Capítulo 44: Remus Lupin
El tiempo se sintió bastante extenso en la mente de Harry, como si estuviera atrapado en una pesadilla. Los ruidos que había escuchado antes de perder la consciencia persistían y retumbaban en su cabeza, como si lo fueran a seguir incluso hasta la muerte.
La siniestra visión de la criatura le impactó al punto de quemarse en su retina. Bajo la gruesa capucha negra de yute, la figura parecía ser conformada por humos negros condensados, dando una visión un tanto viscosa pese a parecer más gaseoso que algo sólido, pero que igualmente parecía tener una estructura ósea en ella, la cual se notaba particularmente en aquellos brazos que lo apresaron… Pero lo peor no era ninguno de esos detalles, sino más bien su rostro.
Rostro… si es que se le podía decir así. Era más bien una cabeza obscura, levemente más "solida" que el resto del cuerpo, tal como los brazos, pero en la que la masa se arremolinaba hacia el centro (¿o quizás donde iría su nariz?) dejando unas pequeñas vetas de un tono rojizo obscuro, como si fuera un magma infernal, o quizás la esencia misma de aquel maligno ser.
Sin embargo, de repente sintió una extraña sensación en su nariz y despertó, sintiendo que le daban palmadas en una de sus mejillas.
Le costó enfocar la vista. La luz del vagón le molestaba, y poco a poco volvió a sentir el resto de su cuerpo, escuchando que decían su nombre y sintiendo la vibración de la marcha tren en su espalda. Entonces se dio cuenta de que estaba acostado en el suelo del compartimiento, y que un hombre estaba sobre él, retrocediendo una vez que se percató de que había despertado.
Alguien le pasó sus lentes mientras otras manos le ayudaron a sentarse en el suelo. El hombre sostenía un pequeño frasco, el cual apresuró a cerrarlo antes de ponerse de pie y ayudar a poner a Harry de vuelta en uno de los asientos del compartimiento del tren.
— ¿Estás bien? — preguntó el hombre, con una mirada preocupada.
Cuando se sentó, Harry entonces sintió el frío de su cuerpo sudado. Aun así, decidió concentrarse en mirar a su alrededor, como sí aún estuviera algo desorientado. Pudo ver a todos sus amigos, mirándolo con preocupación, tal como pudo ver el claramente rostro del hombre, quien estaba sin su capucha.
Tenía un rostro delgado y bastante elegante, bello incluso, pero tenía una variedad de cicatrices que la cruzaban y le daban un aire bastante valeroso y masculino. Su cabello era un poco largo, pero se veía bastante bien en juego con su barba de pocos días.
— Sales aromáticas, aunque este frasco tiene un poco de aceite de lavanda para mejorar su olor — vio que le decía a Hermione, como si hubieran estado conversando de antes.
— Harry, ¿estás bien? — le insistió Ron, desde el otro asiento.
— Yo… sí… o eso creo — balbuceó Harry, esforzándose por salir de lo ocurrido. — ¿Qué pasó? ¿Qué era esa… cosa?
— Eso, Harry, era un dementor… — dijo el hombre. — Una de las criaturas más siniestras de nuestro mundo.
Quiso preguntar muchas cosas, pero su mente todavía le daba vueltas como para pensar claramente… por lo que lo único que pudo salir de su boca fue:
— ¿Cómo sabe mi nombre, señor?
— Oh, disculpa, tienes razón… — sonrió el hombre, un poco avergonzado. — Mi nombre es Remus Lupin, y seré su nuevo profesor de Defensa contra las Artes Obscuras — se presentó a todos, antes de volver a mirar fijamente a Harry. — Y creo que es fácil saber tu nombre cuando tus amigos lo gritan llenos de preocupación, ¿no crees? — terminó, con una sonrisa presumida.
Harry sonrió con un poco de vergüenza; claramente eso debió ser lo que ocurrió.
Echó la cabeza hacia atrás y la apoyó contra el respaldo del asiento. Todavía se sentía bastante agotado e incluso un poco mareado. El cuerpo le dolía y sus brazos pesaban, como si estuviera recuperándose de una enfermedad bastante extensa y pesada, como la gripe.
Entonces, después de ponerse de pie, el Profesor Lupin metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó una barra de chocolate. Abrió el envoltorio y repartió un pedazo para cada uno de los presentes, incluyéndose.
— Tomen, y coman — dijo, en tono serio, mirándolos a todos. — Las endorfinas producidas por el chocolate ayudarán a contrarrestar los efectos de la presencia del dementor.
Haciendo caso, Hermione comió su pedazo de chocolate casi al instante. Harry, quien no se sentía bien, tuvo sus dudas, pues no quería que se le ablandara aún más su estómago por los efectos relajantes del chocolate… pero, debido a la mirada insistente del Profesor, no tuvo más remedio que comerlo.
— Bien. Ya deberíamos estar por llegar al castillo, así que tendrán que prepararse — dijo, disponiéndose a salir del compartimiento. — Iré a ver cómo están sus compañeros, ¿de acuerdo?
Para cuando llegaron al andén que estaba próximo al castillo, la lluvia aminoró y el andén se llenó de jóvenes ansiosos de entrar en la seguridad de Hogwarts. Incluso pese al viento, se escuchaba el sinfín de murmullos, y Hagrid tuvo que alzar mucho la voz para ordenar a los chicos de primer año, quienes estaban bastante asustados.
— ¡Por aquí los de primer año! — retumbaba la ronca voz de Hagrid.
Sin embargo, no pudieron detenerse a tratar de saludarlo. La multitud los empujaba, y ellos no pudieron hacer más que seguir la corriente hacia los carruajes y distribuirse en los años correspondientes, por lo que se separaron de Ginny y Luna.
Harry, pese a que el chocolate le hizo sentir bastante mejor, aún estaba algo débil, por lo que Ron y Hermione mantenían su atención en él, aunque fuera de reojo.
A medida que los jóvenes se subían a los carruajes, los thestrals iniciaban su marcha hacia el castillo. La obscuridad de aquella noche se hacía bastante inquietante, incluso cuando el viento había cesado de aullar entre los árboles… y más aún cuando la entrada a los terrenos del castillo estaba custodiada por un par de dementores que hacían guardia a cada costado del camino, junto al enorme y suntuoso portón de hierro forjado.
Cuando finalmente habían llegado hasta el camino de piedra que indicaba el acceso al castillo, los carruajes se detuvieron.
Los jóvenes rápidamente descendieron y se agruparon ante las enormes compuertas de roble reforzado, las que no tardaron en abrirse. Moviéndose entre la gente, sin mucho cuidado, una reluciente cabellera rubia se acercó hasta el grupo de Harry.
— Hey, Harry… ¿Qué pasó? ¿Te encontraste con un velocirraptor? — dijo Draco, con una leve sonrisa.
— La verdad es que con algo peor… — le respondió el otro, sonriendo un poco por la gracia que le causaba la referencia.
— Algo así escuché. Espero te repongas pronto — le dijo, dándole suave palmada en el hombro antes de ir a reunirse con los miembros de la Casa Slytherin.
— Yo también tengo que irme. Hermione, cuídalo, por favor — repuso Ron, antes de ir hacia donde estaban los miembros de la Casa Gryffindor.
Sin embargo, Hermione apenas si alcanzó a acercarse a su amigo cuando, de entre la multitud de estudiantes, apareció la señora Pomfrey junto a otro par de personas que Harry reconoció como miembros del equipo de enfermería.
— ¿Algún estudiante que requiera alguna atención? — llamaba a viva voz. — ¿Alguien ha quedado débil por el incidente ocurrido en el tren? — seguía, mientras miraba con detenimiento a cada estudiante que estaba allí, al tiempo que sus acompañantes atendían rápidamente a quienes preguntaban o necesitaban algo. — Ah, Harry Potter, justamente el muchacho que estaba buscando… — dijo finalmente, deteniéndose frente a él.
Lo tomó firmemente y comenzó a revisarlo raudamente, pero no por ello sin poner detallada atención. Ayudada con su varita revisó la reacción de su pupila, con la yema de sus dedos chequeó el pulso, puso atención a la temperatura, haciendo algo de presión sobre el brazo izquierdo hizo una revisión muy rápida de la presión… muchas cosas que realizó con presura, y que Hermione reconocía que normalmente se harían en camilla con algunos implementos especializados.
— Veo que te has recuperado bastante bien… por ahora sólo necesitarás chocolate o quizás algo un poco más fuerte — comenzó a decir para sí, mientras terminaba de revisarlo.
— El Profesor Lupin me dio chocolate en el mismo tren — dijo, un poco irritado por todo lo que lo zarandearon en la revisión.
— ¡Al fin! ¡Por fin tenemos un profesor de Defensa contra las Artes Oscuras que sabe lo que hace! — dijo la señora Pomfrey, sonriendo ampliamente mientras juntaba las manos.
Y, sin esperar mucho más, la mujer continuó avanzando entre la multitud con sus asistentes, mientras los jóvenes se organizaban entre las distintas casas que conformaban Hogwarts.
No pasó demasiado tiempo cuando las grandes compuertas se abrieron y todos los estudiantes entraron, yendo directamente hacia el Gran Comedor, para acomodarse debidamente en las mesas de sus respectivas casas.
Al poco tiempo, cuando ya todo estaba en orden, los jóvenes de primer año comenzaron a ingresar, y la Profesora McGonagall presentó el Sombrero Seleccionador, el raído artefacto mágico que indicaría a cuál Casa serían asociados a partir de ese momento.
Una vez concluyó el proceso de selección, el Director Dumbledore, como siempre, se puso de pie y se dispuso a dar su discurso de inicio de año. Pese a su edad, el Director daba la impresión de tener mucha energía, y Harry sintió bastante tranquilidad y seguridad cuando le vio sonreír a cada uno de los estudiantes presentes.
— ¡Bienvenidos! — dijo Dumbledore, con la luz de las velas reflejándose en sus gafas de media luna. — ¡Bienvenidos a un nuevo año en Hogwarts! Primero que todo, tengo algunas cosas que decirles a todos… y como una es muy seria, la explicaré antes de que nuestro excelente banquete les deje aturdidos — entonces se aclaró la garganta y continuó: — Como todos saben después del incidente que ha ocurrido en el expreso de Hogwarts, tenemos actualmente en nuestro colegio a algunos dementores de Azkaban, que están aquí por asuntos relacionados con el Ministerio de Magia — se hizo una pausa, y a Harry le dio la impresión de que a Dumbledore no lo le agradaba en absoluto que los dementores custodiaran el colegio. — Estos dementores están apostados en las entradas a los terrenos del colegio, y tengo que dejar muy claro que, mientras estén aquí, nadie saldrá del colegio sin permiso. A los dementores no se les puede engañar con trucos o disfraces, ni siquiera con capas invisibles — añadió con severidad, dando una mirada fugaz a Harry. — No está en la naturaleza de un dementor comprender ruegos o excusas. Por lo tanto, les advierto a todos y cada uno de ustedes que no deben darles ningún motivo para que les hagan daño. Confío en los prefectos y en los últimos ganadores de los Premios Anuales para que se aseguren de que ningún alumno intente burlarse de los dementores.
Percy, como era de esperarse, se puso de pie y sacó pecho, mirando a su alrededor orgullosamente. Dumbledore hizo otra pausa para que los prefectos terminaran de presentarse. Recorrió la sala con una mirada muy seria y sombría, ante lo cual nadie movió un dedo ni dijo palabra alguna.
— Por hablar de algo más alegre… — continuó, cambiando el semblante como si nada ocurriera, — este año estoy encantado de dar la bienvenida a nuestro colegio a dos nuevos profesores. En primer lugar, el Profesor Lupin, quien amablemente ha accedido a enseñar Defensa contra las Artes Oscuras.
Hubo algún aplauso aislado y carente de entusiasmo. Sólo los que lo conocieron directamente en el tren aplaudieron con ganas, Harry entre ellos. El Profesor Lupin se veía muy desaseado en medio de los demás profesores, que iban vestidos con sus mejores trajes.
— ¡Mira a Snape! — alcanzó a escuchar Harry, en un susurro.
Por alguna razón, el Profesor Snape miraba a Lupin desde el otro extremo de la mesa de profesores, y le sorprendió aquella mirada de sobremanera. Sólo en una ocasión había visto aquella mirada, y fue cuando presenciaron la entrevista de Sirius Black antes de ser liberado en el Ministerio de Magia. Aquella expresión era el sentimiento más extremo que Harry alguna vez había visto en Snape, y sabía perfectamente lo que era: odio.
Y entonces lo supo. Podía adivinar perfectamente quién era en verdad Remus Lupin y por qué podía decir tan tranquilamente el nombre de Harry en un tono familiar que ni siquiera su tutor había logrado expresar.
Remus Lupin debió estar relacionado de alguna manera con su padre, James Potter, y seguramente era su amigo. Debió estar presente en Hogwarts, en cada día que Severus Snape fue blanco de matonaje y abuso por parte de James Potter y Sirius Black, e incluso quizás fue partícipe de una manera u otra. Ésa era la única razón por la que alguien tan centrado y calmo como Snape podría sentir un sentimiento tan poderoso que pareciera querer sacarlo de sus cabales, la única razón por la que debería estar quemado en su memoria como si fuera una cicatriz causada por hierro al rojo vivo.
Remus Lupin era alguien comparable a los bobos amigos de Dudley Dursley, que lo acompañaban para todos lados para agredir a Harry como parte de su mórbido deporte preferido.
— En cuanto al último nombramiento… — prosiguió Dumbledore cuando se apagó el tibio aplauso para el profesor Lupin, sacando a Harry de sus pensamientos. — Lamento decirles que el Profesor Kettleburn, nuestro Profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, se retiró al final del pasado curso para poder aprovechar en la intimidad los miembros que le quedan. Sin embargo, estoy encantado de anunciar que su lugar lo ocupará nada menos que Rubeus Hagrid, que ha accedido a compaginar estas clases con sus obligaciones de guardabosques.
Harry y Hermione se miraron atónitos. Luego se unieron al aplauso, que fue especialmente caluroso en distintos puntos de las diversas casas de Hogwarts. Harry se inclinó para ver a Hagrid, que estaba rojo como un tomate y se miraba las enormes manos, con la amplia sonrisa oculta por la barba negra.
— ¡Tendríamos que haberlo adivinado! — dijo Ron entre risas, dando un puñetazo en la mesa de Gryffindor. — ¿Quién más habría sido capaz de mandarnos a comprar un libro que muerde?
Harry, Ron, Neville y Hermione fueron los últimos en dejar de aplaudir; y cuando el profesor Dumbledore volvió a hablar, pudieron ver que Hagrid se secaba los ojos con el mantel.
— Bien, creo que ya he dicho todo lo importante — dijo Dumbledore, con una sonrisa. — ¡Que comience el banquete!
Las fuentes doradas y las copas que había delante de cada estudiante se llenaron de pronto de comida y bebida. Harry, que de repente se dio cuenta de que tenía un hambre atroz, se sirvió de todo lo que estaba a su alcance, y empezó a comer con calma.
Fue un banquete delicioso. El Gran Comedor se llenó de conversaciones, de risas y del tintineo de los cuchillos y tenedores. Harry, Ron y Hermione, sin embargo, tenían ganas de que terminara para hablar con Hagrid; sabían cuánto significaba para él ser profesor pese a no ser un mago totalmente calificado.
Finalmente, cuando los últimos bocados de tarta de calabaza desaparecieron de las bandejas doradas, Dumbledore anunció que era hora de que todos se fueran a dormir y ellos vieron llegado su momento.
— ¡Felicidades, Hagrid! — gritó Hermione muy alegre, cuando llegaron a la mesa de los profesores.
— Todo ha sido gracias a ustedes — dijo Hagrid mientras los miraba, secando su cara brillante en la servilleta. — No puedo creerlo… Es un gran tipo, Dumbledore… Vino derecho a mi cabaña después de que el Profesor Kettleburn dijera que ya no podía más. Es lo que siempre había querido.
Estaba completamente embargado de emoción, y ocultó la cara en la servilleta. La Profesora McGonagall amablemente les pidió que se fueran.
Pero, antes de retirarse, Harry no pudo evitar dar una mirada fugaz hacia el Profesor Lupin, quien hizo un rápido saludo levantando su copa, sonriéndole. El chico asintió con la cabeza en respuesta, y se marchó con sus amigos.
Tenía algo de sentimientos encontrados. A diferencia de lo que podría esperar, el Profesor Lupin era alguien bastante más amable e inteligente, a diferencia de Sirius Black, quien era impulsivo y hasta violento, como es esperable de alguien que alguna vez fue un matón. Ciertamente Lupin no era precisamente lo que él podría esperar, por lo que necesitaría conocerlo mucho más para saber quién era realmente… y quién podría llegar a ser.
Notas "breves" de autor
Hola a todos.
En primero, bienvenidos y esperamos que hayan disfrutado de este nuevo episodio de esta tercera temporada. Nos esforzamos cada semana en que disfruten de esta visión de los libros de Harry Potter.
Queremos agradecer en especial a tataschenfeld por su review (¡bienvenido de vuelta!) y animamos a todos a que dejen a sus comentarios para saber sus impresiones sobre esta historia.
A su vez, les contamos que a partir de este capítulo comenzaremos las votaciones para la pareja de la fiesta de Yule para Harry en el cuarto libro. Pero, revisando los comentarios de ffnet nos dimos cuenta que hay muchos problemas con el uso de encuesta, así que optaremos por algo más simple, que es votar escribiendo un review. Así vemos las opiniones de todos y pensamos en cómo hacer bien ese capítulo en particular :P.
Tengan en cuenta que, aquellos que dejan un review como invitados, deberán hacerlo con un nombre de usuario y que, los que intenten hacer spam, les contamos que tenemos nuestras propias formas de control.
No nos malinterpreten, nosotros tenemos nuestra elección y desarrollo para esa fiesta, pero los incentivamos a que, con buenos motivos, nos intenten hacer cambiar de opinión. Las opciones que estamos manejando son: Hermione, Luna y Padma en primera instancia. Los invitamos a argumentar si desean agregar alguna otra opción.
No hay mucho más que decir. Aún no queremos dar nuestra opinión sobre Lupin, pero ya algunos pueden haber visto entre lineas que opinamos de el.
Saludos y nos vemos el próximo capítulo
