Capítulo 53: Un día de chicos


Pasaron los días con una tranquilidad que llegaba a parecer anormal en comparación a lo que se había vivido en Hogwarts los dos últimos años, hasta el punto en que la celebración de San Valentín fue lo más recatado posible, para dicha de todos quienes se acordaban del fiasco del año anterior. Eran días tan normales que los estudiantes incluso parecían olvidarse de los dementores… o al menos eso hubieran querido.

En el cuarto partido del campeonato de quidditch, en el primer fin de semana de Marzo, unos estudiantes de Slytherin no encontraron mejor idea que intentar distraer a los jugadores al vestirse con capuchas obscuras y raídas, aparentando ser dementores entre las gradas. Obviamente, esto no le causó gracia alguna a la Profesora McGonagall, quien castigó severamente a la casa Slytherin con un descuento de cincuenta puntos.

Pero ni el partido ni el castigo a Slytherin cambió los ánimos que traía consigo la mejora del clima y el anuncio de la tercera salida a Hogsmeade.

Los jóvenes estaban reunidos en uno de los tableros de anuncio que había en uno de los muros cerca del Gran Comedor, conversando y haciendo planes entre risas y anécdotas. Sin embargo, por alguna razón, Harry parecía querer hacerse pasar por ignorante al respecto, lo cual llamó la rápidamente la atención de sus amigos.

— Vamos, Harry… ¡es la salida a Hogsmeade! ¡Es el momento de volver a abastecernos de dulces de Honeydukes! — insistía Ron, con una amplia sonrisa.

— No puedo creer que seas el único en todo el castillo que no sienta algo de alivio por salir de estas paredes — masculló Draco, frunciendo el ceño con incredulidad.

— Vamos, Harry… aunque ya nos conozcamos el pueblo, salir de paseo nunca es malo — apremió Neville, con su característica voz suave.

Pero el aludido intentaba hacer oídos sordos y se escondía tras sus amigos, con la cabeza gacha. Sin embargo, pronto se escucharon unos pasos dirigirse rápidamente hacia ellos.

— ¡Ahí estás! — dijo Padma, asomándose por detrás de Ron y Draco.

— Harry, ¿ya escuchaste? ¡Anunciaron la fecha para la próxima salida a Hogsmeade! — acotó Hermione, apareciendo junto a la otra.

Hubo unos segundos en que un silencio incómodo se produjo entre ellos. Neville pudo ver el rostro de incomodidad de Harry e instintivamente trató de salir de allí… pero no alcanzó a dar un paso cuando Harry lo agarró de la túnica y lo acercó para rodearlo con un brazo, al tiempo que rodeaba con el otro a Ron y a Draco.

— S-sí, ¡y ya decidimos que haremos una salida de chicos! — dijo, nervioso. — ¿Verdad, Ron?

— ¿Qué? ¿Y por qué…? — iba a quejarse el aludido cuando Draco le dio un sutil codazo en las costillas. — ¡C-claro! Saldremos en grupo para tener un día de sólo chicos.

— Así es. Lamentamos que interrumpamos sus planes, pero a veces necesitamos un día libre para hablar cosas de varones, ¿cierto, chicos? — dijo Draco, con su característica sonrisa petulante.

— ¿En serio? Eso es inusual… — dijo Padma, entornando los ojos con sospecha.

— Bueno, de ser así, no veo por qué no deberíamos aprovechar de hacer lo mismo — le dijo Hermione, con una sonrisa ladeada.

El grupo se quedó mirando unos instantes hasta que las chicas finalmente decidieron retirarse con un leve gesto de sus manos, ante lo cual Harry pronto suspiró aliviado.

— Gracias… — dijo, con el volumen suficiente como para que sólo sus amigos lo escucharan.

— No hay problema. Sólo será un paquete de ranas de chocolate — respondió Draco, riendo entre dientes. — Pero, en serio, ¿eso estabas evitando?

— Sí…

— Supongo que nos contarás la historia, ¿verdad? — preguntó Ron, con curiosidad.

— ¿Con una cerveza de mantequilla en Las Tres Escobas…? Claro. Yo invito — respondió Harry, con una sonrisa.


Cuando llegó el sábado, el grupo se reunió rápidamente en el Gran Comedor después del desayuno. Aunque con algo de vergüenza, tanto de Neville como de Harry, sus amigos rodeaban al chico de lentes como si fueran una especie de guardaespaldas, con Draco caminando al frente con su característica sonrisa presumida.

Avanzaron por los pasillos con un paso constante, seguidos de las distintas miradas de los demás estudiantes de tercer año, especialmente de Padma y Hermione, quienes miraban al grupo con algo de recelo.

Sin esperar a siquiera hablarse entre ellos, se acomodaron como pudieron en uno de los carruajes del castillo para iniciar su trayecto a Hogsmeade, acompañados por risitas y murmullos de algunas de las chicas de las distintas casas de Hogwarts.

— Bueno, al menos ya salimos del castillo — dijo Neville, suspirando de alivio. — Fue entretenido… pese a la vergüenza.

— Creo que fuiste el único que sintió tanta vergüenza — se rió Draco. — No pensé que llamaríamos tanto la atención.

— Ni que lo digas. Pensé que habíamos ganado la Copa de Quidditch o algo así — dijo Ron, con una sonrisa.

— O quizás es por el sinfín de rumores que deben hacer correr las chicas — dijo Harry, en un tono más serio. — Los murmullos en Hogwarts se mueven más rápidos que una snitch.

— Sea lo que fuere, es divertido — continuó diciendo el rubio.

— Lo sería más si no tuvieran que escoltarme de manera tan cerrada — dijo Harry, mirando por la ventana.

Sus amigos se rieron por unos instantes, al tiempo que Ron le refregaba su naturalmente desmarañado cabello. El día había comenzado de manera bastante amena, y cabía la posibilidad de que la salida se sintiera bastante corta.

Cuando llegaron a Hogsmeade, Draco abrió la puerta y salió de un salto, como si estuviera cargado de energía. El tiempo que había compartido con sus amigos en su tercer año de Hogwarts lo había hecho bastante feliz, pero aquella salida de chicos le daba bastante ánimos por alguna razón, como si estuviera en un ambiente que no habría podido compartir con nadie más, ni siquiera cuando Crabbe y Goyle le seguían por todos lados.

Los demás bajaron del carruaje y se quedaron mirando unos momentos antes de decidir, sin decir palabra alguna, comenzar a caminar. Un grupo de chicas que bajó de un carruaje cercano se quedó mirando al grupo, a lo cual Draco respondió peinando su cabello hacia atrás con una mano al tiempo que les hacía un guiño y se despedía con su otra mano, haciendo una pose bastante galante y coqueta, causando que las chicas soltaran risitas tontas que trataban de esconder detrás de sus manos.

— ¿Por qué haces eso? — preguntó Ron, con algo de aprensión.

— ¿Por qué no? Esas chicas nos estaban viendo — respondió el rubio, divertido. — No es como que no podamos coquetear un poco… ¡es una salida de chicos! — dijo, abriendo ampliamente los brazos.

— No todos tenemos tu mismo nivel de confianza… — dijo Neville, con voz derrotada.

— Aunque es un poco hipócrita considerando lo que ocurrió el año escolar anterior — agregó Harry, con una sonrisa perspicaz.

— Hey, ya me disculpé con ustedes… y por todo — respondió Draco, con un tono más sincero. — En serio, muchas gracias por ser mis amigos. Pero, creo yo, que me he esforzado bastante por recuperar mi imagen este año, y ayudarles a ustedes a estar mejor posicionados también.

— Si te refieres a cómo las chicas murmuran cosas y se ríen entre ellas, no sabría decir si es algo bueno o no — acotó Ron, frunciendo el ceño con escepticismo.

— Bueno… si escucharas lo que yo he escuchado… — dijo el rubio, con una sonrisa intrigante. — Pero para eso primero deberías ser un Slytherin, ¡y eso sólo como un comienzo!

Volvieron a reír. Caminaron por las calles de Hogsmeade hacia Honeydukes donde, a diferencia de las salidas anteriores, ya no estaba tan lleno pese a tener un flujo constante de gente.

Se abastecieron de algunos dulces. Harry, pese a que sabía que era una broma, compró un paquete de ranas de chocolates para compartir con sus amigos. Salieron conversando animadamente y continuaron caminando sin rumbo hasta llegar a la plaza que había junto a la oficina central de correos y se sentaron en una de las bancas bajo los frondosos pinos.

Comenzaron a disfrutar de las ranas de chocolate cuando divisaron un grupo de chicas que caminaba hacia el otro extremo de la plaza.

— Neville, te apuesto que no habías visto algo tan delicado balancearse con tanta elegancia entre tus compañeras de Hufflepuff — dijo Draco, dando un amistoso codazo a su amigo al tiempo que hacía un ademán hacia las nalgas de las chicas.

— Bueno, no serán tan elegantes y agraciadas… pero al menos no tenemos que esperar a que Bulstrode al fin saque a flote la galantería de las sacras veintiocho — acotó Harry, entre risas.

Los jóvenes rieron. Burlarse no era lo suyo, pero a veces boberías como ésa salían sin pensarlo, y entre chicos fluían con mucha más facilidad.

— Hablando de galantería… pensé que estarías entrampado con Greengrass — dijo Ron al rubio, con curiosidad.

— Cierto. Te vi con ella justamente aquí en la primera salida — añadió Harry, haciendo memoria. — ¿Qué pasó con eso?

— Ah, no. No sacaremos ese tema tan luego — zanjó Draco, con una sonrisa. — Dijimos que hablaríamos de esos problemas con una cerveza de mantequilla, y estoy esperando se cumpla la palabra.

— ¡Rayos! Debe ser muy serio… — soltó Neville, con una falsa preocupación. — Harry, no tenemos edad suficiente para beber algo lo suficientemente fuerte como para ayudar a sortear semejantes conflictos.

Todos rieron nuevamente. La poca confianza que Neville había ganado en el último par de años se lucía claramente cuando estaba con sus amigos, y con ella muchas veces aparecía su ingenio, el cual parecía agradarle mucho a Draco, y servía como punto medio para balancear las distintas personalidades del grupo.

— Bueno, ante cualquier problema serio, tenemos al feroz héroe de Hogwarts, el "niño que vivió" — dijo Ron, exagerando un tono de grandilocuencia.

— Y, por favor, no se olviden de que siempre va con su brazo derecho, el valiente y astuto que fue capaz de vencer al ajedrez encantado tamaño real de la Directora Adjunta — acotó Draco, haciendo un ademán hacia el pelirrojo.

— Oh, no digas eso — replicó el aludido, con algo de molestia.

— Hablando de eso… fue una suerte que vivieras el impacto de las piezas en tu última jugada, Ron — dijo Harry, frunciendo el ceño. — Es una suerte que golpearan el caballo en vez de golpearte directamente a ti.

— Espera, ¿en serio? — se exaltó Neville. — Todo el castillo escuchó la historia, pero ese detalle no estaba muy claro.

— Sí, bueno. Soy bueno en ajedrez… pero eso no es algo que destaque como sobrevivir a "la maldición asesina" o ser el hijo de un político destacado — continuó diciendo Ron, algo apesadumbrado.

— Oh, anímate, Ron… ya verás que encontrarás tu chispa, y las cosas serán mejores — le dijo Draco, pasando su brazo por sobre los hombros. — Por mientras, creo que deberías agradecer la vista — concluyó, haciendo un ademán con el otro brazo que abarcaba el pueblo hasta indicar a otro grupo de chicas.

— Parece que a alguien ya le está haciendo falta algo de atención… — dijo Harry, con tono burlón.

— Oh, vamos. Sé que dije que no quería seguir imitando a mi padre, pero creo que tiene razón cuando dice que hay que aprovechar la juventud — respondió el rubio, con un tono más serio. — No es como que tengamos mucho tiempo para jugar, bromear o coquetear…

— Vale, pero tampoco somos bestias — continuó el de lentes. — Yo al menos quisiera tener la seguridad de que no están jugando conmigo… eso sin mencionar que me encantaría encontrar la indicada…

— Es difícil imaginar la indicada cuando tienes modelos como Madam Rosmerta… — acotó Ron, en un tono pícaro.

Los demás asintieron en silencio, antes de volver seguir comiendo ranas de chocolate.

— Quizás sería bueno recordar que Madam Rosmerta está fuera de tu liga — se escuchó una voz grave detrás de ellos.

Los jóvenes se voltearon rápidamente con un sobresalto para encontrarse de frente con Sirius Black, quien les sonreía, divertido.

— ¡Lord Black! — se exaltó Draco, poniéndose de pie para hacer una reverencia, la que fue imitada por los demás.

— Por favor, chicos, llámenme Sirius… y detesto las formalidades — dijo el otro, frunciendo el ceño mientras agitaba una mano como si quisiera espantar una mosca. — Vaya, vaya… quien lo diría: un miembro de cada Casa reunidos como amigos. ¿Son tus amigos, Harry? Se ven muy singulares — concluyó, con una grata sonrisa.

— Sí. Son Ron Weasley, Draco Malfoy, y Neville Longbottom — respondió el de lentes, presentando a cada uno de los chicos.

— ¿El hijo de Alice y Frank? Es un gusto conocerte, chico. Soy un amigo de tus padres… realmente lamento lo que les ocurrió — saludó Sirius, estrechándole la mano a Neville, quien sólo respondió con una triste sonrisa. — Tú debes ser uno de los sobrinos de los hermanos Prewett, si no me equivoco; algún día podré contarte la historia… con permiso de tu madre, obviamente — dijo, estrechándole la mano a Ron.

Sin embargo, cuando iba a saludar a Malfoy, se le quedó viéndolo fríamente.

— Malfoy… ¿Estás seguro de que es tu amigo, Harry? — inquirió el hombre, frunciendo el ceño.

— Claro, ¿por qué lo dices? — preguntó el de lentes, no captando realmente la desconfianza de su padrino.

— Déjame preguntarte algo, entonces… — le dijo a Draco, en tono serio. — Los pasos de quién prefieres intentar seguir: ¿los de tu madre, Narcissa, o los de tu padre, Lucius?

— Los míos — respondió el rubio, sin titubear siquiera un instante.

Draco y Sirius se quedaron mirando fijamente por unos instantes hasta que finalmente el hombre sonrió ampliamente.

— ¡Ésa es una respuesta de hombre! — dijo, entre risas, al tiempo que le daba una palmada en el hombro a Draco. — Ya me agradas, chico, jaja.

Los jóvenes sonrieron y se acomodaron para poder sentarse nuevamente en la banca con Sirius acompañándolos. Harry le ofreció una rana de chocolate, la que aceptó con gusto.

— Y, ¿por qué estás aquí? — preguntó Harry a su padrino, como si nada.

— ¿Qué clase de pregunta es ésa, Harry? — le regañó Draco. — Estoy seguro de que sabes por qué está aquí uno de los Hit Wizards más hábiles del Ministerio… he escuchado a mi padre de que no se habla de otra cosa allí.

— Sí… también escuché a papá decir que se habla bastante de la "cacería de Black" en el Ministerio — agregó Ron, con tono serio.

— ¿Qué? ¿A qué se refieren? — preguntó Neville, poniéndose algo nervioso. — ¿Una cacería?

— Oh, nada especial, Neville — trató de calmarlo Sirius. — El Ministerio de Magia me pidió que atrapara a un hombre peligroso, que sabemos que está por aquí… Sí, me he tardado más de lo debido, pero puedes estar seguro de que no se me va a escapar — dijo, sonriéndole al chico.

Pasaron unos momentos de silencio hasta que Sirius se puso de pie y se quedó mirando a todos.

— ¿Y ustedes por qué están aquí en la plaza? ¿Acaso están aburridos del pueblito? — preguntó.

— Bueno, ya conocimos todo el pueblo con las salidas anteriores, así que esta vez sólo nos dedicamos a pasear y conversar — respondió Harry. — De hecho, incluso ya fuimos a Honeydukes.

— Sí, eso está bien… ¡pero tienen trece años! ¿Dónde están las chicas? No me digan que aún no tienen novia… — insistió el hombre, con una sonrisa burlona. — Si lo necesitan, supongo que puedo darles un consejo o dos, jaja.

— Bueno, quizás a Harry le vendría bien unos pocos consejos — se apresuró a decir Ron, con gracia.

— Sí, en especial porque hicimos esta salida de chicos para salvarlo de las chicas — agregó Draco, con una sonrisa burlona.

— ¿En serio? Rayos, Harry, te dije que ni siquiera tu padre había aspirado a tanto, pero tal parece que el tema era más serio todavía — se rio Sirius, mientras le refregaba el cabello al de lentes. — Esto es una conversación que requiere algo para beber… ¡Vamos!

Y, liderando al grupo de jóvenes, Sirius comenzó a caminar hacia Las Tres Escobas con una amplia sonrisa. Era como volver a estar con sus viejos amigos, una especie de pandilla que caminaba a su espalda, seguido bien de cerca por su mejor amigo.

Entró sin miramientos a la todavía despejada posada y saludó con un rápido gesto a su dueña, caminando instintivamente hacia el fondo, hacia la mesa que él y James siempre utilizaban, la cual era suficientemente amplia para que todo su grupo pudiera sentarse y, al mismo tiempo, estaba en un lugar especialmente arrinconado como para que pudieran hablar y decir tonterías tranquilamente sin que alguien les escuchara por sobre las demás conversaciones.

No alcanzaron a sentarse cuando Madam Rosmerta se acercó y tomó sus pedidos, una ronda de cervezas de mantequilla y un vaso de whisky de fuego, los que llegaron bastante rápido debido a que aún era temprano y no había tanta gente.

Sirius bebió un poco y miró unos instantes fijamente a Harry, con una sonrisa llena de nostalgia.

— ¿Ocurre algo? — preguntó el de lentes.

— Nada. Sólo recuerdos de viejo, jaja — dijo, ampliando su sonrisa mientras se acomodaba en su asiento. — Y bueno, chicos, ¿cuál es el problema que tenemos entre manos? Si el tema principal gira en torno a Harry, entonces asumo que ustedes ya tienen negociaciones sobre la mesa — dijo, con una mezcla de gracia y seriedad.

— ¿Negociaciones? — soltó Harry, confundido, mientras miraba a sus amigos.

— Oh, perdón, Harry… pensé que te habían puesto al tanto de este tema, pues es algo que también es parte de las costumbres del mundo mágico, en especial de familias conservadoras y de "sangre pura" — se disculpó el hombre, perdiendo su sonrisa y frunciendo el ceño, antes de comenzar a explicar: — Por tu expresión asumo que esto no debe hacerse en el mundo muggle, pero en el mundo mágico persiste la costumbre de realizar acuerdos y negociaciones maritales; es un asunto de política y alianzas que permite que las familias se correlacionen de manera más cerca entre sí y aseguren ciertas "amistades" y privilegios… además de la constancia de una "línea de sangre pura", según anhelan los más altaneros.

Ante esto último Draco alzó las cejas por lo duro de la expresión, aunque igualmente asentía por la verdad que había tras esas palabras.

— Entonces, igual que la nobleza de antaño, en las familias tradicionales de magos comienzan a iniciarse las conversaciones y negociaciones de emparejamiento a partir de los trece años — siguió explicando Sirius. — Yo me salvé porque me rebelé contra mis padres y, en represalia, me quitaron de la línea familiar… pero, debido a que no había quién tomara el manto de la familia Black, pude forzar la recuperación lo que es mío por herencia.

— ¿Es en serio? — volvió a expresarse Harry, con una expresión de disgusto, mientras miraba a cada uno de sus amigos, quienes asentían como si fuera lo más normal del mundo.

— Sí. Y, de hecho, tú te has salvado un poco de eso debido a que creciste entre muggles y tu tutor no está obligado a forzar las costumbres en ti — dijo Ron, con una sonrisa ladeada.

— Sí, pero como "heredero Potter" quizás deberías tener ese tema en consideración — añadió Draco, bebiendo un buen sorbo de su cerveza de mantequilla. — Yo, por ejemplo, estoy en una situación un tanto compleja… Mis padres aún no se deciden respecto a sus prospectos; por un lado, mi madre considera que quizás la mejor opción sea la familia Greengrass, mientras que mi padre opina que quizás sea más factible una correlación con la familia Parkinson…

— ¿Y qué opinas tú? — preguntó Sirius, con interés, antes de beber un poco de su whisky.

— No me gusta ninguna de ellas — respondió el rubio, bebiendo un poco más. — O sea… Daphne es bella, pero su actitud altiva me recuerda a mi padre y en lo que quiero dejar de lado, por lo que quizás prefiera a su hermana menor… mientras que Pansy es realmente hostigante y de una personalidad un tanto agotadora; quizás está obsesionada o sus padres le dijeron que intentara atrapar mi mano, pero realmente estoy cansado de tratar de escapar de ella este año…

— Oh, entonces por eso es que muchas veces pareces mirar por sobre tu hombro cuando vas por los pasillos — dijo Harry, después de un buen trago.

— No tienes ni idea…

— Bueno, entonces creo que puedo decir que tengo algo de suerte… — dijo Neville, con un poco de timidez. — Estar en Hufflepuff me ha permitido estar cerca de Hannah y conocerla bien. Creo que mi abuela ha tenido conversaciones con la familia Abbott desde hace un tiempo, pero me agrada estar junto a ella.

— Eso se escucha bastante bien, Neville. Me alegro por ti — dijo Harry con una sonrisa.

— Sí, realmente eso se escucha bien — apremió Ron, bebiendo un poco. — Al menos ustedes tienen conversaciones y son herederos de familia; yo, en cambio, estoy en un punto muerto. Las palabras de mis padres fueron muy claras — dijo, antes de aclararse la garganta y hacer una imitación algo exagerada: — "Sabes que no podemos cubrir grandes negociaciones, pero que cumplas la tradición como miembro de la casa Weasley sigue siendo de suma importancia… así que sólo te pedimos que encuentres una buena chica".

Los demás rieron con suavidad. Harry podía imaginarse con claridad que aquellas palabras debió haberlas dicho la señora Weasley.

— Pero, en serio, ¿es tan necesario? — insistió Harry, todavía con incredulidad. — ¿Acaso no tenemos libertad de opción, de buscar a la indicada o, como dice Draco, de aprovechar de ser jóvenes?

Los demás lo miraban con una sonrisa aprensiva, como si estuvieran viendo a alguien demasiado inocente.

— Lamentablemente, es mucho más obligatorio para nosotros, como miembros de las sacras veintiocho, que para otros magos de sangre pura — le explicó Draco con una sonrisa amarga, poniendo una mano sobre el hombro de su amigo.

— De cualquier manera, pueden ser jóvenes y divertirse, tratar de buscar una pretendiente por sus propios medios y buscar a la que prefieran que les acompañe el resto de sus vidas… pero, aun así, es parte de sus responsabilidades socio-políticas tener una pretendiente estable para cuando cumplan los 17 años, y posteriormente estar casados antes de cumplir los 27 años — explicó Sirius, frunciendo el ceño.

— Una cosa es que le gustes a las chicas (que es evidente), pero otra es que ellas también sientan la presión de cumplir con sus propias responsabilidades familiares — añadió Ron. — De hecho, creo que es peor para Padma, pues las familias hindúes creo que tienen acuerdos nupciales desde muy temprana edad…

— ¿Es broma?

— ¿Una chica hindú? Oh, rayos, Harry… no sabía ese detalle — dijo Sirius, riendo entre dientes. — Alguna vez he conocido unas chicas exóticas muy bellas, con ojos de colores tan bellos como son de impresionantes sus vestimentas. Yo tendría mucho cuidado si quieres evitar caer en algo que no deseas… a menos que ya estés atrapado… Espera, ¿es de ella de quien estás escapando? — preguntó Sirius, con renovada curiosidad.

— La verdad es que lo salvamos de causar la discusión entre un par de amigas — respondió Draco, con una sonrisa ladeada. — Ambas estaban a punto de obligarlo a decidir con quién saldría en el paseo de hoy.

— ¿Acaso ya habías salido con ambas? — volvió a preguntar el hombre.

— Sí. La primera salida Hermione me tomó del brazo sin darme más opciones, y en la segunda salida Padma hizo lo mismo… — respondió Harry, con un suspiro.

— Vaya, Harry… y yo me estaba preocupando de que eras muy tranquilo y callado, que incluso serías demasiado tímido para las chicas — rió Sirius antes de terminar su vaso.

— No, no, ése sería Neville — interrumpió Ron, entre risas. — Y aun así ya está asegurado, y de muy buena forma.

Todos rieron junto al pelirrojo, con excepción de Harry, quien estaba comenzando a sentir algo de frustración.

Le agradaba ambas chicas, pero jamás había pensado en algo mucho más allá de la amistad que habían tenido hasta ahora… aunque sus extraños sueños a veces le hicieran añorar lo contrario. La verdad es que tenía miedo de que se alejaran de su lado, de perderlas, por decirlo de alguna manera; pasó demasiados años de su vida en absoluta soledad por culpa de su primo como para permitir que alguno de sus preciados amigos se alejara de su lado.

— Vamos, no pueden ser así con su amigo — dijo Sirius, aún riendo. — ¡Es sólo cuestión de que diga a cuál prefiere y asunto resuelto!

— Oh, no. Ése es un conflicto de poder en el que no quisiera entrometerme — dijo Draco, exagerando una expresión atemorizada al tiempo que terminaba su cerveza. — Primero abandonaría Hogwarts antes de querer ver semejante rivalidad.

— ¿Cómo es eso?

— Sí, creo que sé a qué te refieres… — dijo Ron, acomodándose en su asiento para adquirir un semblante más serio. — Ambas son inteligentes, propio de Ravenclaw, pero también muy capaces. Padma viene de una familia hindú con tradiciones particulares, y es muy bella de por sí. Hermione, en cambio, viene de una familia muggle pero es independiente y persistente, demasiado inteligente, y cada año que pasa parece verse favorecerle todavía más…

— Y eso que sólo estamos considerando a ellas dos… — acotó Neville con una mirada intrigante. — Las malas lenguas dicen que hay varias más que han puesto sus ojos en "el niño que vivió" y que están esperando su oportunidad para poder probar su suerte, pero que se mantienen a raya por la presencia de Padma y Hermione.

— Eso, sin considerar lo que dice el "correo de las brujas" — añadió el rubio, con una sonrisa perspicaz. — He oído que una pequeña hada estuvo revoloteando alrededor de Harry durante las vacaciones de Fin de Año, aprovechando que había muy poca gente en el castillo…

— Espera, ¿qué? — se exaltó el pelirrojo, mirando a Harry, quien trataba de ocultar su rostro mientras bebía lo que le quedaba de cerveza de mantequilla.

Pero el de lentes no tuvo que ocultarse demasiado cuando Sirius estalló de risa y le pegó un palmotazo tan fuerte en la espalda que casi lo arroja contra la mesa, haciendo que neutralizada rápidamente su expresión y perdiera el rubor que trataba de disimular.

— Definitivamente un rompecorazones como tu madre, ¡sí, señor! — dijo, entre carcajadas. — Pero tal parece que eres tan aventurero como tu padrino, y por lo mismo tendré que enseñarte una cosa o dos, ¡jajaja!

— Oh, por favor, no… — se quejó el de lentes mientras se sostenía la cabeza con ambas manos.

El mayor hizo un gesto para llamar la atención de uno de los meseros y pedir otra ronda de tragos y algunos sándwiches.

— Bueno, pasando de todo eso… ¿Qué haremos con Ron? — dijo Neville, terminando su propia cerveza de mantequilla.

— Pues la verdad… — comenzó a pensar Draco, mirando al pelirrojo con una sonrisa divertida. — La verdad es que lo tendría fácil… si es que hubiera alguien que pudiera soportar su obsesión por el quidditch sin quedarse dormida — dijo, causando que los demás se rieran.

— Oh, vamos, no seas así… ¡Es sólo que me gusta el quidditch! — trató de excusarse Ron.

— Por supuesto. Te gusta tan poco que, apenas se menciona el tema, hablas todo el receso del almuerzo sobre el juego, tu equipo preferido, y cómo quisieras que Gryffindor finalmente gane la Copa de Hogwarts — añadió Harry, fallando en disimular un tono burlón.

— Si no fuera porque las jugadoras del equipo son mayores y seguramente están comprometidas, tu mejor opción estaría por allí — añadió Neville, a lo cual los demás asintieron.

— Bueno, ¿y qué pasa con las otras chicas de tercer año de Gryffindor? — preguntó Sirius, intrigado.

— Paso más tiempo con los chicos, pero mis amigos están aquí — respondió el pelirrojo, alzando su cerveza antes de terminarla. — Pero creo que las únicas chicas que he conversado son Lavender Brown y Parvati Patil, la gemela de Padma… pero no me gusta ninguna, mucho menos siendo aduladoras de la Profesora de Adivinación — concluyó, arrugando la cara en una expresión de asco.

— …gemelas… — Harry creyó oír murmurar a Sirius.

— No te preocupes, Ron. Te puedo prestar a Greengrass si llegases a necesitarlo — añadió Draco, en tono burlón.

— ¿La Reina de Hielo? No, por favor… con sus miradas ya me basta para mantenerme suficientemente alejado — respondió el otro, haciendo que la mesa nuevamente se llenara de risas.

Cuando finalmente volvieron al castillo, Harry se sentía algo aletargado por la cantidad de cerveza de mantequilla que bebió aquella tarde; si bien tiene muy pocos grados alcohólicos, la cantidad de rondas que bebió con sus amigos por la larga y animada conversación que tuvieron junto a su padrino claramente tuvo efecto en él.

Durante la cena casi no puso atención a sus amigas, e incluso creyó ver que Luna lo miraba algo preocupada…

— Estoy muy cansado, nada más — se apresuró a decirle. — Después de comer iré directo a la cama, y ya verás que mañana todo estará bien.

Pero la verdad es que no se sentía tan bien. Si no fuera por la cerveza, no estaba seguro de cómo podría ver a Hermione y a Padma a los ojos después de todas las sandeces que se dijeron en Las Tres Escobas sin tratar de recordar alguna cosa en particular… mucho menos si por el alcohol ambas se veían mucho más deslumbrantes que de costumbre, pero que, al mismo tiempo, se sentía demasiado inhibido como para poder dirigirles la palabra.

Una vez terminaron de comer, se fue rápidamente hacia la Torre Ravenclaw y, casi sin detenerse, se dirigió hacia el cuarto de chicos. Mientras se preparaba para acostarse, por alguna razón, recordó las palabras de Sirius: "mujeres exóticas tan bellas como son de impresionantes sus vestimentas". Después de todo lo que se le soltó la lengua con los vasos de whisky de fuego que bebió, pudo entender perfectamente a cuál tipo de vestimentas se refería.

Se tiró a su cama y se durmió casi al instante… sólo para soñar que estaba acostado en un diván en un cuarto amplio y suntuoso como su Sala Común, pero de detalles dorados de diseño hindú, mientras las gemelas Patil danzaban sensualmente frente a él, apenas vestidas con unas reveladoras prendas semitransparentes, de un diseño exótico y un tanto insinuante.

El fuego de la enorme chimenea que había al otro lado del cuarto iluminaba los cuerpos de las jóvenes, resaltado con los contraluces sus sensuales y delgadas figuras. El brillo de los místicos ojos grises de ambas parecían hipnotizarlo mientras que sus siluetas apenas dejaban entrever lo que se supone debía cubrir sus prendas. Apenas si pudo percatarse de que las chicas se habían acercado a él y que ponían sus manos sobre su cuerpo, comenzando a recorrerlo suavemente…

Sintió una terrible presión y despertó de golpe, saltando de la cama para poder ir al baño y satisfacer una inesperada necesidad.


Notas de autor

Ahm... Y son de las no tan fáciles ^^U

Holis

Ahm... Sí, cierto, conversaciones de chicos, que salvo Sirius tienen trece años y uno a esa edad dice muchas tonteras al borde de la estupidez. No hay nada en contra de ningún personaje, así que lo ideal es que se tome como eso... Conversaciones entre chicos.

Y bueno, muchas gracias a quienes nos han añadido como historia favorita. Quizás si nos comentaran cómo va ésto...

Saludos y nos vemos en el próximo capítulo :D