Capítulo uno

Cuando al día siguiente Rin se despertó, vio que el señor Jaken estaba preparando el desayuno. Le miró con una sonrisa antes de bajar de un salto del dragón en el que estaba sentada. Le emocionaba mucho partir un nuevo día en compañía de sus amigos y aunque no sabía que nuevas aventuras podrían producirse, confiaba en que todo saldría bien porque sus compañeros eran los más poderosos del mundo entero.

-¿Quiere que le ayude, señor Jaken?- quiso saber Rin mirando al diablito con una sonrisa- ¡Yo puedo calentar el agua para la sopa!

-No te preocupes; te puedes quemar: es mejor que vayas a lavarte para comer.

-Pero...

-Ve tranquila, ¿está bien? Ya estoy por terminar.

La niña asintió antes de tomar las riendas de Ah-Un para ir hacia el lago. Mientras se lavaba también ayudaba al dragón a asearse; disfrutaba mucho de atender al dragón, ya que era muy divertido y esperaba poder cuidarle para siempre.

-¡Ya estás muy limpio, Ah-Un!- comentó ella mientras le acariciaba una de las cabezas- ¡Eres tan lindo! Hoy vamos a jugar mucho, ¿está bien?

Una vez que terminó de vestirse, acudió hacia donde estaba el señor Jaken con su desayuno.

-¡Señor Jaken, trajo mucha fruta!

-Así es y también te preparé la sopa que dijiste que te gustaba.

-¡Usted es muy amable!- Rin comenzó a comer de inmediato mientras le entregaba unos trozos de fruta picada al diablillo, que la miraba con sus ojos brillantes.

Jaken no quería despedirse de Rin: esa niña pequeña y entrometida le había traído mucha diversión a su vida e iba a extrañar verla todos los días. Era una criatura molesta, pero se había habituado mucho a ella y, aunque él mismo lo había sugerido, le iba a costar mucho el tener que dejarla en la aldea.

-Date prisa, niña, tenemos que hacer un viaje muy largo.

-¿A dónde vamos ahora? ¿Vamos a ver a otra bruja?

-Algo así: vamos a la aldea de la anciana que se ofreció a cuidar de ti.

-¿Por qué vamos donde la anciana Kaede?- Rin le miró de reojo- ¿Se nos quedó algo desde la última vez que estuvimos ahí?

-No. Es que...vas a tener que quedarte ahí por un tiempo. El amo bonito se aburrió de andar cuidando niños y decidió que vas a vivir ahí desde ahora.

-¡No es justo!- protestó Rin dejando de comer- Yo me he portado bien, ¿por qué no puedo seguir estando con ustedes? ¿dónde está el amo Sesshomaru? Voy a pedirle que me deje quedarme.

-¡Niña, no debes molestarlo con tus cosas! El amo bonito está siempre muy ocupado y la decisión ya está tomada.

Sesshomaru le había dicho a Jaken que no debía decirle nada a Rin sobre la maldición. Creían que de esa forma ella podría llevar una vida más tranquila, sin preocuparse por nada.

-Yo no me quiero ir...- sollozó ella- yo me quiero quedar con ustedes ¡No es justo!

-Niña, el amo bonito sabe lo que hace, así que no digas que sus decisiones son injustas.

-Pero... ni siquiera está aquí para decirme porqué se enojó conmigo...

Rin había comenzado a llorar. Ya no sentía hambre: se sentía confundida, porque hasta el día anterior todo estaba bien y ahora la iban a dejar en una aldea. La niña no tenía buenos recuerdos de las aldeas y temía en que alguien pudiera golpearla otra vez: no quería que nadie volviera a lastimarla, por lo que prefería estar con el señor Jaken y el señor Sesshomaru, ya que ellos siempre la habían protegido.

Durante todo el camino hacia la aldea de la anciana Kaede, la niña permaneció en silencio. No entendía porqué el señor Sesshomaru ahora la quería lejos: sabía que los humanos no le caían muy bien, pero había sido un buen amo con ella y no pensó que algún día la enviaría lejos.

-Señor Jaken...

-¿Qué quieres, niña?

-Cuando al amo Sesshomaru se le pase su enojo conmigo, ¿irán a visitarme?

Jaken se detuvo en seco. Habían estado caminando por horas buscando la sombra de los árboles, pero no pensó que la niña preguntaría eso. La verdad era que él tampoco sabía que haría el amo Sesshomaru una vez que dejaran a Rin en la aldea, pero sospechaba que se dedicaría a buscar una forma de romper la maldición de una manera más definitiva.

Cuando al final de la tarde, llegaron a la aldea, encontraron a la anciana preparando la comida en su casa. La señora les miró a ambos con una sonrisa, que la pequeña Rin no correspondió.

-El amo bonito le envía una carta- anunció Jaken entregándole un sobre.

La anciana la sujetó antes de leerla con cautela.

-Ya veo... es bueno que Sesshomaru pensara en lo que le dije: lo mejor para Rin será quedarse en la aldea, así estará menos expuesta a los peligros y recibirá la educación que necesita.

La última vez que la habían dejado al cuidado de la anciana Kaede, ella había sugerido que la dejaran ahí de forma permanente y Rin no podía estar en más desacuerdo.

-Sí- asintió el diablillo-, el amo bonito también envió algunas cosas que eran de Rin: sus mantas, sus cosas personales y un poco de ropa.

-Es muy amable... sé que no le gusta venir a este lugar, pero puedes decirle que siempre que quiera puede venir a visitar a Rin y a ver cómo se encuentra.

La niña estaba haciendo esfuerzos por no llorar: no podía creer que sus amigos la abandonaran de aquella forma tan cruel. No quería quedarse con la anciana Kaede, pero no podía ser mala con ella porque siempre había sido muy amable y dulce.

Cuando Jaken le dio un abrazo tímido de despedida, Rin lo abrazó con todas sus fuerzas mientras las lágrimas se escapaban de sus ojos.

-¡Por favor, vengan a verme!- sollozó ella mientras lo abrazaba- Yo... no los voy a olvidar nunca y no quiero que me odien ni me olviden... por favor, dígale al señor Sesshomaru que lo siento mucho por haberle ofendido ¡Sea lo que sea no fue a propósito!

Jaken suspiró mientras intentaba contener el nudo en su garganta. No quería que ella pensara que había hecho algo malo, pero tampoco podía permitir que ella sufriera pensando en la maldición. Rin al parecer no le había prestado atención a las palabras de la bruja y era mejor de esa forma al menos hasta que pudieran resolver el problema.

Una vez que Rin se calmó y dejó de apretar al diablillo, éste pudo marcharse, no sin antes girar su cabeza para mirar por última vez a aquella niña que tanto había alterado y cambiado su vida.

Mientras avanzaba para reencontrar a su amo, pensaba en la maldición de la bruja: él había sugerido la idea de ir a verla, pero jamás pensó que se atrevería a maldecir al amo bonito. Se sentía culpable y sabía que si no encontraban una forma de deshacer el embrujo iban a terminar también con su vida.

-Ya estás aquí.

-¡Sí, amo bonito! Ya dejé a la niña con la anciana.

-¿Cómo está ella?

-Va a estar bien- aseguró Jaken a lo que su amo asintió-: en esa aldea vive Kohaku con su hermana mayor y los otros inútiles del grupo de Inuyasha, así que Rin tendrá mucha compañía, además la anciana prometió cuidarla bien... de todas formas le dije que si nos enterábamos de que Rin sufría la iba a hacer pagar caro, así que está muy amenazada por mi parte.

-Supongo que no le dijiste a nadie sobre el hilo rojo y la maldición de la bruja, ¿verdad?

-¡Claro que no! Además no me crucé con nadie cuando fui hasta allá, así que supongo que pensarán que usted se pensó mejor la propuesta de la anciana Kaede.

-Bien.

-Amo bonito, ¿qué va a suceder ahora? ¿vamos a volver a ver a Rin algún día?

-Me da igual si decides ir a verla, pero yo no cruzaré palabra con ella hasta que lo que tengo en el dedo desaparezca.

Sesshomaru miró su dedo meñique con un deje de desprecio y frustración: a pesar de lo que Jaken había sugerido, el hilo seguía firmemente atado a su dedo y sospechaba que el otro extremo aún continuaba con Rin.

No podía entenderlo, si ya estaban lejos el uno del otro ¿por qué el hilo no cedía y se cortaba? Era imposible que aquello pudiera ser tan fuerte y debido a la muerte de la bruja, no tenía muchas ideas sobre qué hacer al respecto.

Cortarse el dedo no era una opción, ya que sospechaba que el hilo podría generarse en otro de sus dedos o en su otra mano y tampoco dejar a la niña sin sus dedos parecía una buena idea, por lo que tendría que encontrar una forma de solucionar su problema.

-Jaken.

-Dígame, amo...

-¿Qué es lo que sabes sobre Nyoko?

-Esto... yo... ella dijo que conocía al señor Kirinmaru del Este y que siempre le hacía muchos favores.

Sesshomaru esperó a que el diablito terminara de contar su historia, mas al parecer eso era todo lo que había.

-¿Me estás diciendo que no sabes nada más?

Jaken desvió la mirada antes de sonreír con nerviosismo.

-Si quiere puedo averiguar más cosas, pero amo bonito, ello es difícil porque usted la mató y...

Antes de que Jaken siguiera hablando, Sesshomaru decidió lanzarle una piedra. Esa criatura era realmente molesta e inútil, ya que cuando Sesshomaru pensaba que había hecho algo inteligente, resultaba que en realidad ha arruinado aún más las cosas.

-Tú no harás nada, ya haz hecho más que suficiente.

-¡Pero amo bonito, déjeme ayudarle! - sollozó el diablillo aferrándose a su estola- ¡No quiero que Rin viva embrujada por nuestra culpa!

-¿Nuestra culpa?

-Claro: si usted no hubiese estado de mal humor ese día, le habría pagado a la bruja y nada de esto estaría pasando, pero discutió con ella y en venganza lo embrujó a usted y a Rin... ¡Quizàs el hilo que usted ve no se le salga nunca!

-Voy a resolver esto de alguna manera...


Rin, por su parte, permanecía en silencio mientras la anciana Kaede le servía la comida. En el lugar estaba Inuyasha, el Monje Miroku, Sango y Kohaku, quienes no dejaban de mirarla con mucha curiosidad.

-Yo pensaba que Sesshomaru toleraba bien la presencia de Rin- murmuró Sango mirando a la niña con un deje de preocupación-, no pensé que accedería a dejarla aquí.

-Yo sabía que la bondad no le iba a durar mucho tiempo- apuntó Inuyasha cerrando sus ojos con suficiencia-, esa niña probablemente no hizo nada pero él debe haber recordado todo sus malos hábitos.

-Pero parecía que se llevaban bien- insistió Sango mientras probaba su comida-, no es lógico que la dejara aquí un día después de haber rechazado la oferta de la anciana Kaede...

-Yo no voy a cuestionar las decisiones de Sesshomaru: eso no es mi problema.

La pequeña Rin frunció el ceño: no quería estar allí, ya que se había habituado al bosque y las cenas que le preparaba el señor Jaken, pero mientras comía con Kohaku sentado a su lado pudo sentirse un poco más cómoda.

-... así que ahora vivo con mi hermana y el monje Miroku hasta que empiece a entrenar para ser exterminador- la niña notó que él le estaba contando algo, por lo que asintió en silencio para que continuara hablando-. La aldea es muy divertida y desde que vivo aquí tengo muchos amigos, ¡si quieres mañana podemos ir con ellos! Tienen hermanas y podrás jugar con ellas.

-Ya he visto a las niñas de la aldea- confesó Rin-: las vi mientras venía hasta aquí con el señor Jaken y las escuché: piensan que soy rara y tampoco quiero jugar con ellas.

-¿Por qué no quieres?

-Porque cuando vivía en mi aldea nadie quería jugar conmigo y las niñas me arrojaban cosas, yo no voy a salir de casa de la anciana Kaede hasta que el amo Sesshomaru regrese por mí.

Lamentablemente, las cosas para Rin no estaban yendo de la forma que ella deseaba, ya que la anciana Kaede insistió al día siguiente en que fuera con Kohaku a compartir con otros niños de la aldea. Ella no tenía muchas ganas de hacerlo, pero le habían explicado que debía aprender a confiar en otras personas y no limitarse solo a los demonios o a quienes ya conocía.

-¡Hola!- se le acercó una niña casi de su edad que la miró con una sonrisa. La pequeña vestía con un kimono rosa, su piel era muy blanca y su rostro mostraba una sonrisa alegre- Tu eres la niña que llegó ayer, ¿verdad? ¿Cómo te llamas? Yo soy Mika.

-¡Hola!- exclamó Rin correspondiendo a su sonrisa- Yo soy Rin.

-Ayer estabas con un demonio verde, ¿es tu amigo?

-Sí, el señor Jaken es mi amigo: es muy lindo y muy amable también.

-Es raro...- pensó la niña en voz alta- Kohaku quiere exterminar demonios y es amigo tuyo, pero tú eres amiga de un demonio ¿eso significa que va a matar a tu amigo?

Rin miró a Kohaku muy preocupada, pero él se acercó para aclarar la situación.

-Yo no puedo matar al señor Jaken, Mika: él es servidor del demonio más poderoso del mundo: el señor Sesshomaru, que es hermano de Inuyasha. Yo solía viajar con ellos y con Rin y el señor Sesshomaru es realmente muy impresionante. Estoy seguro de que a él es imposible exterminarle o causarle algún tipo de dolor, ¿verdad Rin?

-Sí. - asintió Rin- Ellos son muy fuertes y tienen muchas aventuras, ¡además viajan a muchos lugares! Era divertido estar con ellos.

Otros niños se acercaron para poder escuchar las historias de los poderosos demonios que habían compartido tanto con la niña nueva. Rin se sintió contenta, ya que todos parecían querer hablar con ella.

-¡Que divertido todo!- exclamó Mika- Mi papá no me deja salir de la aldea ni de mi casa, pero pueden venir a jugar conmigo a mi casa ¡son muy divertidos!

Rin asintió en silencio. Era divertido hablar y jugar con otros niños, pero era inevitable para ella el extrañar a Jaken y a Sesshomaru y es que aunque se esforzaba pensando qué había hecho mal, no podía entenderlo.

Ella siempre les había obedecido y trataba de no molestarlos demasiado, pero aún así la habían enviado lejos. Era consciente de que era probable que nunca supiera por qué

habían tomado esa decisión, pero iba a mantener su esperanza de que pronto iban a volver por ella.

-Sango me contó que habías compartido con otros niños de la aldea- comentó la anciana Kaede mientras ella miraba, sentada en la entrada de la casa-, ¿lo pasaste bien?

-¡Sí, fue muy divertido! Pensé que no iban a querer jugar conmigo, pero me trataron muy bien y Mika dijo que podía ir a jugar con ella.

-A veces voy con el monje Miroku a dar clases a Mika a su casa, es una buena niña y creo que a ambas les haría bien ser amigas: como es hija de un terrateniente no sale mucho y como Sesshomaru lo solicitó en su carta, debo darte la mejor educación así que he pensado que puedes tomar clases con ella, ¿te gustaría eso?

-¡Sí, muchas gracias!... anciana Kaede.

-Dime pequeña.

-¿Por cuanto tiempo debo tomar esas clases? Es que me preocupa que mientras estudie, el señor Jaken venga a buscarme y yo no esté aquí para volver con ellos.

La anciana miró a la niña antes de acariciar su cabello. Ella tampoco comprendía por qué Sesshomaru había decidido dejar a Rin en la aldea, pero estaba segura de que era lo mejor para la niña: ya había pasado demasiado tiempo desde que la pequeña había perdido a su familia y era necesario que pudiera recuperar la capacidad de confiar y adaptarse a su propia especie.

-Todo va a estar bien, Rin: si ellos vuelven a buscarte, vas a estar aquí para recibirles...

La niña asintió, aunque no se sentía muy segura al respecto. Si tan solo supiera qué había molestado a su amo, habría podido disculparse, pero él ni siquiera fue a despedirse de ella, por lo que tampoco se sentía muy segura de volverle a ver.