Capítulo 52: El encantamiento Patronus


Para la tarde del domingo 2 de Enero el castillo nuevamente estaba lleno de vida. Las vacaciones habían terminado y todos los estudiantes ya habían vuelto desde Londres en el tren aquella mañana.

Las clases se reanudaron con tanta intensidad al día siguiente que parecía que las vacaciones no hubieran ocurrido en absoluto, haciendo que el ritmo pillara desprevenido a más de alguno, especialmente a aquellos que se habían relajado demasiado, como Ron y Neville. Sin embargo, aquel ritmo sirvió para mantener a Harry tan concentrado y agotado que últimamente no había vuelto a tener sueños "extraños", para alivio del chico.

No obstante, todo lo que tenía que hacer se volvía lentamente bastante pesado: ayudar a su tutor con los antiguos pergaminos de la Cámara de los Secretos, hacer de ayudante para Hagrid en las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, y practicar al menos una vez por semana con el Profesor Flitwick en sus clases de duelo mágico. De cualquier manera, había un esfuerzo adicional que Harry estaba esperando con el inicio del nuevo trimestre, y eran las enseñanzas del Profesor Lupin para poder defenderse contra los dementores.

El jueves por la tarde, tal como acordó con el Profesor de Defensa contra las Artes Obscuras después de clases, Harry se dirigió rápidamente hacia el aula de Historia de la Magia. Eran pasado las ocho de la tarde cuando llegó al aula, al cual llegó el Profesor Lupin poco después.

— Bueno, Harry… aquí estamos — dijo el hombre, después de un rato. — ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? No es fácil, y requiere mucha concentración y determinación… Además, no es como que estés obligado a involucrarte en algo que es estrictamente un deber de los adultos que habitamos en Hogwarts.

— Estoy seguro — respondió el de lentes, tajante. — Además, el castillo es muy amplio como para que estén en todas partes, y si el Profesor Flitwick confía en mis capacidades para duelo, entonces debería tener la confianza para tratar de ayudar y proteger a los demás estudiantes.

— No deberías intentar ser el héroe de nadie — interrumpió Lupin, frunciendo el ceño con preocupación.

— No lo soy… pero los problemas me siguen, y debo estar preparado — respondió Harry, con determinación.

El Profesor y el chico se quedaron mirando fijamente a los ojos por unos instantes, como si siguieran discutiendo a través de la mirada. Finalmente, sin embargo, Lupin se acercó al chico y apoyó una mano sobre su hombro.

— De acuerdo… — dijo el profesor Lupin, sacando su varita mágica e indicando a Harry que hiciera lo mismo. — El hechizo que trataré de enseñarte es magia muy avanzada… Se le llama Encantamiento Patronus.

— ¿Cómo es? — preguntó Harry, curioso.

— Bueno, cuando sale bien, invoca a una esencia denominada "patronus" para que se aparezca — trató de explicar el otro. — Es una especie de guardián hecho de magia que hace de escudo entre las criaturas malignas y tú.

Harry se imaginó de pronto agachado tras alguien del tamaño de Hagrid que empuñaba una porra gigantesca. El Profesor Lupin continuó:

— El patronus es una manifestación de magia blanca, una especie de concentración de fuerza positiva, que proyecta las mismas esencias de las que un dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir… y no puede sentir desesperación como los seres humanos, por lo que los dementores no lo pueden herir. Pero debo advertirte, Harry, de que el hechizo podría resultarte excesivamente difícil y avanzado. Muchos magos cualificados tienen dificultades con él por una infinidad de razones.

— ¿Qué aspecto tiene un patronus? — preguntó Harry, haciendo caso omiso de las advertencias del hombre.

— Bueno, eso depende exclusivamente del mago que lo invoca — respondió Lupin, después de un suspiro de resignación.

— ¿Y cómo se invoca?

— Con un encantamiento que sólo funcionará si te concentras con todas tus fuerzas en un solo recuerdo de mucha alegría.

Harry intentó pensar en sus recuerdos alegres. Tenía muchos en mente desde que Snape lo sacó de la casa de los Dursley, y muchos parecían ser más significativos que otros; momentos de alegría jugando con sus amigos, momentos de dicha al superar diversos retos, momentos de felicidad al compartir distintas celebraciones del año… ¿Y si, más que un recuerdo, es más bien el concepto de alegría en sí mismo?

Intentó interiorizar la maravillosa y reconfortante sensación de alegría que distintos recuerdos producían en su cuerpo y corazón antes de mirar al Profesor con determinación.

— Vale, creo que lo tengo — le dijo.

— Bien. El encantamiento es así… — y se aclaró la garganta y mostró lentamente el movimiento de la varita: — Expecto Patronum.

Expecto Patronum — repitió el chico entre dientes, tratando de memorizar las palabras.

— ¿Estás pensando en tus recuerdos felices?

— Sí… — respondió el chico, aún algo confundido respecto a lo que debería tener precisamente en mente.

Entonces Harry empuño bien su varita y se concentró. En el momento en que gritó "¡Expecto Patronum!", una especie de gas plateado salió de la punta de su varita y se condensó hasta formar lo que parecía ser una esferita de gas que dio un par de vueltas alrededor de Harry antes de deshacerse en el aire.

— Muy bien — apremió Lupin, con una sonrisa. — Aún falta que te concentres bien en tu recuerdo feliz, pero es un muy buen comienzo.

Sin saber cómo, Harry sentía la cabeza muy pesada, como si realmente hubiera tenido que invertir mucho más que concentración en el encantamiento.

— Sin embargo, aún falta mucho, ¿verdad? — preguntó el de lentes, frunciendo el ceño.

— Así es. Todavía es muy débil como para enfrentarse a un dementor — respondió el otro, con seriedad. — Vamos, inténtalo de nuevo.

Durante la siguiente media hora, Harry trató constantemente de lograr que el patronus tuviera, cuando menos, algo más de consistencia, pero muchas veces parecía deshacerse mucho más rápido que la primera vez que hizo el hechizo, mientras que otras veces no tenía siquiera una forma.

— Bien… creo que es suficiente por una noche — zanjó el Profesor Lupin después del último intento.

— De acuerdo… — suspiró el de lentes, agotado.

El hombre sacó una barra de chocolate y le compartió un trozo al chico antes de salir del aula e ir por caminos separados. En su camino hacia la torre Ravenclaw, Harry no pudo evitar sentirse algo decepcionado por no haber podido dominar siquiera un poco el encantamiento pese a todo el esfuerzo invertido.

Sin que Harry pudiera darse cuenta, Enero dio paso a Febrero. Mientras que al fin estaba comenzando a tener avances en el dominio de los complejos encantamientos de duelo con el Profesor Flitwick, parecía no tener avance alguno con el Profesor Lupin, si es que se podía siquiera decir así, en especial porque el patronus parecía que cada vez le consumía más y más energía sólo para permanecer unos instantes en el aire como un gas plateado antes de desvanecerse.

— Esperas demasiado de ti mismo — le dijo severamente el Profesor Lupin en la cuarta semana de prácticas. — Para un mago de trece años, incluso un resultado como éste es una hazaña enorme.

— Pero no sería siquiera capaz de embestir contra los dementores — dijo Harry desalentado.

— Es verdad… Y un verdadero patronus los haría desaparecer — contestó Lupin. — Pero, aun así, tú has logrado mucho en poco tiempo. Si los dementores hacen aparición en el próximo partido de quidditch, podrías ser capaz de mantenerlos a raya el tiempo necesario hasta que llegue alguno de los profesores.

— Pero usted dijo que es más difícil cuando hay muchos — repuso Harry, con algo de amargura.

— Tengo total confianza en ti — aseguró Lupin sonriendo. — Toma, te has ganado algo para beber. Supongo que has probado esto en Las Tres Escobas… — dijo, sacando un par de botellas.

— ¡Cerveza de mantequilla! ¡Muchas gracias! — exclamó Harry, casi al instante que vio el color del contenido de las botellas.

— Jaja, no hay de qué — respondió el otro, riendo entre dientes.

Bebieron en silencio la cerveza de mantequilla, hasta que Harry mencionó algo en lo que llevaba algún tiempo meditando:

— ¿Qué es un dementor? ¿Un espectro…? ¿Un demonio…?

El Profesor Lupin, pensativo, dejó su botella.

— Nadie lo sabe, y quienes pudieran estar más cerca de saberlo no pueden respondernos — dijo, con un tono siniestro. — Y los dementores sólo se acercan a su víctima para concretar su propósito y satisfacer su hambre…

— ¿A qué se refiere? — preguntó el chico, algo preocupado.

— Le dicen "el beso del dementor" — dijo Lupin, con una mirada sombría. — El monstruo acerca su "rostro" al de la víctima que quieren consumir por completo y… le consumen el alma.

Harry casi se atraganta mientras bebía un poco al escuchar eso último.

— ¿Los matan? — preguntó, tosiendo un poco.

— No. Es mucho peor que eso… — respondió el otro, frunciendo el ceño con amargura. — Mientras el cerebro y el corazón sigan funcionando, el cuerpo puede seguir viviendo sin alma… pero se vuelve incapaz de tener consciencia de sí mismo; no tiene memoria, emociones, nada. No existe posibilidad de recuperarse de eso. Uno se limita únicamente a existir, como un caparazón vacío, sin alma, perdido para siempre — Lupin bebió otro trago de su cerveza y continuó: — El Ministerio no está muy contento porque se ha corrido la voz de que hay dementores deambulando por Hogsmeade y Hogwarts, por lo que quieren apresurar su cacería… y han autorizado a los dementores a consumir al fugitivo.

Harry se quedó abstraído unos instantes, pensando en lo que debería sentirse que te consumieran el alma. Pero luego pensó en Pettigrew, y sintió una inexplicable mezcla de rabia y compasión.

— Qué terrible debe ser su pecado como para que sea sentenciado a perder su alma… — dijo de pronto, frunciendo el ceño.

Por alguna razón le surgieron las ganas de hablar con Lupin sobre la conversación que había oído en Las Tres Escobas, sobre Pettigrew traicionando a sus padres y escapado de la venganza de Black, aunque aquello habría supuesto revelar que sabía de su relación con el grupo de amigos de su padre… y no sentía que Lupin se hubiera ganado esa confianza todavía. De forma que terminó su cerveza de mantequilla, dio a Lupin las gracias y salió del aula de Historia de la Magia.

Harry casi se arrepentía de haber preguntado sobre los dementores. Aunque no hubiera tenido su respuesta, saber que consumían el alma de su víctima había sido una acotación tan siniestra que lo había sumido hasta tal punto en horribles pensamientos que se dio de bruces con la Ron mientras se dirigía hacia la Torre Ravenclaw.

— ¡Disculpa! — exclamó al instante. — Ron, ¿estás bien?

— No, para nada — dijo el pelirrojo apresuradamente. — He pasado toda la tarde buscando a Scabbers. Ese maldito gato de Hermione volvió a tratar de cazarlo hoy en la mañana y desde entonces no he podido encontrarlo… ¡y no quiero pensar que se lo ha comido!

Entonces, sin esperar, Ron volvió a correr por los pasillos, perdiéndose de la vista de Harry en un instante.

Por un momento Harry pensó en perseguir a su amigo para tratar de ayudarlo, pero entonces se percató de que Crookshanks y la señora Norris estaban deambulando cerca de él y apenas se detuvieron a verlo un instante antes de seguir olfateando y cazando… y algo no debía estar bien si es que la señora Norris no le estaba poniendo atención pese a la hora.


Notitas breves de autor

Holis.

Bueno, no podemos decir mucho. Al menos seguiremos publicando hasta terminar este libro. Aún no sabemos cuánto podemos avanzar, pero bueno, esperamos su apoyo.

Saludos y nos vemos el próximo capítulo.