Capítulo 50

DEMELZA

Con una pequeña molestia en la cintura, Demelza se había quedado en la sala leyendo sus apuntes mientras Ross tenía la reunión y esperaba que se hiciera la hora de ir a buscar a los niños al colegio. No estaba muy concentrada, ¿Cómo podría después de lo que habían hecho en ese sillón? Todavía no podía quitarse la sonrisita adormilada de los labios, los párpados se le cerraban. Tal vez podría dormir unos minutos hasta que sonara la campana y tuviera que bajar a la escuela.

Pero unos minutos después lo que la despertó no fue la campana sino un gemido proveniente de la habitación detrás de la cocina, ahora oficina. Ross estaba allí en una reunión de Trenwith. Le pareció que fue un gemido, o al menos un sonido extraño. Demelza dejó sus apuntes sobre el escritorio y fue a investigar. Intentando no hacer ruido, atravesó la cocina y empujó la puertita blanca de madera asomándose por ella.

Ross estaba sentado, inclinado hacia la pantalla. Una mano sobre su boca leyendo con concentración lo que veía. Una expresión de preocupación, o incredulidad, en su rostro evidenciado por sus cejas fruncidas. Demelza se asomó un poco más, captando su atención. La voz de una mujer salía por el altoparlante explicando algo que ella no llegaba a entender. En el instante que Ross la miró supo que algo no estaba bien. Él le hizo señas para que se sentara en una pequeña banqueta que estaba contra la pared, le señaló el monitor para que mirara también. No comprendía para que quería que se quedara, así que Ross presionó algo en el micrófono sobre el escritorio y le dijo:

"Quédate, tienes que escuchar esto…"

"¿Qué sucede?"

"Me engañó. Todo este tiempo, Elizabeth me mintió."

Demelza acercó la banqueta y se sentó junto a él. No muy cerca para no quedar en el encuadre de la cámara, pero lo suficiente para ver el monitor. Había un documento en la pantalla, parecía un detalle de movimientos con marcas en determinados renglones. La voz de la mujer continuaba hablando, pero Demelza no terminaba de comprender. ¿Elizabeth le había mentido? ¿Cómo?

Ross volvió a concentrarse en la reunión y volvió a encender el micrófono por lo que ella se quedó callada y muy quieta. Sobre el costado de la pantalla podía ver la imagen de varias personas. La reconoció a Verity cuando su voz sonó en el altoparlante haciendo una aclaración. Todos parecían igual de atónitos que Ross.

Por lo que llegó a comprender de la presentación, la joven, porque luego se dio cuenta que era una mujer de no más de treinta años la que hablaba, mostraba un movimiento en ese documento y luego lo contrastaba con algún comprobante o movimiento bancario que demostraba que dicha transacción no era real o que no coincidía, a veces la diferencia era por cientos de miles de libras.

"Y eso son solo algunos. Los más representativos de cada año." - Dijo.

"Les estoy por enviar todo el informe, con todas las incongruencias que Betty encontró." – añadió Verity.

"¿Y la diferencia es de tres millones?" – preguntó Francis.

Demelza tragó saliva. ¿Tres millones? ¿De libras?

"Por lo menos. Eso es lo que pude verificar con los documentos que había en el disco de la Señorita Elizabeth."

"Pero… ¿Cómo? ¿Cómo nos mintieron de esta manera? ¿Acaso nadie revisó los balances?"

"Yo lo hice." – Esta vez fue Ross quien habló. Su voz grave, afectada.

"¡¿Y no te diste cuenta de esto?!" – Exclamó su primo. Su voz resonó en la pequeña habitación.

"N-no."

"El Señor Poldark no podría haberse dado cuenta. No sin la información que tenía la Señorita Chynoweth." – intervino la joven. Le dio la impresión de que lo defendía. Ross se veía cabizbajo y ella quería abrazarlo. No entendía muy bien qué era lo que sucedía, pero sus sospechas no estaban muy equivocadas.

"¡Pero ella era tu prometida!" – esta vez sí, inmediatamente estiró su mano y tocó la parte baja de su espalda verificando en la pantalla que quedara fuera de enfoque. – "¿Cómo no lo viste?"

"Yo solo revisé los balances, fue lo que me dieron los Chynoweth. Se veían… en orden."

"¡¿En orden?!"

"¡Francis! Ya es suficiente. No tiene sentido buscar culpables entre nosotros cuando está bien claro quién tiene la culpa. Ese viejo Chynoweth… es un cobarde y un incompetente. ¿Tres millones o más? Su empresa no vale tanto. Eso significa que está en la quiebra…"

"Y si la fusión se hubiera llevado a cabo, Trenwith no sólo se hubiera hecho con su cartera de clientes, sino que hubiera adquirido su deuda también." – aclaró la joven.

¡Judas!

Como Ross hace un rato, Demelza se llevó una mano a la boca también. Comenzaba a comprender… el engaño de Elizabeth. Aquella conversación con su madre en el baño de Nampara cuando creían que nadie las escuchaba… "... Pero todo acabará pronto y después ya no tendremos de que preocuparnos." Fue la frase que se le vino a la mente. ¿De verdad podría haberlo planeado todo? ¿Era capaz de haber engañado a Ross de esa forma?

"¿Y cómo es que fue tan estúpida de dejar toda la evidencia en su computadora?"

"Si hubiera vuelto a buscarla hubiera parecido sospechoso." – supuso Ross.

"En realidad, los documentos estaban guardados en la nube. Pero ella debe haber ingresado alguna vez desde la PC de su escritorio y se hizo un backup. Puede que hasta no supiera que había dejado una copia allí."

Francis soltó una risilla irónica. "Tecnología. Asegurémonos de tener toda nuestra información bien protegida ¿sí? Así que, ¿Qué haremos ahora?"

"Ese viejo Chynoweth se va a pudrir en la cárcel…" - Dijo Charles Poldark.

"Sé realista, papá. No va a ir a la cárcel por maquillar unos balances."

"Siempre hay esperanzas. Pero lo que sí es seguro es que van a tener que liquidar todos sus bienes y terminará en la calle. ¿Creen que le hayan dado estos mismos balances a los Warleggan? Me gustaría ver su cara cuando se entere que está tirando su dinero a un agujero negro."

"Podemos llamarlo y decirle. Ross, vendrás ¿no es así?" – preguntó Francis. Pero Ross aún estaba shockeado.

"¿Qué opinas tú, Ross?"

Demelza movió la palma de su mano en su cintura y él pareció recuperar el habla.

"Yo… creo que tenemos que tomarnos unas horas para estudiar el informe completo y luego decidir cómo proceder. Será mejor incluir al departamento legal en la próxima reunión. Y… creo que debemos darle las gracias a Betty por su excelente trabajo." Demelza sonrió a su lado y notó como los ojos de la joven brillaban mientras los demás se sumaban al agradecimiento y promesas de bono y ascenso incluidas.

"Está claro lo que haremos. Los vamos a hundir. ¿Cómo pensaron que se saldrían con la suya?" – dijo el tío de Ross al terminar las felicitaciones.

"Ehmm… yo los dejo para que ustedes continúen." – "Yo también. Revisaré el informe y daré una mirada a los balances." Dijeron la secretaria de Ross y otro hombre al que no conocía y se desconectaron, dejando solo a los Poldarks en la reunión.

"Creo que debemos ser cautelosos, papá." – Dijo Verity apareciendo grande en la pantalla.

"¿Tu sabías de esto?" – preguntó Francis.

"Betty me comentó de sus sospechas y me mantuvo al tanto. Yo le dije que no dijera nada a nadie hasta que estuviéramos seguras."

"¿Y están seguras?"

"Cien por ciento." Ross volvió a frotar su barbilla con una mano. De todos, era el que menos había hablado. Aún estaba en shock, paralizado, mientras los demás ya se habían puesto en acción y pensaban como proceder.

"Es increíble… ¿En diablos estaban pensando? Si se hubiera llevado a cabo la fusión nos habríamos enterado tarde o temprano." – insistió Francis.

"Sí se hubiera llevado a cabo la fusión, nosotros hubiéramos tenido que afrontar la deuda… Nos estaban tomando por estúpidos." – Dijo Charles.

"Si se hubiera llevado a cabo. Pero no se hizo porque…" – Verity quedó con la frase a medio decir. Todos parecieron mirar sus pantallas, los tres lo miraron a Ross.

"¡Ja! Puede que tu aventura con la niñera haya salvado a la empresa, Ross." – añadió su primo riendo con incredulidad. Ella detuvo el movimiento de sus dedos en su cintura, Ross fijó la mirada en la pantalla.

"No fue una aventura…" – Dijo firme y claramente. – "Estudiemos el informe. Y coordinemos una reunión con Devon, Birmingham y Wolverhampton. Ellos tienen que enterarse de esto. Ese es nuestro objetivo principal, recuperar los tres proyectos."

"Mi objetivo principal es hundir al maldito Chynoweth." – gruñó Charles Poldark.

"Ya llegaremos a eso."

La reunión virtual terminó.

Antes de volverse hacia ella, Ross abrió su mail y el documento que su prima había enviado. Lo mandó a imprimir.

No había notado el silencio que los envolvía hasta que la impresora empezó a hacer ruido. Fue como si la sacara de un trance. Todavía estaba sentada junto a él, su mano aún en su espalda, su brazo estirado manteniendo la distancia. Se puso de pie, Ross levantó su mirada hacia ella.

Sus ojos estaban algo rojos, sus cejas formando una línea recta, la mandíbula apretada. Estaba sorprendido, enojado… perplejo.

"¿Qué – Qué significa todo eso?" – preguntó ella sobre él ruido de la impresora que expulsaba hojas una tras otra.

"Significa que... Elizabeth me mintió. Todo el tiempo. Me engañó. Los balances de la empresa de su familia eran falsos, están en bancarrota." – Ross se levantó de la silla y se acercó a la impresora a inspeccionar las páginas que salían. – "Podríamos recuperar nuestra inversión en los proyectos que ya estaban en curso. Son – buenas noticias."

"No parecen buenas noticias." – Dijo ella acercándose por detrás y volviendo a colocar sus manos en su espalda. Ross pareció relajarse bajo sus dedos, tomó una gran bocanada de aire y la soltó muy despacio. "¿Qué ocurre? ¿Ross? Dime…"

"Es todo mi culpa… yo fui quien revisó y aprobó los balances. Y ella… ella me mintió en la cara, me tomó por estúpido. Y yo caí. No vi lo que estaba justo frente a mis ojos…" – dijo al fin, sin mirarla.

"Ross… tú no tuviste mala intención. Fue ella, fue su culpa." – Dijo sujetando uno de sus brazos.

"Yo fui un ciego que no me di cuenta…" continuó, hundido en esos pensamientos oscuros que una vez que lo atrapaban se negaban a soltarlo.

"Bueno, fue una suerte que no te casaras con ella entonces." – Demelza le sonrió, acercándose un poco más a su cuerpo y sujetando su mano intentando levantarle ánimo. Ross la miró a los ojos por un instante y lentamente curvó sus labios también.

"Sí… fue una suerte. Tengo – tengo que estudiar esto."

"Claro. Ya casi es hora de ir a buscar a los niños…" – dijo ella, comprendiendo que Ross necesitaba estar solo para concentrarse en lo que la impresora seguía imprimiendo. Eran cantidades de hojas. Pero cuando comenzó a alejarse él la tomó de la cintura y la acercó a él de nuevo. Los brazos de Demelza inmediatamente rodearon sus hombros y él pego su nariz a la suya.

"Tuve mucha suerte en verdad." – murmuró en sus labios antes de besarla y dejarla ir.


Demelza estaba furiosa. Como odiaba a esa mujer. ¿Cómo era capaz de hacer algo así? Ya sabía lo suficiente de cómo era su relación con Ross, que no eran una pareja convencional, o nacida del cariño o el amor. Pero aun así. Demelza creía que había algo de afecto entre ellos. Pasaban las noches juntos ¿no era así? Y Ross, más allá de que no la amara, al menos sentía algo de cariño o agradecimiento porque ella estuvo a su lado en el momento más difícil de su vida. La respetaba… al menos como una socia. Aunque sabía que no como pareja. Sí, él estuvo mal. Las otras mujeres… ella misma. Ese pensamiento la hacía temblar, el hecho de que ella le había hecho mal a esa mujer, por más horrible que fuera. Pero esto, engañarlo a Ross de esa forma. Engañar a su familia, querer estafarlos de esa manera, no tenía justificación. Y Ross se sentía tan culpable, tan humillado. Él no se merecía eso tampoco.

Ross continuó toda la tarde metido en la pequeña oficina, solo salió para almorzar con los niños y ella entró a despedirse cuando llegó la hora de ir a clase. Le había pedido a Jinny que fuera a quedarse un rato con Jeremy y Clowance.

"¿Alguna novedad?" – preguntó luego de llamar a la puerta y asomar la cabeza. Ross le sonrió cansado, estirando los brazos por sobre su cabeza y haciendo la silla para atrás. Demelza entró y cerrando la puerta tras ella se fue a sentar en sus piernas. Dio un beso en su mejilla y otra sobre su incipiente barba, con mucho ruido. Lo hizo reír.

"Betty tenía razón en todo, no hay dudas. Quisieron estafarnos."

"¿Y ahora?"

"Ahora. Ahora tenemos que decidir cómo seguir. Si tomamos acciones legales o no. En lo que estamos de acuerdo es que queremos recuperar los proyectos y para eso tendremos que informar a las otras empresas…"

"¿Por qué dudan de tomar acciones legales? Lo que hicieron los Chynoweth, fue ilegal ¿no es así?"

"Eso es lo que dice mi tío. Quiere ver al padre de Elizabeth en la cárcel." – Demelza se sorprendió al enterarse que coincidía en algo con Charles Poldark.

"¿Tú no?" – preguntó.

"Yo… no estoy seguro. Después de lo que le hice a Elizabeth, tal vez podríamos dejar las cosas así y estaríamos a mano…"

"Oh…" – Demelza exhaló algo sorprendida por ese lado benevolente de Ross.

"¿Piensas que debo buscar venganza?" – Bromeó él.

"No, no venganza…"

"Además, está el asunto de los Warleggan. Si les decimos a ellos, ellos se encargarán de hacer el resto."

"Pero… ¿George Warleggan no está saliendo con Elizabeth?"

"Pfff… cuando se entere de esto no importará si están juntos o no."

"A ti te hubiera importado…" Y de repente Demelza lo entendió. El plan de Elizabeth. El por qué casarse con un hombre que no la amaba, las palabras de ella y su madre en el baño. Si ella ya era su esposa cuando todo esto se descubriera, Ross habría estado obligado a protegerla… o, mejor dicho, Ross no hubiera enviado a su suegro a la cárcel. De la misma forma en que dudaba en hacerlo ahora…

"No tiene mucho sentido pensar en eso ahora. Mi voto ni siquiera cuenta, dice el tío Charles, ya que no soy más el VP."

"Pero te escuchan de todos modos. Ross…"

"Lo sé, cariño. Sé porque lo hizo… tengo muy mala suerte con las mujeres…"

"Ross, yo nunca…" - pero no dejo que terminara de decirle que ella jamás lo engañaría, que nunca le mentiría, y le dio un rápido beso en sus labios.

"Lo sé, Demelza. Tenía mala suerte. Ya no." – Ross le sonrió. Su expresión aún algo triste. Ella rozó sus labios de nuevo.

"Te amo…" – le dijo y al ampliar su sonrisa hizo que sus ojos se llenaran de arruguitas. Le encantaban esas arruguitas…

"Y yo a ti, Demelza... Deberías irte, llegaras tarde a clase."

"Sí, ya me voy. Pero volveré a dormir aquí después."