Capítulo 9

ROSS

Ross observó las fotos que la niñera, Demelza, le había enviado esa tarde. Estaban en la habitación de los niños, él sentado en el piso y Jeremy y Clowance en sus sillitas; los tres sonriendo a la cámara en un parate del juego de cartas. Ross nunca había jugado al UNO antes, Jeremy se lo explicó muy claramente. Era muy listo, y había crecido mucho. Aún recordaba la primera vez que lo había tenido en brazos, aquel pequeñín era ahora un jovencito muy inteligente. Aunque no lo suficientemente listo como para ganarle a su hermanita en un juego de cartas. Ni él tampoco lo era, aparentemente. Al principio había decidido darles algo de ventaja y dejarse ganar, pero pronto se dio cuenta de que no era necesario. Sonrió al ver las imágenes. Eligió una en la que estaban solo ellos dos y la puso como fondo de pantalla. Sin darse cuenta de la hora escribió "Gracias" a Demelza. De seguro no estaba dormida todavía, hacía un momento habían regresado de cenar.

Ella también le parecía una joven inteligente. Lo suficiente para ganarse el cariño de sus hijos y poder controlarlos. Había pasado una tarde muy divertida con ellos, y la niñera fue quien sugería que era lo que podían hacer. Si era honesto consigo mismo, él no era de pasar mucho tiempo con sus hijos haciendo alguna actividad. A veces los niños iban a su oficina y se quedaban jugando en silencio mientras él trabajaba. Pero él no participaba, al menos no desde hace años, no desde que no estaba Regina. Pero tal vez ahora podría hacerse algo de tiempo, ahora que una nueva etapa estaba por comenzar. Jeremy y Clowance eran parte de ello también, parte fundamental de la familia que estaba por formar. Quizás se había equivocado al mantenerlos al margen. Tal vez ahora podría compartir más tiempo con ellos, y con Elizabeth también. Ella también querría hacerlo de seguro.

Habían bajado a cenar al restaurante del hotel, por más que la temporada estaba comenzando y el lugar estaría lleno.

"Loui siempre reserva una mesa para nosotros." – le dijo Clowance.

Los niños tenían reservada una mesa para cuatro en la galería de afuera, que daba al río. Era una de las mejores ubicaciones, pero Ross no hizo comentario alguno. Era bueno saber que los niños salían al menos. Habían estado encerrados en la casa por mucho tiempo. Ninguna de las niñeras anteriores se atrevía a sacarlos a pasear o a jugar, y Jeremy y Clowance estaban acostumbrados a la naturaleza, habiendo pasado mucho tiempo en Cornwall. Seguramente el cambio a la ciudad había sido difícil, pensó, y él tampoco había hecho ningún esfuerzo en hacer ese cambio más cómodo para ellos. Pero al parecer la Señorita Carne no les tenía ningún miedo y los tres salían a pasear con regularidad. Aunque bajar a cenar al restaurante de la planta baja del edificio en que vivían no era una gran salida. Tal vez algún día podrían ir a algún otro restaurante…

Ross se admiraba de esos pensamientos. No que antes no se preocupara por sus hijos, pero quizás no lo hacía conscientemente. Las duras palabras de la joven habían calado hondo, pero también habían servido para ayudarlo a dar ese primer paso.

"¡Mademoiselle Demelza! Y les petits Jegemy y Clowance."

"¡Hola, Loui!" – cantaron los niños al coro.

"Que alegría veglos otra vez… Les tengo listo un menú que les encantaga… ¡Oh! Señog Poldagk, no lo había visto a usted…"

"¿Cómo estás, Loui? Veo que conoces a mis hijos…"

"Oui, oui. Unos niños encantadogues, como su niñega también. Son mis comensales favoguitos…"

Pues Ross terminó pensando que su comensal favorito era 'Mademoiselle Demelza', como el chef la llamaba. Loui no había hecho más que alagarla cada vez que se acercaba a su mesa, cosa que no tenía que hacer tan seguido, había camareros para eso. Pero no, él tenía que traerle la ensalada que había preparado especialmente para ella personalmente, y recomendarle que plato ordenar esa noche. Ross no sabía porque le irritaba. Quizás porque estaban los niños presentes, el hombre podría ser un poco más disimulado. ¡Francés! Pero la Señorita Carne se comportó con una educada cortesía y no le dio mucho corte. Antes de bajar, le había preguntado disimuladamente si prefería cenar solo con los niños. Pero él, por caballerosidad y porque quería algo de apoyo, le había dicho que no y la había invitado a comer con ellos. O ellos lo invitaron a él, no estaba seguro.

La cena fue tan agradable como la tarde, con los niños conversando y el también. La joven le contó que ella también era de Cornwall y el lugar donde había crecido mientras le cortaba la comida a Clowance o arremangaba las mangas de Jeremy para que no se ensuciara. Era una gran coincidencia que ella fuera del mismo lugar que ellos. Los niños intervenían también hablando de los lugares que recordaban y que habían visitado con su abuela.

Jeremy y Clowance continuaban riéndose cada vez que él la llamaba Señorita Demelza. Habían sugerido entre risas que la llamara como lo hacía Loui, "Mademoiselle Demelza" – había dicho Jeremy intentando imitar el tono francés. La joven se había sonrojado. Cuando terminaron el postre y se dispusieron a subir a la residencia, Clowance ya no se podía mantener de pie del sueño así que Demelza la alzó en brazos. Pero Ross no podía dejar que ella la cargara todo el trayecto, así que le hizo señas que él la llevaría.

"Gracias." – había susurrado cuando se acercó. – "Puede llamarme Demelza, no hay necesidad de ser tan formales." Añadió en voz baja.

Jeremy se apoyó contra sus piernas mientras subían en el elevador, también a punto de ser vencido por el sueño. Subieron en silencio. Ross miró a la joven a través del reflejo de las puertas. En ese momento le pareció familiar, como si la conociera de algún otro lado, aunque no podía decir de dónde.

Ross le había pedido a Demelza, como ahora la llamaba, que le hiciera acordar cuando sería el acto de fin de año del colegio de los niños. Les había prometido que iba a ir, a cambio de que Jeremy estudiara para sus últimos exámenes, en los que le había ido muy bien según lo que le habían dicho. Había sido sugerencia de la niñera, por supuesto, ya que Jeremy no era muy propenso a hacer los deberes o no los hacía con gusto. ¿A qué niño le gustaban los deberes? Pero Demelza sugirió que un incentivo no estaría mal, y dado que él nunca había asistido a un acto en la escuela, su hijo se había aplicado con todas sus ganas a estudiar. O eso había dicho Demelza.

"Recuerde que el acto de fin de curso es el hoy a las 3." – decía el mensaje de Demelza. Eran poco más de las once de la mañana. Tenía una reunión al mediodía, pero no duraría más de una hora, así que había despejado su tarde para ir. Le había pedido a Elizabeth que fuera también, de seguro los niños se alegrarían.

"¿Ropa formal? ¿Etiqueta?" – había respondido irónicamente al mensaje. Demelza ya se lo había recordado esa mañana durante el desayuno. No podía tomarse todas las tardes libres o cenar con ellos cada noche, pero en los últimos días se había hecho el hábito de empezar el día con sus hijos y llevarlos a la escuela. Bueno, Jud los llevaba, pero compartían el viaje, y rápidamente se había hecho una costumbre, aunque ese hubiese sido el último día.

"😏 solo no falte."

" " – Ross se rio a la pantalla de su celular.

Había algo peculiar en la niñera. Era jovial, pero a la vez responsable. Le gustaba la forma en que le hablaba a sus hijos. No como si fueran tontos, si no que les hacía pensar y les hablaba como si fueran adultos. Aunque también era muy dulce con ellos, de una forma que no lo era con él, por ejemplo. Y los niños se habían encariñado con ella y la respetaban. Y cuando no les hacían caso, como Jeremy y su negativa a estudiar, le planteaba la situación tal cual era, sin exagerar. Salir mal en los exámenes a tu edad no sería el fin del mundo, le había dicho. Pero en el próximo año aprenderás cosas más difíciles y si no estudias ahora más adelante va a ser peor, porque tarde o temprano tendrás que hacerlo. Él había estado escuchando desde el pasillo. Demelza ya le había dicho su idea de incentivarlo con su promesa, pues no creía que algo material como un juguete o algo que él quisiera fuera lo correcto. Y Clowance no se separaba de ella ni un momento.

La única oportunidad que tenía de hablar a solas con ella era cuando dejaban a los niños en la escuela. Allí le había contado cómo terminó en la entrevista en Nampara y que estudiaba Historia del Arte. Ross sabía algo de arte también, así que nunca les faltaba tema.

"En la oficina tenemos un Rembrandt, por si te interesa."

"¿Original?" – Ross asintió.

"¡Judas!"

"Puedes ir a verlo si quieres."

Ross se dio cuenta que se sintió algo cohibida mientras entraban al edificio. Trenwith Building era un edificio moderno en pleno Londres, y todos los que allí trabajaban iban vestidos de traje o ropa formal y tacones. Demelza llamaba la atención con su cabellera roja, jean, remera y zapatillas. "Me podría haber avisado que había que vestir de etiqueta." Le dijo en el ascensor. Ross le sonrió y creyó ver un destello en sus ojos que no había visto hasta entonces.

Su tío Charles, y Verity, habían asomado la cabeza por la puerta de sus respectivas oficinas mientras él le mostraba el cuadro a Demelza, que estaba en el hall del piso de directivos. La joven supo exactamente de qué pintura se trataba y el año en que fue pintada apenas la vio. Y como estaba concentrada mirando el cuadro no se percató de las miradas poco disimuladas que las secretarias le dirigían.

"¿Elizabeth ya llegó?" - le preguntó a Ruth, la secretaria de su prometida que estaba prácticamente con la boca abierta.

"No, tenía un desayuno en centro." – respondió, y tuvo la cortesía de pretender que estaba trabajando.

"Dile que vaya a verme cuando llegue. Tenemos que planear la reunión del mediodía antes de que empiece, de ser posible."

"Ya no le quitaré más de su tiempo, Señor Poldark. Debe de tener cosas mas importantes que hacer." - Demelza le dijo cuando volvió junto a ella.

"No mas que cualquier otro día… Tengo otra obra de arte en mi oficina si quieras verla, solo tomará un segundo."

La joven lo siguió a su oficina. Él, junto con Verity y Francis, eran los vicepresidentes de la empresa. Ross era el VP Financiero, su primo el VP Ejecutivo y Ver la VP de Operaciones. Su tío Charles era el CEO, siempre a punto de retirarse. Todos tenían sus oficinas en ese piso, además de Elizabeth y un par de altos funcionarios, y la sala de juntas. En la repartija Ross no se había quedado con la mejor vista, pero no se quejaba, de esa forma no tenía distracciones. Al entrar, Demelza se quedó observando una pintura moderna que estaba cerca de la puerta y frente a su escritorio.

"¡Oh…!" – la escuchó exclamar sorprendida. El no se había detenido allí, no era eso lo que quería mostrarle. – "Es tan… colorido. Y ecléctico. Algo infantil también." – dijo ausente – "¿Quién es el pintor?"

"Adriacci, creo que es su apellido. Es un pintor mexicano."

"No lo conozco, pero investigaré su obra. Me encanta, brinda un aire completamente distinto a… bueno, a usted."

"¿Gracias? Creo…" La joven se puso colorada al notar lo que había dicho, y ambos se rieron.

"Era esto lo que quería mostrarte en realidad." Ross se dirigió de nuevo a su escritorio, y señaló el dibujo que Clowance le había hecho. Lo había mandado a enmarcar y lo había puesto junto a la foto que tenía de los niños sacada de cuando eran más pequeños, y otra de él con Elizabeth.

"Clowance se pondrá muy contenta al saber que su dibujo tiene un lugar tan especial." - Ross notó como de reojo inspeccionaba también los otros dos cuadros. "Bueno, ahora sí tengo que irme."

"Te acompañaré."

"Oh, no es necesario, yo…"

"Buen día, Ross." – una voz familiar saludó desde la puerta, y los dos se voltearon.

"¡Verity! Hola…"

"¿Interrumpo?"

"No, no. Para nada. Pasa. Te presento, ella es Demelza, la Señorita Demelza Carne, es la nueva niñera de los niños. Señorita Carne, ella es mi prima, Verity. Vicepresidente de Operaciones."

"Solo Verity, por favor. Mucho gusto, Demelza. Que bonito nombre."

"Oh… gracias. Mucho gusto."

"Espero que mis sobrinos no te den mucho trabajo."

"Son encantadores."

"Es una hechicera, Ver. Los tiene completamente embrujados, nunca había visto una cosa igual." – dijo él.

"¿De verdad? Pues si es así ya tienes mi respeto. Los amo con toda mi alma, pero pueden ser unos diablillos. Me hacen acordar a Ross cuando era pequeño. El y mi hermano…"

"Y así llegamos al final de este encuentro…" – la interrumpió él, colocando su mano en el hombro de Demelza y guiándola hacia la puerta. Verity jamás perdía oportunidad de avergonzarlo con alguna de sus historias de cuando eran pequeños. – "La Señorita Carne ya se estaba yendo."

"Fue un placer conocerla, Señorita Poldark. Quizás me pueda contar la historia en otra ocasión." – dijo la joven mientras caminaban hacia la puerta. Era bastante atrevida.

"Cuenta con eso, Demelza. Fue un placer conocerte también, saluda a los niños de mi parte." Su prima seguía diciendo mientras ellos ya habían llamado al ascensor. Solo cuando entraron, Ross dejó de tocar su hombro. No se había dado cuenta que su mano aun estaba allí.

"No hacía falta que me acompañara." – dijo ella cuando estuvieron solos.

"Los de seguridad te hubieran detenido al verte vestida así."

Ella sonrió al oír su chiste. Los labios fruncidos, y las mejillas se llenaron empequeñeciendo sus ojos. Luego el había dicho: "Pensaba que esta tarde cuando termine el acto te podrías tomar la tarde libre. Mi prometida y yo llevaremos a los niños a algún lugar y no creo que haga falta que vengas."

"Oh, cla-claro." – La sonrisa se esfumó en un instante. Su tono mucho mas formal. – "Gracias por haberme mostrado los cuadros, y por la… tarde libre."

"Por supuesto. Te la mereces."

Cuando volvió a su oficina, Verity aun estaba allí.

"Que joven tan agradable…"

"Estudia Historia del Arte. La traje a ver el Rembrandt." – aclaró antes de que comenzara a cuestionarlo. Nada nunca se le escapaba a Ver.

"Uhm, que bien. ¿y que hace trabajando como niñera?"

"No tengo idea, Verity. ¿Se te ofrecía algo?" – por suerte el tono exasperado tuvo resultados y su prima no siguió con las preguntas acerca de la niñera.

Elizabeth llegó cinco minutos antes de que comenzara la reunión, los clientes ya habían llegado y estaban esperando en la sala de juntas.

"Lo sé, lo siento. Se me hizo tarde." – fue todo lo que dijo al llegar y se pusieron al corriente de la estrategia a utilizar en la reunión, así que no hubo tiempo de hablar de otra cosa.

La junta terminó siendo mucho mas larga de lo que habían planeado. Tanto, que Ross comenzó a ver el reloj. Tendrían que salir hacia el colegio apenas terminaran.

"Le pediré a Sarah que nos pida un auto…" – le dijo mientras se levantaba la reunión.

"¿Un auto? ¿Para ir adonde?"

"Al acto de los niños."

"Ross, ¿era hoy? Lo siento, lo había olvidado por completo. Tengo que terminar unos informes, y a las cuatro tengo otra cita agendada."

"Pero te lo dije dos veces. Los niños se decepcionarán."

"Ellos ni notarán si estamos allí, Ross. Cariño, lo siento, pero es imposible. Envíales un saludo de mi parte. Le diré a Ruth que les compre algo para compensarlos."

Nada de regalos materiales para compensarlos, pensó Ross, con la voz de Demelza en su cabeza.

"No te preocupes, Elizabeth."

Así que tendría que ir solo.