Capítulo 29

DEMELZA

Demelza despegó su rostro de la almohada, abriendo un solo ojo y aún media dormida. La despertó la alarma de su teléfono que indicaba que ya eran las siete de la mañana. Estiró un brazo y apagó la alarma, su cabeza volvió a caer pesada sobre la almohada, de panza sobre su cama en el campus. Cerró los ojos de nuevo, lo primero que vino a su mente fueron los besos de Ross de la noche anterior en esa cama vieja a medio hacer, los dos desnudos luego de haber consumado la pasión que durante semanas los había estado consumiendo.

Demelza sonrió, hundiéndose bajo las sábanas. Sus pies extendiéndose y girando inquietos sobre el colchón, dando ligeras pataditas. ¡Judas!

¿De verdad había sucedido? Sí, había sido verdad. Aquel hombre misterioso era él, ese hombre que la había hecho pasar la mejor noche de su vida, la noche anterior se lo había demostrado. La ligera y deliciosa molestia en la parte baja de su espalda era prueba de ello. La había tocado y besado con desesperación, y ella a él. Ya no había reticencia ahora que él ya no estaba comprometido, al menos no en ese sentido.

Había caído rendida apenas llegó a su habitación, ni siquiera se había cambiado, aún estaba con la remera que tenía puesta el día anterior. Demelza se dio la vuelta, el roce de su trasero en el colchón le trajo a la mente como la había acariciado luego de que ambos habían acabado. Era tan condenadamente guapo… Demelza se cubrió el rostro con las mantas. Quería quedarse un rato más en cama, solo recordando lo que había sucedido unas horas antes. Sus dedos en la piel de su espalda, sus labios, su barba haciéndole cosquillas mientras apretaba su trasero y rozaba el interior de sus piernas en tanto ella se reía intentando no hacer mucho ruido y él intentaba persuadirla de que se quedara con ellos durante esas semanas.

No estaba muy convencida de ello. De volver a trabajar para él. No por los niños, por supuesto. Los adoraba, y estaba feliz de que ahora estuvieran en Cornwall y tuvieran algo más de tiempo juntos. Pero no quería ser su empleada otra vez. Preferiría trabajar en el pub e ir a verlos en su tiempo libre. Podría tomar solo un turno, pensó, y aprovechar las dos semanas de vacaciones que le quedaban antes de que comenzaran las clases. Después de todo, Demelza no sabía por cuánto tiempo se quedarían ellos… Eso le causó cierta ansiedad, un sensación desagradable en la boca del estómago que hizo que la alegría que sentía hace un momento se esfumara en un santiamén.

Demelza se destapó y se sentó en el borde de la cama. No seas tonta - se dijo - Hace dos días pensabas que no los verías más y ahora tienes un tiempo más para estar con ellos, con los tres. No lo arruines estando triste. Como le dijiste a Clowie, aprovecha cada día…

Para distraerse de esos pensamientos, tomó su celular. El día anterior lo había ignorado por completo y tenía varios mensajes por leer. Un par de Hugh: "Hola, Dem. ¿Quieres ir a la playa por la tarde? Haremos una fogata con los chicos." – los chicos eran sus amigos, compañeros de clase. "¿Todavía sigues con tu ex jefe y sus hijos?" "¿Ya volviste al campus?" Demelza frunció el entrecejo y tipeó una rápida respuesta.

"Recién veo los mensajes. Voy para el pub."

También había un mensaje de Louis. "Demelza, ¿te enteraste? La boda se canceló. Ross huyó con los niños y nadie sabe adonde está. Mira, hasta salió en el diario…" Louis había copiado un link del Daily Mail Online. Demelza lo abrió sin pensarlo. Lo primero que vio fue una foto de Ross y Elizabeth, sacada en una fiesta posando uno junto al otro. Ross con una mano en su cintura. El artículo no era muy largo: El casamiento de la pareja de sociedad Ross Poldark, VP de Poldark Co., y Elizabeth Chynoweth, hija de Christopher Chynoweth, se vio frustrado este sábado por la mañana. La unión representaría también la fusión de ambas empresas familiares, ambas dedicadas a la inversión en obras públicas y privadas, que aún no se sabe si se realizará o no. Se desconoce el motivo de la ruptura. El mismo Ross Poldark anunció a los invitados que ya estaban en la Catedral de Southwark que la decisión fue de común acuerdo, pero esto fue desmentido por la madre de la novia al Daily Mail.

¡Judas! Demelza volvió a mirar la foto. Ese hombre no se parecía en nada al hombre con quien había estado la noche previa, era el otro Ross. Demelza volvió al chat. Louis le preguntó cómo estaba, como había pasado su primer fin de semana de vuelta en Cornwall y si había conseguido una buena habitación en el campus. Le respondería más tarde cuando tuviera algo más de tiempo, ahora debía entrar a bañarse. Pero había un último mensaje, que había llegado tarde la noche anterior. Era de Caroline. "¡Demelza! Cuando te levantes llámame que tengo que contarte algo. Besos."

"¿Caroline?" – Demelza llamó a su amiga cuando salió del campus rumbo a lo de Bert.

"Hola, ¿Demelza? No creerás esto, pero ¡estoy enamorada!" – exclamó Caroline desde el otro lado de la línea. Demelza detuvo su marcha un momento, creyó no oír bien.

"¿Qué? ¿Cómo dices?... ¿De quién?"

"De ojos azules."

"¡Judas! Caroline, si apenas lo conoces. ¿Por eso te desapareciste todo el fin de semana?" – le reprochó Demelza, sabiendo que ella tampoco hubiese contestado el teléfono, aunque su amiga la hubiera llamado.

"Terminamos pasando todo el fin de semana juntos. Dios, Demelza. Él es… increíble. Tan cordial y tan bueno, jamás había conocido a alguien así…"

"Parecía muy amable y educado."

"Lo es. Es cirujano. Pero paso dos años en África atendiendo a niños y mujeres desamparados."

"Si, algo sabía…"

"Y hacía dos años que el no… así que ya te imaginas. Fue asombroso."

"¡Judas, Caroline! Sin detalles, te creo. ¿Lo volverás a ver?"

"Sí, saldremos esta noche de nuevo… ¡Demelza, él es un sueño! Creo, creo que es el elegido…" susurró su amiga.

"¡Oh, Caroline! Me alegro mucho por ti, de verdad. Pero trata de ir despacio, no lo asustes. Solo ha pasado un fin de semana."

"La vida puede cambiar en un fin de semana…" – Demelza estuvo de acuerdo con eso. – "¿Y que hay de ti? ¿Tuviste alguna novedad de Ross y los niños? Dwight intentó comunicarse con él, pero no pudo…"

"Tiene el celular apagado… En realidad, ellos están aquí."

"¡¿Qué?!"

"Qué están aquí, en Cornwall." – su amiga se quedó en silencio por un momento.

"¿Los viste?"

"Sí. Necesitaban algo de ayuda para instalarse, ya sabes, porque Ross salió corriendo…"

"Mhmm…" - casi que podía ver la expresión de desaprobación en el rostro de su amiga. – "¿los niños están bien?"

"Sí, están encantados de estar aquí de nuevo."

"Y de verte a ti."

"Y yo a ellos."

"¿Y a Ross? ¿Estas encantada de verlo a él también ahora que rompió su compromiso?"

"Él… está bien. Tiene muchas cosas en la cabeza como te imaginarás…"

"¿Se alegró de verte?"

"S-sí…" – y en su titubeó su amiga entendió todo.

"¡Al fin! Creí que nunca lo harían…"

"¡Judas, Caroline!"

"¿Valió la pena la espera?"

"Pues si quieres saberlo, sí." - Demelza se encontró sonriendo en medio de la calle y sabía que su amiga también lo hacía del otro lado del teléfono. – "Y no diré más."

"Así que… ¿Cómo están las cosas ahora? ¿están juntos o…"

"No, Caroline… no lo sé. Estoy un poco confundida con todo esto para decirte la verdad." – le admitió a su amiga.

"¿Por el hecho de que él corrió a ti en el momento en que rompió con su prometida?"

"El no corrió a mi. Vino a Cornwall por que tiene una casa aquí, y porque se está escondiendo de lo que sucede en Londres."

"Ajá, sí, lo están buscando. Su primo lo llamó a Dwight para ver si sabía dónde estaba."

"¿Ya ves? Se quedarán algunos días nada más, luego tienen que volver. Además, los niños tienen que empezar pronto el colegio…"

"Entonces… ¿no es que dejó a la novia plantada en el altar porque se dio cuenta de que esta perdidamente enamorado de ti?"

"¡Judas! ¡Qué cosas dices! La dejó porque se dio cuenta que ella nunca podría ser una buena madre para sus hijos, ni siquiera una buena amiga."

"¡Ohh...! Eso es mejor aún, Hará que te enamores aún más de él…" - dijo su amiga.

"Caroline, yo no… sabes que no es eso lo que quiero."

"A veces solo sucede, como conmigo Dwight." – Demelza puso los ojos en blanco, ya había llegado a The Red Lion y se había quedado en la vereda de enfrente sobre el puerto hablando por teléfono. – "¿Tienes planeado volver a verlos?"

"Pues… Ross quiere que lo ayude a cuidar a los niños mientras están aquí, pero no sé… No lo decidí aún."

"No quieres volver a ser su niñera…" - ¿Ven? Caroline lo entendió de inmediato, ¿Porqué él no? – "Cariño, ten cuidado. Si ellos volverán a Londres como dices… cuídate ¿si?"

"Por supuesto. Caroline no te preocupes. No es que me haya enamorado a primera vista de un hombre como tú…" - dijo ella.

"No de un hombre. De un hombre y dos niños. Lo que va a ser más dolorosa aún la separación."

"Como yo lo veo, en realidad tengo que aprovechar estos días de más que tengo con ellos. Creí que ya no los vería y están aquí… Caroline, ya tengo que irme, debo entrar a trabajar…"

"¿Adonde? ¿En el pub o en lo de Ross?"

"En el pub."

"Bien. Hablamos más tarde. Te mando un beso."

"Y yo otro. Y saluda a Dwight de mi parte, que no le diga a nadie adonde está Ross."

"No lo hará. Cuídate, cariño."

"Y tú."

Lo haría… Trataría de hacerlo.

Un rato más tarde creyó oír el motor del BMW estacionando. El motor del auto no hacía ruido, claro, pero Demelza podía sentir cuando se acercaba. Un minuto después Clowie y Jeremy entraron al pub, dando saltos y buscándola. La niña parecía que no se había pasado el peine por la cabeza esa mañana.

"¡Buen día, niños!"

"Papá chocó el auto." – Clowie le informó mientras ofrecía su mejilla para que ella la besara.

"¡¿Qué?!" – exclamó al tiempo que cruzaba su mirada con la de Ross que justo entraba por la puerta.

"No choqué. Le hice un rayón." Aclaró él mientras se acercaba, le daba un beso en la mejilla y susurraba un "Buen día" junto a su oreja. Era un beso absolutamente normal, de un amigo a una amiga. Pero Demelza igualmente sintió sus mejillas arder, y miró de reojo a los niños que ya se estaban acomodando en su mesa.

"¿Qué pasó?"

"El auto es muy grande." – dijo sonriendo y mirándola con picardía.

"Te lo dije."

"¿Porqué no estabas en casa esta mañana?" – le preguntó Jeremy mientras ella intentaba arreglar el pelo de Clowie y el niño untaba mermelada a su tostada.

"Porque…" – dijo mientras le costaba algo de trabajo pasar el pelo negro de Clowie por una coleta. "… tenía que estar temprano aquí. Para trabajar."

Clowie giró su cabecita para mirarla con esa carita con la que podía conseguir cualquier cosa y desacomodando su pelo que aún no había terminado de peinar.

"Mira hacia adelante, Clo."

"Pero tú no puedes trabajar aquí. Eres nuestra niñera." – dijo.

Demelza lo miró a Ross, que tomaba un sorbo de su taza de café con una tostada en la otra mano y cara de complacido. De seguro él los había puesto a esto.

"Ya veremos."

"Sí. Papá te contratará." – agregó Jeremy.

"Pensé que aún querías que me despidiera." – el niño sacudió la cabeza.

Cuando terminaron de desayunar, Ross le preguntó si los niños se podían quedar con ella durante la mañana. Él tenía que ir a comprar los artefactos que faltaban en la casa junto con Zacky.

"¿Encendiste tu teléfono?" – preguntó mientras salían a la calle. El negó con la cabeza. – "Hablé con mi amiga Caroline, te están buscando. Ah, y saliste en el diario. Mira."

Demelza sacó su teléfono y mientras buscaba el link que le había enviado Louis, Ross se fue a parar a su lado apoyando su mano en su espalda baja y mirando su pantalla. Le dio un beso en el cuello mientras ella buscaba…

"¡Ross! ¿Qué haces? Los niños nos pueden ver…"

"¿Sería eso muy grave?"

"Ya han tenido demasiado por esta semana…"

"Lo sé. Lo siento, no me pude resistir." – dijo con esa sonrisa tan típica de él. Estaban afuera, fuera del alcance de la vista de alguien en el pub y como era temprano no había nadie en la calle, Demelza verificó. Así que ella también dio un beso en su barbilla, que luego se convirtió en uno en la boca. Rápido y con fuerza.

"¡Ah, aquí esta!" – exclamó cuando dio con el link.

"¿Louis te envió esto?" – preguntó Ross y frunció el ceño. Pero ella no le contestó nada, él ya leía el artículo.

Ross se pasó una mano por la cabeza cuando terminó de leer, y se rascó la barba. Tres días sin afeitarse y ya se veía como un hippie. Demelza aún no había terminado de decidir si le gustaba más con barba o sin ella, de las dos formas era muy guapo.

"Hablaré con mi prima más tarde." – dijo devolviéndole el teléfono con un gesto adusto. Ella estuvo de acuerdo, no podía seguir escondiéndose para siempre.

"Iré a ver que hacen los niños."

"Demelza… volverás a ser la niñera de los niños ¿verdad? De verdad necesito una ayuda…"

"Uhmmm… Todavía no lo he hablado con Bert. ¿Cuánto… cuánto tiempo se van a quedar? Los niños tienen que empezar las clases en unas semanas, y las mías comienzan en dos…"

"No lo sé… todavía no tengo muy claro que voy a hacer o que sucederá con todo eso." – señaló hacia su teléfono. – "Pero si sé que necesito algo de ayuda con Clowie y Jeremy."

"Tal vez sea mejor que pasen un tiempo solos, los tres."

"No supe como peinar a Clowie esta mañana. Y tuve que llevar a Jeremy cargando al baño porque no se quería cepillar los dientes." – dijo como ejemplo.

"Lo hiciste bastante bien… Hablaré con Bert, ya habíamos acordado que comenzaría hoy. Quizás se pueda trabajar solo unas horas durante un par de semanas."

Pero cuando regresó adentro Jeremy y Clowie, en puntas de pies y sosteniéndose del mostrador, ya estaban hablando con el dueño del local. Bert le guiñó un ojo divertido. "Estos dos pequeñines me dicen que tú eres su niñera y que ya no puedes trabajar más aquí."

¡Judas!