Capítulo 47: Comenzando el año
En muy poco tiempo, la clase de Defensa contra las Artes Obscuras se convirtió en la favorita de la mayoría, especialmente de los más jóvenes, quienes no tuvieron que vivir el aburrimiento de las clases del Profesor Quirrell ni el fiasco que trató de sobrellevar Lockhart. Sólo algunos jóvenes elitistas criticaban al Profesor Lupin por su apariencia y manera de llevar las cosas, pero afortunadamente (según Harry) ninguno tenía la osadía ni la astucia de Draco Malfoy para avivar las malas lenguas… y claramente Crabbe y Goyle eran incapaces de hacer algo sin un cerebro que los guíe.
De hecho, las siguientes clases fueron tan interesantes como las primeras. Después de los boggarts estudiaron a los red caps, unas criaturas pequeñas y desagradables, parecidas a los duendes, que se esconden en cualquier sitio en el que hubiera habido derramamiento de sangre, en las mazmorras de los castillos, o incluso en los agujeros de las bombas de los campos de batalla, para dar una paliza a los que se extraviaban. De los red caps pasaron a los kappas, unos repugnantes moradores del agua que parecían simios con escamas y con dedos palmeados, y que disfrutaban estrangulando a los que ignorantes que cruzaban sus estanques.
Aunque el dinamismo con que Lupin tomaba las clases las hacía mucho más rápidas y entretenidas, a Hermione le costaba memorizar debidamente lo que hacían debido a que no era un trabajo de memorización académica como ella acostumbraba, por lo que se apresuraba en realizar los trabajos y ensayos de análisis que se les encargaba después de cada clase.
Otra clase que era bastante dinámica para Harry, aunque muchísimo más agotadora, era Cuidado de Criaturas Mágicas. Desde que la Profesora McGonagall le otorgó el rol como asistente de Hagrid durante las clases, ha tenido que aprender a lidiar rápidamente con las criaturas y, por sobre todo, aprender a controlar y guiar a Hagrid. De hecho, esto último ha probado ser tal desafío que Hermione no dudó en intentar crear una especie de itinerario para que Hagrid aprendiera a dar clases… incluso solicitó ayuda a algunos profesores como la Profesora Sprout, el Profesor Flitwick, y algo extra de información desde el punto de vista muggle.
Sin embargo, por eso mismo la clase tuvo bastantes altibajos, en especial debido a que eran necesarias varias revisiones, y muchas de ellas sin las criaturas presentes en absoluto, para poder estudiar y comprender mejor lo que significaba lidiar con ellas y saber cómo cuidarlas o comportarse con ellas. Aun así, pudieron ver salamandras de fuego y bowtruckles en un tiempo bastante aceptable.
A Harry le hubiera gustado que sus demás clases fueran igual de entretenidas. Si bien tenía grandes aptitudes y podía sobresalir rápidamente de ellas, a veces la necesidad de algo emocionante parecía asomarse en su mente, especialmente si comparaba las clases de Encantamientos con el taller de Duelo Mágico, pese a ser ambos bajo la tutela del Profesor Flitwick. Pero nada se comparaba a la rápida pérdida de interés que sintió respecto a Aritmancia; sus expectativas de tener matemáticas más desafiantes quedaron hechas añicos al tiempo que rápidamente se acostumbraba a hacer las conversiones pitagóricas de forma tan mecánica que casi no necesitaba pensarlo para hacer las sumas necesarias para la adivinación.
No obstante, Padma le comentaba que su hermana, Parvati, se había vuelto insoportable desde que adquirió el gusto por la clase de Adivinación. Ella y su compañera, Lavender Brown, habían tomado la costumbre de visitar a la Profesora Trelawney y regresar con un aire de superioridad que resultaba bastante molesto, como si realmente creyeran que sabían cosas que los demás ignoraban.
Sin embargo, con el inicio de Octubre, volvió nuevamente al gran Salón de Duelos, sin importar cuán agotado pudiera estar de sus demás actividades, o si apenas tenía tiempo para un respiro.
Aquella tarde del martes 5 de Octubre, con los rojizos tonos del atardecer, Harry llamó a la gran puerta doble e ingresó.
— Bienvenido, Harry, bienvenido — saludó Flitwick, sonriendo con ansias. — ¡Qué bueno verte nuevamente en este salón!
— Muchas gracias, Profesor Flitwick — respondió el de lentes. — Es bueno tener algo de práctica después de clases.
— Lo dices como si tus clases no fueran suficiente — dijo el Profesor, con una sonrisa presumida. — He oído que incluso estás ayudando en las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas… ¿Acaso todo es muy poco para el nuevo heredero Potter?
— No diga eso, Profesor — zanjó Harry, con vergüenza. — Sólo me ha tocado ayudar porque la Profesora McGonagall consideró que sería mejor que el Profesor Hagrid tuviera ayudantes para sus clases… Además, no es como si ser heredero de una familia fuera tan importante; supongo que se ha fijado que ni siquiera porto el anillo aquí en Hogwarts.
— No te preocupes, sólo bromeaba… y claro que me he fijado que no llevas anillo, a diferencia de varios muchachos de Slytherin que he conocido. Eso demuestra la persona que eres y dónde tienes las prioridades.
— Gracias — le sonrió el chico.
— Bien, ahora concentrémonos en lo que nos reúne aquí — dijo el Profesor Flitwick, alejándose unos pasos. — ¿Recuerdas los encantamientos que estábamos practicando antes de las vacaciones de verano?
— Continuamos perfeccionando los reflejos de Protego, y el uso de Expulso y Arresto Momentum — enumeró, casi sin pensarlo.
— Perfecto. Bien, entonces continuaremos entrenando lo mismo, pues es magia bastante avanzada y complicada, y creo que podremos comenzar lentamente a entrenar en tus resistencias mágicas, para que estés más preparado para los impactos, ¿te parece?
El de lentes no dudó en asentir. Recordaba que el año anterior su entrenamiento era ya suficientemente agotador, y mantener el ritmo parecía ser mucho más relajado que agregar nuevos encantamientos a la intensa rutina que el Profesor Flitwick tenía para él. Sin embargo, también había una duda que tenía en mente y que sólo se atrevía a hacerla en privado…
— Profesor Flitwick, antes de comenzar… — dijo, antes de que fueran a sus lugares para iniciar las prácticas de duelo. — ¿Cómo se puede enfrentar a un dementor?
El Profesor lo quedó mirando perplejo unos instantes para luego tomar un semblante mucho más serio, rascándose la barbilla.
— La verdad, Harry, enfrentarse a un dementor requiere magia bastante avanzada, además de mucha valentía y determinación… — respondió, — no sólo porque enfrentarse a los dementores es, en cierta manera, enfrentarse a tus miedos, sino porque también es la única manera en que el encantamiento que los derrota puede ser realizado.
Harry sintió como si se le hubiera apretado el estómago. ¿Tenía el coraje suficiente para enfrentarse a una criatura tan siniestra y realizar un hechizo avanzado sin vacilar?
— Pero no te preocupes por ello, Harry — continuó el Profesor Flitwick. — El Director Dumbledore no permitirá que los dementores pasen más allá de la periferia de Hogwarts; además, su labor es estar presentes para cuando se necesite llevar a cabo la misión del Ministerio, nada más.
— ¿Misión del Ministerio? ¿Sabe algo de eso?
— Lo siento, Harry. Ya sabrás que el mundo mágico tiene muchos secretos, y el Ministerio de Magia trabaja con muchos más secretos…
Harry apenas si logró conciliar el sueño aquella noche, en especial porque podía sentir al gato de Hermione, Crookshanks, deambulando por el cuarto, acechando, como si estuviera constantemente buscando algo. Pese a que sabía cuál era su naturaleza, su presencia no hacía más que reforzar la sensación de que algo estaba terriblemente mal.
Sin embargo, aquello se vio fuertemente reforzado a la mañana del viernes, en la que pudo ver al Director Dumbledore, apenas tas terminar su desayuno, salir a las puertas del Gran Comedor para recibir al hermano de Ron, Bill, en una visita totalmente inesperada… y que, mientras caminaba por los pasillos hacia su primera clase del día, estaba seguro de que vio de reojo a Sirius Black entrando por una esquina.
— ¿Qué crees que haces, Potter? — se escuchó de repente la fría voz del Profesor Snape, interrumpiendo sus pensamientos. — ¿Por qué no estás trabajando en tu Poción Herbovitalizante?
— Oh, y-yo, ¡lo siento, Profesor! — se exaltó el chico, en especial conociendo la personalidad que toma Snape para sus clases.
— Asumo que terminaste tu poción y creíste que no habría problema si pensabas en otras cosas, ¿no es así? — continuó Snape, en un tono bastante molesto, inclinándose y acercando su nariz hacia el rostro del de lentes. — Asumo que tu poción debe estar perfectamente hecha, si tienes tanto tiempo para divagar, ¿verdad?
— Bueno… — comenzó a sentirse presionado Harry, en especial por la mirada llena de desprecio que le daba Snape. — Sí, está lista, al menos según como indican las instrucciones del libro de clases, Profesor.
Snape se irguió de golpe y lo quedó mirando, con una mezcla de sorpresa y escepticismo. Entonces, se dirigió hacia un enorme gabinete que tenía en una de las paredes junto a su mesa, y sacó de allí una pequeña lagartija.
— Muy bien, entonces probaremos si realmente su poción es tan buena como dice, joven "pocionero" — zanjó el Profesor Snape, al tiempo que sacaba un pequeño vial de entre su túnica con la mano libre. — De acuerdo, clase. Le daremos un poco de este Filtro de Muertos en Vida a esta pequeña lagartija, y luego daremos la poción de Potter para ver si ocurren los resultados esperados.
Y ante las miradas expectantes de los demás estudiantes, Snape soltó solo una gota de la poción sobre la piel de la lagartija, la que parecía haber muerto en el acto por el potente efecto de la poción sobre su ser. Acto seguido, el Profesor tomó una pipeta y sacó un poco de la poción del caldero de Harry, y se la vertió en la boca semiabierta del pequeño reptil, el que despertó lentamente a los pocos segundos.
— Oooh — se escuchó de varios estudiantes, quienes parecían sorprendidos por ver en persona el efecto de la poción.
— Aún tiene mucho que perfeccionar, pero al menos funciona tal como indica el libro de clases — concluyó Snape, frunciendo el ceño con algo de malestar. — No obstante, dejar que su mente divague no es algo que quiero ver en mi clase nuevamente. Cinco puntos menos para la Casa Ravenclaw, y quiero verlo después de almuerzo en mi despacho, Potter.
Muchos comprendieron el mensaje y volvieron rápidamente a sus asientos antes de poder siquiera soltar una expresión de resignación por los puntos perdidos. Sin embargo, Hermione intentó mirar los ojos de Harry, quien miraba fijamente su caldero de manera inexpresiva.
— ¿Estás bien? — le susurró, con preocupación.
— Estaré bien después de almuerzo — le respondió el otro, con calma.
— ¿Quería verme, Profesor Snape? — preguntó Harry, al tiempo que entraba al despacho del Profesor de Pociones, a la hora acordada.
Snape en cambio, le hizo una seña para que cerrara rápidamente la puerta y se acercara.
— ¿Está todo bien, Harry? En clases parecías algo preocupado — le dijo el hombre, apenas el chico se acercó.
— Sr. Snape, ¿ocurre algo? Hoy vi al hermano de Ron, Bill, reuniéndose con el Director después del desayuno, y estoy seguro de que vi a Sirius Black en uno de los pasillos…
Snape se quedó mirándolo por unos momentos, perplejo, y le pidió que se sentara antes de acomodarse en su propio asiento.
— Según lo que me comentó el Director — comenzó a explicar, — lo que ocurrió con Ginny Weasley durante el acontecimiento de la Cámara de los Secretos dejó una secuela muy grave debido a su exposición a magia muy tenebrosa.
— Así es. No sé si mi padrino se lo contó, pero el mismo Bill nos explicó el tema antes de que viniéramos a Hogwarts — acotó Harry. — De hecho, dijo que buscaría una reunión con el Director por lo mismo.
— Bien, al menos sabes por qué el hermano mayor de los Weasley ha venido a Hogwarts…
— Sí, pero no entiendo por qué ha venido Sirius… ¿Todo esto tiene algo que ver con los dementores?
— No estoy seguro, pero puede que algunas cosas estén relacionadas más que otras, Harry… y es por ello que debemos estar alerta y preparados — zanjó Snape, en un tono muy serio. — Al menos sé que Sirius está tras las pistas de un posible y bastante peligroso enemigo, y convenció al Ministerio de que su objetivo está en algún lugar de Hogwarts.
— ¿Entonces el Ministerio acordonó el lugar con dementores para que su presa no escape? — preguntó el chico, asiento una idea rápida.
— Bueno, yo creo que la idea original del Ministerio era usar los dementores para cazar de manera más directa a este… fugitivo, pero el Director no permitió que expusieran a los estudiantes al riesgo que implica tener dementores cerca — respondió el otro. — Tú eres el claro ejemplo de lo que significa tal riesgo.
Sólo mencionarlo hizo que Harry recordara el encuentro que tuvo con el dementor, y un escalofrío recorrió su espalda al instante.
— No estoy seguro de qué es lo que realmente ocurre, pero ten por seguro de que haremos lo posible por mantenerlos a todos a salvo mientras se resuelve este asunto — concluyó Snape, con determinación.
Hubo un momento de silencio en el que el hombre aprovechó de mirar la hora en un simple reloj de péndulo que había junto a su escritorio.
— Bueno, todavía tenemos tiempo como para conversar y dar la impresión de que te he dado algún castigo — dijo, mirando a Harry con una suave sonrisa. — ¿Hay algo que quieras contarme o preguntar?
— Vi su reacción cuando llegó el Profesor Lupin el primer día… — dijo Harry, después de pesar unos momentos. — Fue amigo de mi padre, ¿no es así?
— Así es… aún me sorprende un poco que seas capaz de poner tanta atención a los detalles y sacar tan buenas conclusiones — sonrió Snape, con algo de amargura.
— ¿Él también le hizo daño?
Snape lo quedó mirando unos momentos, como si la pregunta en sí le fuera una sorpresa. Si bien hubiera creído que la respuesta sería obvia, al pensarlo con detenimiento se percató de que la verdad parecía ser bastante diferente.
— Me gustaría decir que sí, pero la verdad es que no — dijo, aún pensativo. — Quiero decir, él estaba con Potter, Black y Pettigrew, como un cuarteto inseparable… pero, a diferencia de los demás, él simplemente reía o hacía la vista gorda al actuar de James y Sirius. Nunca dijo nada; no apoyaba ni defendía, no los alentaba ni intentaba detenerlos…
— Eso no lo hace inocente… pero tampoco lo hace objeto de odio — pensó Harry, en voz alta. — Quizás con los años es algo mejor, quién sabe. Pero claramente no lo libera de ser cómplice o negligente…
— Ya veo… — soltó Snape, con una sonrisa llena de amargura y pesar. — Entonces es complejo…
— Sí… — concluyó el chico, mirando hacia la chimenea. —¿Y cómo era el cuarto, Pettigrew?
— ¿Él? — se sorprendió el hombre. — Bueno, recuerdo que antes de juntarse con James y Sirius era una persona muy tímida, como si incluso su propia sombra le diera miedo… me recuerda un poco a Neville Longbottom, pero obviamente no es lo mismo — comenzó a hacer memoria. — Seguramente juntarse con sus amigos de Gryffindor le daba coraje y seguridad. ¿Por qué preguntas?
— No lo sé. Simplemente se me ocurrió preguntar — dijo el chico, restándole importancia.
Sabía que Pettigrew fue quien traicionó a sus padres, pero aún había demasiadas dudas al respecto… y no sabía cómo encajar todas las piezas. Volvieron a pasar un momento de silencio hasta que Harry miró el reloj y decidió levantarse para volver a buscar sus cosas para la siguiente clase.
— Harry… — le llamó Snape, antes de que el chico saliera de su despacho.
— ¿Sí, Sr. Snape?
— Si tuviera alguna manera de tomar represalias con Lupin por lo que ocurrió en el pasado, ¿cuál sería tu opinión al respecto?
Harry lo quedó mirando unos momentos antes de agachar la mirada y suspirar. Realmente era una idea compleja, pero algo que podía entender por completo, especialmente por cada cicatriz y hueso soldado que hay en su cuerpo.
— Sí bien no es inocente, tampoco creo que merezca represalias… ignorarlo sería mejor — dijo, pensando en voz alta otra vez. — Además, si queremos ser mejores, no deberíamos rebajarnos a la altura de gente como ellos, ¿verdad?
— Está bien. Puede retirarse, joven Potter — dijo el hombre, después de unos momentos, con el ceño fruncido.
Harry salió en silencio, un poco preocupado, mientras Snape apoyaba un codo sobre el escritorio y ponía su mano sobre su boca, de manera reflexiva, mientras se concentraba en sus propios pensamientos.
Por hoy no hay notas... Nos vemos el próximo capítulo. Saludos!
