Capítulo 54

DEMELZA

La peor parte era la espera.

Demelza se las había arreglado para enviar las muestras antes de partir de Londres. Si todo estaba bien, el resultado estaría en una semana, se lo enviarían por mail. Y aunque ella había entendido perfectamente bien el procedimiento, no podía evitar revisar su teléfono cada diez minutos. Lo tenía apretado entre sus manos a todo momento, y recién habían pasado tres días. Judas…

Irónicamente lo que más le preocupaba no era el resultado del análisis en sí. Estaba segura de que sería positivo, lo que la llenaba de ansiedad era cómo reaccionaría Ross cuando le dijera lo que hizo. Le había prometido que no se entrometería en ese asunto y no insistiría más en ello. Era algo con lo que él no podía lidiar, pensar siquiera. Si existía la posibilidad, por más improbable que fuera de que Clowie no fuera su hija sanguínea, pues él no quería saberlo. Era determinante en ello. Para él lo que Regina le había dicho era suficiente. Y Demelza no podía ocultar su nerviosismo. Afortunadamente, aunque no lo hubiera pensado así en otras circunstancias, Ross lo atribuyó a otros motivos.

"¿Adónde fueron anoche?" – Jeremy había preguntado el domingo mientras empacaban las maletas con la ropa – y el resto de los juguetes – que llevarían con ellos de vuelta a Cornwall. Demelza y Ross se miraron.

"Fuimos a cenar, Jeremy." – Ross respondió.

"¿Ustedes solos? ¿Por qué no nos llevaron?"

¡Judas!

"Ustedes ya estaban dormidos, Jer." – Dijo ella.

"Fuimos a comer con el tío Dwight y la amiga de Demelza, Caroline."

"Awww… yo quería ver a la tía Caroline." – protestó la niña.

"Te mandó muchos besos, Clo. La próxima iremos a tomar el té las tres juntas ¿sí?"

"No me gusta que salgan sin nosotros." - Agregó el niño sin dar muchas vueltas. Demelza lo volvió a mirar a Ross, que seguía doblando ropa y metiéndola en la valija.

"Fue una salida de adultos."

Todo ese intercambio había ocasionado que más tarde Ross le dijera que creía que ya era hora de contarle a los niños sobre ellos. Tenían que hacerlo, tarde o temprano. No podían seguir ocultándose. Y si Jeremy empezaba a sospechar, comenzaría a hacer preguntas y era mejor decirles la verdad y no seguir mintiéndoles.

Era pronto, era verdad. Pero también era cierto lo que Ross decía. No gustaba tener que mentirles a los niños, especialmente a ellos que eran tan perceptivos. Pero visto y considerando que Ross podría no querer saber nada con ella cuando se enterara, lo mejor sería esperar unos días más. Y así Ross seguramente atribuía sus nervios a eso.


El jueves por la mañana casi da un brinco cuando su teléfono comenzó a vibrar, era un número desconocido. Demelza estaba en clase y salió de prisa del aula a contestar la llamada. La profesora mirándola de reojo mientras se dirigía hacia la puerta del salón.

"H-hola?"

"Buen día, ¿hablo con la señorita Demelza Carne?"

"S-sí." – la voz le temblaba y tuvo que sujetar bien el celular pues las palmas le sudaban y se le resbalaba de las manos.

"La estoy llamando desde el Museo Regional de Truro, mi nombre es Harris Pascoe." – Dijo la voz de un hombre al otro lado de la línea.

"¿Cómo?" – No era del laboratorio. Demelza se apoyó contra la pared del pasillo, las piernas le estaban temblando, e intentó relajarse y prestar atención.

"Tenemos su currículum en nuestra base de datos, y queríamos saber si aún se encuentra en búsqueda de empleo."

"Oh… ehrm, sí. Sí." – Demelza intentó recordar si había enviado su CV al museo de Truro. Seguro lo había hecho aquella vez que envió varios juntos unas semanas atrás.

"En ese caso, quisiéramos invitarla a una entrevista."

"Oh…"

"¿Puede venir el lunes por la mañana?"

"Sí, si por supuesto."

"Muy bien. La espero a las diez, si le parece Señorita Carne."

"Por supuesto. Allí estaré."

Wow.

Cuando terminó la clase la profesora la había llamado para preguntarle si estaba bien. Demelza no le contó lo que la tenía preocupada, claro, pero sí acerca de la llamada. Y le pidió disculpas de paso por haber salido del aula durante su clase.

"Es un bonito museo, aunque en decadencia. Les vendría bien algo de sangre nueva. Sólo procura no descuidar las materias, te falta tan poco. ¿De verdad te encuentras bien?"

"Sí. Gracias por preguntar. Es que he tenido unos últimos meses terribles."

"Nada malo, espero."

"¡Oh, no! Al contrario…" - Demelza vaciló por un momento. Los últimos alumnos que quedaban en el salón acababan de irse. - ¿Le puedo hacer una pregunta algo personal, profesora Jamerson?" - dijo.

"Por supuesto."

"¿Usted tiene hijos?"

"Sí. Tres."

"Y… ¿Cómo hace para balancear su profesión y el tiempo con su familia?"

"Uhmm… no es algo sencillo. Amo mi carrera. Con los tres embarazos trabajé hasta el último momento. Con el último mis contracciones empezaron mientras estaba dando clase. Y amo a mi familia también. El tema es, como tu bien dijiste, encontrar el balance. No es siempre igual. Hay veces que trabajaba doce horas al día mientras mi marido cuidaba de los niños. Otras veces todo lo que quería era quedarme en casa a jugar con ellos. Lloré una noche entera cuando no pude ir a primer acto escolar de mi hijo mayor. Entonces me di cuenta de que eso no estaba bien, tener que elegir entre las dos cosas más importantes para mí. No tiene que ser una o la otra, debes encontrar la forma de hacerlas convivir y especialmente debes aprender a aceptar tus decisiones. Después de todo, es tu vida. Pero si se puede, tener ambas cosas. Especialmente si tienes a alguien que te ayude y te aliente a perseguir tus sueños. ¿Tú estás casada, Demelza? ¿Tienes hijos?"

"N-no."

"Me parecía. Eres muy joven todavía, tienes la vida por delante. Pero es tu vida, y puedes elegir vivirla a tu manera."

Demelza asintió. "Sí. Muchas gracias, profesora."

"Eres muy lista. Te irá bien en la entrevista, no te van a dejar escapar."

Demelza sonrió y se despidió hasta la siguiente semana. Le caía bien la profesora Jamerson, ya la había tenido en un año anterior.

Ross y los niños la estaban esperando en el estacionamiento de la Universidad para ir a almorzar.

"Tengo que preparar un trabajo." – Dijo luego de saludarlos para advertirles que estaría en la casa, pero en realidad estaría ocupada.

"Seguro. Nosotros tenemos tarea de matemáticas también." – Dijo Ross mientras ponía en marcha el auto.

"Jeremy tiene tarea de matemáticas. Yo me pondré a dibujar contigo." – aclaró Clowie.

"Pero sin molestar ni interrumpir a Demelza con tu cháchara."

"¿Qué es cháchara?"

"Qué hablas mucho."

"Yo no hablo mucho. ¡Yo no hablo mucho!"

"Y eres muy gritona." – añadió Jeremy tapándose los oídos para protegerse del alarido de su hermana.

"¿Tú no tienes que trabajar?" – Demelza le preguntó a Ross mientras de reojo vía como Clowie le sacaba la lengua a su hermano por el espejo retrovisor.

"Ya terminé por hoy. Quizás Francis me llame para preguntarme algo del proyecto de Devon. No tiene la más pálida idea."

"Y tú eres un sabelotodo."

Ross le sacó la lengua. De la misma forma que lo había hecho su hija.

Cambiaron el pub de Bert por un restaurante italiano que tenía juegos para los niños. "Tengo novedades..." - Le dijo mientras Clowie se metía al pelotero con Jeremy tras ella supuestamente para 'cuidarla' - "Bah, puede que no sea nada."

"¿Ocurrió algo?" - Ross frunció el ceño a su lado y la miró fijo por un instante, bajando ligeramente su vista un segundo después - "¿Acaso..."

"Me llamaron para una entrevista." - continuó ella.

"¿Qué?... Oh, ¡Ohhh!" - Ross exclamó y pareció relajarse.

"¿Qué pensabas...?"

"No, nada. Nada."

¿Qué rayos se había imaginado que iba a decir?

"¡Judas!" - Demelza puso los ojos en blanco y él se comenzó a reír.

"Una entrevista, decías. ¿En dónde?" - Demelza tardó un momento en retomar el hilo de sus pensamientos. No, eso definitivamente no estaba en sus planes. Ni ahora ni... bueno, no era el momento de pensar en eso. No en otros... niños. ¿Acaso estaba loco?

"Te dije que me estoy cuidando." - murmuró. Clowie la saludó desde detrás de la red del segundo nivel. Jeremy estaba corriendo por un puente colgante, definitivamente no la estaba cuidando.

"Lo sé, sólo que... la forma en como lo dijiste... ya. Dime de la entrevista." - Él seguía intentando disimular su sonrisa. Ella no lo encontraba gracioso en absoluto.

Luego de mirarlo fijamente un momento más, continuó. "En el Museo Regional de Truro. Es el lunes por la mañana. Le conté a mi profesora, dice que es muy interesante. Yo fui hace años, pero no me acuerdo mucho la verdad."

"Podríamos ir a curiosear el fin de semana... ¿Te gustaría conseguirlo?"

"No lo sé. Me gustaría adquirir experiencia, sí… Pero sería agregar otra cosa más, ya de por sí tengo poco tiempo."

"Pero esa era tu idea para cuando volvieras aquí. Estudiar y conseguir un empleo en tu área." - Ahora era Jeremy quien los saludaba, los dos movieron sus manos en su dirección.

"Lo era, pero otras cosas aparecieron en el camino. Igualmente, no quiero adelantarme. Puede que sea un lugar horrible o que no me contraten. Ya veré el lunes."

"Yo te llevo."


Ross se quedó esperándola en el auto mientras ella tenía su entrevista. Habían ido al museo durante el fin de semana, era pequeño, pero con varias salas abarrotadas de objetos de todo tipo. Una con un par de vestidos de época que le había llamado mucho la atención a Clowie y una sala de exposiciones que en ese momento se utilizaba como depósito. Todo parecía estar cubierto por una capa de historia, y una gruesa capa de polvo también. Le encantó.

Demelza cruzó la calle dando pequeños brincos, había estado nerviosa toda la semana. Aún no tenía novedades de los resultados del test de ADN, pero al menos Ross asumía que su ansiedad era por la entrevista también, sumado a lo que le había dicho días atrás.

No lo había vuelto a repetir. Ni que debían contarle a Jeremy y a Clowie sobre ellos, ni sobre lo otro que había dicho – o pensado – en el restaurante. Más vale que no lo dijera en voz alta. Él había estado ocupado también, asesorando a su primo, poniéndolo al corriente de todo lo relacionado con Devon.

"¿No quieres seguir tú con el proyecto? Has trabajado tanto en él…"

"No. Me quiero desligar completamente de la empresa. Ya no me resulta interesante seguir…"

"Pero Devon era tu proyecto, tu idea. ¿Seguro no lo quieres ver realizado? Devon no está tan lejos…" – insistió. Estaban en la cama mirando o intentando ver una película. Ross con su brazo estirado bajo su cabeza, y ella mirándolo a él en vez de al televisor.

"¿Quieres que me vaya? ¿Es eso?"

Ella dio un pequeño empujón a su pecho y chistó.

"Chist… no es eso. Creí que ese proyecto era importante para ti, que querrías dirigirlo hasta que estuviera completo."

"Así era, pero ya no. Estoy cansado de todo eso. No me había dado cuenta antes…"

"¿Seguro que no es porque te estás… escondiendo?"

"No me estoy escondiendo. Es… lo que quiero. Ya encontraré algo que hacer aquí. En realidad, estuve pensando en tu idea, convertir Nampara en un hotel."

"¿Mi idea?"

"Sí. Lo dijiste cuando fuimos ¿Recuerdas?"

¿Eso había dicho?

"Oh. Mmmm… no me acuerdo. Pero puede ser, es una pena que esté deshabitada."

"Requerirá muchas reparaciones y habría que agrandarla. Zacky tendría bastante trabajo. Y Jinny podría trabajar allí también…" - Demelza estaba presionando los labios contra su mejilla antes de que terminara de hablar, abrazándolo fuerte. Judas. Tenía un nudo en el pecho. ¿Se enojaría? ¿Se enojaría mucho con ella cuando le dijera lo que hizo? - "¿Me ayudarías? A elegir la decoración. Harán falta cuadros, me gusta la idea del salón de eventos. Habrá que decorarlo todo en realidad."

"¿Quieres que vuelva a trabajar para ti?"

"No. Pensé… bueno, no sé. Pensé que te gustaría hacerlo, elegir arte y objetos antiguos. Y que lo podrías hacer porque… porque eres mi… pero no tienes que hacerlo si no quieres."

"Estaría encantada de hacerlo, Ross." - Sintió una lágrima bailar en su retina, pero la disimuló dándole otro beso. Estaba vez él giró su rostro y ofreció sus labios. "Porque soy tu novia, ¿no es así?"

"Sip." - Ross se puso de costado, y con el brazo debajo de su cuerpo y el otro alrededor la envolvió entera. Su corazón latía frenéticamente en su pecho. No quería perder esto. No quería perderlo a él. Ella lo rodeó con sus brazos también. Por unos minutos pensó en no decirle nada. En qué cuando llegara el resultado no le diría, no tenía por qué enterarse. Pero en el fondo sabía que debía decírselo.

"¿Cómo te fue?" – le preguntó apenas subió al auto y se ponían en marcha.

"Creo que bien." Le había ido muy bien en realidad. El hombre que la entrevistó, Pascoe, era un sesentón y le había caído muy bien. Era el curador del museo y extremadamente amable. – "El lugar es increíble. Bueno, increíble si te gustan los objetos antiguos como a mí. Tienen un depósito que no vimos el otro día lleno de objetos y pinturas sin clasificar que la gente dona al Museo. Me encantaría poder catalogar todo…"

"¿De eso se trata el trabajo?"

"No, bueno. El empleo no lo es tal. Sería más parecido a una pasantía. Haciendo un poco de todo…"

"¿Y el sueldo?"

"Horrible. Están buscando a alguien para que se interiorice en el trabajo porque una de las señoras se va a jubilar a fin de año. Así que hasta entonces el trabajo sería solo por medio día y el sueldo apenas alcanza para cubrir viáticos."

"Pero te gustaría trabajar aquí…" – afirmó él – "Te encantó cuando vinimos el otro día. Ya tenías ideas para mejorarlo, de seguro serías una gran adquisición para ellos."

"Sí, pero… no ganaría nada."

"Creí que querías experiencia."

"Sí. Me encantaría trabajar allí, no digo que no, pero… todavía tengo que pagarte lo de la Universidad…"

"Demelza…"

"No, Ross. Tengo que hacerlo."

"No. No tienes que hacerlo. Y menos ponerlo como excusa para no aceptar un trabajo que te gustaría hacer. Me harías sentir culpable…"

Demelza miró por la ventanilla a los campos que se abrían a medida que avanzaban. Las sombras de las nubes pintaban diferentes colores sobre el césped y las siembras. Irónicamente, pensó que si Ross no estuviera y ella tuviera que seguir pagando su crédito no podría aceptar el empleo. No sería suficiente el dinero para mantenerse y pagar la universidad.

"Nunca te agradecí, por haber cancelado la deuda…" - Dijo volviéndose hacia él.

"No tienes por qué agradecerme. Debí habértelo consultado antes…"

"Sí, pero gracias igualmente."

El auto dobló en casa de los Martins y permanecieron en silencio mientras recorrían lo que quedaba de camino calle arriba antes de llegar a la casita. Ross maniobró para estacionar su gran auto en el garage y se desabrochó el cinto.

"Cariño…" – Dijo volviéndose hacia ella. "Hay algo que vas a tener que aceptar de mí, y es que tengo dinero." – Ella dio vuelta los ojos. Ross se rio. – "Lo digo en serio. Aunque no trabaje más en la empresa, aún tengo las acciones que dan dividendos y el hotel en Londres."

"Tú, quizás. Pero yo no."

"Lo que es mío, es tuyo."

"Ross, no digas estupideces."

"No digo estupideces, Demelza. Mira, sé lo que piensas respecto a esto, me lo has dicho muchas veces y yo… te amo por eso. Y te respeto. Admiro la mujer que eres, lo que quieres para tu vida. Quiero que consigas tus objetivos. Y quiero apoyarte, ayudarte si es que puedo hacerlo en lo que sea. Y si eso incluye darte estabilidad económica para que tú trabajes en lo que deseas, puedo hacerlo. Quiero hacerlo. Te amo, Demelza. Y quiero que seas feliz…"

Judas. Judas. Judas.

"Ross…" – el labio inferior le temblaba. – "No es solo eso por lo que no estoy segura de aceptar el empleo."

"¿Qué otra duda tienes?"

"Últimamente, todo ha cambiado tan rápido y parece que no tengo un minuto de respiro. Y si acepto el empleo será una cosa más que me quitará tiempo… me quitará tiempo de estar contigo. Con ustedes."

"Ya veo." – susurró Ross y volteó su mirada hacia el frente. Demelza aprovechó para limpiar una lágrima que había escapado y respirar. Una larga bocanada de aire que la ayudara a tranquilizarse. Puede que no fuera el trabajo lo que la alejara de ellos, quizás sus días ya estaban contados de todas formas. – "Es tu decisión…" - Ross dijo a su lado. – "...pero podría haber una solución para ello. Podrías mudarte definitivamente aquí. Dejar de estar yendo y viniendo y dejar de ocultarnos. Eso te quitaría un gran peso de encima. Me gustaría decirles a los niños sobre nosotros. Que te amo, y que juntos, los cuatro, podemos ser una familia como la que no han tenido desde que murió su madre. Pero depende de ti, por supuesto. Sé que es mucho, pero… es lo que me gustaría y creo que te ayudaría a ti también."

Ser una familia. Las palabras parecieron acariciar todo su ser y llenar su alma. Y en ese instante Demelza se dio cuenta de que eso era lo que ella quería también, sobre todas las cosas. A Ross, a Clowie y a Jeremy. Su familia.

Cuando se dio cuenta lo estaba abrazando con todas sus fuerzas. Y él a ella.

Y entonces su teléfono sonó. Era el mail del laboratorio.