EL PRÍNCIPE OSCURO


Disclaimer: Esta historia no me pertenece, es una saga para el fandom Inuyasha, espero que les guste y apoyen a la escritora.

Christine Feehan © El príncipe oscuro

Inuyasha Rumiko Takahashi

Adaptación © FandomMLB


Advertencia/Aclaración: Puede que la adaptación, tenga violencia, recuerden que es de vampiro van aparecer algunos personajes de mi creación, porque en el anime/manga ay personajes que la mayoría son demonios sin rostro, y lo peor que algunos asustan, así que para que se acoplaran, tuve que crear algunos de mi loca imaginación.

Character x OC.

Los personajes no me pertenecen, ósea los del anime/manga.


CAPITULO 2

La pesada puerta se cerró tras Rin con un ruido sordo. Empezó a tiritar y a frotarse los brazos, estaba muy nerviosa. Sesshomaru le echó una capa sobre los hombros. Rin se vio envuelta por su cálido aroma masculino. Atravesó el recibidor a grandes pasos y abrió las puertas de la biblioteca. Encendió el fuego en un momento. Le señaló un sillón, al lado de la chimenea. De respaldo alto y mullida tapicería, una pieza de anticuario, aunque no parecía nada deteriorado ni desgastado.

Rin estudió la habitación con aprensión. Era una estancia grande, con un hermoso entarimado de madera en forma de mosaico. En tres de las paredes se veían estanterías cubiertas de libros, la mayoría en cuaderna dos en piel, muchos de ellos muy antiguos. Los sillones eran cómodos, la mesita, muy antigua, también estaba en estupendas condiciones. El tablero de ajedrez era de mármol y las piezas estaban esculpidas a mano.

- Bebe esto.

Estuvo a punto de saltar de la impresión cuando lo vio junto a ella ofreciéndole un vaso de cristal.

- No tomo bebidas alcohólicas.

Él sonrió de aquella forma que hacía que su corazón latiera desbocado. Su agudo sentido del olfato ya había percibido esa información con anterioridad.

- No es alcohol; es una mezcla de hierbas para tu dolor de cabeza.

Una sensación de alarma se extendió en su interior. Había sido una locura ir allí. La situación era la misma que la de intentar relajarse sabiendo que hay un tigre salvaje en la habitación. Él podía hacerle cualquier cosa y nadie acudiría a ayudarla. Si la drogaba...Movió la cabeza con decisión.

- No, gracias.

- Rin - Dijo en voz baja, acariciante, hipnótica - Obedéceme.

Sus dedos se curvaron alrededor del vaso, luchó para impedirlo, pero la cabeza le estalló con un súbito y lacerante dolor. Gritó. Sesshomaru estaba a su lado, de pie, cubrió con su mano los dedos que aferraban el frágil cristal.

- ¿Por qué me desafías en algo tan insignificante?

Las lágrimas le quemaban la garganta, pero no iba a llorar.

- ¿Por qué me obligarías a tomarla?

Llevó la mano a su garganta, la rodeó y le alzó la barbilla.

- Porque te duele y quiero que el dolor desaparezca.

¿Podía ser tan simple? Sus ojos se agrandaron con la estupefacción. ¿Le dolía la cabeza y quería que el dolor desapareciera? ¿Era realmente tan protector o simplemente le divertía que se acatara su voluntad?

- Yo soy la que decide. En eso consiste la libertad.

- Veo el dolor en tus ojos, lo siento en tu cuerpo. Sabiendo que puedo ayudarte, ¿es lógico que permita que te sigas haciendo daño simplemente porque quieres demostrar algo? - Su voz denotaba confusión

- Rin, si tuviera intención de hacerte daño, no necesitaría drogarte. Déjame ayudarte - Movía el pulgar sobre su piel con una caricia ligera, sensual, siguiendo la línea del cuello, dibujando su mandíbula hasta llegar a la plenitud del labio inferior.

Rin cerró los ojos y dejó que él le acercara el vaso a los labios, haciendo que el líquido agridulce bajara por su garganta. Sintió que estaba poniendo su vida en manos de aquel hombre. Sus caricias eran posesivas.

- Relájate, pequeña - dijo suavemente - Háblame de ti. ¿Cómo es que puedes oír mis pensamientos? - Sus fuertes dedos iniciaron un relajante masaje sobre las sienes de Rin.

- Siempre he sido capaz de hacer esas cosas. Cuando era pequeña, pensaba que todo el mundo podía leer los pensamientos de los demás. Pero era terrible oír lo más profundo de cada persona, sus secretos. Oía y sentía cosas a cada minuto - Ella nunca hablaba de su vida, de su niñez, a nadie y menos a un completo extraño. Pero Sesshomaru no era un extraño. Parecía formar parte de su vida. Una parte de su alma. Era importante que se lo contara - Mi padre pensaba que yo era una especie de monstruo, un demonio, incluso mi madre se asustaba de mí. Aprendí a no tocar a nadie, a no meterme en una multitud. Era mejor estar sola, en lugares solitarios. Era la única forma de no perder la razón.

Durante un segundo los dientes de Sesshomaru aparecieron, amenazantes, quería estar a solas con su padre. Solo unos minutos, para enseñarle lo que era realmente un demonio. Las palabras de Rin habían despertado la ira en su interior, era una situación alarmante e interesante. Saber que ella había estado tan sola hacía tantos años, que había soportado el dolor y la soledad estando él en el mundo lo enfurecía. ¿Por qué no había ido a buscarla? ¿Por qué su padre no la había amado y protegido cómo debía?

Sus manos estaban obrando milagros, deslizándose hasta la nuca, sus dedos eran fuertes, su masaje hipnótico.

- Hace pocos años un hombre estaba asesinando a familias enteras, a niños pequeños. Yo vivía con una amiga del instituto y cuando volví del trabajo, los encontré a todos muertos. Cuando entré en la casa pude sentir su maldad, sus pensamientos. Las cosas que pasaban por mi cabeza me daban nauseas, pero fui capaz de localizarlo y finalmente guiar a la policía hasta dar con él.

Acarició la gruesa trenza con sus manos, hasta encontrar el broche que la sujetaba, la soltó y deshizo los largos y sedosos mechones, aún húmedos por la ducha que había tomado horas antes.

- ¿Cuántas veces hiciste lo mismo? - Ella dejaba que la información fluyera, el horror, el dolor, las caras de las personas a las que ayudaba mientras ella realizaba su trabajo, atónitos, fascinados y asqueados por la habilidad que poseía. El vio todos esos detalles compartiendo su mente, leyendo sus recuerdos para conocerla realmente.

- Cuatro. Perseguí a cuatro asesinos. La última vez me derrumbé. Estaba tan enfermo, era tan malvado. Me sentí sucia, incapaz de sacármelo de la cabeza. Vine esperando encontrar paz. Decidí que jamás volvería a hacerlo.

Detrás de ella, Sesshomaru cerró los ojos un momento para calmarse. ¡Ella se sentía sucia! Podía ver su interior, su alma y su corazón, cada secreto. Ella era luz y compasión, fuerza y amabilidad. Jamás debería haber visto las cosas que había presenciado. Esperó hasta que su voz estuvo calmada y serena.

- ¿Te duele la cabeza al usar tus habilidades telepáticas? - cuando asintió con un movimiento de cabeza, continuó - y aun así, cuando me oíste, dolorido y desprevenido, llegaste hasta mí sabiendo el precio que ibas a pagar.

¿Cómo podía explicárselo? Lo sintió como un animal herido, irradiando tanto dolor que se ella misma se echó a llorar. Compartían la misma soledad.

Y ella había percibido su intención de acabar con el dolor, con su vida. No podía dejar que lo hiciera, sin importarle lo que a ella le ocurriera.

Sesshomaru dejó escapar el aire de sus pulmones lentamente. La bondad de su carácter, su entrega lo dejó atónito e impresionado. Estaba dudando, no sabía si podría expresar con palabras por qué se había puesto en contacto con él, pero Sesshomaru supo que era algo natural en ella entregarse de forma desinteresada. También descubrió que ella oyó su llamada tan intensamente porque, ese algo profundo en él que alcanzó su mente, había descubierto en Rin todo lo que necesitaba. Aspiró su perfume, abrazándolo, disfrutando de la maravillosa visión de tenerla en su hogar, de respirar su olor, de sentir su cabello sedoso entre sus manos, su piel suave bajo sus dedos. La luz del fuego arrancaba reflejos azulados a su pelo. La necesidad lo golpeó con fuerza, con dolorosa urgencia y se deleitó en este dolor porque ahora era capaz de sentir.

Se sentó al otro lado de la mesa, enfrente de ella, arrastró su mirada perezosamente por sus tentadoras curvas.

- ¿Por qué te vistes con ropa de hombre? - le preguntó.

Ella soltó una risa suave y melodiosa, los ojos se le iluminaron con esta pequeña travesura.

- Porque sabía que te molestaría.

Seeshomaru echó la cabeza hacia atrás y rio. Esta vez la risa era genuina, pura, real. La felicidad lo inundaba y el cariño empezaba a agitarse en su interior.

No era capaz de recordar cómo eran esos sentimientos, pero las emociones que lo atravesaban eran agudas, claras y dejaban a su cuerpo dulcemente dolorido.

- ¿Es necesario molestarme?

Ella alzó una ceja y lo miró, se dio cuenta que el dolor de cabeza había desaparecido por completo.

- Es tan fácil... - bromeó Rin.

Él se inclinó sobre la mesa, acortando la distancia entre ambos.

- Eres una mujer irrespetuosa. Querrás decir que es muy peligroso.

- Hum, quizás un poco también - Se apartó el pelo de la cara con un movimiento de la mano. El gesto era un hábito inocente pero a la vez increíblemente sensual. Dejó a la vista la perfección de su rostro, la plenitud de sus pechos, la suave curva de su garganta.

- ¿Entonces, es cierto que eres tan buen jugador de ajedrez? - lo desafió con imprudencia.

Una hora más tarde Sesshomaru se acomodó en su silla, observando su rostro mientras estudiaba el tablero. Tenía el entrecejo fruncido por la concentración, intentado descubrir la estrategia que él seguía. Ella podía percibir que le estaba tendiendo una trampa, pero no era capaz de ver en qué consistía. Rin apoyó la barbilla sobre la mano, relajada, sin prisa. Era paciente y meticulosa, en dos ocasiones había conseguido ponerlo contra las cuerdas porque él estaba demasiado seguro de sí mismo.

De repente, abrió los ojos de par en par por la sorpresa, mientras que una lenta sonrisa asomaba a sus carnosos labios.

- Eres un astuto diablo, ¿no es así, Sesshomaru? Pero tu astucia te puede meter en un pequeño problema.

La miró con los ojos entrecerrados. Sus dientes se veían muy blancos a la luz del fuego.

- ¿Se me olvidó mencionar que la última persona lo suficientemente impertinente como para ganarme una partida de ajedrez, fue arrojada a la mazmorra y torturada durante treinta años?

- Supongo que entonces tendrías unos... dos años - bromeó con la mirada fija en el tablero.

Bruscamente, se le cortó la respiración. Se había sentido tan a gusto junto a ella, sentía que lo aceptaba totalmente. Obviamente ella lo creía mortal, con poderes telepáticos muy superiores a los suyos. Sesshomaru extendió perezosamente un brazo sobre el tablero para hacer su movimiento, viendo como ella comprendía lo que iba a hacer.

- Creo que esto es un jaque mate - dijo con voz aterciopelada.

- Debería haber sabido que un hombre que camina por el bosque rodeado de lobos sería muy taimado - Le dedicó una sonrisa - Una estupenda partida, Sesshomaru. He disfrutado mucho.

Rin se apoyó cómodamente en los cojines.

- ¿Puedes hablar con los animales? - preguntó con curiosidad.

Le gustaba su presencia en su hogar, la forma en la que el fuego tintaba de azul su cabello y las sombras oscurecían adorablemente su rostro. Había memorizado hasta el más pequeño detalle. Sabía que si cerraba los ojos la vería allí, los delicados pómulos, la pequeña nariz y la exuberante boca.

- Sí - Contestó con honestidad, no quería mentiras entre ellos.

- ¿Habrías matado a Owen?

Sus hermosas pestañas llamaron su atención.

- Ten cuidado con tus preguntas, pequeña - le advirtió. Acurrucó las piernas en el sillón, sentándose encima, mientras la miraba fijamente.

- ¿Sabes, Sesshomaru? Estás tan acostumbrado a usar tu poder que no te paras a pensar si lo que haces está bien o mal.

- Él no tenía derecho a tocarte. Te estaba haciendo daño.

- Pero él no lo sabía. Y tú no tienes derecho a tocarme, pero lo haces de todas formas – señaló, intentando razonar.

Sus ojos brillaron fríos.

- Tengo todo el derecho. Me perteneces - Lo dijo tranquilamente, pero el tono de voz suave dejaba ver una pequeña advertencia - Y lo que es aún más importante, Rin, yo no te hago daño.

Rin se quedó sin respiración. Se humedeció los labios con la lengua sin darse cuenta.

- Sesshomaru– elegía las palabras con sumo cuidado, dudando – Yo me pertenezco a mí misma. Soy una persona, no algo que se pueda tener en propiedad. De todas formas, vivo en los Estados Unidos. Regresaré pronto a mi casa y tengo intención de coger el próximo tren a Budapest.

Sus labios dibujaron la sonrisa de un cazador, de un depredador. La luz del fuego se reflejó por un instante en sus ojos que brillaron como los de un lobo en la oscuridad. No dijo nada. La contemplaba fijamente, sin parpadear.

Rin se llevó la mano a la garganta de forma protectora.

- Es tarde; debería marcharme - podía oír el latido de su corazón. ¿Qué quería de él? No lo sabía, sólo podía pensar que estaba disfrutando de la noche más perfecta y aterradora de toda su vida y que quería verlo de nuevo. Sesshomaru estaba totalmente inmóvil, amenazante. Rin esperó sin aliento. El miedo la asfixiaba, la hacía temblar. Miedo a que él la dejara marchar; miedo a que la obligara a quedarse. Inspiró profundamente

- Sesshomaru, no sé qué es lo que quieres de mí - Tampoco ella sabía lo que quería.

Entonces se puso de pie, emanaba poder y elegancia. Su sombra la alcanzó antes que él. Tenía una enorme fuerza, pero sus manos fueron gentiles cuando tiraron de ella para ponerla en pie. Se deslizaron por sus brazos hasta dejarlas descansar sobre sus hombros mientras le acariciaba el cuello con los pulgares.

Una extraña sensación de calidez subió por su estómago. Era tan pequeña a su lado, tan frágil y vulnerable.

- No intentes dejarme, pequeña. Nos necesitamos el uno al otro - Inclinó la cabeza para acariciar sus párpados con los labios, enviando pequeñas llamaradas que hacían arder su piel - Me haces recordar lo que es la vida - susurró con aquella voz hipnótica. La besó en la comisura de los labios y Rin sintió que una descarga eléctrica atravesaba su cuerpo.

Se alzó para acariciar la oscura línea de su mandíbula, a la vez que intentaba separarse de él poniendo la otra mano sobre los fuertes músculos del pecho.

-Escúchame, Sesshomaru - dijo con voz ronca - Ambos sabemos lo que es la soledad, la completa soledad. Aún no me puedo creer que pueda estar tan cerca de ti y tocarte sin que me agobien involuntariamente tus pensamientos. Pero no podemos seguir con esto.

El fuego que ardía en sus ojos dejó entrever una pizca de ternura y diversión.

Entrelazó los dedos en su nuca.

- Oh, ya lo creo que podemos - El terciopelo negro de su voz era pura seducción, su sonrisa abiertamente sensual.

Rin percibió su poder con todo su cuerpo. Era incapaz de sostenerse en pie. Estaba tan cerca de él que se sentía parte de su cuerpo, rodeada por él, envuelta en su abrazo.

- No tengo intención de dormir con un desconocido por el simple hecho de estar sola.

Su risa fue casi una caricia.

- ¿Eso es lo que piensas? ¿Qué dormirías conmigo sólo porque estás sola? - de nuevo acarició suavemente su garganta haciendo que su sangre ardiera

-Por esto harás el amor conmigo. ¡Por esto! - dijo atrapando su boca en un beso agresivo.

Se sintieron arrollados por un fuego abrasador, por la fuerza del relámpago, la tierra tembló y se elevó bajo sus pies.

Sesshomaru acercó su cuerpo esbelto hasta hacerla sentir su masculinidad, la agresividad de sus músculos. La dominaba con su boca, ahogándola en un mundo de puro placer.

Rin no pudo hacer nada más que aferrarse a él, su cuerpo era su ancla en una tormenta de turbulenta pasión. De lo profundo de su garganta se elevó un gruñido fiero, animal, como el de un lobo al despertar. Su boca se trasladó hacia la suave y frágil curva de su garganta, donde el pulso latía desenfrenadamente contra su sedosa piel.

Los brazos de Sesshomaru se cerraron aún más en torno a ella, sujetándola contra su cuerpo de forma posesiva, consciente de que Rin no podría liberarse de su abrazo. Rin se sentía arder de necesidad, se derretía encerrada en su abrazo, su piel quemaba. Se movía inquieta rozándose contra su cuerpo, los pezones se erguían dibujándose claramente bajo el fino hilo de su jersey.

Le acarició el pezón suavemente por encima del encaje, olas de sofocante calor subían en espiral por el cuerpo de Rin haciendo que sus rodillas flaquearan y que sólo la fuerza de sus brazos la mantuviera en pie. Sesshomaru movió de nuevo su boca y su lengua trazó una senda ardiente allí donde se agitaba el pulso en su garganta.

Y entonces su sangre se convirtió en fuego líquido, sintió un dolor abrasador, su cuerpo se retorcía enfebrecido por la desesperación. La asaltaban olas de exquisito deseo. La mezcla de dolor y placer que su lengua estaba provocándole en el cuello era tan intensa que ya no sabía dónde empezaba su cuerpo y dónde empezaba el de Sesshomaru. Con el pulgar le echó la cabeza hacia atrás dejando su garganta expuesta, unió la boca a su piel, devorándola, bebiendo de ella. Rin sentía que su boca le quemaba pero de esta forma satisfacía su propia sed.

Sesshomaru murmuró algo en su lengua natal y rompió la unión apartando ligeramente la cabeza. Rin sintió que algo cálido caía por la garganta, resbalando hacia el pecho. La lengua de Sesshomaru siguió el rastro, lamiendo la cremosa curva de sus pechos. La agarró de la cintura, de repente fue consciente del estado de su propio cuerpo, rugía por liberarse. Tenía que reclamarla como su compañera. Su cuerpo se lo exigía, ardía por ella.

Rin se agarró a su camisa para no perder el equilibrio. Sesshomaru lanzó una maldición muy elocuente, mezclando las dos lenguas, furioso consigo mismo, mientras la acunaba de forma protectora entre sus brazos.

- Lo siento, Sesshomaru - Estaba asustada, aterrada por la debilidad que invadía su cuerpo. La habitación parecía girar a su alrededor y una bruma parecía envolverlo todo. Sentía un dolor ardiente en el cuello.

Inclinó la cabeza para besarla con delicadeza.

- No, pequeña, estoy yendo demasiado rápido - Todo lo que él era, la mezcla de la bestia y del hombre con cientos de años a sus espaldas, bramaba en su interior para que la tomara, para que la conservara a su lado, pero él quería que viniera por su propia voluntad, deseosa de hacerlo.

- Me siento rara, mareada.

Había perdido el control un solo instante, la bestia había surgido hambrienta por la dulzura de su sabor y deseosa de poner su marca sobre ella. Su cuerpo necesitaba con urgencia liberarse del ardor que lo dominaba, poseerla. Pero la disciplina y el control vencieron a sus instintos depredadores. Inspiró profundamente y la dejó en la silla, junto al fuego. Ella se merecía que la cortejara, se merecía conocerlo de verdad, llegar a sentir aunque sólo fuera una pizca de cariño por él antes de unir sus vidas para siempre. Una humana.

Un ser mortal. Era un error. Era peligroso. Mientras la acomodaba gentilmente sobre los cojines percibió que algo andaba mal.

Su rostro tenía una expresión oscura y amenazadora al girarse. Su cuerpo no expresaba protección, ahora mostraba poder y amenaza.

- No te muevas - le ordenó suavemente. Se movió tan rápido que pareció desaparecer de repente, cerrando las puertas de la biblioteca mientras se dirigía a la puerta principal. Seshomaru envió una llamada silenciosa a sus centinelas.

Un lobo solitario aulló en el exterior, otro contestó, después se unió un tercero hasta formar un coro de aullidos. Cuando el sonido cesó Sesshomaru se quedó esperando junto a la puerta, su rostro era una implacable máscara de granito. La niebla flotaba en el bosque, los densos jirones se arremolinaban junto a la casa, formando una masa espesa.

Alargó el brazo y la puerta principal se abrió. La densa niebla penetró en el recibidor, se amontonó hasta que lo cubrió todo. Poco a poco la bruma empezó a condensarse, formando figuras que tomaban consistencia hasta aparecer de forma totalmente corpórea.

- ¿Por qué me molestáis esta noche? - era un desafío, sus ojos brillaban de forma peligrosa.

Un hombre se adelantó al resto, llevando a su esposa del brazo. Estaba pálida y tenía enormes ojeras, su estado de gestación era muy avanzado.

- Necesitamos tu consejo, Sesshomaru, y te traemos noticias.

Rin sintió que la alarma crecía en su interior, golpeaba su cabeza y la ahogaba despejando las telarañas del trance en el que Sesshomaru la había sumido.

Alguien sufría, estaba loco de inquietud, el dolor le atravesaba como un cuchillo afilado. Se puso en pie, agarrándose al respaldo del sillón. Las imágenes la asaltaron. Una joven de piel pálida con una estaca atravesándole el pecho. La sangre manaba a chorros, le habían cortado la cabeza y le habían puesto algo asqueroso en la boca. Un ritual, una advertencia para los otros. Un asesino en serie aquí, en esta pacífica tierra.

Rin apretó los dientes, se tapó las orejas con las manos, quizás así consiguiera detener el flujo de imágenes que llegaban a su mente. No podía respirar, no quería respirar; sólo quería que aquello acabara. Miró frenéticamente a su alrededor y vio una puerta a su derecha, en dirección contraria al flujo de agobiantes emociones. Cayó al suelo, estaba débil, desorientada y mareada. Salió de la biblioteca dando tumbos, necesitaba respirar aire fresco lejos de la muerte y el horror que los recién llegados traían en la mente de forma tan intensa. La ira y el miedo parecían cobrar vida en sus mentes. Eran animales heridos, listos para destrozar y desgarrar en venganza.

¿Por qué había gente tan malvada? ¿Por qué existían personas tan violentas?

No obtuvo ninguna respuesta, ni quería esperar más para obtenerla. Había dado varios pasos a lo largo de un amplio recibidor cuando una figura se alzó de repente delante de ella. Era más joven que Sesshomaru, más delgado, de ojos brillantes y pelo castaño y ondulado. Tenía una sonrisa socarrona en el rostro y una actitud amenazadora mientras se acercaba.

Una mano invisible le golpeó en el centro del pecho, alejándolo de Rin y estrellándolo contra la pared. Sesshomaru se materializó, como una sombra oscura y malévola. Alcanzó a Rin y la empujó hasta colocarla detrás de él de forma protectora. Esta vez el gruñido gutural era el rugido de una bestia al lanzar un desafío.

Rin podía sentir la terrible ira de Sesshomaru, ira mezclada con dolor; las emociones eran tan intensas que impregnaban el aire a su alrededor. Le tocó el brazo, sus dedos se cerraron alrededor de la muñeca sin apenas cubrirla del todo, una minúscula disuasión para toda aquella violencia que giraba en su interior. Podía sentir como la tensión le recorría el cuerpo como si tuviera vida propia.

Oyó como varias personas contenían el aliento. Rin se dio cuenta de que era el centro de atención. Había una mujer y cuatro hombres con los ojos fijos en la muñeca de Sesshomaru que ella rodeaba con sus pequeños dedos. Parecía haber cometido un terrible crimen, tocar a Sesshomaru. Él movió su figura, bastante más corpulenta que la de ella, para protegerla del escrutinio de aquellas personas. No intentó apartar su mano. Si acaso, movió su cuerpo de forma protectora, acercándola a la pared de forma que ellos no la vieran en absoluto.

- Ella está bajo mi protección - Era una declaración. Un desafío. Una promesa de venganza rápida y mortal.

- Como todos nosotros también lo estamos - dijo la mujer suavemente, intentando apaciguarlos.

Rin se tambaleó; su único apoyo era la pared. La ira y el dolor llegaban hasta ella en incesantes oleadas hasta hacerla desear gritar. Dejó escapar un pequeño sonido de protesta. Rápidamente Sesshomaru se volvió hacia ella, rodeándola con sus brazos, envolviéndola en ellos.

- Mantened vuestras emociones y pensamientos bajo control – siseó - Ella es muy empática. La acompañaré a la pensión y volveré para que discutamos las preocupantes noticias.

Rin no tuvo oportunidad de ver a los demás antes de que él la acompañara hasta el coche que esperaba en el garaje. Con la cabeza apoyada sobre su hombro sonrió débilmente.

- Este coche no va con tu estilo, Sesshomaru. Tu forma de tratar a las mujeres es tan arcaica, en una vida anterior debiste ser el 'señor del castillo'.

Le echó un rápido vistazo. Su rostro estaba muy pálido, se fijó en la marca que su boca le había dejado en el cuello, se veía a través de su larga melena. Él no tenía intención de dejar ninguna marca, pero ahora estaba allí, era la señal de que ella era suya.

- Voy a ayudarte a dormir esta noche - Era una afirmación.

- ¿Quiénes eran esas personas? - Le preguntó porque sabía que él no quería contestar. Estaba tan cansada, tan mareada. Se masajeó la cabeza y deseó poder ser normal sólo por esta vez la vida. Seguramente él iba a pensar que era de aquellas que se desmayaban.

Hubo un pequeño silencio. Sesshomaru suspiró.

- Mi familia.

Supo que decía la verdad, pero no fue del todo sincero.

- ¿Por qué haría alguien una cosa tan terrible? - Lo miró a la cara - ¿Ellos esperan que persigas y localices a este asesino para detenerlo? - Su voz reflejaba dolor y preocupación por él. Su pena era enorme, al borde de la culpabilidad y sentía la necesidad de desahogarse de forma violenta.

Él sopeso la pregunta en su mente. Entonces Rin supo que la mujer asesinada era alguien de su gente. Probablemente había recogido los detalles de la mente de algunas de las personas que habían llegado. El dolor y la preocupación eran por él. No había ninguna recriminación. Simplemente se preocupaba por él. Sesshomaru sintió como se desvanecía la tensión. Una sensación cálida subió por su estómago.

- Trataré de mantenerte alejada de este lío, pequeña - Nadie se preocupaba por él, ni por su estado mental ni por su salud. Nadie parecía sentir nada por él. Algo en su interior se derritió. Ella estaba acurrucándose allí, en lo más profundo de su ser, donde más la necesitaba.

- Quizás no deberíamos vernos en unos días. Jamás he estado tan cansada - Le estaba dando una salida fácil. Rin se miró las manos. También ella necesitaba una excusa. Nunca se había sentido tan cercana a alguien, tan cómoda, como si lo conociera de toda la vida, aun así, la aterrorizaba el hecho de que él pudiera dominarla - Y no creo que a tu familia le hiciera ilusión vernos juntos. Juntos somos demasiado... explosivos - acabó tristemente.

- No intentes abandonarme, Rin - El coche paró delante de la posada.

- Siempre guardo lo que es mío, y no te confundas, tú eres mía - Era una mezcla de advertencia y ruego. No tenía tiempo para palabras suaves. Él quería hablarle con palabras dulces, Dios sabía que ella lo merecía, pero los otros esperaban y sus responsabilidades eran una carga muy pesada.

Le acarició el mentón.

- Estás tan acostumbrado a salirte con la tuya - Había risa en su voz – Puedo dormir por mí misma, Sesshomaru. Llevó años haciéndolo.

- Necesitas dormir con tranquilidad, sin que nada te moleste, profundamente. Lo que viste esta noche te atormentará si no te ayudo - Le acarició el labio inferior con el pulgar - Puedo borrar el recuerdo si lo deseas.

Rin sabía que él ansiaba hacerlo, creía que era lo mejor para ella. Veía que le resultaba difícil dejar la decisión en sus manos.

- No Sesshomaru, gracias - dijo solemnemente - Creo que conservaré todos mis recuerdos, los buenos y los malos - Le dio un beso en la mejilla y se movió en el asiento para abrir la puerta - ¿Sabes? No soy una muñeca de porcelana. No voy a romperme porque vea algo que no deba ver. He perseguido a unos cuantos asesinos en serie antes - Le sonrió, pero sus ojos estaban tristes.

Su mano atenazó la muñeca de Rin.

- Y casi consiguieron destruirte. No ocurrirá lo mismo esta vez.

Bajó las pestañas, ocultando su mirada.

- No es tu decisión - Si otras personas lo convencían para que usara su don en la búsqueda de los malvados asesinos que poblaban el mundo, no lo dejaría solo. ¿Cómo podría hacer algo así?

- No te asusto lo suficiente, deberías estar mucho más asustada – dijo refunfuñando.

Le dirigió otra sonrisa mientras tiraba de su muñeca para recordarle que la soltara.

- Creo que sabes que lo que hay entre nosotros no merecería la pena si siempre me obligas a hacer tu voluntad.

La mantuvo cautiva mientras sus ojos dorados oscuros y peligrosos contemplaban su rostro de forma posesiva. Ella tenía una voluntad de hierro. Estaba asustada y no obstante era capaz de mantener su mirada. Perseguir el mal la enfermaba, la llevaba al borde de la locura, pero volvía a hacerlo una y otra vez. Sesshomaru buscaba en su mente casi sin que ella lo percibiera. Vio que estaba decidida a ayudarlo, que tenía miedo de sus increíbles poderes pero que no lo dejaría solo en el enfrentamiento con el horrible asesino. Quería mantenerla a salvo en su guarida. Sesshomaru trazó con sus dedos, una línea a lo largo de sus pómulos, la adoraba.

- Vete antes de que cambie de opinión - le ordenó bruscamente mientras la soltaba.

Rin se alejó de él muy despacio, intentando sobreponerse a la sensación de mareo que parecía haberse apoderado de su cuerpo. Tuvo mucho cuidado de andar en línea recta para que él no notara que cada paso que daba suponía un enorme esfuerzo. Irguió la cabeza y mantuvo su mente en blanco deliberadamente.

Sesshomaru la vio entrar en la pensión. Vio cómo se llevaba la mano a la cabeza, se frotaba las sienes y después la nuca. Todavía estaba mareada por la pérdida de sangre. Había sido un egoísta, pero algo más fuerte que él mismo lo obligó a hacerlo. Ahora ella sufría las consecuencias. Le dolía la cabeza por el bombardeo de emociones que había recibido, incluyendo las suyas. Su gente tendría que tener más cuidado a la hora de bloquear sus mentes.

Salió del coche y se dirigió hacia las sombras con todos sus sentidos comprobando que estaba solo. Se transformó en niebla. Entre la niebla su forma era invisible y podía pasar fácilmente por debajo de la ventana que Rin mantenía abierta. La vio meterse agotada en la cama. Tenía el rostro mortalmente pálido y una mirada obsesionada en los ojos. Se recogió el pelo, tocándose con cuidado la marca que él había dejado en el cuello. Le llevó unos minutos deshacerse de los zapatos como si fuera una enorme tarea. Sesshomaru esperó hasta que se tumbó bocabajo sin quitarse la ropa.

- Vas a dormir -Fue una orden arrogante, buscando doblegar su voluntad.

- Sesshomaru.

Sintió pronunciar su nombre dentro de su cabeza, muy suavemente, con voz somnolienta y una pizca de diversión.

- Sabía que de todas formas intentarías salirte con la tuya -No luchó, sino que se rindió voluntariamente mientras una pequeña sonrisa curvaba sus labios.

Sesshomaru la desvistió, y la metió bajo las mantas. Protegió la puerta de la habitación con un fuerte hechizo, ni siquiera el más poderoso de sus congéneres podría evitarlo, lo cual dejaba sin posibilidades a cualquier patético asesino mortal. Aseguró las ventanas y protegió cualquier posible entrada. Posó los labios sobre su frente con una suave caricia, después tocó su marca en el cuello antes de marcharse.

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Los otros dejaron de hablar en cuanto él entró. Kagome sonrió tanteándole, posando la mano de forma protectora sobre la niña que llevaba en su vientre.

- ¿Ella está bien, Sesshomaru?

Asintió bruscamente con la cabeza, agradecido por su preocupación. Nadie le preguntó nada, pero su comportamiento había sido totalmente inapropiado en él. Fue directo al grano.

- ¿Por qué encontraron los asesinos a Sango totalmente desprotegida?

Se miraron unos a otros. Sesshomaru les había inculcado el hecho de no olvidar nunca ni la más ligera forma de protección para asegurar su seguridad, pero a lo largo de los años, era fácil que poco a poco fueran abandonando las costumbres, hasta llegar a ser imprudentemente descuidados.

- Sango tuvo a su bebé hace sólo dos meses. Siempre estaba demasiado cansada - Kagome intentó disculpar el desliz.

- ¿Y Miroku? ¿Dónde estaba? ¿Por qué dejó sola a su mujer si estaba exhausta, desprotegida mientras dormía? - preguntó con un tono mortalmente tranquilo.

Kohaku, el hombre que había amenazado a Rin con anterioridad, se movió inquieto.

- Ya conoces a Miroku. Siempre persiguiendo mujeres.

Le llevó el niño a Kagome y salió a cazar.

- Y olvidó rodear a Sango con las protecciones adecuadas - La repugnancia que sentía Sesshomaru era demasiado evidente - ¿Dónde está?

Inuyasha, el compañero de Kagome, le contestó ceñudo.

- Se volvió loco, Sesshomaru. Nos costó un enorme esfuerzo aplacarlo, pero ahora duerme. El bebé está enterrado con él, durmiendo. La cura les vendrá bien.

- No podíamos permitirnos perder a Sango - Sesshomaru dejó a un lado el dolor; no era el momento de expresarlo ni de sentirlo - Inuyasha, ¿puedes mantener a Miroku bajo control?

- Creo que deberías hablar con él - contestó honestamente - El sentimiento de culpabilidad lo está volviendo loco. Estuvo a punto de atacarnos.

- Vlad, ¿Dónde está Elena? Está en peligro, a punto de dar a luz. Debemos protegerla como a Kagome - dijo Sesshomaru - No podemos afrontar la pérdida de ninguna de nuestras mujeres y menos aún de sus bebés.

- El parto está muy próximo, por eso me preocupaba que viajara – Vlad suspiró con preocupación - Está segura y bien protegida por el momento, pero creo que la persecución comienza de nuevo.

Sesshomaru golpeaba suavemente la mesita con el dedo.

- Quizás sea muy significativo que tres de nuestras mujeres den a luz a la vez, después de diez años. Nuestros niños son escasos y pasan muchos años entre los alumbramientos. Si de alguna forma, los asesinos han obtenido la información de estos embarazos, estarán atemorizados ante la idea de que nos multipliquemos y ganemos fuerza de nuevo.

Sesshomaru miró intensamente al más musculoso de los hombres.

- Ares, tú no tienes una compañera a la que tengas que proteger, careces de esa carga - En su voz apareció una ligera muestra de cariño, un cariño que nunca antes había sentido o demostrado y quizás nunca fue consciente de que otros lo conocieran. Ares también era su hermano igual que Inuyasha - Axel tampoco tiene compañera. Vosotros dos llevaréis las noticias a todos los demás. Dormid en las profundidades de la tierra, alimentaos sólo en los lugares más seguros y usad siempre los hechizos de protección más poderosos. Debemos vigilar a nuestras mujeres y ponerlas a salvo, especialmente a las que están embarazadas. No llaméis la atención en absoluto.

- ¿Durante cuánto tiempo, Sesshomaru? - Los ojos de Kagome estaban llenos de tristeza y las lágrimas le corrían por las mejillas - ¿Cuánto tiempo tendremos que vivir así?

- Hasta que yo encuentre a los asesinos y haga justicia - Su voz tenía una nota salvaje y fiera - Todos vosotros os habéis convertido en criaturas débiles al tratar tanto a los mortales. Estáis olvidando los dones de nuestra raza que pueden salvar vuestras vidas - la reprimenda fue severa - Mi mujer es mortal y aun así captó vuestra presencia antes de que vosotros descubrieseis la suya. Sintió vuestras emociones, que no supisteis guardar y ahora sabe que hay unos asesinos sueltos porque leyó vuestros pensamientos. No tenéis excusa por ello.

- ¿Cómo es posible? - se atrevió a preguntar Inuyasha - Ningún mortal tiene ese enorme poder.

- Ella tiene habilidades telepáticas muy desarrolladas, tiene un preciado don. Estará aquí muy a menudo. Se la protegerá como a todas nuestras mujeres.

Los otros intercambiaron miradas desconcertadas y confundidas. De acuerdo con la leyenda, solo sus congéneres más fuertes podían ser capaces de convertir a una mujer mortal. Simplemente, nunca se hacía, era demasiado arriesgado. Muchos siglos atrás se intentó, cuando el número de mujeres de los Cárpatos había sido mermado y los hombres pasaron por una situación desesperada. Pero nadie osó hacerlo de nuevo. La mayoría de ellos creían que era una leyenda inventada para evitar que los hombres perdieran sus almas.

Sesshomaru tenía la mente totalmente cerrada, imposible de leer, sus decisiones eran inapelables, jamás se discutieron a lo largo de los siglos. Él ponía fin a las disputas y los protegía. Perseguía y cazaba a los hombres de su raza que habían elegido convertirse en vampiros, peligrosos para los mortales y para los inmortales por igual.

Y ahora esto. Una mujer mortal. Estaban perplejos y no podían ocultarlo.

Estaban obligados a poner la vida de la mujer de Sesshomaru por encima de las propias. Si Sesshomaru decía que estaba bajo su protección, realmente lo estaba.

Jamás decía algo sin intención. Y si ella resultaba dañada la pena sería la muerte. Sesshomaru era un enemigo salvaje, implacable y despiadado.

Se sentía responsable por la muerte de Sango. Había visto la debilidad de Miroku hacia las mujeres. Sesshomaru se había opuesto a la unión de Miroku y Sango, pero no la había prohibido como debería haber hecho. Miroku no era el verdadero compañero de Sango. La unión entre compañeros, la química que compartían, jamás permitiría al verdadero compañero engañar a su mujer.

Sango, su hermosa hermana, tan joven y vital, la habían perdido para siempre. Había sido muy testaruda, quería a Miroku porque era guapo no porque sus almas estuvieran unidas. Habían mentido, pero él sabía que mentían. En el fondo había sido responsabilidad suya permitir que Miroku continuara intentando buscar emociones con otras mujeres mientras Sango se convertía en una mujer amargada y peligrosa. Su muerte había sido instantánea, de otra manera, él lo hubiera percibido, aunque hubiera estado durmiendo profundamente. Miroku no debería haber tenido jamás a una mujer bajo su protección.

Sesshomaru había pensado que, cuando llegara la hora, cada uno encontraría a su verdadero compañero, pero no sucedió así; Sango cada vez era más peligrosa y el comportamiento promiscuo de Miroku empeoraba. Era imposible que Miroku sintiese nada con las mujeres que se llevaba a la cama, aun así continuaba, como si fuera el castigo que Sango se merecía por haberlo atado a ella.

Sesshomaru cerró los ojos un momento, permitiendo que la realidad de la injusta muerte de Sango lo llenara por completo. La sensación de pérdida era insoportable, su dolor salvaje e intenso, mezclado con una rabia helada y un propósito mortal. Agachó la cabeza. Lágrimas de sangre corrían por su rostro.

Su hermana, la más joven de las mujeres. Él era el culpable.

Sesshomaru sintió la agitación en su mente, se sintió reconfortado como si alguien le abrazara.

- ¿Sesshomaru? ¿Me necesitas? -Preguntó Rin preocupada, su voz sonaba ronca y somnolienta.

Estaba totalmente asombrado. Su orden había sido firme, mucho más firme que las que solía enviar a cualquier humano, y aun así, su dolor le había llegado a través del sueño. Echó un vistazo a su alrededor, a las caras de sus compañeros. Ninguno de ellos había percibido el contacto mental. Era muy significativo, aún somnolienta como estaba, Rin era capaz de concentrarse, canalizar sus pensamientos y enviarlos directamente a su mente sin que nadie lo percibiera. Era una habilidad que muy pocos de los suyos se habían molestado en desarrollar ya que confiaban demasiado en la incapacidad de los humanos de percibir sus comunicaciones telepáticas.

- ¿Sesshomaru? - La voz era ahora más fuerte, estaba preocupada - Voy a ayudarte.

- Duerme, pequeña. Estoy bien - la tranquilizó aumentando la orden con el tono de su voz.

- Cuídate, Sesshomaru, susurró muy despacio obedeciéndole.

Sesshomaru centró su atención en aquellos que esperaban sus órdenes.

- Enviadme mañana a Miroku. El bebé no puede vivir con él. Kikyo perdió otro niño hace un par de décadas. Todavía llora a sus otros bebés desaparecidos. Le entregaremos el hijo de Sango. Kagura los protegerá. Nadie usará una conexión psíquica hasta que sepamos con certeza que ninguno de nuestros adversarios posee el mismo don que tiene mi mujer.

Sus rostros mostraron un asombro absoluto. Ninguno de ellos pensaba que un humano fuera capaz de poseer semejante poder y disciplina.

- ¿Sesshomaru, estás seguro que esta mujer no es nuestra enemiga? Podría representar una amenaza para nosotros - Inuyasha sugirió esta idea con mucho cuidado, incluso Kagome le clavó los dedos en el brazo en señal de advertencia.

Sesshomaru entrecerró los ojos.

- ¿Creéis que me he mantenido ocioso maravillándome de mi propio poder? ¿Tan poco me conocéis que me creéis incapaz de reconocerla como una amenaza después de aventurarme por su mente? Os lo advierto, estoy deseando dejar de ser vuestro líder, pero no voy a alejarla de mi protección. Si cualquiera de vosotros le hace daño os las veréis conmigo. ¿Deseáis que ceda a otro el liderazgo? Estoy cansado de mis deberes y responsabilidades.

- ¡Sesshomaru! - protestó Kogaku indignado.

Los demás se negaron rápidamente, como niños asustados. Ares fue el único que se mantuvo en silencio, apoyaba la cadera perezosamente sobre la pared mirando a Sesshomaru con una sonrisilla burlona. Sesshomaru lo ignoró.

- Casi está amaneciendo. Id todos bajo tierra. Usad todas las protecciones posibles. Cuando despertéis, comprobad los alrededores, buscad la presencia de intrusos. No ignoréis ni el más pequeño de los detalles. Debemos estar en estrecho contacto y cuidar los unos de los otros.

- Sesshomaru, el primer año es crucial para nuestros bebés, la mayoría de ellos no sobreviven - Los dedos de Kagome se retorcían nerviosos mientras le daba la mano a su marido - No estoy segura de que Kikyo pueda soportar otra pérdida.

La sonrisa de Sesshomaru fue tierna.

- Ella cuidará al niño mejor que cualquier otra, y Kagura será el doble de protector que ninguno de nosotros. Él ha estado intentando convencer a Kykyo para que vuelva a quedarse embarazada, pero ella se ha negado. Al menos así podrá acunar a alguien.

- Y volverá a desear tener otro bebé - dijo Kagome enfadada.

- Si nuestra raza quiere seguir adelante, debemos tener niños. Aunque me gustaría mucho ser yo el que los trajera al mundo, son sólo las mujeres las que pueden realizar el milagro.

- Es descorazonador perder a tantos bebés, Sesshomaru - señaló Kagome.

- Es por el bien de todos, Kagome - Su tono no dejó lugar a ninguna duda, nadie osó discutir ni preguntar. Poseía absoluta autoridad y sentía una ira y un dolor más allá de cualquier medida. Miroku no sólo había fallado al proteger a Sango, una mujer joven, hermosa y vital, su vida se había desperdiciado por culpa del juego sádico que ella y Miroku habían llevado a cabo. Sabía que era igual de responsable que Miroku. Ambos eran culpables de la muerte de Sango.

El desprecio que sentía por Miroku también iba dirigido a él mismo.


Bueno, hasta que finalmente pude terminar este capítulo, si les soy sincera me consto hay muchos personajes, y me toco crear los míos pues me pertenecen, yo me los imagino como tal algunos van a ser de mi creación como lo dije posteriormente, en el prólogo y advertencia bueno espero que les haiga gustado y Kagura si en esta adaptación va hacer buena Inuyasha es hermano de Sesshomaru igual que en el anime.

Sango y Ares van también a ser hermanos de Sesshomaru a Ares me toco crearlo porque ya no sabía a quién más poner como personaje, Kogaku hermano de Sango en el anime en esta adaptación no lo va hacer bueno espero que respeten mi decisión.

Me pueden decir que parte, que les va gustando. Rewiens me importa mucho en que puedo mejorar la adaptación.

Los leo Bay Kittis.