Capítulo 6: Clave.
N/A: ¡Disfruten el fic!
-¡Cuántas cosas hay aquí! ¿Qué probaré primero?- Dijo Nádba, dentro del bolso de Luna, mientras miraba las grandes estantería llenas de frascos de todos los tipos de golosinas.
Honeyducks era la mejor tienda (según Ron) de caramelos del mundo mágico. Los seis chicos estuvieron un buen rato en el local comprando los dulces que más les llamase la atención. En un determinado momento, los hermanos gemelos de Ron, Fred y George Weasley, aparecieron de detrás de una exhibición de unas divertidas gomas de mascar donde el chico las estaba observando. Ron pegó un salto porque Fred apareció de frente y George lo sujetó por detrás.
-¡Ron!- Exclamó Fred. -¿Vienes solo?
-Yo…uh…-. Balbuceó Ron, aún saliendo del sobresalto.
En eso se acercó Luna, con Nádba exhibiendo su cabeza, pequeña y redonda.
-Con que aquí estabas-. Dijo Luna. -Te estaba buscando porque he encontrado unas curiosas tiras de regaliz (rojas) que te vuelven el cabello del color de la persona que te gusta. El caso es que Neville probó una y... ¡el cabello se le ha puesto castaño!
Ron y los gemelos captaron el mensaje y los tres prorrumpieron en notorias carcajadas.
-Creo que tengo una idea de a quién se refieren-. Dijo Fred, haciéndose el misterioso.
-Cómete uno de esos dulces, Ron, a ver de qué color se te pone el pelo-. Sugirió George.
Luna estaba allí y, por supuesto, Ron no quería probar un dulce como ése delante de ella. Si bien no tenía nada de malo, no quería que las cosas se empezaran a poner raras entre ellos dos. Pero, por fortuna para Ron, Nádba se alzó más de lo debido y sólo Fred y George lo vieron, afortunadamente; ambos chicos eran lo suficientemente robustos como para ocultar al pequeño de la vista de los demás.
-¡Santas varitas!- Exclamó George. -Qué amiguito tan curioso es éste-. Y se inclinó para poder observarlo mejor.
-¡Ya lo creo, hermano!- Coincidió Fred, también inclinándose. -¿Qué es lo que eres? No te pareces a ninguna criatura que yo haya visto. Podrías ser un gnomo, pero te falla la cabeza.
Nádba rio un poco y miró más detenidamente a ambos gemelos, como si los estuviera analizando a profundidad, finalmente, dijo:
-Ustedes deben ser Fred y George Weasley, los famosos maestros de las bromas de todo Hogwarts-. Al decir esto, los gemelos se miraron el uno al otro, aparentemente sorprendidos de que el pequeño de barro supiese sus nombres. Luego, la criatura continúo: -Soy Nádba, hijo de Luna Lovegood, aquí presente-. Se presentó y señaló a Luna, detrás de él.
Fue ahí cuando Fred y George abrieron sus bocas y miraron a Luna, con los ojos desorbitados.
-¡¿De verdad es tu hijo?!- Preguntaron ambos al unísono, un poco fuerte en realidad. Y Ron tuvo que pellizcar a ambos para que bajaran la voz.
-Sí es mi hijo, o bueno, al menos yo soy su creadora. Aún no sé exactamente cómo lo hice-. Respondió Luna.
Ambos gemelos volvieron a mirarse y, esta vez sonriendo, dijeron al mismo tiempo: »alucinante«.
Durante el siguiente rato los gemelos estuvieron haciéndole todo tipo de preguntas a Nádba y este, siempre atento, respondía con el entusiasmo de un niño en Navidad. Pronto Fred y George encontraron en Nádba a alguien con quien planear bromas geniales e ingeniosas. O al menos así lo hicieron ver después de que empezasen a hablar sólo de eso. Para tener esta charla tuvieron que hacerlo muy discretamente entre dos estanterías y con los cuatro chicos rodeando un círculo para que Nádba, de esta forma, no pudiese ser visto por nadie.
Luego de un buen rato de risas y plática adolescente, apareció Harry para avisarle a Ron y Luna que él y los demás se pondrían en marcha para dirigirse a Las Tres Escobas, la mejor taberna (según Ron, otra vez) del mundo mágico. Así, pues, Nádba volvió a ocultarse, en el bolso de Luna, y Ron junto con sus amigos salieron de Honeyducks. Estaban en medio recorrido cuando, de la nada, a Ron le surgió una duda:
-¿Por qué estaban en Honeyducks?- Preguntó mirando a sus hermanos gemelos.
-Creo que es bastante evidente, hermanito-. Respondió George, en tono despectivo. -Estamos buscando nuevas ideas de caramelos para así poder expandir nuestro mercado. Planeamos algo grande .
Fred asintió en señal de acuerdo.
-Pero no daremos detalles-. Dijo.
Llegaron a una zona donde las calles se dividían y los gemelos, tomando una ruta distinta, se despidieron; no sin antes de que Fred le susurrara a Ron en el oído: »cázala, tigre«.
El pecoso sentía la vergüenza recorrer por su cuerpo. Pero se recompuso cuando, después de caminar un tanto más, llegaron a Las Tres Escobas. Entraron y se sentaron en una mesa libre: las demás estaban ocupadas por otros clientes y estudiantes. Mientras ordenaban sus pedidos, Ron pudo ver, por una fracción de segundos, a un ente oscuro pasar delante de la mesa donde se encontraba. Lo vio pasar tan pronto como lo vio desaparecer; fue como si no estuviese allí realmente. Y de verdad parecía ser así porque, a diferencia de Ron, ninguno de los demás chicos pareció haberlo visto. Ni siquiera Luna, que estaba al lado de él. Todo el ambiente estaba alegre y tranquilo: en aquel momento todo era risas y cotilleo. Con este panorama, Ron, decidió no pensar en el ente y mejor se puso a degustar de los alimentos que habían pedido.
Por la ventana se podía ver que el sol ya estaba dando los primeros pasos de ocultamiento, luego de un rato, y debían regresar al castillo. Entre los seis pagaron la cuenta (Harry fue el que más aportó) y salieron de Las Tres Escobas. Apresuraron el paso para no llegar tarde y ganarse unos puntos menos y, de paso, un castigo. Cuando estaban a punto de salir de Hogsmeade, junto con otro montón de estudiantes apresurados, Ron lo volvió a ver. El ente oscuro pasó justo al lado del chico. Una vez más, sólo pudo verlo por un corto lapso. Esta vez, ya sin poder ignorarlo, dio media vuelta y, para su sorpresa, el extraño ente estaba allí, un poco lejos, medio oculto en la entrada de un callejón. Ron no desaprovechó y empezó a correr hacia el ente con todas sus fuerzas. Pudo escuchar los gritos de Luna, llamándole, pero éste no hizo caso y siguió corriendo. Cuando estaba a menos de treinta pasos de su objetivo, el ente oscuro empezó a correr también, con dirección a un bosquecillo que estaba cerca de La Casa de Los Gritos. El pelirrojo corrió y corrió, sin tratar de perder de vista a su presa. Ya estaba bastante alejado del pueblo cuando, en medio de la espesura del bosque, una mano lo tomó del hombro. Era Luna, que respiraba más de prisa.
-Ron…qué rayos…te sucede-. Dijo la chica que, al igual que Ron, estaba agotada.
-¿No lo viste, Luna? Yo sí: lo estaba persiguiendo.
-Creo haber visto algo pero, igualmente, ¿por qué lo seguiste?
-Eso ahora no importa-. Dijo Ron, mirando los árboles y entornando los ojos. -Podría ser un mortífago y estar detrás de Harry.
Ambos permanecieron en el mismo punto, atentos, incluso Nádba (posado en el hombro de Luna) estaba mirando el panorama. Justo cuando creyeron que no había nada más que ver y estaban a punto de retornar a Hogwarts, apareció frente a ellos lo que Ron estaba buscando.
El ente oscuro se apareció, literalmente, frente a ellos. Traía puesto una larga túnica negra y la capucha puesta. Además también llevaba puesta una máscara totalmente negra, haciendo imposible el poder ver su cara. Lo único que dejaba visible era su varita mágica, que sobresalía de una de las mangas de la túnica.
-Así que tuviste el coraje de venir a buscarme, ¿eh?- Dijo el ente, con una voz horrible y sibilante pero, a la vez, profunda y seria.
-¿Quién eres? ¿Vienes por Harry?- Preguntó Ron, tratando de sonar lo más sereno posible. -Porque si es así déjame decirte que la tienes muy difícil.
-No vengo por tu amigo-. Dijo el ente. -Y respondiendo a lo primero, pueden llamarme "Clave". Estoy aquí porque sé algo que les puede interesar.
-¿Y qué es ese algo?- Cuestionó Luna.
-Lo sabrán esta misma noche. Vayan a las afueras del Bosque Prohibido antes de las doce y nos veremos allí para que puedan verlo.
Antes de que ninguno de los dos chicos pudiera decir nada, Clave desapareció sin dejar rastro alguno. Ron y Luna, entonces, comenzaron a correr hacia el castillo. Cuando llegaron a los portones que tenían a los sendos cerdos alados, Snape estaba allí y, alejándose detrás de él, otro grupo de estudiantes que también había llegado tarde. El profesor los miró a ambos y dijo:
-Señor Weasley, señorita Lovegood, les recuerdo que el colegio no es ninguna posada para que se presenten a la hora que se les antoje. Tendrán su merecido castigo, después de la cena, en mi despacho. Ah, y veinte puntos menos para Gryffindor y Ravenclaw-. Dijo Snape y una maligna sonrisa se formó en su rostro.
El profesor los escoltó hasta el vestíbulo y él se fue hacia las mazmorras. Aún faltaban menos de un par de horas para la cena. Como no sabían dónde estaban sus demás amigos, Ron y Luna decidieron ir a dar una vuelta por los pasillos del colegio, antes de la cena y de su castigo con Snape.
-¿Qué haremos con lo de Clave?- Se preguntó Luna en voz alta. -¿Qué es aquello que nos interesa?
-El paradero de Quién-tú-sabes, quizá-. Especuló Ron.
En ese momento, lo más importante era estar alerta sobre todo lo que estuviese relacionado con el Señor Tenebroso.
-Tal vez, pero no estoy segura de que debamos ir.
-Ni yo, pero qué tal si resulta ser que sí nos da su paradero o algo parecido. Te recuerdo que en ningún momento nos amenazó ni nos hizo daño.
-¿Insinúas creer que está de nuestro lado?- Cuestionó Luna mirando a Ron, confusa.
-No digo que lo esté, pero en contra nuestra no parece estar ¿no crees?
Nádba, quien caminaba junto a ellos, dijo:
-Creo que olvidan el castigo de Snape. Pero no hay apuros; que yo sé cómo librarnos de ésa.
-¿De verdad vamos a ir?- Dijo Luna y miró a Ron y Nádba.
-Creo que es lo mejor, Luna. Confía en mí, ya he estado en situaciones que parecen arriesgadas. Pero claro, si no quieres ir, no te forzaré a que lo hagas-. Dijo Ron, parándose frente a Luna.
La chica pareció meditarlo y, después de unos momentos, habló.
-De acuerdo, te acompañaré para ver de qué se trata y no dejarte solo en esto.
Ron asintió y con un rápido »gracias« apresuró el paso. No quería que Luna viera su sonrojo.
Después de la cena, Ron y Luna, saliendo discretamente del Gran Comedor sin que sus amigos lo notasen, se dirigieron al despacho de Snape, en las mazmorras. Ya habían planteado y repasado el plan de Nádba; ahora sólo faltaba ponerlo en práctica. Al llegar al frío y oscuro despacho, vieron a Snape leyendo un libro y dirigirles una mirada neutra y fría.
-Buenas noches-. Dijo. -Su castigo consistirá en archivar todos estos documentos en sus respectivos espacios. Si no logran terminar antes de la hora permitida para estar fuera de las salas comunes, me temo que tendrán que continuar mañana.
Y con esto dicho, Snape volvió a su lectura y los muchachos se sentaron, frente al escritorio, a ordenar viejos documentos. Ron jamás había hecho nada más aburrido que eso en toda su vida. Aproximadamente casi dos horas después, Filch, el conserje, entró en el despacho, junto con la señora Norris, su gata.
-Profesor-. Empezó Filch, nervioso. -Hay una gran parpada de estúpidos pájaros por todas partes en el segundo, tercero y cuarto piso. Necesitamos a más profesores para controlar la situación, por favor, ¡venga!
Snape inmediatamente se levantó de su asiento y, dirigiéndoles una amenazadora mirada de »no se muevan« a los chicos, abandonó el despacho junto a Filch y su gata.
Entonces Ron y Luna, mirandóse frente a frente, sonrieron: el plan de Nádba había sido un éxito, al menos, ahora sólo tenían que ser rápidos y salir del castillo, aprovechando la situación. Salieron del despacho y fueron muy cuidadosos en no ser vistos por nadie. Llegaron al vestíbulo y, mirando hacia todos lados, salieron del castillo.
Era una noche poco estrellada y la luna casi ni se veía por lo que tuvieron que ir con cuidado. Llegaron a los límites del Bosque Prohibido. Ahora sólo tenían que esperar. Unos instantes después, algo saltó sobre Luna. Era Nádba.
-Lo he conseguido, madre. Logré la distracción tal y como lo esperaba.
Luna y Ron asintieron y pidieron silencio; pues aún estaban en riesgo de ser descubiertos por quien fuera. Tras una cuarta hora después, una voz les hizo sobresaltarse.
-Weasley, Lovegood, es un placer tenerlos aquí esta noche.
Ambos chicos se giraron y, en efecto, se trataba de Clave. Sin perder tiempo y sin decir una sola palabra, el ente los condujo dentro del bosque, tan oscuro, que los tres tuvieron que usar un Lumus de su varita para ver siquiera por dónde iban.
Tras caminar un largo tramo que les llevó más de una hora, crujiendo las ramas y tratando de ignorar los extraños ruidos del bosque, fueron divisando una tenue luz blanca que sobresalía de unos árboles.
-Están a punto de verlo-. Dijo Clave casi en un susurro, pero demasiado excitado.
Pronto, la luz se fue tornando de un tono más azulado y violeta y, al pasar por los árboles que estaban frente a ellos, lo vieron. Frente a los cuatro había, por su aspecto, una especie de arco de piedra recubierta de musgo y plantas. En el centro del arco, en su interior, la luz violeta se manifestaba y arremolinaba en torno al arco.
-¿Qué es esto, Clave?- Preguntó Ron, mirando como hipnotizado a la luz violeta.
-Esto, Weasley y Lovegood, es por lo que Hagrid ha estado viniendo a ver últimamente-. Respondió Clave, que parecía estar encantado con el arco.
-¿Pero por qué lo venía a ver?- Preguntó ahora Luna. -¿Y qué es?
-En primera, no sé exactamente por qué lo hacía, seguramente para estudiarlo o algo así-. Dijo Clave. -Y en segunda, esto, es un portal. Un portal muy interesante, si me lo preguntan.
Antes de que Ron hiciera más preguntas, se dio cuenta de que su cuerpo ya estaba literalmente casi tocando la luz. Se volvió hacia un lado y pudo ver a Luna en la misma situación, con Nádba sobre su cabeza, también como hipnotizado. Sintió una mano fría y débil sobre su espalda y escuchó, con aquella tétrica voz, lo siguiente:
-¿Y adónde se dirige este portal? Bueno, la respuesta la tendrán muy pronto.
Hubo una fría carcajada y después, un empujón. Ron vio cómo los tres caían hacia el portal. Hacia lo desconocido.
N/A: Quiero aprovechar para pedir disculpas por el error que cometí en el primer capítulo: el huevo dorado que Harry consiguió no fue en la segunda prueba, sino en la primera. Bueno eso es todo ¡Hasta la próxima!
