Retrato 58

DEMELZA

"¡Demelza!" – escuchó que alguien la llamaba entre el amontonamiento de gente.

El pequeño museo de Truro estaba abarrotado. La feria Navideña era todo un éxito, y puede que hayan subestimado la cantidad de gente que iría. Incluso los vendedores y artesanos estaban sorprendidos de las buenas ventas y muchos preocupados de quedarse sin mercadería para el resto de la tarde. Ella estaba encargada de la exposición en la galería. Mostrando y explicando los cuadros de los artistas locales a quien estuviera interesado, y llevando el libro de las ofertas. Ya se habían asegurado unos cuantos miles de libras…

"¡Caroline!" – Exclamó cuando de entre el tumulto emergió su amiga sonriente y con brazos estirados para darle un abrazo que ella reciprocó. – "Estoy tan contenta de que pudieras venir…"

"No me lo perdería por nada del mundo. ¿Así que este es tu 'pequeño' museo? ¡Me dijiste que no venía mucha gente y el lugar está por explotar!"

"A la gente le encantó la idea de la Feria Navideña… ¡Tío Ray!"

"Hola, querida Demelza. Que alegría verte. Y te felicito por tu nuevo empleo. Caroline me mantuvo al tanto, pero no me contó de este éxito…"

"Gracias. Nosotros también estamos sorprendidos, no esperábamos tanta gente."

"Y estos cuadros, son muy impresionantes. ¿Puedo pasar a verlos?"

"Sí, . Por supuesto. Son todos de artistas locales. Algunos han estado en el depósito del Museo durante años, otros son contemporáneos. Pero la temática de todos es Cornwall. Sus playas, los acantilados, las minas, casas, campos… quisimos dedicar la muestra a nuestro hogar…"

"Muy impresionante en verdad." – afirmó él Tío Ray observando a su alrededor. La galería estaba llena de gente también, aunque no tan repleta como la feria o el salón con la exposición de vestidos de época.

"Tal vez puedas elegir alguno para tu casa, tío." – Insinuó Caroline. Demelza la miró torcido.

"No hace falta que compre nada, puede observarlos sin compromiso."

"No te preocupes, niña. Siempre me gusta apoyar el talento local. Si encuentro algo que me agrade, haré una oferta."

Caroline sonrió complacida a su lado.

"Muy bien, adelante entonces. Cualquier duda que tenga, me llama."

"Va a comprar algo." - Le aseguró Caroline mientras su tío se adentraba en la galería y comenzaba a inspeccionar uno de los cuadros.

"Sí, pero no quiero que se sienta obligado."

"No conoces al tío Ray si crees que puedes obligarlo a algo." – las dos rieron.

"¿Y cómo esta Dwight? ¿No pudo venir contigo?"

"Está bien, trabajando para variar. Pero vendrá el veinticuatro por la mañana para pasar Navidad aquí. En Año Nuevo iremos a visitar a su familia."

"¿Los vas a conocer al fin?" - Preguntó. Caroline había estado nerviosa durante meses por el hecho de que Dwight no la presentaba a su familia.

"Sí, al fin. Y ahora estoy algo ansiosa… ¿Qué tal si no les caigo bien?"

"Caroline… ellos te van a adorar."

Demelza escuchó una vocecita llamarla otra vez.

"¡Demelza!..." - Clowie se prendió a sus piernas antes de que ella tuviera oportunidad de reaccionar.

"Hola, cariño." - La niña levantó sus bracitos y ella la alzó para darle un beso en la mejilla. – "Mira quien está aquí."

A Clowie se le iluminaron los ojitos cuando se dio cuenta de que su amiga estaba allí.

"¡Tía Caroline!" - Exclamó, y se estiró hacia ella. Su amiga la atajó con algo de torpeza, no acostumbrada a cargar niños. Se rio con deleite cuando Clowie la besó en la mejilla a ella también.

"¡Oh! Hola, Clowie."

"¿Quieres venir a tomar el té con nosotras?"

"Sí, Caroline. Clowie te ha estado esperando con ansias para que salgamos a tomar el té. Ya tenemos un lugar ¿no es así, Clo?" - la pequeña asintió.

"Me encantaría. Estaré aquí toda la semana, así que cuando quieran…"

"¡Demelza!" – ahora fue Jeremy quien apareció entre la gente. – "¿Dónde está Hugh?"

"Hola, ¿no?" – Demelza lo besó sobre los cabellos, el niño sonriéndole sin rechazarla. – "Mira quien está en Cornwall..."

"Ah, hola, Caroline" – Jeremy la saludó a Caroline y volvió a mirarla a ella.

"Hugh está en el patio preparando los instrumentos."

El niño salió corriendo hacia afuera sin más. Más tarde habría un pequeño concierto en el patio del museo, y Jeremy era el tecladista. Había estado practicando durante semanas.

Pronto escuchó otra voz también. Ross se había quedado conversando con el Señor Pascoe y los dos se acercaban a ellas. Sintió sus mejillas ponerse tibias cuando sus miradas se encontraron. Ojalá no se hubiera puesto colorada. ¿Por qué seguía reaccionado así cuando ya todo el mundo sabía que era novios?

Él no parecía menos afectado, una sonrisa se pintó en sus labios con cada paso que daba hacia ella.

"… y estaríamos muy complacidos en exponer más de sus obras. Demelza me enseñó las fotografías y si tiene algo contemporáneo, también…" - venía diciendo en Señor Pascoe. Demelza le había enseñado imágenes de las pinturas que estaban guardadas en Nampara. Había pasado un día entero clasificándolas y guardándolas en cajas nuevas para su mudanza a la casita. Ya no podían permanecer en Nampara cuando comenzara la obra para la construcción del hotel.

Ross volvió a mirarla con una sonrisa pícara cuando estuvo a su lado y dio un beso cerca de sus labios, parándose junto a ella. Rozó su cintura antes de tomar su mano.

"Hola, Caroline. No sabía que habías llegado." – Le dijo a su amiga.

"No quería perderme el evento…"

Demelza presentó a Caroline al Señor Pascoe, y señaló al tío Ray que estaba muy concentrado contemplando una pintura. La de Ross, de hecho. Su jefe se apresuró a ir a su lado a asistirlo.

"Ross, no sabías que eras un artista…"

"No lo soy. Pero aparentemente lo fui en algún momento, acorde a tu amiga y al Señor Pascoe." Respondió él. Ella estrechó su mano.

"Es un pintor muy talentoso. Ya recibimos tres ofertas por su cuadro…"

"¿De verdad?" – Preguntó él sorprendido.

"Sip. ¿Quieres que vayamos a ver los cuadros, Clowie?"

"Yo iré a ver al tío Ray, creo que está por hacer una oferta…"

Mientras ella iba a ver también que estaba por hacer el tío Ray, Ross fue con Clowie a buscar a Jeremy que seguramente estaba ayudando a Hugh con el equipo. Se llevaban muy bien esos dos, y el niño estaba muy entusiasmado con todo lo referido a la música. Había aprendido a tocar muy bien el piano y algo de guitarra también. Ensayaba en el coro y dos veces por semana con su amigo, que lo había invitado a tocar con él en la presentación en el museo. Y todo el tiempo que Jeremy pasaba con Hugh había obligado a Ross a pasar tiempo con él también, pues ella estaba en la Universidad durante la hora de sus clases. Y lo que al principio era una relación de compromiso y con algo de recelo, se había transformado si no en una amistad, en una relación de mutuo respeto. Y ella estaba complacida por ello, porque Ross se llevase bien con su mejor amigo.

Cuando volvieron a la galería comenzaron a ver los cuadros. A Clowie le llamaban mucho la atención y preguntaba esto y aquello y le daba mucha curiosidad su trabajo. También estaba desesperada por ir a ver los puestos de la feria, y por comprar un dulce para comer. Pero se quedó a upa de ella mientras observaban las pinturas.

"Miren, este es el de papá."

"¡Wow!" – exclamaron los dos sorprendidos. Demelza había elegido uno de los cuadros mas grandes, con un paisaje de un acantilado y una mina en frente y el mar de fondo.

"¿Tu hiciste esto, papá?" – Preguntó Clowie.

"Sí. Hace muchos años. ¿Te gusta?"

"Sí, es muy hermoso… Papá ¡puedes pintar nuestra habitación!"

"¡Sí!" – Exclamó Jeremy también mientras Demelza se reía. – "Puedes dibujar una guitarra en la pared…"

"No, un bosque con flores…" - sugirió Clowance.

"¡No!"

"¿Qué tal un bosque para ti y algo más musical en el altillo cuando sea tu habitación, Jer?" - Sugirió ella.

"¡Hey!" – Exclamó Ross. Pero flaqueó al ver la carita con la que los tres lo miraban y no pudo más que acceder a sus pedidos. "… está bien. Cuando terminemos de ampliar nuestra casa, pintaré las habitaciones."

"¡Siii!" – gritaron los tres al unísono, ocasionando que la gente de alrededor se volteara a verlos.

Cuando pararon de reírse se detuvieron frente a otro cuadro. Más pequeño que el de Ross, pero del mismo estilo.

"Miren este, niños. ¿Saben quién hizo este?"

Los dos pequeños lo contemplaron un momento y negaron con la cabeza.

"Lo hizo su mamá." - Les dijo. Clowie giró su cabecita hacia ella y Demelza asintió.

"Era muy talentosa también."

"¿Ella pintaba?" – Preguntó Jeremy.

Demelza lo miró a Ross y le ofreció una sonrisa alentadora. Ross se arrodilló junto a su hijo.

"Sí, y era muy buena. Aunque sus mejores trabajos los hizo cuando estaba embarazada de ti."

"¿De verdad?" – Ross asintió. Jeremy volvió su mirada al cuadro, inspeccionándolo en detalle. De repente estiró su manito como para tocar las pinceladas, pero se detuvo a unos centímetros y se giró hacia ella. – "¿Puedo tocarlo?"

"Sí quieres, cariño. Es tuyo, de ustedes. Este cuadro no está en venta, solo en exposición para que la gente lo vea y admire el trabajo de tu mamá. Papá tiene razón, era muy talentosa y hay muchos otros cuadros que son suyos ahora que su mamá pintó." - Demelza sintió a Clowie apretar sus manitos en sus hombros, pero la estaba escuchando atentamente. Siempre hacía lo mismo cuando hablaban de su madre, se prendía a ella. Demelza besó su mejilla y le sonrió, intentando que ella entendiera cuanto la quería también. Que porque estuvieran hablando de su mamá, la mamá que la dio a luz, no significaba que ella no la quería de la misma forma. Porque lo hacía, los amaba a los dos como si fueran sus propios hijos. Pero también sabía que no debían olvidar a Regina.

"Me acuerdo… me acuerdo de ella pintando conmigo." – susurró el niño mientras sus dedos flotaban sin tocar sobre el óleo. Ross colocó una mano sobre su hombro.

"Tienes su talento, y Clowie también. Estoy seguro de que le gustaría mucho verte tocar hoy, así que nada de estar triste ¿?"

El pequeño sacudió la cabeza, le sonrió y luego se giró hacia ella y su hermana y les sonrió también.

"Gracias por poner el cuadro aquí, Dem."

"De nada, cariño." – Demelza pasó su brazo por sus hombros y lo besó en la mejilla también. – "Esta es una muestra de artistas locales, y los cuadros que pintó tu mamá se merecen estar aquí. Guardaremos los demás para cuando tú y tu hermana sean grandes y decidan qué hacer con ellos."

"Pero puedes ponerlos aquí para que la gente los vea tmabién."

"Gracias, cariño. Lo haremos…"

"¿Y el de papá si se vende?" – Preguntó Clowie.

"Sí. Ya hubo algunas ofertas. Hoy se convertirá en un pintor profesional." – bromeó y Ross puso los ojos en blanco.

Pero no estaba muy equivocada. El cuadro de Ross era el que más ofertas tenía y terminó vendiéndose por once mil libras. Fue el tío Ray quien lo compró y le dio mucho gusto que el artista estuviera allí poder preguntarle donde lo había pintado y cuando. Luego se dio cuenta que era el hijo de Joshua Poldark, a quien había conocido en su juventud y eso lo entusiasmó más todavía. Y cuando se enteró que era su novio le dio una gran palmada en la espalda felicitándolo y los invito a almorzar en Navidad en su casa. Ross, rápido de reflejos, agradeció la invitación y se disculpó de no poder ir pues ya había hecho planes con su familia, pero los invito a él, a Caroline y a Dwight a que fueran por la tardea su casa de Portwenn.

"¿Conoces al doctor Enys, muchacho?"

"Es mi mejor amigo."

"¡Ja!"

El primer recital de Jeremy fue todo un éxito. Él en el teclado, otro joven en la batería y Hugh en guitarra y voz, habían hecho covers de canciones conocidas y algunas canciones de navidad. Pero fue Jeremy quien se robó los aplausos, pues se lo veía mucho más pequeño que los demás y se lució de verdad. Ross estaba muy orgulloso, juraría que lo vio limpiar una lágrima durante el concierto. Ella rodeó su cintura mientras intentaba filmar y sacar fotos, Clowie estaba arriba de los hombros de su padre para poder ver.

Había sido una hermosa tarde de sábado previa a la Navidad. Los artesanos habían vendido casi todos sus productos, y ellos habían vendido varios cuadros también, el de Ross incluido. La atmósfera de las festividades se respiraba en el ambiente y al finalizar el Señor Pascoe había deseado Felices Fiestas a todos y agradeció a los concurrentes y a quienes habían ayudado a organizar el evento, especialmente a Demelza quien había tenido la idea. Sus mejillas se pusieron coloradas cuando ella se ganó un aplauso también. Y cuando llegó a casa, Ross y los niños la habían abrazado y besado. Bueno, eso no era algo fuera de lo común, pero aun así se sentía especial cada vez que lo hacían.

Era algo que Ross se había inventado aquella noche cuando les contaron a los niños sobre su relación. Después de la reacción de Jeremy, cuando los cuatro estaban acurrucados en la habitación de los niños y una vez que se habían secado las lágrimas, Ross se había estirado hacia ella aplastando a Clowie y a Jeremy en el proceso. "Todos abracemos a Demelza, porque la queremos mucho." - Clowie la había besado en su mejilla, casi ahorcándola con sus bracitos regordetes, y Jeremy la había abrazado también. Los cuatro habían caído riendo entrelazados sobre la camita. Así que ahora todo lo que Ross tenía que decir era "abracemos a Demelza." Y los tres se prendían a ella. Los amaba con toda su alma.

Ross no dejaba de sorprenderla. Aunque no tenía ni punto de comparación a ninguna de sus relaciones anteriores, no podía dejar de pensar lo afortunada que era. ¿Cómo era que el destino lo había puesto en su camino? Todavía no podía terminar de entenderlo. Lo mucho que había cambiado, crecido. Y al mismo tiempo parecía haber rejuvenecido, y ese Ross taciturno y malhumorado que conoció cuando llegó a su hogar ahora se había convertido en un padre devoto y en un novio tierno, comprensivo y… apasionado. Estaba loco por ella, y ella por él. Y el miedo que la atormentó alguna vez, ahora le parecía una tontería. Porque como una vez todo lo que quería era luchar por sus objetivos y su carrera, ahora además quería luchar por su familia y porque ellos fueran felices. Y sabía que Ross quería lo mismo.

Prueba de ello fue que, a la mañana siguiente luego de desayunar, Ross los cargó a los cuatro en el auto sin decirles adonde iban. O sea, en su pequeño auto, que Ross utilizaba cada vez que podía porque era mucho más cómodo que su monstruosidad de BMW.

Demelza se dio cuenta adonde iban cuando pararon frente a una florería. Ross la miró fijamente por un momento antes de darse vuelta para hablar a los niños. Ella lo tomó de la mano para darle su apoyo.

"Niños… durante el último tiempo hemos estado hablando mucho de mamá ¿no es así?" – Clowie asintió, Jeremy lo observó con intriga. – "Pues, pensé que tal vez querrían ir a visitarla y llevarle un ramo de flores."

"¿A visitarla?" – Preguntó Clowie mirándola a ella.

"¿Al… cementerio?"

"Sí, Jer." – Le respondió Demelza.

"Si ustedes quieren."

Los dos pequeños se miraron como si se estuvieran comunicando sin hablar. Por un momento le extrañó que Jeremy no estuviera inmediatamente de acuerdo, pero luego entendió por qué.

"¿No le va a dar miedo a Clowie?" – Preguntó.

"No hay nada que temer. Mamá y la abuela descansan en el cementerio de una pequeña iglesia junto al mar. Es un lugar muy pintoresco…"

"Nunca fui a un cementerio…" - añadió Clowie.

"Yo estaré siempre contigo, Clo. De verdad, no hay nada que temer." – Le aseguró ella.

"No tenemos que ir hoy. Podemos ir cuando ustedes quieran…"

"No. Yo quiero ir."

Ross no mentía cuando les dijo que el lugar era pintoresco. Parecía una de esas típicas postales de Cornwall. Acantilados, playa, el viento salado soplando en sus caras. El sol sobre ellos que no los llegaba a calentar pero entibiaba sus mejillas, el ruido de las olas, y una pequeña iglesia gris que parecía tallada en una roca. Jeremy y Ross caminaban tomados de la mano adelante, Jeremy sosteniendo el ramo de flores que había escogido. Ella iba atrás con Clowie a upa, que también sostenía un ramito. La niña mirando hacia atrás. La notaba temerosa de lo que podría encontrar, jamás había ido a un cementerio y por un momento pensó que se querría quedar en el auto, pero se bajó sola y se prendió a ella nada más.

Ross miró hacia atrás un par de veces para ver como estaban, pero ella le hizo señas de que se enfocara en Jeremy. Era más grande y evidentemente ese momento era importante para él.

Clowie se enderezó en sus brazos observando con curiosidad cuando ingresaron al cementerio que estaba atrás de la iglesia. Algunas de las tumbas tenían cientos de años, otras eran más nuevas, pero no daba una impresión tenebrosa. Más bien daba una sensación de tranquilidad, y Clowie dejó de ocultarse.

Ross se detuvo frente a dos tumbas elegantes con lápidas de piedra. Demelza leyó claramente aún desde la distancia uno de los nombres tallados: Regina Poldark.

Jeremy se quedó quieto frente a ella. Ross apoyó su brazo en su hombro, y Demelza se apresuró a pararse a su lado y tomó su manito.

Al final, fue Clowie quien se escabulló de sus brazos y fue la primera que se acercó a dejar las flores en un pequeño florerito que estaba vacío sobre la tumba. Ella la ayudó, cuando terminaron la pequeña fue a tomar la mano de su hermano.

"¿Vas a dejar las flores, Jer? ¿Quieres que te ayude?" – le preguntó. Y alentado por su hermana, Jeremy dio un paso al frente y dejó las flores que había elegido para su mamá. Ella se ocupó de acomodarlas para que quedarán bonitas y sacó algunas hierbas que habían crecido y estaban trepando a la lápida. Cuando terminó Jeremy la estaba esperando, y como hacía su hermana habitualmente, levantó sus brazos hacia ella.

Jeremy ya estaba muy grande para que ella lo levantara en brazos, así que Demelza lo estrechó contra su pecho y besó su cabeza.

Cuando se despegaron, tomó su carita en sus manos. Jeremy no estaba llorando ni ella tampoco, pero sus dedos igualmente acariciaron sus mejillas. "Ella está muy orgullosa de ti, Jer. Y cuando quieras venir a visitarla, me lo dices y yo vendré contigo. Todas las veces que quieras. Tu mamá te amaba, y yo también…"

"Lo sé… yo también te quiero mucho, Demelza."


La mañana de Navidad encontró a Demelza, Ross, Jeremy y Clowance durmiendo en la gran cama de la habitación principal. Cada uno con un grueso pijama de color rojo y estampado blanco navideño que ella había comprado especialmente para esa ocasión con las ganancias que obtuvo de la venta del cuadro de Ross. Él siguió con su postura de que sus obras eran de ella, y por lo tanto no quería ni un penique, así que aprovechó para comprar regalos, vajilla y comida y esos tontos pijamas que le hacían recordar a las familias de los comerciales de Navidad, todos vestidos iguales. A Clowie le había encantado la idea, y fue ella quien convenció a su hermano y a su padre de ponérselos también. Aunque sospechaba que Ross se había negado en un principio solo para llevarle la contra.

Pero ahí estaban. Cuatro personas ridículamente vestidas durmiendo en una misma cama, esperando su primera Navidad juntos.

Demelza lo había escuchado a Ross levantarse a mitad de la noche para colocar los regalos bajo el enorme árbol que su hermano les había llevado y limpiar el plato con leche y galletas que Clowie había dejado para Santa. Aunque por el tiempo que se tomó, era probable que se hubiera comido las galletas el mismo. Ahora dormía también junto a ella, allí se había acostado cuando volvió.

Todavía estaba oscuro cuando Clowie se movió a su lado y levantó su cabeza despeinada de la almohada. Aunque ya eran casi las siete de la mañana, el sol tampoco se había levantado todavía. Con un ojo entreabierto para que no se diera cuenta que ya estaba despierta, la observó mirar alrededor. A su hermano a su lado, y en dirección a ella y a su padre que dormía con una mejilla apoyada en su hombro. Intentando no despertar a nadie, salió de debajo de las mantas y gateando hacia atrás, se bajó de la cama por los pies. Tardó un momento en encontrar sus pantuflas, Demelza la vio agacharse bajo la cama. Pero cuando las encontró no se las puso, para no hacer ruido pensó, y salió por la puerta entreabierta de la habitación con su pijama rojo y una pantufla en cada mano.

"Mmm... ¿ya está despierta?" - susurró Ross en su oído y cruzó su brazo sobre su cintura.

"Si..."

"¿Qué hora es?"

"Creo que las siete."

Ross gruñó un poco más junto a su oído, y se puso totalmente de costado para abrazarla bien y besar su mejilla. Demelza sonrió, Jeremy aun dormía y cerró los ojos disfrutando de ese momento, entrelazando sus dedos en los de él.

El momento de tranquilidad no duró mucho. Poco después, la escuchó a Clowie subir las escaleras de nuevo y la vio entrar de prisa a la habitación y dirigirse a su hermano a quien despertó sacudiéndole un brazo.

"Jeremy... ¡Jeremy! Santa ya vino... hay un montón de regalos... ¡ven!"

Unos días atrás, había tenido una conversación muy seria con Jeremy acerca de la existencia de Santa Claus. "Yo ya soy grande, Demelza. Sé que Santa no existe." - le había dicho. Ella pretendió estar sorprendida por la noticia. "Pero no le diré nada a Clowie, no te preocupes... y si puedes, le dices a papá que quiero un órgano." - añadió. Se había reído de lo lindo cuando su hermanita le hizo escribir una carta a Santa a él también. "Así Santa se entera que quieres un piano." - había bromeado ella. Ambos dejaron sus cartas en el buzón que habían preparado en el museo y ahora un órgano envuelto en papel de regalo lo estaba esperando bajo el árbol. Las cartas a Santa funcionaban, nadie le haría creer que no.

Unos minutos después, Ross y ella estaban sentados en el sofá con una taza de café caliente en mano mientras los niños inspeccionaban los regalos. La carita de Jeremy se iluminó cuando vio un gran paquete alargado, ella le guiñó un ojo. Hugh le había aconsejado a Ross que instrumento comprar y Jeremy saltó de alegría al ver la caja. Toda la felicidad de esos últimos días, la atmosfera contagiosa de las fiestas, la sensación familiar y de unidad, pareció llegar a su pico esa mañana. Demelza, sin poder dejar de sonreír, terminó su café y se acurrucó contra Ross quien sacaba fotos con su teléfono.

"Toma, papá. Este es para ti." – Después de abrir su primer paquete que contenía una muñeca, hermana de Demi, Clowie le llevó un regalo a su papá.

Era un pulóver de lana con un gran reno con nariz roja bordado en el frente. Jeremy lo había elegido, y a ella le había hecho mucha gracia.

"Me lo puedo poner sobre el pijama…" Dijo al abrirlo. Y Clowance le pidió que lo hiciera de inmediato. – "Gracias, Santa."

"Este es para ti, Demelza." – Jeremy le trajo un pequeño paquetito. Intrigada, Demelza lo abrió con cuidado. Era una pequeña cajita blanca. Por un momento, su corazón comenzó a latir a toda velocidad. Lo miró a Ross, pero él no parecía particularmente conmovido.

"Es de los niños…" - murmuró.

Ahhh…

Así que los nervios pasaron.

"Oh… son preciosos…"

"Santa necesitaba ayuda, así que yo y Jeremy y papá te los compramos." – Le explicó Clowie. Ella ya se estaba desabrochando la pulsera para colocarle los nuevos dijes.

"Explícale que son…" - la alentó Ross, aunque estaba muy claro.

"Este es un libro porque… porque nos ayudas a hacer las tareas…"

"No, es porque este es su último año de Universidad." – la corrigió Jeremy.

"¡Ah, sí! Porque es tu último año de Universidad. Este corazón es porque te queremos…"

"Porque te queremos cada vez más…" – intervino Ross. Este corazón, a diferencia del que ya le habían regalado antes, era de plata y estaba hermosamente tallado y tenía una piedra rosa en el centro.

"Y este…" – continuó Clowie – "... somos nosotros, una familia."

Delicadamente tallado en el pequeño dije, había cuatro figuras, un hombre y una mujer, y dos pequeños, niño y niña.

"¿Te gustan?"

Demelza contemplaba los nuevos dijes que colgaban de la pulsera que ellos mismos le habían regalado meses atrás, en el que fue su último día trabajando en Nampara. ¡Judas! Parecía que había pasado toda una vida desde entonces.

"¿Si me gustan? ¡Me encantan! Gracias, mis pequeños…" - Dijo y los abrazó a ambos. Sintió la mano de Ross en cuello y se estiró para abrazarlo a él también.

"Sigamos abriendo regalos…" - Dijo el que no creía en Santa Claus luego de unos minutos. Ella le había encargado por Amazon un juego para la Switch, también asesorada por Hugh, y una maleta llena de pinturas, acuarelas y pinceles para Clowie a quien le encantó y comenzó a probarlos de inmediato. Algo similar le había comprado a Ross…

"Esto es de mi parte…" - murmuró cuando sus hijos le dieron el regalo. – "Eres muy complicado para comprarte regalos ¿sabes?" Porque material, no le hacía falta nada. Igualmente, Demelza creía que se le había ocurrido un buen regalo…

"No tenías que comprarme nada, me puedes dar mi regalo por la noche…" - le susurró al oído. Claro, eso también.

Pero aun así, Ross sonrió ampliamente cuando abrió el paquete. Demelza había comprado varios pinceles y óleos para el artista. Él se rio cuando lo llamó así.

"Hablando de eso, tienes un regalo más. Esta allí atrás, ¿Jeremy le ayudas a Clowie a traerlo?"

Demelza lo miró de reojo mientras los niños prácticamente se metían de cabeza bajo el árbol y sacaban una caja envuelta en papel rojo con hojitas de muérdago. "¿Qué es?" – Preguntó sin poder contener la intriga.

"No sé." – respondió Jeremy y puso la caja sobre sus rodillas.

"No sé si te va a gustar…" – Ross empezó a moverse nervioso a su lado. ¿Qué rayos le había comprado?

Demelza tiró del moño y levantó la tapa, los niños se habían quedado de pie a su lado intrigados también. Lo que fuera que hubiera en esa caja estaba cubierto por pequeñas bolitas de poliestireno blancas que hicieron brillar los ojos de los niños y seguramente terminarían esparcidas por toda la sala.

Lo volvió a mirar a Ross antes de meter la mano y sacar lo que parecía… un cuadro.

"¡Wow!" - exclamaron los niños, pues el frente daba hacia ellos.

Demelza giró el canvas hacia ella y lo vio.

Se vio a ella misma. La miraba desde el retrato que sostenía entre sus manos.

"¡Te quedo genial, papá!" - Dijo Jeremy, y sintió como tomaban la caja con bolitas de sobre sus piernas y volvían a sus regalos.

Ella contemplaba el retrato sin poder decir palabra.

Era… hermoso. Eso sonaba muy egocéntrico, pero no era eso lo que quería decir. Era hermoso en su dedicación. Cada pincelada, el tono de los colores, su cabello naranja como hojas de otoño. No podía dejar de mirarlo. Y él se había tenido la dedicación de pintarlo para ella…

"¿Cuándo hiciste esto?" – preguntó al fin. Le debió llevar mucho tiempo.

"Lo hice mientras los niños estaban en el colegio antes de que te mudaras, y a lo último mientras estabas en la universidad… No sé en qué estaba pensando, fue una tontería…" – Dijo inseguro.

"¿Qué es lo que dices, Ross? ¡Me encanta! Nunca me imaginé que alguien podría…" – pero las palabras quedaron trabadas en su garganta. – "… hacer algo tan bonito para mí." Pudo terminar de decir con voz temblorosa. – "Gracias… Gracias por todo, Ross."

"No tienes nada que agradecer, tú sacas lo mejor de mí y pensé… recordé aquella vez que viste el retrato de la madre de los niños en Nampara y dijiste que ella debió sentirse muy feliz porque yo le hubiera pintado su retrato. Bien, no sé si ella fue feliz, pero yo quiero hacerte feliz a ti."

"Y lo haces. Todos los días. Te amo, Ross."

"Y yo te amo a ti, Demelza... Feliz primera Navidad."

Con el retrato aún en sus manos, Ross se inclinó para besarla. Esa fue, hasta entonces, la Navidad más feliz que había vivido. Y aún faltaba que por la tarde fueran a visitarlos Caroline, Dwight y el tío Ray. Ella había invitado a su hermano Drake que también dijo que iría, y a Hugh. Los Martin seguro que irían a saludar también. Y Ross, Jeremy y Clowie. Su familia entera.