Capítulo 56: Monstruos bajo la luz de la Luna
Crookshanks bajaba las escaleras encabezando la comitiva. Lupin, Pettigrew y Ron lo seguían, a paso ligero, mientras que Sirius, Harry y Hermione cerraban la marcha.
Para sorpresa de los transeúntes de Hogsmeade, salieron por la puerta principal de "la casa de los gritos", y avanzaron rápidamente por las calles para salir del pueblo e iniciar el trayecto hacia el castillo.
La gente se quedaba mirando extrañada la situación, pero muchos reconocieron al instante a Lord Black y que llevaban al prisionero a punta de varita, por lo que rápidamente se apartaron de su camino y mantuvieron absoluto silencio hasta que el grupo se hubiera alejado lo suficiente.
La marcha se hacía extensa y agotadora. Lamentablemente, no contaban con carruajes para poder acelerar el trayecto, pero aun así Lupin parecía querer llegar al castillo lo más rápido posible. La luz del Sol cada vez se perdía más y más en el horizonte.
Nadie habló. Estaban demasiado concentrados en seguirle el paso al Profesor.
Cuando finalmente comenzaron a acercarse a los terrenos de Hogwarts, se hizo de noche. Las luces del castillo se dilataban poco a poco entre el follaje de los árboles a medida que se acercaban al perímetro, donde los dementores seguramente los esperaban. Sin embargo, parecían poder ver el camino sin problemas gracias a la luz de la Luna.
— No te hagas ideas, Peter… un paso en falso y recordarás nuestras amenazas — dijo Lupin, acercándole su varita al cuello, mientras que Sirius seguía apuntando la suya a la nuca del prisionero.
Pero, pese a ello, Harry pudo ver que Sirius tenía una mirada llena de preocupación, como si algo estuviera apoderándose de sus pensamientos… hasta que una nube se movió y permitió que la luz de la Luna les llegara en su plenitud.
— Oh, rayos… me había olvidado — murmuró a Harry y Hermione. — ¿Qué día es hoy?
Los chicos lo miraron confundidos, sin entender la importancia de su pregunta.
— Hoy es domingo 27… ¿por? — preguntó Hermione, sintiendo un repentino temor.
Entonces Sirius volteó su mirada hacia el cielo, para ver la Luna Llena en su plenitud. Rápidamente volvió a ver hacia Lupin, quien se había quedado repentinamente quieto como una estatua.
Pettigrew comenzó a codearse contra Ron, gimoteando sin control, mientras que Black extendía sus brazos y empujaba suavemente a los otros hacia atrás.
— ¿Qué ocurre? ¡Quédate quieto, maldito! — respondía el pelirrojo, mientras trataba de mantener al prisionero en su lugar con ambos brazos.
— Remus es un hombre-lobo — dijo Sirius, con voz lúgubre. — No pueden lidiar con esto… Yo trataré de ganar tiempo…
Pero los jóvenes no se movían. Parecían hipnotizados de terror, mientras veían cómo Lupin se retorcía entre gruñidos al tiempo que su cabello se alargaba y sus hombros y espalda crecían. Crookshanks dio un bufido, con el cabello completamente erizado, antes de salir corriendo y perderse entre las sombras.
— ¡Les digo que corran! — insistió Black, empujando a Harry y a Hermione. — ¡Corran!
Hermione corrió rápidamente por donde vinieron, mientras que Harry avanzó sólo unos metros más allá antes de voltearse a mirar nuevamente, sosteniendo su varita con firmeza.
Lupin creció varios centímetros en sólo unos instantes, haciendo que sus ropas se rasgaran alrededor del nuevo tamaño de su cuerpo. Sus músculos se ensancharon notablemente, rasgando la piel y dejando la fibra expuesta antes de regenerarse instantáneamente y cubrirse de gruesos pelos. Su cabeza se alargó y deformó hasta parecerse a la de un lobo gigantesco, mientras que sus manos se agrandaban y le crecían temibles garras que brillaban con la luz de la Luna. Sus ojos brillaban con un salvajismo que ni siquiera era propio de un lobo normal.
Pettigrew seguía empujando contra Ron, muerto de miedo, en especial debido a que el antinatural crecimiento del cuerpo de Lupin había hecho que la esposa que tenía en su muñeca se rompiera como si fuera de juguete.
El hombre-lobo miró al grupo, gruñendo con furia, cuando un enorme perro negro saltó contra él, agarrándolo por el cuello con sus fauces. Sirius había tomado su forma animal para enfrentarse al monstruo y permitir que los demás pudieran alejarse lo suficiente.
Sin embargo, en el pánico que incluso Ron comenzó a sentir, Pettigrew logró botarlo al piso y, antes de que Harry pudiera apuntarle con su varita, se transformó en rata para correr despavorido hacia las sombras de los árboles.
Entonces, se escuchó al perro sufrir de dolor. Pese a que sus mandíbulas sostenían firmemente al hombre-lobo por el cuello, las garras de éste lo arañaron hasta que perdiera fuerzas y así, finalmente, poder agarrarlo y lanzarlo con una fuerza descomunal hacia donde estaba Harry.
— ¡Sirius! — gritó el de lentes, yendo en ayuda de su padrino, quien volvió a su forma humana.
Ambos miraron con temor hacia el monstruo, sus ojos resplandeciendo en la noche. El hombre-lobo les quedó mirando unos instantes, tratando de pensar qué hacer, antes de dar un temible aullido que parecía resonar hasta las montañas.
— ¡Expulso! — gritó Harry, al tiempo que la bestia se lanzaba contra ellos, enviándola a volar varios metros más allá, hacia los árboles.
El chico miró a Sirius, quien se quejaba de sólo hacer el esfuerzo de respirar… pero no alcanzó siquiera a inclinarse a él cuando escuchó al monstruo llegar nuevamente hasta ellos. De un solo salto Lupin había vuelto, y esta vez estaba junto a Ron, quien yacía paralizado de miedo en el exacto lugar donde había caído antes de que Pettigrew escapara.
Al darse cuenta de que el monstruo estaba justo frente a él, el pelirrojo no pudo evitar gritar, llamando la atención del hombre-lobo, quien le gruñó y mostró sus enormes y filosos colmillos.
— ¡No! — gritó Harry, aterrado. — ¡Inmobulus!
Lupin quedó paralizado en plena acción de querer dar un garrazo al pelirrojo. Ron, sin pensarlo dos veces, se levantó y salió corriendo hacia donde estaba su amigo. Hermione, viendo que ellos todavía estaban allí, juntó el coraje suficiente para volver.
— ¡Harry! — llamó la chica, llegando a él al mismo tiempo que Ron. — ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Hay que salir de aquí!
— Tomen a Sirius y salgan. ¡Estoy tratando de ganar tiempo! — les ordenó.
Sin embargo, el hombre-lobo se reincorporó e hizo un gesto parecido a como si hubiera roto ataduras alrededor de su cuerpo, volviendo a aullar, furioso.
— ¡Háganme caso! ¡Rápido! — insistió el de lentes, mientras Black tosía algo de sangre. — ¡Expulso!
Pero esta vez el encantamiento falló, debido a que el hombre-lobo saltó en el último instante hacia un costado. Miró fijamente hacia los ojos de Harry y gruñó amenazadoramente.
— ¡Impedimenta Maxima! — volvió a gritar, con sus ojos relampagueando y sus circuitos mágicos haciéndose visibles.
El encantamiento dio justo en el monstruo, como si algo lo hubiera golpeado y le hiciera sus movimientos mucho más difíciles de ejecutar. Trató de avanzar hacia los jóvenes, dando pasos dificultosos como si estuviera caminando contra la corriente de un río lodoso, y gruñendo furiosamente sin cesar.
— ¡Profesor Lupin, somos nosotros! — le gritó Harry, con desesperación.
— No lograrás nada… su mente está perdida en la bestia, y no tiene nada más en su mente que la necesidad de destruir todo a su paso — dijo Sirius, con mucho esfuerzo, mientras Hermione y Ron le ayudaban a ponerse de pie.
— Profesor Lupin, ¡entre en razón! — insistió el de lentes. — ¿Acaso no quería vengar la muerte de sus amigos? ¡Por su culpa Pettigrew escapó! — añadió, apuntando la dirección en que Pettigrew se había ido.
La bestia se detuvo en seco y miró en la dirección que indicaba Harry, para luego volver a mirar al grupo y gruñir con todas sus fuerzas, liberándose nuevamente del encantamiento y haciéndose ver más grande y fuerte todavía.
Pero, entonces, de entre la obscuridad de la noche, un centenar de capuchas se arremolinaron alrededor de todos ellos. Los dementores habían adquirido interés en ellos y dejaron sus puestos de vigilancia.
Los dementores que se acercaron a Lupin sufrían rápidamente las consecuencias de sus garras, pero aun así su presencia bastó para retener a la bestia.
— ¡El fugitivo se escapa! ¡Se fue hacia allá! — gritó Sirius, a duras penas.
— ¡Por allí! ¡Atrápenlo! — indicó Harry, a toda voz.
Algunos dementores captaron su indicación y flotaron rápidamente en la dirección por la que Pettigrew había escapado, tratando de seguir su rastro… mas, no obstante, un gran grupo se quedó alrededor de ellos.
— ¿Q-qué hacen? ¿Por qué siguen aquí? — preguntó Ron, temeroso.
— Están muertos de hambre… — respondió Black, tosiendo un poco de sangre. — Supongo que creen que podemos ser un daño colateral plausible mientras luchan contra Lupin y persiguen a Peter…
— Oh, no… — gimió Hermione, palideciendo.
Pero entonces varios dementores se voltearon hacia el hombre-lobo, el cual seguía descuartizando varios de ellos entre sus garras. Haciendo un espectral sonido de agonía, las capuchas se convertían en una mezcla de polvo y barro a las manos de Lupin.
Los dementores se arremolinaron con furia en torno de la bestia y lo trataron de sujetar y atacar con sus propias garras, sin mayor efecto que hacer que el hombre-lobo corriera hacia los árboles para tener un terreno que le aventajara, llevándose un grupo consigo. Pese a la distancia y la obscuridad nocturna, se podía escuchar a los monstruos combatir y lastimarse como si estuvieran justo al lado de Harry y sus amigos.
Sin embargo, el grupo que quedó con ellos seguía siendo de cientos, quienes se quedaron mirándolos fijamente con expectativa.
— Maldición… — volvió a toser Sirius. — El patronus nunca fue mi fuerte…
El aire alrededor de ellos comenzó a enfriarse drásticamente, y sus energías rápidamente comenzaron a mermar. Temieron lo peor.
"El patronus es una manifestación de magia blanca, una especie de concentración de fuerza positiva, la que proyecta las mismas esencias de las que un dementor se alimenta: esperanza, alegría, deseo de vivir"
Harry sabía perfectamente lo que se refería. No había podido definir exactamente qué era su recuerdo de mayor alegría, o qué era lo que le hacía realmente feliz… pero en ese momento, con el miedo a morir golpeando su corazón, pudo sentirlo con claridad. Pudo pensar exactamente cuál es el momento que cambió su vida y le dio una alegría sin igual.
Y es que, claro, no importa cuántas alegrías hubiera vivido en Hogwarts o con sus amigos, no había ninguno que se igualara a cuando al fin se había ido de la casa de sus tíos, cuando al fin el terror de creer que algún día le pondrían candado a la puerta de la alacena bajo la escalera y lo abandonarían a la obscuridad y la hambruna había terminado. La pesadilla que le despertaba en pánico todas las noches ya no tenía razón de ser… y todo gracias a un único hombre que llegó a su rescate.
…Entonces Harry alzó su varita con determinación contra los dementores…
Un único hombre que llegó a desafiar a sus tíos con un aire de importancia, con un semblante severo, y guardando en sí un poder capaz de doblegar la voluntad de los demás a la suya si así lo hubiera querido… pero, incluso con eso, fue noble y caballeresco en su actuar, permitiéndole a los Dursley tener un honor que no se merecían, vivir cuando podría haberlos acabado con un mero movimiento.
— ¡Expecto Patronum! — gritó.
Severus Snape había llegado a salvarlo. Sabía que en su interior guardaba una furia y un poder terribles, pero aun así fue gentil y correcto. Extendió su mano con amabilidad y le ofreció su ayuda, dándole una nueva vida.
…Una gran cantidad de bruma plateada salió de su varita, brillando con mucha mayor intensidad que la misma Luna Llena, y comenzó a arremolinarse frente a él, como si se estuviera condensando sobre sí misma…
Él había llegado a salvarlo… tal como alguna vez soñó que lo haría un dragón.
— …Bahamut… — murmuró al ver la brillante figura plateada que se formó ante sus ojos.
En efecto, un enorme dragón, de largo cuello y poderosa estructura, volaba delante suyo, agitando parsimoniosamente sus alas… y, con nada más que un rugido, su brillo se extendió por todo el lugar, haciendo desaparecer a todos los dementores que había en el lugar.
Una vez seguro de que no había más amenazas alrededor de ellos, el dragón se volteó y miró fijamente a su convocador… para luego desvanecerse en el aire como bruma.
Harry había extendido su brazo, queriendo saber si semejante visión era real, pero no pudo siquiera tocarlo… y cuando el patronus se desvaneció, el chico perdió las fuerzas y cayó de bruces en el suelo.
Notas de autor
Holis
Antes de cualquier cosa, no nos miren raro. Recuerden que Bahamut es el rey de los dragones y que hemos hecho más de una referencia a Final Fantasy en esta serie, así que no nos avergonzamos de ello.
Tampoco nos avergonzamos de la relación entre Bahamut y Severus Snape y todo lo que significa para Harry en esta serie, así que, aunque a muchos les hubiese gustado que el chico siguiese teniendo su relación con su padre por medio del Patronus, bueno... Tal como colocamos en los capítulos, el mayor miedo de Harry es parecerse a su padre, en especial con el trato que tuvo hacia Snape, así que nos fue normal dejar de seguir el canon en este punto.
No sé qué más comentar... Gracias a quien nos ven y nos vemos en el próximo capítulo. ¡Saludos!
