Advertencia: Lenguaje no apto para menores de edad. Temas con explicites y con sensibilidad.

Este capítulo pude acarrear oleadas de desesperación y frustración. Si lo que quieres es relajarte, no te recomiendo leer este capítulo por ahora.

Te recuerdo una vez más, que si eres alguien muy sensible no leas esta historia, pues como está definido desde el principio, esta historia es de Genero {Angustia} {Herida}, con Romance, pero como se han dado cuenta, este ultimo genero no es el principal.

Nota de autor: "Líbrame… vuelve y regresa en mi la paz… sola la paz que tú eras capaz de darme".

Aclaración: Los personajes utilizados en esta historia pertenecen al Mangaka Japones, Masashi Kishimoto, creador del Anime-Manga Naruto

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. . . . . . . . . . . . . . . . . . Lazos Unidos. . . . . . . . . . . . . . .

Saltando entre los techos de la aldea, cuidándose que no cualquiera pudiese ver rastro de su presencia, pues el color rosa de su cabello sería muy fácil de reconocer, ya que hasta ahora es el único identificado en la gran aldea de la Hoja; Sakura Uchiha se dirige hacia uno de los antiguos departamentos que en una ocasión fueron habitados por el personal ninja.

Aún no había localizado a nadie, no podía perder el tiempo ni mucho menos arriesgarse a que la vean. Nadie aun podía saber que ella se encontraba con vida, y además, tampoco estaba preparada para enfrentar a Sasuke ni mucho menos a Sarada por lo que había hecho.

Sakura una vez entrando a ese departamento abandonado, se dedicó a esperar pacientemente la llegada de un Shinobi, un ninja que ella sabe muy bien que vendría rápidamente, una a la que no era necesario avisarle que se encontraba dentro de la la aldea; desde el segundo uno en el que ella piso un fragmento dentro, seguramente su amiga, ya se había percatado.

Se detuvo a pensar mucho su situación, ¿Fue correcto lo que hizo? ¿Cómo se tomarían la noticia? ¿Y si la odiaban por lo que hizo?

La ojijade era consiente del gran dolor que debieron sentir sus seres queridos. Ino, Naruto, Hinata, Kakashi… Sasuke… Sarada.

Pensar en esta ultima la llenaba mas de dolor. Su hija y ella siempre fueron muy unidas y la pequeña azabache se había acostumbrado mucho a sentir cerca a su amada madre. ¿Sarada seria capas de perdonarla? ¿Ella lo entendería?

-No puedo creerlo… - dijo una voz femenina, muy conocida por parte de Sakura. Sabia que ella vendría. – Cuando comencé a sentir tu chakra… creí que me estaba volviendo loca. Tuve que venir de inmediato a confirmarlo – finalizo, acercándose mas a la persona, para comprobar con sus propios ojos sus suposiciones, pero una voz se adelantó a confirmárselo.

-Yo también sabia que vendrías, Ino. – dijo Sakura, dejando de esconder su rostro para hacerse presente frente a su amiga.

Ino se encontraba sin palabras. Ver a Sakura ahí, justo en frente de ella cuando hace unos días tuvo que despedirse para siempre de su amiga… imaginando que nunca más la volvería a ver.

Pero aquí estaban ambas, sin poder controlar sus lágrimas.

La rubia por ver a su amiga de vuelta, y la pelirrosa conmocionada al observar lo que su amiga estaba sintiendo. Cuando Sakura se aproximo mas y mas cerca, la Yamanaka continuo.

- ¿De verdad eres tú, frente? – pregunto mirando aquellos ojos jade que siempre destellaban brillo.

- ¿Acaso ya me has olvidado, mi querida amiga cerda? – dijo sonriendo un poco melancólica al saber que su amiga quizá pensaba que estaba siendo sometida a algún genjutsu.

Ino se tranquilizo un poco al escuchar el apodo con el que fue referida, dándose cuenta de que efectivamente, esa mujer era su amiga.

Sin pensarlo tanto, Ino le dio un golpe en uno de sus hombros.

-Auch. – se quejo Sakura. - ¿Así es como me recibes?

- ¿Qué querías? – cuestiono llorosa. - ¿Qué te tirara rosas por haberte hecho la tiesa? ¿Después de todo por lo que me hiciste pasar?

La pelirrosa se molestó por tal acto; No recordaba que Ino tuviese esa fuerza, pero se sintió orgullosa al sentirlo.

Cuando una mujer actuaba por coraje, sus debilezas la hacían más fuerte.

-Se lo que sientes… y les debo a todos una disculpa. – dijo la pelirrosa, sonriendo para su pequeña cerda. – No sabes como me siento por haberles causado todo esto… pero fue por una causa mayor. – comento, llamando la atención de Ino. – Lo que paso no fue algo pequeño, si no algo muy grande.

La rubia incorporando su estabilidad emocional, dejando de sentir indignación. Lo único que podía sentir, es que su amiga de toda la vida se encontraba justo frente a ella; Respirando y muy viva. La muy perra.

-Te escucho. – dijo recargándose de una de las paredes de la habitación. – Mientras ese problema no sea tan grande como tu frente, estaremos bien.

-Veo que lo cerda aun no se te quita. – sonrió con amor y engreismo la ojijade. – Es bueno verte así.

-Cuéntame rápido, perra. – dijo la Yamanaka, como a veces se llamaban entre ellas. – Sai no se dio cuenta que vine para acá. ¿Qué fue lo que pasó?

Sakura fue hasta ella, para platicarle a Ino todo lo acontecido, desde la llegada de Sasuke hasta su supuesto hijo y por supuesto, su supuesta muerte.

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Boruto se dirigía rápidamente hasta el campo de entrenamiento.

No encontró a Sarada en casa, por lo que se imagino que ella se podría encontrar ahí.

Decidió avanzar muy sigiloso. Pudiese ser quela pelinegra quisiese estar sola. No se imagina el dolor que debe de ser el perder a una madre. Si el tan solo se sintió devastado al saber que su mamá fue atacada aquel día junto con su tía Sakura, Obviamente, lamentando el trágico destino que fue para esta última.

No debía dejar a Sarada sola. El tío Sasuke no había estado presente en la ceremonia y homenaje que su padre organizo para Sakura y tampoco sabía si este había regresado a casa.

- ¡No puedo quedarme de brazos cruzados! – exclamó la pelinegra, alertando al rubio que se encontraba buscándola.

Boruto se acercó de manera cuidadosa. Si Sarada estaba alerta su sharingan lo encontraría en tan solo unos segundos. Debía ser completamente un ninja y esconderse correctamente.

-No tomes una decisión así, Sarada. – dijo la voz de un chico, uno que el conocía muy bien y que debió imaginarse que estaría con ella. – Puede ser muy peligroso.

-Lo dices así porque no es tu padre quien fue asesinado, Mitsuki. – dijo rabiosa. – No sabes lo que se siente esto. – dijo tocándose el pecho. – Saber que esos infelices andan sueltos, burlándose de nosotros… de mi padre y de mí.

- ¿Alguna noticia de Sasuke- san? – pregunto el albino, pues no sabia si la azabache y su padre ya se habían vuelto a ver.

-Mi padre estuvo ayer conmigo. – No solo Mitsuki se asombró, sino también el Uzumaki que se dedicó a poner atención a la conversación.

- ¿Dónde está el ahora? – cuestiono el peliblanco. – Seguramente debe estar informando al Hokage de su ausencia el día de ayer pues…

-Mi padre se encuentra fuera de la aldea. – sonrió orgullosa. – Por eso yo tampoco puedo quedare de brazos cruzados.

- ¿El salió a alguna misión? – pregunto confundido. No se podía explicar como el Uchiha tenia el coraje de salir a misión, continuando con sus deberes como ninja, cuando hace apenas dos das su esposa había muerto.

-Si… y a una muy importante. – informó sorprendiendo a Mitsuki por la sonrisa que esta portaba en su rostro.

- ¿De qué hablas?

- ¿No es obvio, Mitsuki? – se giro a mirarlo. – Mi padre salió a buscar a esos infelices – Boruto se lleno de asombro, mientras que el chico serpiente se encontraba sorprendido. – Obviamente no para hacerles una broma. – Sarada se acercaba cada vez mas al peliblanco, mientras este observaba una mirada muy extraña en la Uchiha. – Mi padre, Sasuke… va a hacerlos pagar… probablemente con su propia vida el daño que nos hizo

Mitsuki se conmociono no solo por la declaración, si no mas bien, por la actitud de Sarada.

El cuando escucho eso, creyó que Sarada estaría molesta o decepcionada de la decisión de su padre, pero no.

Parecía estar orgullosa de la sangre que sería derramada.

Sabia que lo que esos imbéciles le había hecho a la doctora Uchiha fue algo imperdonable, pero lo que jamás imagino fue ver la tétrica sonrisa de su amiga, retorcida por la ambición y anhelo de imaginarse a su padre acabando con esas vidas.

Una cosa era asesinar por justicia, y otra muy diferente era jactarse de ello.

- ¿Qué? – cuestiono el albino. - ¿De que estas hablando?

-Así como lo escuchas. – cruzo sus brazos. – Soñé que papá me lo dijo, y cuando desperté el ya no estaba… Seguramente me lo dijo antes de irse.

-Te desconozco, Sarada. – dijo, llamando la indignación de la azabache. – Nunca creía verte feliz por una acción así.

- ¿Tu no lo estarías? – dijo divertida. – Eso les servirá de lección a todos, hará que se den cuenta que con los Uchiha nadie sale ileso.

-Estamos hablando de asesinato, Sarada.

-Precisamente. – interrumpió rápidamente la azabache. – Ellos vinieron a la Aldea y hirieron a mi madre. Mi papá no va a matarlos porque sí; Él va a hacerlo para vengar la muerte de mi madre. – Mitsuki encontraba cierta razón por parte de las palabras de su querida amiga, pero también podía sentir lo corrompido de sus emociones. – Y yo también quiero participar en ello.

-No, Sarada. – le dijo acercándose mas a ella. – Deja que Sasuke se encargue de todo.

-No pienso quedarme de brazos cruzados. – respondió ante tal consejo. – Yo también tengo que hacer algo.

-Ni siquiera sabes a donde ir. – le dijo seriamente. – Sasuke mínimo tiene esos ojos… tu aun no podrás detectar cualquier tipo de chakra o amenaza que..

- ¡No me importa! – exclamo sujetando los hombros del peliblanco, viéndolo a los ojos. - ¡Ellos ataron a mi madre! – dijo dolida, mientras su Sharingan hacia acto de presencia entre sus ojos. - ¡No me importa nada más! ¡Solo quiero venganza!

Mitsuki la sujeto, leyendo sus ojos.

Sarada estaba muy decidida, pero sabía lo riesgoso que sería el partir inmediatamente.

Sarada aun lo veía, como buscando algo en él, esperando alguna respuesta.

-Si no vas a ayudarme… - le dijo al albino, soltándolo de su agarre. – No me retengas, ni mucho menos me estorves.

Sarada se dio la vuelta para partir, pero unos brazos largos y blancos la sujetaron, impidiendo su avance.

Mitsuki la tenia bien sujetada de la cintura, mientras Sarada se quejaba por el agarre.

El chicho serpiente se apego hasta ella y acomodo su rostro entre su cuello, yendo hasta su oído. Cosa que a Sarada le provoco una emoción desconocida.

-No voy a dejarte sola

-Entonces acompáñame. – dijo con suplica mientras su rostro se encontraba perdidamente sonrojado.

-Solo con una condición. – pego sus labios en la esquina de la oreja de la chica.

- ¿Cuál? – cuestiono nerviosa y levemente ruborizada por el contacto y cercanía del chico.

-Partamos en una hora y media… quiero llevarme todo lo que necesite.

Sarada, nerviosa y totalmente descolocada de sus emociones, no tuvo de otra mas que asentir ante tal condición. Quizá para después se arrepentiría de haberlo afirmado, pero los Uchiha eran ninjas de palabra, cosa que ella debía cumplir a la perfección.

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El Uzumaki, quien escucho todo; comenzó a avanzar rápidamente. Su padre, el Hokage; debía saber todo esto, Desde la información sobre Sasuke hasta el plan de Sarada.

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-Algo muy similar me había comentado Hinata. – dijo Ino al escuchar todas las palabras de su amiga. – Te arriesgaste demasiado, Sakura.

-Pero tuve que hacerlo… no sabia hasta donde esos imbéciles son capaces de llegar.

- ¿Y ahora lo sabes? – pregunto asombrada.

-Quieren derrocar la nación ninja, atacando a Konoha. – explico la pelirrosa. – Ellos sabían que mientras Sasuke y Naruto estuviesen al frente iba a ser casi imposible el que ganasen y obviamente en dado caso de resultar ilesos, yo estaría a su lado curándolos imparablemente.

Ino escuchaba las palabras de Sakura y lo único que podía pensar era… que buen plan se aventaron los hijos de puta.

Atacando el personal ninja, no solo derrotaban su gran organización de salud, sino que también derrotarían la coraza de sus dos ninjas más hábiles.

Sakura, siendo la mejor amiga de Naruto, una de las mujeres a las que más amaba, ya que, para el Uzumaki, el amor que sentía por Sakura nunca se fue, simplemente evoluciono a uno mas fuerte y puro… el amor de Hermanos. Sakura… era como la hermanita de Naruto.

Y por la otra parte estaba Sasuke. El otro ninja mas poderoso del cual se podía imaginar lo importante y especial que era Sakura para él.

Ella recuerda haber escuchado sobre que el Clan Uchiha siempre había estado establecido por hombres fuertes y muy duros, y no solo esto, si no muy posesivos, protectores, celosos, y aunque fuese complicado de creer… un clan que amaba mas que nada ni nadie… incluso llegando a grados de locura.

Nadie odia tanto como un Uchiha, pero tampoco nadie ama tanto como uno de ellos.

Pocas veces pudo ver juntos a Sasuke y a Sakura como pareja, pero cuando lo hacía, podía ver siempre en los ojos de Sasuke la atención hacia su Esposa. El la amaba, eso no se ponía en duda.

No se ponía en duda, pues hasta los enemigos se habían dado cuenta de ello.

-Que estrategia tan precisa e inmoral. – comento la rubia tras terminar de escuchar a su amiga, analizando todo. – No puedo creer incluso que hayan ocupado un niño para hacer esto.

-No es un niño. – explico la pelirrosa. – Es un… un clon de prueba de… - decía nerviosa, pues tan solo imaginarse que ese cabron había dejado algo que la atormento por un tiempo, la hacía conmocionar.

- ¿De quién? No me digas que de Orochima…

-Kido…- Ino la miro sorprendida con su boca ligeramente abierta. – Kido Tsumiki

- ¿Kido? – repitió incrédula. - ¿El ANBU ese enfermo y obsesionado con Sasuke? – vio como Sakura asintió. - ¿El que quiso crear aquella droga con el Chakra del zorro? Pero… ¡Ese imbécil esta muerto! – Sakura se giro mas hacia ella. - ¿Cómo es eso posible?

-Aún no lo sé al cien por ciento. – interrumpió la pelirrosa. – Solo se que si enlazo todo lo sucedido con Kido. – decía su nombre con odio. – puedo llegar a saber más o menos como fue posible que la prueba sanguínea marcase parentesco.

- ¿Lo sabes?

-Tengo las bases… pero me gustaría confirmarlo.

- ¿Entonces Sasuke no te engañó? – dijo pensativa, para después sonreír. - ¡Ay, frentesota! ¡Sasuke te ama! ¡Yo lo sabía!

-Cállate. – dijo tapándole la boca. – alguien puede escucharnos y venir.

-Lo siento, fue la emoción. – dijo feliz, aplaudiendo entusiasmada.

-Me siento tan mal. – dijo llamando la atención de Ino. – No se como pude dudar de las palabras de Sasuke. – dijo sentándose en el suelo, abrazándose a sí misma.

La rubia fue hasta ella, y se sentó a su lado, abrazándola.

Sakura comenzó a soltarse.

-El me lo juró Ino… - dijo, sin poder evitar sus lágrimas. Necesitaba mucho a su amiga para descargarse. – El me miró con tanta desesperación. – decía recordando aquella vez que Sasuke fue a verla para intentar hablar y aclarar las cosas. – Me dijo muchas veces que el jamás me traicionaría… y yo a la primera desconfié de él.

-La situación fue muy complicada, Sakura. – dijo Ino, abrazando con mas fuerza a la ojijade. – Sasuke lo va a entender.

-No lo hará. – dijo sollozando. – Yo desconfié de su palabra, puse en duda el amor y fidelidad que me ha mostrado por todos estos años. – recordaba como a su manera, el Uchiha le hacía saber lo mucho que la amaba.

Nunca fueron necesarias las palabras. Las pequeñas y grandes acciones que, hacia el Uchiha por ella, eran mas fuertes que cualquier cosa.

-Ino… el nunca me va a perdonar. – dijo para ocultar su rostro entre el espacio del cuello de su amiga.

-Sakura… - dijo con ternura, tomando el rostro de esta y sostenerlo con cariño. – Claro que el va a perdonarte. – la pelirrosa sonreía, anhelando que fuese verdad. – Tu misma lo dijiste… Sasuke te ama y eso nadie podrá cambiarlo.

-Espero el pueda perdonarme… pero no solo me importa su perdón, si no el de mi Sarada también… incluso mucho más.

-Sarada es muy brillante, Sakura, además, también te ama demasiado. – dijo dándole apoyo a su mejor amiga… - déjame decirte algo, estúpida.

Sakura la miro con asombro mientras observaba lagrimas caer de las blancas mejillas de la rubia.

-Cuando te vi, me sentí molesta y lastimada. – Sakura sonrió triste al saber lo que ocasionó. – pero todo eso se marchó en segundos… porque estas aquí… conmigo. – la rubia tomo la cara de la pelirrosa y la llevo hasta su hombro, donde bajo sus manos para abrazarla. – No sabes la alegría que siento al saber que estás viva, frentesota. Todos estarán felices de verte otra vez, te lo aseguro.

-Gracias... Amiga. – dijo correspondiendo el abrazo. ¡Benditas sean todas las buenas amigas! Ino le hablaba con verdades y apoyo, no solo lo que ella quisiera escuchar, si no la verdad de los asuntos, sean buenos o malos.

Estuvieron abrazadas un rato hasta que la rubia palmeo ligeramente la espalda de la pelirrosa.

-Ya, ya. – dijo haciendo que Sakura retrocediera hacia atrás. – Estamos muy sentimentales y eso no es de mujeres sabrosas como nosotras. – bromeo, tratando de quitar el ambiente pesado.

-Jajaja, si lo dices por ti, estoy de acuerdo. – dijo halagando a su amiga. Ella sabía que tan importante era para Ino la estética.

- ¿De qué hablas, frente? ¡Tú también! – reclamo señalándola con su dedo. No quería un comentario como ese en una de sus amigas. ¡Sakura era hermosa y ella no debía de dudarlo! - Yo en el fondo sabía que ese Sasuke no le seria infiel a ti y a ese culo que tienes. – la halago, guiñándole un ojo.

- ¡Cerda! – se sonrojo la pelirrosa. – No es momento para hablar de eso. – regañó, pues aún debían culminar ese grabe asunto por el que la aldea podía pasar.

-Esta bien, esta bien. – dijo riéndose un poco. – Tienes razón, pero ¿Qué será lo que haremos?

-Antes que nada, llama a Hinata y a Temari. Nos serán de gran ayuda para esto. – dijo la pelirrosa, tomando a su cargo el mando de la misión.

- ¿Segura que no deberíamos decirle a Naruto? – pregunto insegura.

-Debemos actuar ahora. Por lo que he escuchado, ellos aún no están del todo preparados. – dijo notando la confusión de Ino. – Ellos planeaban acabar con todo el personal ninja… pero Tsunade y Shizune están vivas y eso ellos lo saben.

- ¿Entonces su plan no resultó del todo bien?

-Exactamente.

-Vaya… y era buen plan eh. – dijo sonriéndole a su amiga.

-Podríamos decir… pero démonos prisa y terminamos con esto.

-Ahora mismo las llamó. Espérame aquí.

Ino salió del departamento dejando a una muy consternada Sakura.

Lo único que pasaba por su mente era su amada hija y su querido Esposo. ¿Cómo se encontrarán ellos? ¿Qué estarán haciendo y dónde?

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Fin del capítulo 8. –Missjell.