Les traigo un nuevo capítulo que me encantó escribir, así que espero que puedan disfrutarlo.
ACLARACIÓN IMPORTANTE: de ahora en más los capítulos estarán redactados en tercera persona.
Apenas había comenzado a amanecer cuando el helicóptero aterrizó, ruidoso y apurado, en la plataforma más extraña que Bella había visto en toda su vida. Bueno, quizás no era la plataforma de aterrizaje lo que era extraño, sino la inmensa estructura de la que estaba formando parte. En el aire, los ojos casi se le habían salido de las cuencas cuando desde lo alto había distinguido la monstruosa base de operaciones flotando en algún punto del Atlántico Norte. La base en cuestión era una especie de rectángulo que en uno de sus extremos tenía un espacio cubierto, la mitad por encima del nivel de la nave y la otra mitad por debajo.
El Helicarrier se extendía imponente en todos sus metros de largo, cargado de aviones de todos los tipos y plagado de movimiento, incluso en la oscuridad remanente de la madrugada.
Fue un milagro que la mandíbula de Bella no se cayera de asombro.
George, un joven de veinticinco años, alto y moreno, de ojos castaño claro, que había sido su chofer durante los meses anteriores, se desató primero y la ayudó con su arnés, tomándola del codo para descender del helicóptero, en donde los estaba esperando un agente que Bella jamás había visto. Llevaba un traje azul oscuro de neopreno con detalles de cuero, el distintivo uniforme de SHIELD.
- Señorita Swan, agente Grey- les saludó gritando un poco por encima del ruido del helicóptero.
- ¿Agente?- preguntó Bella extrañada. George estaba muy cerca y pudo escuchar su voz afónica.
- ¿Acaso pensaste que sólo era tu chofer, Swan?- le gritó divertido mientras se alejaban del helicóptero, siguiendo al agente que los había recibido.
Bella negó con la cabeza, sonriéndole abiertamente.
- Debí saberlo; conduces demasiado mal como para ganarse la vida así.
George se carcajeó relajado, contagiándola en el camino. Pero ese ambiente festivo no duró mucho, porque cuando ingresaron al cuartel, el aire podía cortarse con un cuchillo. Las carcajadas se le atoraron en la áspera garganta. Había varios pasillos que recorrer de camino al puente de mando, o uno realmente largo. Por todos lados había agentes yendo y viniendo: oficiales de campo con su uniforme militar en dirección a entrenar, otros descargando cajas de un depósito cuyo contenido Bella aventuró que eran armas. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Necesitaba saber qué estaba pasando. A George le indicaron un destino distinto al suyo, así que continuó el camino junto al agente desconocido.
El largo y serpentoso pasillo gris terminaba en una puerta alta, doble detrás de la que se encontraba el cuartel general de operaciones, un espacio amplio, imitando el puente de mando de cualquier barco, cuyo frente estaba delimitado por grandes cristales por los que se tenía acceso a todo lo que sucedía en la cubierta. Tenía varios niveles, en el más bajo había decenas de agentes controlando cuestiones relacionadas a la nave que Bella no podía entender y en el centro de la plataforma que simulaba el sitio en donde normalmente se encuentra el timón, había dos controles parecidos a consolas pero completamente táctiles. Detrás de esa estructura, una mesa de madera negra inmensa, con veinte sillas alrededor.
Fury estaba parado al frente del falso timón, con su vestimenta habitual, controlando que todo estuviera en orden con un intercomunicador en su oído derecho. Bella quiso reír por la obviedad frente a sus ojos, pero algo le decía que Fury no admitiría chistes de piratas ese día. El agente que la había escoltado ocupó su lugar en una de los controles.
- Señorita Swan- la saludó el director de manera educada.
Bella dejó de observar fascinada el techo abovedado y la galería que lo rodeaba para mirarlo.
- Fury- se limitó a decir con un asentimiento de la cabeza, temerosa de que le preguntara si ya había tomado una decisión. O peor: temiendo que la decisión haya sido tomada por ella y que esa sea la razón por la que se encontraba flotando en un transformer acuático.
Vió a la agente Hill en el nivel inferior, controlando varias pantallas a la vez.
- ¿Qué está sucediendo?- quiso saber mirando para todos lados, buscando a su fiel amigo- ¿dónde está Coulson?- insistió, ahora ansiosa.
- Coulson es tu favorito, lo entendemos- dijo una voz melosa y aterciopelada. Bella se giró reconociéndola enseguida.
- No sabía que eras del tipo celosa Romanoff- la saludó con una sonrisa radiante. Natasha se extrañó al escuchar su voz rasposa y su expresión se congeló cuando vio los pequeños puntos rojos en sus ojos. Imaginó el estado en el que debía haberse encontrado hace unas horas, y apretó las manos en puños. Forzó una sonrisa y puso los ojos en blanco teatralmente para no alertarla y poder examinar el resto de su cuerpo en busca de otros indicios de la Prueba Beta. Llevaba un suéter gris de cuello alto, una chaqueta de gamuza con diseño a cuadrillé en colores pasteles y grises que a Natasha le gustó mucho, pantalones negros ajustados y unos borcegos negros que la hacían parecer más alta. La ropa no exponía nada de piel como para detectar más lesiones y tampoco la había visto caminar como para ver si le costaba mover alguna parte de su cuerpo. Maldijo mentalmente.
- Señor, aterrizarán en cinco minutos- anunció la agente Hill mientras se acercaba a la plataforma.
- Entonces despegamos en siete.
- Sí señor- contestó obedientemente. No se dignó a saludar a Bella, que seguía sin entender nada.
- Romanoff- dijo Fury, dando una orden silenciosa, que Natasha se apresuró a cumplir.
- Esto será divertido- agregó la agente pelirroja, guiñandole un ojo a Bella antes de salir. Para cuando llegó, el oscuro jet ya estaba abriendo bajando su puerta, dejando salir a un avasallado Steve Rogers y a un Coulson fascinado, haciéndola sonreír.
- Señores- saludó correctamente.
- Señora- le respondió Rogers asintiendo de una forma demasiado solemne con la cabeza.
Por el rabillo del ojo pudo ver que el Dr. Banner estaba caminando hacia ellos, mirando todo a su alrededor, encorvado. Ladeó la cabeza, algo… ¿conmovida? Se sacudió ese pensamiento tan pronto como lo percibió.
Coulson se quedó observándolo minuciosamente.
Rogers y Banner estrecharon las manos en un saludo muy respetuoso. Miraron hacia donde se encontraban los agentes, esperando alguna orden.
- Deberías ir al puente. Comenzaron a rastrear el cubo. Swan ya está aquí y pregunta por tí- dijo manteniéndole la mirada fijamente. Coulson reaccionó de inmediato y salió disparado hacia adentro. Natasha maldijo en su mente una vez más. Necesitaba saber qué diablos le habían hecho y ninguno le abría ninguna ventana. En el puente, Hill había estado muy nerviosa y no se había animado a mirar a Bella a los ojos estallados en sangre.
Miró resentida a la espalda de Coulson y les indicó a los dos súper hombres que la acompañaran hacia el interior antes de que comiencen a levantar vuelo.
Banner caminaba con las manos en los bolsillos, encogido, evitando la mirada de todos. Rogers, por el contrario, caminaba sacando pecho, muy seguro de todo su entorno. Natasha rodó los ojos en su mente.
- ¿Bella Swan está aquí?- preguntó finalmente Rogers. Natasha inclinó la cabeza en interés, como solía hacer a veces, y se mordió el labio para no sonreír abiertamente. El primer súper soldado de la historia quería ocultar su nerviosismo poniéndole un falso tono casual a una pregunta que no podía ser menos casual. Su cerebro comenzó a trabajar a mayor velocidad: sabía que Swan y Rogers jamás habían cruzado más palabras que las disculpas que ella le había dicho cuando había caído encima suyo. Además de no haber hablado nunca, sabía que Coulson la había presentado como agente Swan (de esa anécdota Natasha había obtenido dos grandes razones para molestarlos y desde entonces hacía chistes acerca de las aventuras de la agente Swan y su compañero Bambi). Él no podía saber que prefería que la llamaran Bella. A menos que haya estado prestando especial atención a su vecina. De cualquier manera, Nat no necesitaba esa información para reconocer la mirada nerviosa de un hombre ante la presencia de una mujer.
Miró de soslayo a Banner, se había metido un poco en sus pensamientos con las nimiedades de Rogers y Swan, pero no lo perdería de vista en ningún momento.
- Sí- le contestó simplemente al Capitán.
Rogers asintió con el ceño fruncido, forzando una postura relajada que no convenció en lo más mínimo a la Viuda Negra.
Por el contrario, Steve creía que lo estaba manejando bien. Por el último medio año sólo había visto a la agente Swan entrenando en el gimnasio del complejo en el que vivían ambos, y esa primera vez en el pasillo, cuando la había sostenido en sus brazos. Verla progresar en sus entrenamientos había sido una gran distracción para Steve, que se contenía con fuerza cada vez que sentía que podía ayudarla mejor con algún ejercicio o cuando parecía lastimarse a sí misma, generalmente por su falta de coordinación. Pero era muy testaruda y siempre se levantaba y volvía a intentarlo. Steve sonrió con ternura ante el recuerdo. Pestañeó varias veces para eliminarlo de sus párpados, incómodo frente a la sensación que le generaba la joven. Él era un desastre muchos años mayor, había cosas que estaban fuera de su alcance. Un sentimiento al que estaba acostumbrado. Suspiró sin darse cuenta.
A Natasha le hubiese divertido mucho una escena en la que un nervioso Capitán América dejara en evidencia la excesiva atención que había puesto sobre una muchacha de dieciocho… no, ¡diecinueve! maldijo una vez más en su cabeza. Una muchacha de diecinueve años que no sólo estaba en pareja, sino que sufría de pudor y, como si fuera poco, de la capacidad de ruborizarse violentamente en un segundo. Ver a esos dos interactuar así le hubiese entretenido el día. Pero ese día había cosas más importantes con las que lidiar. Pensó en Barton y la preocupación pobló su rostro de arrugas.
Aún así, podría hacerle un pequeño regalo de cumpleaños a Bella.
- Le diré algo cap- le dijo Natasha hablando un poco más bajo y batiendo sus pestañas- actualmente lo ideal es hacerse desear un poco, así que quizás quiera parecer… relajado.
Rogers fingió no entender, pero al cabo de un segundo asintió agradecido.
Banner levantó la vista apenas, intrigado por el intercambio.
Natasha volvió a atravesar las mismas puertas doble y perdió la cuenta de la cantidad de veces que lo había hecho en lo que iba del día. Y eso que recién amanecía.
- ¿Te refieres al hechicero de la otra vez?- le estaba diciendo Bella entre susurros a su fiel amigo, que había calmado su ansiedad al momento de atravesar la puerta y le había explicado rápidamente lo que estaba sucediendo. Bella había entendido lo básico: Loki = malo, Teseracto = propiedad de SHIELD. Loki se lo había llevado, generando una crisis sin precedentes.
Coulson asintió, fijando la mirada en un punto detrás de ella.
Bella se giró para mirar lo mismo y enseguida se encontró sobrecogida. Natasha estaba entrando al puente de mando acompañada de dos hombres. Uno de ellos tenía su altura, de piel bronceada y cabello castaño oscuro, de ojos nerviosos y postura encorvada, mirando desconfiado todo a su alrededor. Llevaba ropa que parecía muy grande para él. El otro hombre no podía ser otro más que Steve Rogers, alto, confiado y… antiguo. Bella no pudo evitar mirar de arriba a abajo su vestimenta, quizás en un patético intento de no perderse en su rostro. Llevaba una camisa que se ajustaba a su cuerpo, de cuadros celestes y metida dentro de un pantalón que era muy alto, ajustado con un cinturón de cuero marrón oscuro. Vestía una campera de cuero marrón que gritaba Segunda Guerra Mundial. Tenía el pelo claro brillante peinado hacia un costado. Al igual que Bella, Rogers no podía dejar de mirar el techo abovedado, fascinado. Su acompañante no estaba en las mismas condiciones: miraba hacia el piso levantando la mirada sólo para observar la puerta, suspirando notablemente cada vez que se encontraba con los ojos de algún guardia.
Un agente llamó a Coulson para mostrarle algo en una de las pantallas y antes de irse le dedicó una mirada extraña a Bella.
La joven se acercó casi inconscientemente al lado de Fury, buscando una figura a la que apegarse, no muy segura de qué hacer. Hubiese preferido mil veces más que su figura de apego fuera María Hill, pero estaba muy ocupada dando órdenes para despegar. Sin contar el hecho de que María le estaba esquivando la mirada desde que había puesto un pie en el barco volador, desconcertandola por completo.
- Estamos nivelados señor- le dijo a Fury desde abajo.
- Bien. Háganos invisible- terminó de ordenar Fury, divertido.
La agente Hill inició otra ronda de órdenes mientras Fury se daba vuelta para encontrarse con los recién llegados, no sin antes dirigirle una mirada a Bella.
- Señores- saludó relajadamente. Avanzó unos pasos, dirigiéndose hacia el Dr. Banner deteniéndose para mirar con un poco de indignación los viejos diez dólares que el Capitán había puesto en sus manos, aún maravillado con las instalaciones.
Bella se movió unos pasos hacia la derecha, para quedar más cerca de Coulson y Natasha, que seguían observando con atención una pantalla.
Bella pudo escuchar el nombre del hombre que no conocía, un tal Dr. Banner.
Steve, en su deambular fascinado, había quedado muy cerca del lugar en donde estaba Bella, y ni bien puso sus ojos en ella, sintió cómo la ansiedad reemplazaba a cualquier otra sensación en su cuerpo. Bueno, no a todas, porque una en específico sobrevivió a la ansiedad al verla metida en esos pantalones negros ajustados combinados con borceguíes.
Natasha tenía una mano apoyada sobre la superficie del largo escritorio común en que se encontraban todas las computadoras y la otra en la silla correspondiente, en donde estaba sentado Coulson controlando el programa de reconocimiento facial, mientras ella miraba con atención desde atrás.La mirada que le dedicó a Bella no le pasó desapercibida. Ambos se encontraban muy cerca y muy nerviosos. Rodó los ojos en su cabeza. Los presentó en un tono jovial y natural.
- Cap, esta es la Señorita Isabella Swan. Swan, este es el señor Capitán América- bromeó al final.
Al oír las palabras de la agente Romanoff, Steve sintió la libertad de acercarse a Bella lo suficiente como para observarla una vez más igual que ese primer día. Pero cuando ella levantó la vista, nerviosa por la inesperada presentación, Steve pudo acceder a sus ojos y se congeló en su lugar. No fueron los inocentes orbes marrones los que le devolvieron la mirada esta vez, sino que lo hicieron unos ojos fatigados, sin brillo y con pequeñas venas estalladas alrededor del iris. Inmediatamente la recorrió de arriba a abajo, deteniéndose en las marcadas medialunas violetas que adornaban su rostro, la piel opaca y casi traslúcida que cubría sus bellas facciones le daba un aspecto de enfermedad. Algo se retorció en el interior del Capitán, generándole una sensación espantosa en el estómago. Se dio cuenta de su ceño fruncido y se sintió inquieto una vez más. La había estado mirando demasiado tiempo, podía ver por el rabillo del ojo la rápida mirada que compartieron Coulson y Romanoff. ¿Qué había dicho ella acerca de los hombres en estos tiempos?
- Capitán- saludó finalmente Bella, claramente queriendo acabar con el momento incómodo.
Su voz rasposa terminó de confundirlo.
-Señora, es un placer conocerla- dijo sin pensar.
Tan pronto como se oyó, deseó que un enorme agujero se abriera en el centro de la tierra para poder esconderse en él por el resto de su vida.
Bella pestañeó, desconcertada (y herida) y Steve reaccionó enseguida. Titubeaba al hablar y se pasaba la mano por la nuca, notablemente incómodo.
Natasha enarcó una ceja y negó con la cabeza. Los hombres no tenían remedio.
- Me refiero a que es un placer verla… Digo, es un placer verla una vez más.
Los pómulos y mejillas de Bella adquirieron un rojo vivo adorable que Steve no merecía apreciar. Pero lo hizo.
Hizo una mueca parecida a una sonrisa y lo tranquilizó con su voz afónica.
- No se preocupe Señor Rogers.
Natasha captó la conversación que Banner y Fury estaban manteniendo y supo utilizarla como salvavidas.
- Sí, ¿cómo vamos con la búsqueda del Teseracto?- repitió en voz alta la pregunta de Banner, mirando a Coulson a su lado, que estuvo feliz de levantarse y dirigirse a otra computadora mientras hablaba.
Steve seguía consternado por su torpeza mientras Bella le agradecía internamente a Romanoff. Comenzó a caminar hacia donde estaba Fury y antes de que el Capitán se girara para escuchar lo que comenzaba a explicar Coulson, le dedicó una mirada desesperada, ansioso por disculparse. Steve no podía saber que sus ojos angustiados disparaban recuerdos desagradables en Bella, que tuvo que cerrar los ojos con fuerza y agachar la cabeza.
- Estamos accediendo a todas las cámaras inalámbricas del planeta, celulares, computadoras, lo que sea que esté conectado a un satélite funciona como nuestros ojos y oídos.
Eso tampoco ayudó a los nervios de Bella.
- Eso no lo encontrará a tiempo- reflexionó Natasha.
- No, deben reducir el campo. ¿Cuántos espectrómetros tienen?- intervino Banner. De repente su voz se tiñó de seguridad.
- ¿Cuántos hay?- replicó Fury.
-Llamen a todos los laboratorios que conozcan, díganles que pongan los espectrómetros arriba y que los calibren para rayos gamma, trazaré un algoritmo de reconocimiento básico de grupo así podemos descartar varios lugares.¿Hay algún lugar en donde pueda trabajar?
Fury le indicó a Romanoff que le mostrara el laboratorio correspondiente y ambos abandonaron el puente. Fury se acercó a decirle algo por lo bajo a la agente Hill para luego dedicarse a verificar otras pantallas.
Mientras el resto de los agentes continuó con sus tareas, Coulson se acercó a Bella, de pie en el inicio de las escaleras de la plataforma.
Bella lo miró inquieta y habló en voz baja una vez que se posicionó a su lado.
- Phil, entiendo que se les presentó esta situación, que por cierto lamento mucho, suena a un dolor de cabeza que no necesito. Pero no estoy muy segura de qué es lo que hago aquí.
El miedo se coló entre sus palabras.
- Prometiste que no habría más procedimientos.
- Y lo sigo manteniendo- dijo con la voz tranquila, fijando la vista en algo detrás de la cabeza de Bella y adoptando una postura forzosamente relajada.
- ¿Señora?
Bella miró a Phil con pánico en los ojos y el interpelado fingió no verla y le sonrió alegre al Capitán, parado detrás de Bella.
- Capitán- repitió ella luego de aclararse la garganta.
- Lamento mucho haber sido tan… distraído- luchó por encontrar la última palabra. Le dio una sonrisita ladeada, avergonzada, mientras el azul de sus ojos implorantes enviaba una ola de calor al pecho de la joven.
- No se preocupe, no es nada- contestó Bella automáticamente. Mantuvo su barbilla alta y no utilizó su cabello como cortina, debía disimular mejor el dolor del rechazo.
El capitán Rogers tenía ambas manos unidas por detrás de la espalda, en una postura firme. Negó con la cabeza una vez, ya no tan avergonzado sino que intolerable con su error.
- No señora, fue un comportamiento muy pobre para un caballero- dijo, sin admitir réplicas. Bella tomó aire y miró de reojo a Coulson. El rubor cubriendo sus mejillas mientras hablaba.
- Le diré algo Capitán. Si usted es tan amable de hacerme un favor, estaremos a mano- le dijo. Quiso elevar un poco más la voz pero tuvo miedo de lastimarse. Por suerte el capitán pareció escucharla a la perfección.
- Lo que quiera, señora.
Eliminó el hilo de pensamientos soñadores que se estaba formando en su cabeza. El hombre literalmente no registraba su existencia y a ella le temblaban las rodillas al primer comentario seductor que hacía.
- Mi amigo, el agente Coulson, ha trabajado mucho para reunir una antigua colección de tarjetas de la línea original del Capitán América. Si las firma, habrá sido un placer conocerlo dos veces- finalizó bromeando, con una sonrisa a medias. Steve dejó salir un "Sí, señora" en el momento en el que vio las comisuras de sus labios levantarse.
Phil quiso protestar, pero emocionado por la respuesta afirmativa como estaba, decidió decirle su clave de casillero a un agente que estaba cerca para que las acercara al puente inmediatamente.
Steve ni siquiera miraba a Coulson, tenía los ojos fijos en Bella de una manera desvergonzada. Por su parte, ella estaba muy avergonzada, pero bastó con mirar una vez a Phil, el celeste de sus ojos iluminados con una chispa de emoción la hizo sonreír con ternura. Rogers sonrió en un acto reflejo. Coulson no pudo evitar fruncir frente a la escena desarrolándose frente a él.
Un agente le entregó las tarjetas y una pluma a Coulson, que se las extendió al Capitán casi ceremonialmente.
Bella se dirigió a la enorme mesa ubicada en el de la plataforma del puente para que sea más fácil escribir. Steve la siguió embobado, casi como Coulson a él, y se sentó a un lado de Bella mientras Phil se mantuvo de pie detrás de ella.
Cuando Rogers sostuvo el bolígrafo y quiso comenzar a escribir se sintió extraño. Desde que había despertado unos meses atrás no disfrutaba de aquella parte como en los años cuarenta. Sacudió la cabeza y comenzó a escribir Muchas gracias por el apoyo incondicional... Dudó un segundo, ¿se suponía que tendría que poner agente Coulson?
- Su nombre es Phil- le dijo Bella casi al oído, enviando un escalofrío por todo su cuerpo. El bolígrafo tembló un poco en sus manos. Cuadró los hombros y escribió el nombre del agente, firmando con su nombre antes de devolverle la tarjeta que tenía dibujado un muy sonriente Capitán América.
- Muchas gracias Capitán, de verdad lamento las molestias- decía Coulson mirando la firma aún sin poder creerlo.
- Un trato es un trato- dijo sonriendo abiertamente.
- Ve a guardarlas en un lugar seguro Bambi- le susurró su amiga girándose en la silla para poder verlo.
- ¡Bella!- la regañó en voz baja y avergonzado el experimentado agente de SHIELD.
Bella articuló un "lo siento" justo antes de que un agente solicitara la presencia Coulson en uno de los controles, haciendo que se guardara las tarjetas en el bolsillo del saco antes de retirarse apresurado.
Así, el Capitán y Bella quedaron sentados uno al lado del otro, con una electricidad corriendo entre sus cuerpos que los emocionaba y desconcertaba a la vez.
- Bueno, todo perdonado. Gracias capitán- le dijo Bella con infinita gratitud, sólo podía imaginar lo feliz que era Coulson en esos momentos.
- Por favor- dijo Steve con las manos extendidas, como evitando que le agradezca.
- Así que…- volvió a hablar- ¿es Agente Swan, Señorita Swan o sólo Bella?- quiso saber mientras se sentaba de una manera relajada en la silla, girándola un poco para poder mirarla de frente. La vió morderse el labio inferior, rosado y relleno y decidió cruzar una pierna por encima de la otra. Una ola de vergüenza lo recorrió.
- ¿Es muy descabellado si ya no lo sé?- preguntó mientras colocaba las manos encima de la mesa, estirándolas un poco sobre la superficie para entrelazarse los dedos. Steve pudo ver las marcas en sus muñecas, como quemaduras y un brazalete de moretones y apretó la mandíbula. Se moría por preguntar qué había pasado y salir a buscar al bastardo que la había dejado así. Pensó en su voz afónica y se preguntó si el suéter cuello de tortuga era para tapar cardenales también. Respiró con fuerza y se esforzó por mantener la conversación, repasando su respuesta y empatizando enseguida.
- Para nada señora- contestó sin poder evitar agregarle un tono experimentado a su voz.
- Sin embargo, "señora" me gusta- le picó Bella. Steve rió un poco avergonzado.
Bella observó su asombroso perfil, el arco de sus cejas perfectas, la línea recta de su nariz, el contorno de sus labios gruesos, su barbilla de bordes lisos y definidos. Su piel parecía suave y tersa, sin un atisbo de barba. Su mano ardía por tocarlo.
Rogers se reclinó un poco en la silla, cruzando los brazos en su ancho pecho. Llevaba la camisa arremangada, y su antebrazo estaba tensionado, pálido y con algunas venas sobresaliendo. La sensación que embargó a Bella la encontró con la guardia baja y se puso disimuladamente una mano fría en la nuca, intentando aliviar el calor que la sobrecogió. Consiguió alzar un poco la voz para contestarle, ya que el capitán parecía seguir esperando una respuesta.
- Sigo diciéndole a todo el mundo que me llamen Bella, pero no lo hacen. Así que llámeme como le parezca, capitán.
Bella no sabía de dónde había salido ese susurro grave y sugerente (quizás de tantas horas a la semana con Natasha) pero la sangre le cubrió el rostro violentamente.
El capitán se removió incómodo en su asiento, manteniendo su pierna cruzada con fuerza sobre su rodilla y tragó audiblemente.
-¡Tenemos una coincidencia!- anunció un agente, haciendo que el capitán y Bella salieran de esa burbuja peligrosa en la que se habían sumergido y se pusieran de pie inmediatamente. Al capitán le tomó un segundo más caminar normalmente. Se sacudió la vergüenza del cuerpo apresuradamente.
Bella observó la imagen en la pantalla. Un hombre de unos cuarenta años, de pelo largo hasta los hombros negro azabache, facciones cinceladas y expresión cínica aparecía bajo un cartel de alarma que indicaba un 78% de coincidencia.
Loki.
- ¿Tenemos una dirección?- preguntó Coulson.
- Alemania, Stuttgart, 28 Königstrasse- contestó el mismo oficial.
Fury mantuvo su mirada fija en el capitán antes de decirle
-Capitán, le toca.
El pecho de Rogers se infló con aire y lo hizo parecer como si creciera unos cuantos centímetros. Asintió una vez y se dirigió a la puerta rápidamente.
Antes de que pudiera abandonar el lugar, escuchó cómo Fury daba otra orden.
- Señorita Swan, prepárese porque usted también irá. Feliz cumpleaños.
