After Christmas

(V)

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¿Recuerdas aquel diciembre cuando iniciamos nuestro noviazgo? Ambos no teníamos ni la menor idea de lo que lograríamos con eso. Íbamos a la deriva motivados por un desconocido impulso; una necesidad de hacer caso a la sensación de adrenalina porque parecía emocionante. ¿Recuerdas cómo se sintió ese primer beso el cual irradiaba más ternura que deseo? Fue en la intemperie con el frío calando en nuestros rostros, mientras yo te sujeté el mentón con mis dedos tibios al descubierto. Esa vez creíste que mi tacto sería helado y tus manos enguantadas intentaron cubrir las mías para obsequiarme un poco de calor, pero mayor fue tu sorpresa cuando descubriste una calidez que no solo la transmití con mi agarre. Soplé por encima de ellas un leve aliento de fuego sin quemarte en el proceso, y no rompimos el contacto visual durante esos segundos. Recuerdo lo cautivante que se miraron tus orbes rosas, iluminados por la breve llama que salió de mi boca. En ese fugaz momento te supe mía para siempre como si acabara de ver una visión a futuro.

Las brasas no tardarían en consumir lo que quedaba de la madera que una vez fue apilada por Butch. Entre él y Boomer recolectaron bastante leña en la mañana, sabiendo que en la noche una ventisca nos obligaría a encerrarnos en esa cabaña rentada por Utonio para la ocasión. No me sorprendió que ese hombre se esmerara este año en conseguir un lugar más apartado e íntimo para su ya expandida familia pues, contagiado por la alegría de saberse abuelo una tercera vez, no perdió tiempo en avisarnos con antelación sus planes de tenernos a todos reunidos en lo que parecía ser la propiedad de su hermano, un sujeto al que pocas veces había visto y solamente en fotos.

Con mis manos en posición para soplar fuego y reanimar la chimenea ya con los nuevos leños amontonados, escuché al fondo la reacción de mi sobrina; maravillada por el movimiento de las llamas vivas que ya empezaban a consumir y hacer crujir la madera, no dejó de lanzar exclamaciones seguidas de una que otra pequeña risa. Me giré para mirarla aun estando en cuclillas por lo que Anette pudo apoyarse en mis rodillas, su cabello estaba recogido con trenzas y sonreí por el patrón que mi esposa suele hacer en ese tipo de peinados. Al tenerla en mente, la busqué con la mirada y la encontré cargando a nuestro hijo enseguida del pino decorado. Él tenía puesto un clásico gorro navideño más grande que su cabeza provocando así las risas de mi mujer y su hermana, Buttercup, quien a pesar de su delicado embarazo, no se perdería una reunión con todos.

Con los años, me di cuenta de que tienes esa costumbre de conservar cualquier momento, grande o pequeño, en álbumes fotográficos. Con la clase de carrera que escogiste, llegas a sentir que la vida pasa mientras estás cautiva en esas blancas paredes e intentas capturar en cámaras lo que no puedes disfrutar estando presente. Sigues sintiéndote agobiada por el peso de tus decisiones y silenciosamente te disculpas a modo de compensación cuando le dedicas tu tiempo a ese bebé que hicimos juntos. Aidan te extraña como es natural en un pequeño niño que conoce el amor de su madre, y aunque nunca sería capaz de recriminarte ese egoísmo justificado que te ata a tus propias metas donde no figura ni tu papel de heroína ni tu papel de mujer hogareña, te confieso que he visto la soledad albergándose en ese bebé con cada día que pasa y crece, entendiendo a duras penas, que no siempre podrá verte. Pero, ¿sabes por qué le agarré gusto a estas fechas cuando en el pasado me daban igual? Porque ahora son la excusa perfecta para que seas completamente nuestra.

El escándalo que hacían mis hermanos me hizo saber que ya estaban animados a causa de la bebida. No estaban ebrios, sería una inversión costosa ponerlos así, pero no podía opinar lo mismo del Profesor quien, mal influenciado por sus yernos, se atrevió a tomar directo de una botella de tequila. Nadie parecía querer detenerlos, y ajenas estaban las mujeres al otro lado donde Bubbles continuó hablando con Keane, volteando de vez en cuando a su hija quien no dejaba de pedir su atención para mostrarle la guirnalda que le hizo su padre en forma de corona, mucho antes de que éste comenzara a beber como si no hubiera un mañana.

¿Cuántas navidades he pasado ya al lado de estas personas? No eran tantas como para ignorar una cantidad específica, pero sí las necesarias para olvidar las que hubo antes de todas ellas, las que no fueron alegres o apenas me esperaban con momentos fugaces de placer entre desconocidos. Me parecía curioso el giro que dio mi vida con ayuda de la familia que gané sin desearla y que en mis años donde toqué fondo, me habría servido para evitarme muchas memorias amargas. Desde luego, ya nada de eso importaba, no cuando la compañía de mi esposa con mi hijo aún en sus brazos, me hacen alejarme del caos que experimenté y a veces, como hoy, muy dispuesto me toca reprimir.

Confieso que me he convertido en un hombre con anhelos que me sensibilizan más de lo que quisiera. Tú tienes la culpa, mi querida y embustera bruja, tú y ese niño que ahora arrullo en mi pecho para que por fin pueda dormir tranquilo. Entonces vuelvo a mirarte a los ojos, y el destello de la fogata se refleja en éstos como si me volvieran a prometer buenos augurios del porvenir. Esa misma llama que nos estamos asegurando de mantener viva también la puedo ver en mi hijo. Y así, contigo aferrada a mi brazo, recargada en mi hombro mientras te pierdes en la paz que irradia nuestro bebé, deposito un sutil beso en tu cabeza para demostrar lo agradecido que estaba de que me permitieras sentir una calidez que sólo ustedes podían ofrecerme.

La Navidad no habría tomado un nuevo significado de no ser por ese amor que ambos sentían hacía mí. Un amor que me encandilaba, que me aturdía y me hacía dependiente de él. Uno, que me pertenecía únicamente a mí, por siempre… y para siempre.

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Siento tu calor apoderándose de mi presencia; uno que me incita a descansar bajo tu abrigo, cómodo y apacible. Jamás te negaría que la fortuna llegó a mi puerta al encontrarnos por primera vez en esa sección atípica de la biblioteca. Como cada espacio que compartimos desde entonces, te recuerdo. Recuerdo tus facciones y expresiones y cada detalle que envuelve tu ser. Y no pude haber tomado mejor decisión que el quererte, el anhelar cumplir contigo todos mis sueños infantiles. Mis ojos puestos en nuestro hijo, aquel que hicimos con tanta euforia, me cobijan más en ese panorama que no deseo perder. Son de esos momentos, que se vuelven especiales al no poder vivirlos a diario por el rumbo de mi camino. Dirán que la rutina es abrumadora, pero, ¿por qué cansarme de observar la sonrisa de Aidan en las mañanas mientras tú lo sostienes a sabiendas de que no podré verlos seguidamente? Es el tipo de pensamientos que abundan mi cabeza cuando estoy con ustedes. Mi anhelada familia.

—Ya está ebrio.

—Así es—afirmo, dándole la razón a mi hermana, quien cansada por estar mucho tiempo parada, se dirige a la silla más cercana y se sienta con lentitud, posando su mano en su abultado estómago.

Sin dejar de observar la escena, ella ríe, arqueando una ceja por la exaltación de nuestro padre ante el licor. Por mucho que el Profesor quiera argumentar a su favor, es evidente en sus mejillas rojizas, así como en sus tambaleantes pasos, que su estado beodo lo está alcanzando más de lo que él afirmaba. Lo cual no es de sorprender cuando tomas directamente de una botella de tequila, un chorro largo que la deja hasta la mitad. Nadie es tan resistente a eso, a menos que seas un rowdy con mucha experiencia de por medio.

—Estoy hip, biene, bieno, bieeen—vocaliza aturdido, causando que la risa de mis cuñados aumente divertida por la situación. Mas, él, ignorandolos, se encamina donde está la señorita Keane para tomar su rostro entre sus manos y besarla suave y luego soltar—Hey, osita, ¿estás sola? Grr—alude el profesor a ese viejo apodo que utilizaban en sus primeras citas.

La carcajada incrementa bulliciosamente.

—¿Por qué el abuelito actúa como tonto?—escucho como Anette interpela, posando sus pupilas entre su madre y el Profesor, el cual seguía con su ridículo coqueteo a una avergonzada, pero muy acostumbrada Keane.

—Anette no digas eso, él solo, eh… le está dando cariño a su corazón. —Mi hermana menor intenta defender a nuestro padre, sin embargo, es en vano cuando éste reafirma el adjetivo que utilizó la pequeña rubia con sus actos. Seguido del interrogante, el Profesor se aleja chulamente con el fin de seducir a Keane e ir a un lugar más privado.

—Utonio, compórtate—exige ella, pero infructiferos son los resultados. Por estas razones nuestro padre no era muy dado al alcohol y procuraba no excederse con éste. Aunque claro es que sus excepciones tenía como en la noche de hoy.

Hay días donde me siento insegura, agobiada por mis propias elecciones. Las fotos se convirtieron en mi predilección al entender que mi tiempo era escaso en familia y no son suficientes los detalles a través de un lente cuando anhelo estar ahí para todos ustedes; especialmente para Aidan y para ti. Y con la inseguridad, viene un miedo profundo a perderme lo mejor de sus vidas. Cada experiencia y paso que pude haber presenciado si mi egoísmo no fuera tan grande. Debo una disculpa, a nuestro bebé, ese que en mis brazos reposa sintiéndose feliz de poder estar conmigo por largos instantes, por no ser un ideal de madre. Y a ti, porque sé que tal vez no estaré siempre cuando me necesites…

Se puede percibir en el ambiente una chispa hogareña. Anette concentrada se encuentra tanteando el vientre de Buttercup queriendo sentir al bebé, a su lado Butch, inclinado, le habla a su hijo deseando lo mismo. Y sé que logran su cometido cuando la sonrisa de la niña se plasma en su rostro mientras Butch observa con devoción a mi hermana. Por otro lado, Boomer y la Señorita Keane juegan a lanzar dardos, entretanto Bubbles sirve el ponche con ayuda de Brick. Mi mirada fija debió atraerlo pues levanta su rostro a mi dirección y me guiña un ojo en lo que un sonrojo se pinta en mi semblante por su tan marcada galantería.

—Copo—apunta Aidan con su dedo índice a la nieve cayendo. Me aproximo a la ventana con mi niño en brazos para que pueda contemplar el decembrino clima en un bosque. Él sonríe contagiándome de su curiosidad y repite esa palabra con alegría como si se tratara de su mejor descubrimiento.

La tonada navideña hace que mi hijo mueva su cuerpecito al compás de ésta aún en mis brazos. Balbucea palabras las cuales son un intento de seguir la letra, su dulzura dibujada en aquellas facciones iguales a las de su padre, me cautivan en ese hipnótico sentimiento de no querer soltarlo, de no querer estar alejada de él. Mi cabeza se mueve de un lado para otro, replicando sus movimientos. Entonces, nuestro aire se vuelve más cálido y cautivante, lo cual es una señal de que Brick se acerca a nosotros después de charlar con Bubbles. Admiro en las pupilas de Aidan ese brillo emocionado de tenerlo cerca, quien inmediatamente estira sus brazos hacia él buscando su cariño. Mi esposo sujeta el cuerpo de nuestro niño y besa su regordeta mejilla, mirando como éste ensancha su sonrisa. Y con ello ante mí, el furor de mi corazón me narra que mi navidad está completa si son ustedes a quien mantengo a mi lado.

Recuerdo nuestro primer beso, aquel que marcó el inicio de esta aventura que aún descubrimos juntos. Fue a la intemperie de una noche invernal, aquel codiciado toque de labios llegó para envolvernos en un rumbo sin camino atrás. Lo recuerdo tan delicado y dulce, tan suave y exaltado, que jamás creí sentir de tu boca algo tan exorbitante. Fue la primera vez de muchas, la primera vez que me sentí tan querida por alguien… Supe desde ahí que me entregaría a ti más de lo que imaginé, pues me gusta la forma en cómo soy cuando estoy contigo. No eres mi ideal, eres a quien en verdad necesito y sé que no pude escoger a mejor hombre para ser el padre de mi retoño. Agradecida me encuentro de compartir otra navidad con ustedes. Podré cuestionarme cada paso que doy, pero en cada circunstancia, tú y él son mi mejor elección.

Feliz Navidad

Con amor, Blossom.

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Mortem al teclado…

Me encanta ese lado pasional que le puedo sacar a este hombre. Debo admitir que mi parte favorita a la hora de escribir es cuando habla sobre sus seres queridos. Es refrescante para mí tratar temáticas soft, así que estoy disfrutando estos especiales (no está demás decir que espero lo mismo para ustedes, lectores que nos leen en las sombras, jaja). En fin, no tengo mucho por contar, así que los dejo con Lenore. :D

Lenore dedos gordos por aquí jaja

Bueno, he de admitir que me encanta sacar ese lado de Blossom, no sé si ya lo he dicho antes, y sí lo dije: Sorrynotsorry xd. Y como pueden verlo, su temor al futuro es bien justificado cuando sabe que debe hacer sacrificios y que no todo en la vida se puede obtener. Son de esas vivencias en que la pelirroja aprenderá a las malas. También me gustaría aclarar que los apodos utilizados por el Profesor en su intento de coqueteo son canon, pues así es como se tratan en sus primeras citas tanto él como la Señorita Keane en el capítulo cincuenta (50) o primero (1) de la quinta temporada. Aquí les dimos una segunda oportunidad y ya tienen un matrimonio estable… Sí, a veces Valentino el gato causa problemas, pero saben manejarlos (?)

Espero que este capítulo y en general el especial siga siendo de su agrado. Ya saben que pueden seguirnos en nuestro Instagram, el cual tiene el mismo nombre de nuestro seudónimo. Sin más que agregar, me voy acostar o en su defecto a ver qué pex en Tik Tok.

¡Saludos!