido la gota que derramo el vaso.

No iba a ser como Temari, como Tenten, como Sara, y especialmente como Shion.

Y lo decía con orgullo.

Ella tenía ciertas normas morales que habían regido su vida, ya sea para sus estudios, su vida profesional, y también para esto.

Y una de ellas era no meterse con hombres solo para una noche. Solo aceptaban a los que querían una relación seria con ella.

Y otra era la diferencia de edad. Prefería a los de su edad, ni más ni menos. A lo mucho dos años.

Si, esas y otras reglas habían regido su vida.

Hasta ahora.

Porque Hinata había cometido un error, y era que, para cualquier cosa, no se debe hablar con orgullo. Como si el agua que bebieran otras, nunca iba a ser bebida por ti.

Y el destino le tenía preparado algo por haber cometido ese error, que la harían arrepentirse de hablar así en años futuros.

¡Nunca se debe hablar con orgullo!

Continuará


Ya lo tenia escrito, pero lo volví a revisar. Haber si estaba todo en orden.

Si se me pasa una falta ortográfica, me disculpan ¿si?.

Si desean puedes dejarme un review, así veo si les gusta o no la historia.

Todavia no se si será un fic corto o largo, pero bueno espero que no tan largo sino no termino.

Tratare de actualizar la historia para este mes a lo mucho.

Nos vemos en el próximo capitulo.