Capítulo 48

La encontró sentada en medio de su cama. Sus piernas cruzadas y mirando la pantalla de su teléfono que dejó a un lado cuando lo vio entrar. Lo recibió con una sonrisa, un ligero brillo en sus ojos que era señal de que había hecho algo bien y estaba complacida. Y la mayoría de las cosas las hacía para complacerla, pero también sabía que hablarles a sus hijos de su madre era lo debía hacer.


DEMELZA

Ross se sentó en el borde de la cama y se recostó tirando su espalda hacia atrás. Su cabeza y su pecho aterrizaron junto a sus piernas frente a ella. Estaba tan orgullosa de él, de lo que acababa de hacer, de lo que venía haciendo hace semanas. Si hace cinco meses cuando se enteró de que era padre de dos niños y vio como era con ellos alguien le hubiera dicho que era capaz de ser tan buen padre, le hubiera costado mucho trabajo creerlo. Pero sí que lo era, aunque sabía que no era sencillo. Lo que había hecho esa noche más que nada, debió ser muy difícil para él, pero estaba segura de que los niños le estarían agradecidos. Y ella lo estaba también. Inclinando su cuerpo hacia adelante, apoyó un mano sobre su pecho, sobre su corazón. Ross la cubrió con la suya. Entrelazando sus dedos la llevó a sus labios para besarla y la volvió adonde su corazón latía.

"Eso fue maravilloso, Ross. El mejor regalo que le podías hacer… estoy muy orgullosa de ti." – dijo, mirándolo desde arriba. Él le sonrió.

"No te lo esperabas, ¿no es así?"

"No tan pronto, pero estaba segura de que algún día… ¿Cómo estás?"

"Estoy bien. Tenías razón, para variar. Los niños necesitan saber de ella. Jeremy especialmente. Intentaré – intentaré contarles más cosas." – Demelza se inclinó un poco más y besó su frente. Ross se movió sobre la cama y acomodó su cabeza entre sus piernas, ella comenzó a acariciar su cabello, una mano aún en la suya. "¿Crees que se divirtieron?" – preguntó mirando hacia arriba y buscando sus ojos.

"Claro que sí. Se divirtieron mucho. Creo que no faltó ni un niño, será una fiesta difícil de superar."

"Te pasaste con la torta, estaba riquísima. Todos querían una porción más."

"La haré más grande la próxima vez. ¿Pudiste hablar con Dwight?"

"Algo, sí."

"¿Cómo lo notaste?"

"Mmmm… igual que siempre… ¿a qué te refieres?" – le preguntó, sin entender a qué iba la pregunta.

"¿Qué te dijo de Caroline? Ella… ella está perdidamente enamorada de él."

"¡Ahhh! Pues él habla de ella como si hubieran estado juntos durante años. Habla de 'nosotros'. Nosotros esto, nosotros aquello…"- Ross bromeó y ella tiró ligeramente de un mechón de cabello. "¿Es eso estar enamorado?" – preguntó.

"… No lo sé." – respondió ella. Ross emitió una risita y levantó los brazos hacia ella. Como estaban, Ross recostado en el hueco de sus piernas cruzadas, cuando ella acercó su rostro estaban de cabeza. Así que era algo incómodo y al principio solo fueron unos pequeños besos. Pero luego ella rozó sus labios con su lengua y él entreabrió algo su boca y de a poco encontraron la forma. Riéndose cuando sus dientes se chocaban o alguno besaba el mentón del otro sin querer, pronto tuvieron que despegarse en busca de aire.

"Será mejor que te lleve al campus." - Dijo Ross casi con un suspiro. Demelza no se quedaba desde hacía semanas, así que no le extrañó que pensara que ella quisiera ir a dormir a la universidad. Y eso la llenaba de ternura y la hacía quererlo aún más, pues sabía que Ross quería estar con ella, pero ella había pedido ir despacio y él la respetaba. Como había prometido aquella noche en Londres en el pasillo de Nampara. Pero como aquel día, ella quería que estuvieran juntos tanto como él. Y aunque podían juguetear por teléfono y hacer video llamadas tarde por las noches cuando ambos ya estaban metidos en sus respectivas camas a kilómetros de distancia, esa noche eso no sería suficiente. Ella se quería quedar. Ella quería tenerlo entre sus brazos y decirle…

"O tal vez podría quedarme aquí."

Ross abrió grandes los ojos, tirando su cabeza hacia atrás y mirando su rostro hacia arriba.

"Si tú quieres, claro…" – dijo ella arrastrando una mano desde su hombro hacia su pecho lentamente.

Ross se levantó de un salto de la posición en la que estaba y se arrodilló frente a ella sobre el colchón.

"¿De verdad?" – preguntó algo vacilante.

Su expresión de incredulidad le causó gracia, y Demelza rio mientras asentía. Y así como se había sentado de rápido, se puso de pie y se dirigió hacia la puerta, cerró el ganchito que la trababa, apagó la luz y volvió junto a la cama, encendió el velador que estaba en la mesita de luz, se sacó las zapatillas con los pies pateándolas hacia cualquier dirección y volvió a sentarse junto a ella. Demelza no había parado de reírse.

"¿Estás apurado por algo?... ¿Me vas a tomar de rehén?" – Bromeó.

"Ojalá pudiera… nunca te dejaría ir." – le respondió él, sus labios curvándose ligeramente y transformándose en esa sonrisa traviesa que generaba cosquillas en ciertas partes de su cuerpo aun cuando no la había tocado siquiera.

"Quizás… yo no me quiera ir tampoco." Ay Dios, Demelza. Debes cuidar lo que dices, no tomes decisiones que pueden cambiar tu vida cuando tus necesidades inmediatas nublan tus sentidos.

Ross se inclinó y tomó sus manos. Dando un ligero apretón, su pulgar comenzó a acariciar su piel. "¿Estás segura?" – susurró.

"Sí. Quiero estar contigo, Ross. En vivo y en directo."

Ross le dio un pequeño beso en la nariz. Demelza cerró los ojos, sintiendo el roce de sus manos en las suyas. Eran más grandes que las de ella y con algunos vellos en los nudillos como en el resto de su cuerpo. Sus dedos eran largos y Demelza se estremeció al recordar lo bien que se sentían dentro de ella. Ese pensamiento la hizo jadear un poco. Podían pasar tan rápido de la dulzura y compañía a la pasión. Y ¡Judas! como había extrañado esa sensación de anticipación. Esa adrenalina corriendo en sus venas, adelantándose a lo que vendría. Ross tomó una de sus manos y la presionó contra sus labios. Ella abrió los ojos y le sonrió ante aquel íntimo gesto.

Sus ojos parecían perforarla como si una llama caliente y familiar brillara en ellos y eso hizo que su cuerpo se enfocara en él de inmediato. "Quiero un beso." – susurró Demelza. Y con eso Ross se inclinó hacia ella, sus manos subiendo por sus brazos. Sus dedos prácticamente rodeaban todo el contorno de sus brazos camino arriba. Y luego la atrajo hacia él, juntando sus cuerpos.

El beso fue a la vez suave y firme, y se hizo más profundo cuando su lengua entró en su boca. Insistiendo y demandando. Ross besaba tan bien y ella parecía derretirse contra él.

Demelza gimió cuando él se apartó. "Me encanta besarte." – dijo él.

"Me doy cuenta... A mí también me encanta besarte. Mi lengua dentro de ti, de la misma manera que pronto estarás dentro mío…" - El deseo y la pasión que se desataban cada vez que se unían siempre había sido inmenso, pero en esos últimos días en que la lujuria era saciada por comunicación verbal también habían aprendido que podían acrecentar aún más el placer con sus palabras. Algo en que los dos habían sido tímidos al principio, pero rápidamente había sido superado como todo entre ellos. Demelza se sentía libre con él, podía decir lo que quería y sabía que él también podía ser abierto con ella. Demelza quería satisfacerlo, hacer realidad sus fantasías, así como el hacia realidad las de ella.

"Tócame como me gusta, cariño. Sobre mi pecho, mis hombros, mi cuello…" – murmuró él.

Demelza lo besó de nuevo. Profunda y minuciosamente. Moviéndose hacia él sobre sus rodillas. Una mano la sostuvo en alto, colocada en la parte baja de su espalda, ella se inclinó más hacia él, permitiéndole profundizar el beso aún más de lo que lo había hecho antes. Dejó que sus manos se movieran sobre sus bíceps y luego a sus hombros, presionó una contra su duro pecho y la otra en la parte posterior de su cabeza y comenzó a enredar sus dedos en sus cortos rizos. Luego él se apartó de nuevo dejándola jadeando, solo un poco para mirarla, como si no pudiera creer que estuviera allí.

Antes de que ella pudiera siquiera decir algo, sus labios estaban de nuevo sobre los suyos, y ahora ambas manos se deslizaban hacia arriba y hacia abajo por sus costados. Ella presionó su lengua contra la de él, sintiéndose intensamente excitada cuando la caricia burlona de sus manos pasó por los costados de sus pechos. Luego, su lengua estaba en su boca y ella presionó sus uñas en su pecho, su otra mano tirando ligeramente de su cabello ahora. Ross gimió bajo en su garganta. Prácticamente recostado sobre el respaldo de la cama y ella sobre él, de repente se dio cuenta de algo duro e insistente presionando contra su estómago.

Demelza sintió sus manos en el dobladillo de su blusa, levantándola. Sus labios estaban hinchados, necesitados y húmedos, casi tan húmedos como ella entre sus piernas. Él se volvió a apartar, y mientras la miraba Demelza se dio cuenta de que no podía apartar la mirada de la suya. Era tan sexy y había algo más en él que era irresistible. Se sentía completamente embelesada con solo su mirada, lo había extrañado tanto, y lo miró fijamente con lo que pretendía ser una mirada sensual cuando él le levantó la remera. Ross bajó su vista agradecido a sus pechos, sostenidos pero no del todo cubiertos por completo por el sostén. "Ahora mi remera." - le ordenó.

Demelza sacó el dobladillo de sus jeans y lo subió por encima de su cabeza. Sentándose por un instante y volviendo a caer de espaldas sobre la cama. Era tan musculoso, pero no de una manera exagerada, sino muy atractiva. Cediendo a su deseo, extendió la mano y lo tocó, trazando sus dedos a lo largo de sus líneas sobre su estómago.

"Mhmm, sí. Así, cariño." - Dijo mientras ella pasaba los dedos por el borde de sus jeans. Ella lo miró recatadamente desde bajo de sus pestañas, dejando que sus dedos se deslizaran justo debajo del borde de la tela y él gimió de nuevo antes de tirar de ella hacia sus brazos, aplastándola contra él y luego contra el colchón. "Te voy a besar toda."

"Hazlo, cariño." – respondió ella complacida.

Ross dejó un rastro de besos ardientes a lo largo de su cuello. Comenzó en su clavícula mientras ella giraba la cabeza y besaba su frente, su sien y luego su oreja succionando el lóbulo entre sus labios. Otro gemido y él presionó la parte inferior de su cuerpo contra ella. Sus manos se deslizaron por su cuerpo y se cerraron sobre sus pechos. Aparentemente eso le había gustado, pensó. Ya lo conocía tanto, pero aún quedaban cosas por descubrir y ella quería saberlo todo… Dejó que su boca recorriera la curva de su oreja, mordisqueando la suave carne entre sus dientes. El presionó con fuerza sus caderas y luego apartó la oreja y su boca se movió hacia sus pechos.

"Oh…" - Demelza jadeó cuando sus labios se cerraron alrededor de un pezón. Agarró la mano que reemplazó su boca llevándola a sus labios, besando su muñeca, la palma, tomó la punta de su pulgar y lo llevó dentro de su boca y mordisqueó...

"Oh, Demelza. Cariño..." – jadeó él.

Podría haber dicho algo descarado como respuesta, pero él hizo rodar su pezón entre los dientes, azotándolo con la lengua y la sensación la golpeó como un tren descarrilado. El dolor de sus dientes mordisqueando, y la suave sensación de su lengua lamiendo su sensible piel, era exquisito. Ross apretó su otro pecho, su mano cubriendo toda la masa de carne y masajeándola maravillosamente. Sus caderas moviéndose entre sus piernas en una imitación del acto sexual.

Envolviendo sus piernas alrededor de su cintura, se perdió en las sensaciones. El erotismo de sus caricias la hizo olvidar todo. En ese momento volvieron a ser solo él y ella.

Tomando dos de sus dedos, los chupó en su boca. Deslizando desesperadamente su lengua sobre su longitud, tratando de tragarlos enteros. Él gimió y los sacó reemplazándolos entre sus labios con la otra mano mientras su boca cambiaba de pezón. Los dedos que habían estado entre sus labios se sentían húmedos en su pecho, ella chupó con fuerza los que ahora estaban en su boca como si fueran su polla. Solo el acto de chupar se sentía extremadamente erótico, sabía que podía disfrutar solo dándole sexo oral, como lo había hecho aquel día en el auto. Sabiendo que le estaba dando placer, escuchando sus gemidos de la misma forma que ahora Ross gemía en el fondo de su garganta mientras devoraba sus senos.

Pero entonces, la boca de Ross dejó sus pechos y Demelza se dio cuenta de que se había estado frotando debajo suyo, emitiendo suaves maullidos, medio perdida en la sensación de anticipación.

Él sonrió mientras se desabrochaba los jeans, arrodillándose entre sus piernas, los deslizó fuera de su cuerpo rápida y fácilmente mientras ella desabrochaba y bajaba el cierre de su pantalón también y lo bajaba de sus caderas junto con sus bragas. Ross lo tomó de los bordes y lo sacó de sus piernas, tirándolo al piso sobre los suyos y pronto estuvo de vuelta encima de ella. Sus labios en los de ella en lugar de sobre sus pechos. Ella maulló una protesta, apretándose contra él, su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas y lo quería dentro de ella ahora.

Él obedeció, pero no de la forma que ella pretendía. En cambio, inclinó su cuerpo y puso su mano entre sus piernas, dejando que sus dedos se deslizaran hacia arriba y hacia abajo por su centro, antes de comenzar a empujar dos dedos dentro de ella.

"Mmmm…" – ella gimoteó contra sus labios.

"¿Se siente bien, cariño?" – exhalo él apartándose un poco de sus labios, pero aun rozándolos cuando habló.

Ella asintió, o intentó mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo. "… Son tan gruesos y largos" - Murmuró. Demelza arrastró sus uñas hacia arriba y hacia abajo en su espalda, la otra jugando alrededor del borde de sus boxers. Deslizando sus dedos entre la tela de algodón y su piel, apretando tanto como podía. Por la forma en que estaba inclinado, ella podía extender las manos alrededor del frente de su cuerpo y pasar los dedos por el hueso de su cadera mientras él la besaba. Sus caderas se movían como si ya estuvieran haciendo el amor, pero empujando sus dedos en lugar de su miembro dentro de ella.

Demelza se estiró un poco más y lo sostuvo en sus dedos a través de sus calzoncillos, frotando su mano hacia arriba y hacia abajo de la misma manera que él frotaba el interior de su cuerpo. Dejando su boca hinchada y jadeando, Ross regresó su atención a su cuello. Esta vez, cuando giró la cabeza para atrapar su oreja, la chupó con fuerza en la boca, mordiendo, y todo su cuerpo pareció sacudirse. Ella sonrió y aprovechó su distracción para meter su mano debajo de su ropa interior, sus dedos envolviendo el increíble y largo trozo de carne. La dura longitud latió en su mano y él jadeó, agarrándola con fuerza y Demelza frotó la palma de su mano contra la cabeza. Ross se levantó de encima de ella y, de repente, se quitó los calzoncillos y se acostó de espaldas a su lado.

"Ven aquí y sigue adelante." - dijo con voz ronca. Su cuerpo se sentía en llamas, y ella miró como en un sueño su dura polla, que se sacudió sobre su abdomen.

Mientras ella se incorporaba junto a él, Ross estiró un brazo hacia la mesita de luz y quiso abrir el cajón.

"Ross, no..." – él volvió su mirada hacia ella sin comprender. – "No es necesario. Fui… comencé a tomar pastillas. Ya no tienes que usar condón… si no quieres."

Él se volvió a recostar lentamente sobre las almohadas y la observó levantando una ceja con una sonrisa traviesa bailando en sus labios que la hizo sonrojar aún más a pesar de lo que estaban haciendo.

"¿Fuiste al médico?" – preguntó, su mirada desviándose a su miembro que esperaba ansioso sobre su abdomen. Ella asintió. "¿Porqué?"

¿De verdad quería saber más detalles ahora?

"Pues…" - pero ella ya no quería esperar más. Pasando una pierna alrededor de su cuerpo, se centró sobre sus caderas y comenzó a bajar hacia él. Lentamente. – "… porque tengo una pareja estable y no quiero usar preservativos cada vez que hacemos el amor."

Sus manos agarraron su cintura, dejando solo la punta de su cabeza frotando contra sus labios inferiores.

"Dios, Demelza. Te he echado mucho de menos." – su voz tenía un tono de adoración.

"Y yo a ti, mi dulce Ross…" - Judas. Se moría por sentirlo dentro de ella. Su coño estaba necesitado y quería satisfacción. Pero Demelza se tomó su tiempo. Deslizando sus manos por su cuerpo, dejó que sus dedos jugaran con sus pezones, masajeando los músculos de su pecho. Mientras él la miraba con avidez, ella se inclinó hacia adelante dejando que sus pechos se hamacaran por encima de él y comenzó a mover las caderas, por lo que la cabeza de su polla se frotó hacia arriba y hacia abajo entre sus labios. Ambos gimieron juntos.

Ahora, despacio, hacia abajo. Demelza se dejó llevar por el apretón de sus manos y su polla presionó dentro de ella, abriéndola mucho más que sus dedos. Tiró la cabeza hacia atrás y jadeó al tomar los primeros centímetros. Luego se detuvo y se apartó un poco. Mirándolo directamente y vio sus ojos ardiendo agradecidos por este momento que ella estaba prolongando. Tomando una profunda bocanada de aire, se deslizó hacia abajo tomando varios centímetros más esta vez. Su túnel estaba tan húmedo que estaba segura de que podría tomarlo de una sola embestida, hacerlos llegar a ambos a un fantástico orgasmo rápidamente, pero eso no era de lo que se trataba. Ella se levantó de nuevo, hasta que solo la punta de su miembro estuvo dentro de ella. Ross tensó los músculos de la espalda llevando su cabeza hacia arriba, tomando un pezón duro en su boca seductoramente, succionando con fuerza y ella echó la cabeza hacia atrás. La sensación fue directamente desde su pezón a ese lugar escondido entre sus piernas y una línea directa de electricidad envío calor a través de todo su cuerpo.

"Oh, cariño..." - gimió mientras se sentaba sobre él, sus dedos jugaban con sus pezones como represalia por la dulce succión que le estaba dando a los suyos. Luego se echó hacia atrás y él se soltó de su pezón con un pop, acomodándose en las almohadas y mirándola mientras se sentaba y se hundía lentamente sobre él. Con una mirada traviesa, vio cómo su boca se abría en un gemido silencioso mientras lo tomaba completamente dentro de ella. En esta posición la penetraba tan profundamente y la abría de par en par con cada centímetro que introducía dentro de ella.

"Muévete, mi vida." - susurró y ella obedeció, sintiendo como sus pechos se balanceaban en la dirección opuesta a su cuerpo. Sus caderas hacia arriba y hacia abajo, su posición arriba de él le ofrecían una vista fantástica de sus pechos. "Juega con tus senos." - Ella apartó las manos de su cuerpo y las llevó hasta su cuello y luego descendió y las ahuecó sobre sus pechos con fuerza. Molesta con el corpiño inútil, extendió las manos hacia atrás y lo desabrochó, y volvió sus dedos hacia el frente para poder presionar bien sus senos. Rodando sus pezones entre sus dedos, tirando de ellos mientras gemía, él la miraba absorto mientras jadeaba y comenzaba a guiar sus caderas en un movimiento circular con sus manos, enterrándola bien encima de él.

Ella echó la cabeza hacia atrás repleta de placer mientras su polla masajeaba el interior de sus paredes, su vello púbico frotando contra sus sensibles labios añadían sensación. Se pellizcó los pezones con más fuerza, rebelándose en los maravillosos y sensuales sentimientos que la invadían. ¡Judas! Lo amaba tanto. A esto, a él, a ellos… Se hizo un poco hacia atrás, estirando sus manos detrás de ella y frotó sus dedos sobre sus muslos, Ross deslizó sus manos hasta sus pechos para reemplazar las de ella. Los apretó y masajeó hábilmente, sus pezones aplastados entre sus dedos generaban relámpagos de placer. Ella arrastró sus manos hacia arriba desde la mitad de sus muslos, hundiendo sus uñas un poco y alcanzó ese lugar sensible que se escondía entre sus piernas.

"¡Oh, Dios! Demelza...!" - los apretó un poco y tiró suavemente. "Mierda… se siente tan bien."

Demelza se rebeló ante el poder que tenía, moviendo las caderas y provocándolo mientras se levantaba y bajaba, sus paredes se apretaban alrededor suyo, sus testículos literalmente en sus manos. Extendió la otra mano frente a ella y tocó su estómago, sus dedos rozaron suavemente su piel y comenzó de nuevo a mover sus caderas como si montara un caballo. Su polla se movió y se sacudió dentro de ella y Demelza gimió mientras apretaba sus testículos un poco más fuerte, tratando de rodarlos entre sus dedos como él estaba haciendo con sus pezones. Una de sus manos dejó sus pechos y se deslizó por su estómago hasta que su pulgar estuvo presionando contra su clítoris, sus dedos abiertos en su cadera.

"¡Aww… Judas!" - Ella se inclinó hacia atrás cuando su pulgar se puso en movimiento y se movió más rápido y más fuerte arriba y abajo, hundiéndose en su miembro mientras su cuerpo comenzaba a temblar. Tuvo que soltar sus testículos y poner ambas manos en la parte superior de su pecho inclinándose hacia adelante mientras la ola de éxtasis que comenzaba en su clítoris donde su pulgar estaba frotando y generaba espasmos a través de su coño, se disparó hacia afuera. Su cuerpo se balanceaba hacia adelante y hacia atrás sobre él mientras el placer la recorría. La mano en su pecho la mantuvo erguida, evitó que se derrumbara sobre él y Demelza quiso gritar mientras el mantenía el dedo frotándose sobre su capullo. Sus piernas se tensaron, apretando a ambos lados de sus caderas.

"Oh, Judas. Ross... Judas." Apenas se dio cuenta cuando él rodó encima de ella, excepto que de repente su polla estaba entrando y saliendo de ella. Su orgasmo crecía y explotaba y su miembro entraba y salía implacable de sus temblorosos labios. Ella le rodeó los hombros con los brazos y, cuando sus uñas se clavaron en él, Ross desaceleró un poco, permitiendo que su cuerpo se relajara. La sensación posterior de placer hizo que sus paredes se estremecieran mientras él se movía con movimientos lentos y eróticos entre sus piernas. Ross movió la cabeza y le mordisqueó el cuello mientras le susurraba dulzuras al oído. "Eres tan hermosa, cariño. Quiero estar contigo, siempre. Así… siempre así. Solo contigo… Envuelve tus piernas alrededor mío."

La sensación de Ross moviéndose dentro de ella, sus manos sobre su cuerpo sudoroso, sus labios acariciando su cuello. Oh, Judas. El placer estaba volviendo a crecer dentro de ella y no creía que realmente pudiera soportar otro orgasmo. Su coño estaba tan hinchado y húmedo a su alrededor. Haciendo ruidos sexys y prohibidos cada vez que él se enterraba en ella. Sus manos se deslizaron por su cuerpo y por la curva de su trasero, levantando un poco sus caderas, sus dedos apretaron la suave carne haciéndola gemir. La nueva inclinación de sus caderas significaba que su hueso púbico golpeaba su clítoris cada vez que se enterraba dentro de ella y Demelza soltaba pequeños gemidos de sorpresa. Estaba tan sensible después de su orgasmo anterior que no podía decir si estaba sintiendo placer o no mientras se mecía contra él, aunque sus músculos se estremecían cada vez que se hundía en ella.

"Una vez más, cariño. ¿Puedes?" - le preguntó dulcemente besando su mejilla mientras corría un mechón de pelo que había caído sobre su cara detrás de su oreja. Ella no hizo más que besar su mentón, en ese momento le hubiera dicho que sí a cualquier cosa.

Ross comenzó a acelerar el ritmo otra vez mientras sus dedos se enredaban en su cabello y masajeaban su cabeza. Sus ojos oscuros brillaban a través de la máscara de placer en su rostro.

"¡Oh, Judas!... ¡Judas!" – Demelza trató de bajar las piernas hacia el colchón, hacer que la presión contra sus labios fuera menos abrupta, disminuir la profundidad en la que él se podía meter en su cuerpo cuando su miembro asaltaba sus entrañas. Pero sin mostrar piedad, Ross enganchó sus brazos debajo de sus piernas tirando de ellas hacia arriba para que sus rodillas estuvieran bloqueadas sobre sus codos y su coño se extendiera y se abriera para él.

"Oh, por favor..." – gimió, mordiéndose los labios para no gritar. Y no estaba segura de que le estuviera pidiendo que se detuviera o que siguiera adelante con más fuerza. Cada nervio de su cuerpo estaba en llamas, su miembro se estaba volviendo más grueso y más duro y se hundía más profundo mientras rodaba sobre ella implacablemente. "¡Oh, Judas. Rossss…!" -Sollozó y sus uñas se hundieron con más fuerza en la carne de sus hombros, arqueando su espalda, su clítoris pulsando mientras él jadeaba y gemía. Podía sentir su polla palpitar dentro suyo. Demelza dejó escapar un gemido de éxtasis mientras él frotaba su cuerpo entre sus piernas, enterrándose profundamente dentro de ella mientras chorro tras chorro de semen bañaba sus entrañas.

"¡Oh, Demelza! Ahhh…" – jadeó él en el hueco de su cuello. Su coño convulsionando alrededor de su longitud. Demelza se corrió de nuevo, sus gemidos de éxtasis salían de su garganta mientras este orgasmo, más profundo y devastador, la despojaba de todo control y la desconectaba del mundo.

Cundo pudo volver a pensar, Ross se movía con un movimiento circular, disminuyendo la velocidad a medida que sus brazos cedían el agarre en sus piernas y se ablandaba dentro de ella. Demelza emitió unos gemidos gatunos mientras él acariciaba su cuello con sus labios, sus brazos todavía lo envolvían con fuerza. Había lágrimas en sus ojos por la intensidad del orgasmo, el movimiento de sus caderas le daba un suave masaje. Ella sonrió.

Saliendo de ella pero con su cuerpo aun aplastándola, Ross levantó su rostro para verla. Demelza vio pasar un destello de preocupación cuando notó sus lágrimas, pero ella continuó sonriendo, apretó sus brazos alrededor de su cuello y dio un ligero beso en la comisura de su boca que disipó su mirada sombría.

"¿Estás bien?" – le preguntó.

Ella asintió.

"¿Puedes hablar?" – Bromeó y ella amplió su sonrisa. No estaba muy segura.

"S-si…" – quiso decir, pero su voz salió ronca. El rio también, moviéndose sobre ella. Intentando acomodarse para no apoyar todo su peso sobre su cuerpo. Pero Demelza no quería que se alejara y lo abrazó más fuerte. Él se apoyó en sus codos a cada lado de su cabeza y la besó. Un beso largo, tierno y húmedo que terminó con todas sus defensas.

"Ross…" – murmuró mientras él acariciaba su nariz con la suya. Un gesto tan íntimo, tan de ellos, y que ella secretamente adoraba. – "¿Recuerdas… recuerdas cuando llegaste a Cornwall, esa noche en The Red Lion, y me dijiste que no creías en el amor?" – preguntó con voz temblorosa.

Ross levantó la cabeza, sorprendido por la pregunta. Pero ella no le dio tiempo a responder, no necesitaba una respuesta. "No creo que eso sea verdad. Eres capaz de dar tanto amor, y tienes tanto amor para dar… lo que hiciste hoy, y en estas semanas, no cualquier persona sería capaz de hacerlo. Y también – también te mereces ser amado. Incondicionalmente, como te aman tus hijos… como yo te amo." – concluyó.

Su rostro aún estaba a unos centímetros sobre el suyo. Demelza vio su mirada transformarse. Vio nacer un brillo en sus ojos, que se transformó en una lágrima que rodó por su mejilla. Su dulce Ross, su hombre misterioso. En tantas formas aún lo era, como en ese momento. Incrédulo de sus palabras. Ella llevó la palma de su mano a su mejilla, y él se apoyó en ella.

"Demelza…" – jadeó. – "… eres la mujer más bella que jamás haya conocido. Por dentro y por fuera. Y sé que no te merezco, pero yo también te amo…" – su voz se quebró al final. Otra lágrima estaba a punto de caer de sus oscuras pestañas y ella sintió sus ojos arder también así que con sus manos atrajo su cabeza hacia ella para besarlo. Un beso lleno de amor. Sintió la humedad en sus mejillas mientras sus labios se movían en ella suavemente, con adoración y ella abrazaba fuerte sus hombros. Cuando se separaron, Demelza limpió las lágrimas de su rostro con sus dedos y de sus mejillas también. No sabía si las lágrimas eran de él o de ella. – "Te amo, Demelza." – Dijo más firme esta vez. – "Muero por ti."

"No. No mueras, Ross. Vive. Vivamos juntos."

"Sí, cariño. Siempre."