Capítulo 58: Muestras de rencor
Cuando Harry volvió a sus clases, todos sus compañeros comenzaron a murmurar sin control. Aparentemente, se había creado el rumor de que, por seguir a Ron en su persecución de la rata Scabbers, con Hermione terminaron llegando al perímetro de los terrenos, donde se encontraron con los dementores… y, tratando de ayudar a sus amigos, ingenuamente les hizo frente.
Que la gente creyera que había sido alguna suerte de torpeza le ayudaba a cumplir con la petición del ministro, pero aun así le hacía sentir como si él mismo estuviera mintiendo.
Sin embargo, una vez concluidas las clases, sus compañeros de Ravenclaw continuaron con su rutina de manera completamente normal, tomando sus pertenencias y saliendo del aula para dirigirse a la siguiente clase. Todos, con excepción de Padma y Hermione, quienes se reunieron rápidamente con él al otro lado del umbral del salón.
— Es bueno ver que estás bien, Harry — le dijo Padma, con una sonrisa. — Espero nos puedas contar qué fue lo que realmente ocurrió.
— Me encantaría… pero creo que necesitaríamos un lugar privado para eso. Son órdenes del Ministerio — respondió el de lentes, avergonzado.
Mas, cuando Harry miró a Hermione, ésta desvió la mirada. Se percató de que parecía ansiosa y avergonzada, como si fuera incapaz de encontrar las palabras adecuadas, o como si no supiera cómo interactuar con él después de lo ocurrido… y, la verdad, es que no podía culparla. La ira que él expresó hace dos días parecía ser algo completamente impropio de sí, e incluso le sorprendió a él mismo.
Todavía tenía dudas de si habría tenido una mejor vida habiendo crecido con sus padres, o si debía estar agradecido por haber conocido a Snape como lo hizo, en vez de ser un recordatorio del matonaje que su padre hizo con el que ahora es su tutor. Aún era incapaz de imaginar qué tipo de personalidad habría tenido si hubiera sido criado directamente por sus padres, si habría estado en Ravenclaw, o si habría conocido de la misma manera a Hermione y sus demás amigos.
No obstante de todas esas dudas, recordar la existencia de Peter Pettigrew generaba en él una furia incontrolable, un anhelo de vengar una traición que no tenía siquiera palabras suficientes para ser definida correctamente.
Fue gracias a Hermione que pudo recordar quién es y qué es lo que quiere llegar a ser… pero, aun así, permitir que Pettigrew viviera lo consideraba un error, y estaba seguro de que no cometería el mismo error una segunda vez.
Titubeó. No tenía manera de decirle ni prometerle a su amiga que nunca más lo vería así… sin embargo, lo único que pudo hacer fue sonreírle con dulzura y poner gentilmente una mano sobre su hombro, ante lo cual la chica volvió a verlo y, tratando de retener sus emociones, se abalanzó en un abrazo, rodeando su cuello con sus brazos.
En el receso del almuerzo, Harry y sus amigos volvieron a reunirse bajo la sombra de uno de los árboles de los jardines interiores del castillo. Todos lo recibieron con preocupación y le sonreían al saber que estaba bien, aunque pronto se mostraban consternados al saber que el Ministerio le había prohibido dar a conocer los detalles de lo ocurrido… todos, excepto Ron.
Su amigo se volvió algo distante y callado. Saber que la rata con la que había convivido tantos años era no sólo un mago de carácter patético, sino que además era un vasallo de "quien-no-debe-ser-nombrado", fue demasiado para él. No sólo había expuesto lo que pensaba y sentía contra su amigo, sino que además lo hizo en un momento en que Harry y quienes le acompañaban tenían razón… y él no quiso aceptarlo.
Mientras los demás estaban sentados, conversando amenamente, Harry se acercó a Ron, quien se mantenía en silencio y con el semblante bastante serio.
— Hey — saludó el de lentes, mientras se sentaba al lado de su amigo.
— Hey… — respondió el pelirrojo, agachando la mirada.
Pasaron unos momentos de silencio, hasta que finalmente Ron intentó decir algo:
— Harry… yo…
— No te preocupes, Ron. Lo entiendo…
Pero no se sentía así. Para Weasley, que Harry siempre fuera tan valiente e inteligente, que fuera tan capaz y además tener la razón cuando en verdad él quisiera que fuera lo contrario… no era algo que pudiera soportar realmente. Sabía que todo lo que le recriminó no era realmente su culpa, pero necesitaba tanto que alguien con cara, alguien real, fuera responsable de todas sus preocupaciones, que no podía pensarlo de otra manera.
No. El joven Heredero Potter no podría entender lo que realmente aproblemaba al penúltimo hijo Weasley.
Ron entonces asintió con una sonrisa ladeada a su amigo y, al tiempo que ponía una mano sobre su hombro, se levantó para caminar sin rumbo. Los demás se miraron en silencio como el pelirrojo se alejaba, sin saber qué pensar o cómo reaccionar a ello.
Conforme pasaron los días, el último trimestre de Hogwarts se desarrolló sin mayores acontecimientos. El Ministerio de Magia retiró a los dementores del perímetro de los terrenos del castillo, los partidos restantes de quidditch pudieron jugarse con mayor normalidad y tranquilidad, e incluso se anunciaron las fechas de los exámenes para la conclusión del año escolar sin ningún contratiempo ni preocupación a diferencia del año anterior.
Ron después de unos días volvió a reunirse con sus amigos como si nada hubiera ocurrido, y estos no opinaron nada al respecto; estaban contentos de que volviera y que no hubiera algún resentimiento, especialmente Hermione, quien también fue testigo de lo que ocurrió en "la casa de los gritos".
Lo que más animaba y distraía al pelirrojo fueron los últimos partidos de quidditch del año, especialmente el último, con el cual la Casa Gryffindor había finalmente ganado la Copa de Hogwarts después de varios años. Oliver Wood, el capitán del equipo de Gryffindor, casi no podía creer que al fin, y justo en el año que se graduaba, había logrado cumplir su meta y sueño, sollozando irrefrenablemente. La Profesora McGonagall, según recuerda Harry, se secaba las lágrimas de alegría con la tela de una enorme bandera de Gryffindor que portaba algunos de los estudiantes mientras sollozaba incluso más sonoramente que el mismo Wood.
Ron comentó en más de una ocasión que la celebración de esa noche fue bastante ruidosa y extensa, durando hasta avanzadas horas de la noche. Incluso Percy había abandonado la altiva personalidad que había adquirido en los últimos años, dando saltos como un loco junto a otros estudiantes de su casa.
La euforia perduró en la Casa Gryffindor por al menos una semana. Incluso el clima parecía celebrarlo conforme iba terminando Mayo, perdiéndose los días nublados y comenzando a hacer más calor, haciendo que a todo el mundo le apeteciera pasear por los terrenos del castillo y dejarse caer en la hierba, con grandes cantidades de jugo de calabaza bien frío, o tal vez jugando una partida improvisada de gobstones, o viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago.
Pero no podían hacerlo.
Los exámenes finalmente estaban encima, y los estudiantes debían hacer sus mayores esfuerzos por concentrarse en estudiar mientras entraban tentadoras ráfagas de aire primaveral por las ventanas. Harry incluso vio, para su sorpresa, cómo Fred y George Weasley se esforzaban para superar sus exámenes OWL, tal como Percy se preparaba para sus NEWT, los exámenes para el título más alto que se podía obtener en Hogwarts.
Debido a que Percy quería entrar a trabajar en el Ministerio de Magia, necesitaba las máximas puntuaciones en sus evaluaciones. Se ponía cada vez más nervioso y castigaba muy severamente a cualquiera que interrumpiera por las tardes el silencio de la Sala Común de Gryffindor, según comentaba Ron. De hecho, la única persona que parecía estar más nerviosa que Percy era Hermione… pero aquello ya era algo habitual, según podrían reconocer sus amigos.
Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio. Los alumnos de tercero salieron del examen de Transformaciones el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habían hecho y quejándose de la dificultad de los ejercicios, consistentes en transformar una tetera en tortuga. Hermione irritó a todos porque juraba que su tortuga era mucho más galápago, cosa que a los demás les traía sin cuidado.
— La mía tenía un pitorro en vez de cola. ¡Qué pesadilla…!
—¿Las tortugas echan vapor por la boca?
—La mía seguía teniendo un sauce dibujado en el caparazón. ¿Creen que me quitarán puntos?
Después de una comida apresurada, volvieron a subir para el examen de Encantamientos. El Profesor Flitwick puso en el examen la ejecución de los encantamientos estimulantes. Harry, quizás por aburrimiento, exageró levemente el suyo, y Hermione, que era su pareja en el ejercicio, soltó una risita tonta mientras daba pequeños brincos, como una fanática que veía pasar su artista favorito frente a ella. Tuvieron que esperar unos cinco minutos para que estuviera en condiciones de llevar a cabo el encantamiento.
Después de cenar; los alumnos se fueron inmediatamente a sus respectivas Salas Comunes, pero no a relajarse, sino a repasar Pociones, Astronomía y/o Cuidado de Criaturas Mágicas.
Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado. Parecía temer estar a la altura de realizar un buen examen para el final de año.
Aquella tarde tuvieron el examen de Pociones: un absoluto desastre para muchos. Por más que Snape intentó presionarlo, Harry consiguió su poción de confusión tuviera la espesura y consistencia requeridos según las insistentes y perfeccionistas indicaciones del Profesor.
A medianoche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el examen de Astronomía; el miércoles por la mañana el de Historia de la Magia, en el que Harry escribió todo lo que podía acerca de la persecución de las brujas en la Edad Media, y hubiera dado cualquier cosa por poderse tomar además en aquella aula sofocante uno de sus helados de nueces y chocolate.
Por la tarde tenían el examen de Herbología, en los invernaderos, bajo un sol abrasador que se sentía muchísimo más caluroso dentro de aquellas estructuras. Luego volvieron a la Sala Común, con la nuca quemada por el sol y deseosos de encontrarse al día siguiente a aquella misma hora, cuando todo hubiera finalizado.
El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa contra las Artes Obscuras. El Profesor Lupin, quien había pasado las últimas semanas con un semblante preocupado y una actitud algo más ensimismada, había preparado el examen más raro que habían tenido hasta la fecha: una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de agujeros llenos de red caps; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.
Harry no sólo había logrado superar los desafíos, sino que además pudo avanzar velozmente por la ruta gracias a los ejercicios que hacía semana a semana para sus clases de duelo con el Profesor Flitwick.
Algunos de sus compañeros, en cambio, lograron ser confundidos por el hinkypunk y quedar hundidos hasta la cintura en la ciénaga, mientras que otros tuvieron algo de dificultades con el boggart.
El último examen de Harry y Padma fue Aritmancia; Hermione se reunió con ellos después de su examen de Estudios Muggle. La Profesora Vector les dio un largo pergamino con distintos casos y situaciones que debían analizar y hacer coincidir mediante numerología para, posteriormente, reunir los resultados individuales en un único caso de predicción adecuadamente argumentado.
Para aquella noche, los exámenes al fin habían terminado. La cena fue silenciosa y, a diferencia de muchas otras veces, los jóvenes de Ravenclaw fueron directamente a sus camas en vez de quedarse conversando y revisando las respuestas correctas a sus exámenes; estaban agotadísimos, y lo único que realmente querían era volver a sus respectivas camas.
En los siguientes días, no sólo la conclusión de los exámenes animaba a los estudiantes de Hogwarts, sino que además porque se había fijado la fecha de la última salida Hogsmeade del año escolar… aunque, claro, aquello no mantenía del todo contento a Harry.
Ginny y Luna seguían quejándose de que les gustaría poder ir con sus amigos, mientras que Padma preguntaba insistentemente al de lentes si pensaba hacer algo en particular en esta salida. Sin embargo, Hermione, a diferencia de los demás, no parecía disfrutar de la conversación… tal como Ron, se había vuelto algo más callada y ensimismada, y trataba de no ver a Harry a los ojos.
El recuerdo de aquel día debía ser bastante desagradable…
— Deberíamos aprovechar de que ya no hay dementores e ir caminando todos juntos — interrumpió Draco, de repente, con una amplia sonrisa. — Ya que estamos por terminar el año, deberíamos aprovechar de hacer un día tranquilo y extenso, ¿no les parece?
A los demás les pareció una idea bastante buena y agradable. Asintieron mientras se miraban los unos a los otros, y comenzaron a hablar de los planes al respecto. Incluso a Hermione y a Ron parecía animarles la idea, por lo que rápidamente se integraron a las conversaciones de los planes para ese día.
Sin embargo, cuando el sábado de la semana siguiente llegó y ya estaban listos para salir caminando hacia Hogsmeade, se encontraron de frente con Sirius Black en la entrada del castillo.
— Hola, chicos — saludó, con total informalidad, para luego añadir con un rápido ademán de su cabeza a modo de reverencia: — Señoritas…
— Sirius. No esperaba verte aquí… — saludó Harry, extrañado.
— Bueno, la verdad es que yo sí esperaba poder encontrarte antes de que salieras al pueblo — respondió el hombre, con un poco de vergüenza. — Lamento decirlo, pero me solicitaron que no te deje salir a Hogsmeade… por razones un tanto personales.
— ¿No podrías simplemente acompañarnos como la otra vez? — preguntó el de lentes.
— No. Pero si puedo acompañarte en el castillo — zanjó Black, acercándose y poniendo las manos sobre los hombros de Harry. — Los siento jóvenes, pero tendré que llevarme a mi ahijado esta vez.
Y, sin más, forzó el regreso de Harry al castillo mientras sus amigos los quedaban mirando, completamente extrañados de la situación.
— ¿En serio es necesario? — insistió el chico.
— Sí… además, creo que es un muy buen momento como para que tengamos una charla — respondió Sirius, con una sonrisa ladeada.
Avanzaron por los pasillos y subieron algunas escaleras. Sin comprender qué era lo que realmente estaba ocurriendo, Harry simplemente siguió a su padrino por el castillo hasta que llegaron a un particular despacho. Sirius golpeó la puerta suavemente con sus nudillos un par de veces para luego abrirla y permitir el acceso al chico.
Por lo que Harry pudo ver, debía ser el despacho del Profesor de Defensa contra las Artes Obscuras… y, en el centro de la habitación, los esperaban Remus Lupin y Severus Snape, mientras bebían una jarra de limonada, sentados en sus respectivos sillones.
— Ah, Harry… Te estábamos esperando — saludó Snape, indicándole a su pupilo que se acercara a ellos.
Aún más confundido, el chico se acercó con su padrino y ambos se sentaron junto a los otros, sirviéndose un vaso de limonada para acompañarlos. Tal como podría esperar, el rostro de Snape no era precisamente el más alegre, pero parecía poder contener su desprecio mientras él estuviese allí… pero Remus, en cambio, parecía muy nervioso y apenado, como si prefiriera no estar allí en absoluto.
— ¿Qué es lo que ocurre? — preguntó Harry, sin decoro alguno, sospechando que quizás había ocurrido algo malo.
— Bueno… creemos que te debemos una conversación — respondió Sirius.
— Además de explicar algunas cosas de importancia, especialmente si vives con el Profesor Snape — agregó Lupin, forzando una sonrisa amable.
— Ah, ¿ya lo sabe? — preguntó el de lentes, con un tono un poco apático.
— Sí, bueno… Sirius me lo contó hace unos días…
— ¿Y qué es lo que necesitan contarme? — insistió Harry.
— Bueno… partiendo, supongo que pedir disculpas está más que en deuda — comenzó Sirius. — Primero, porque pude haber dañado a tu amigo Ron sin ser mi intención, y segundo, porque me olvidé de la "condición" de Remus, y eso pudo haberlos matado a ti y a tus amigos…
— Se agradece, pero puedo entender todo lo que ocurrió ese día — respondió Harry, ablandando su tono de voz. — Sin embargo… Profesor Lupin, ¿desde cuándo…?
— Desde muy pequeño, Harry — respondió Lupin, agachando la mirada con vergüenza. — Me atacó un verdadero licántropo cuando era sólo un niño, y desde entonces he tenido que aprender a lidiar con la maldición de la teriantropía…
— ¿Y ustedes…? — preguntó, mirando nuevamente a Sirius.
— James y yo lo supimos bastante rápido. Cuando nos hicimos amigos, claramente nos percatábamos de los días que no estaba presente, sin importar cuánto dijera que su madre estaba enferma y que debía volver a casa para cuidarla…
— Me aterrorizaba que pudieran abandonarme cuando descubrieran lo que yo era. Pero tal como no abandonaste a Ron, ellos no me abandonaron cuando averiguaron la verdad — prosiguió Lupin. — Cuando Dumbledore se volvió el Director de Hogwarts, él se aseguro de que podría asistir a clases, siempre y cuando se tomaran las precauciones adecuadas. El "sauce boxeador", por ejemplo, lo plantaron porque vine a Hogwarts. "La casa de los gritos" y el túnel que conduce a ella… se construyeron para que los usara yo — explicó con un dejo de nostalgia. — Una vez al mes me sacaban del castillo furtivamente y me llevaban a ese lugar para que me transformara. El árbol se puso en la boca del túnel para que nadie se encontrara conmigo mientras yo fuera peligroso.
Harry y Snape ponían bastante atención a la historia. Era una revelación importante, y estaba más que claro que debía requerir una enorme cantidad de coraje de parte de Lupin.
— En aquella época mis transformaciones eran… eran terribles. La teriantropía es un mal muy doloroso, y no sólo por la transformación. Se me aislaba de los humanos para que no los mordiera, de forma que mis instintos me impulsaban a lastimarme y morderme a mí mismo, sin mencionar todo lo que destruía en el interior de la casa donde me ocultaban. En el pueblo oían los ruidos y los gritos, y creían que se trataba de espíritus particularmente violentos. Dumbledore tomó la oportunidad y alentó los rumores… Ni siquiera ahora, que la casa lleva años en silencio, la gente del pueblo se atreve a acercarse. Pero aparte de eso, yo era más feliz que nunca. Por primera vez en mi vida tenía amigos, tres estupendos amigos: Sirius Black, Peter Pettigrew y tu padre, Harry… y no sólo me acompañaron; convirtieron mis metamorfosis no sólo en algo soportable, sino en los mejores momentos de mi vida. Se hicieron animagos.
— ¿Los tres? — preguntó Harry, atónito.
—Sí, los tres — respondió Lupin. — Les costó tres años averiguar cómo hacerlo. Tu padre y Sirius eran los alumnos más inteligentes del colegio…
— Unos de los más inteligentes del colegio — interrumpió Snape, con molestia.
— …y los más astutos… — añadió Lupin, desafiante.
— Eso no puedo negarlo — acotó Snape, nuevamente, mientras bebía algo más de su limonada.
— …y tuvieron suerte… porque la transformación en animago puede resultar fatal — continuó relatando el Profesor de Defensa contra las Artes Obscuras. — Es la razón por la que el Ministerio vigila estrechamente a los que lo intentan. Peter, siendo temeroso y frágil, necesitaba toda la ayuda que pudiera obtener de James y Sirius. Finalmente, en quinto año, lo lograron. Cada cual tuvo la posibilidad de convertirse a voluntad en un animal diferente.
— Pero… ¿en qué te benefició eso? — preguntó Snape, con perplejidad.
— Obviamente, no podían hacerme compañía como seres humanos, así que me la hacían como animales: un hombre-lobo sólo es instintivamente peligroso para las personas — explicó Lupin. — Cada mes abandonaban a hurtadillas el castillo. Peter, gracias a su transformación en rata, podía deslizarse bajo las ramas del sauce y tocar el nudo que las deja inmóviles; entonces pasaban por el túnel y se reunían conmigo. Bajo su influencia yo me volvía menos peligroso. Mi cuerpo seguía siendo de lobo, pero mi mente parecía más humana mientras estaba con ellos.
Harry parecía maravillado con lo que planteaba el hombre, pero claramente le hacía entender lo extremo de su mal. El sólo hecho de que hubiera humanos presentes en la noche que se transformó, hizo que perdiera la cabeza y atacara sin piedad a su amigo, aunque estuviera transformado en animal.
— Al transformarnos se nos abrían posibilidades emocionantes. Abandonábamos la Casa de los Gritos y vagábamos de noche por los terrenos del colegio y por el pueblo. Sirius y James se transformaban en animales tan grandes que eran capaces de tener a raya a un licántropo. Dudo que ningún alumno de Hogwarts haya descubierto nunca tantas cosas sobre el colegio como nosotros…
—¡Aun así, era peligroso! ¡Andar por ahí, en la oscuridad, con un hombre-lobo! ¿Qué habría ocurrido si hubieras mordido a alguien, o por alguna equivocación hubieras atacado a tus amigos? — reclamó Snape, frunciendo el ceño.
— Ése es un pensamiento que aún me carcome la consciencia — respondió Lupin en tono de lamentación. — Estuve a punto de hacerlo muchas veces… pero luego nos reíamos. Éramos jóvenes e irreflexivos. Nos dejábamos llevar por nuestras ocurrencias. Sin embargo, a menudo me sentía culpable por haber traicionado la confianza de Dumbledore. Me había admitido en Hogwarts cuando ningún otro director lo habría hecho, y seguro no se imaginaba que yo estaba rompiendo las normas que había establecido para mi propia seguridad y la de otros. Nunca supo que por mi culpa tres de mis compañeros se convirtieron ilegalmente en animagos… Pero olvidaba mis remordimientos cada vez que nos sentábamos a planificar la aventura del mes siguiente — continuó, cubriendo su rostro con las manos. — Pero la verdad es que soy demasiado cobarde… Decírselo habría supuesto confesar que yo traicionaba su confianza mientras estaba en el castillo, habría supuesto admitir que arrastraba a otros conmigo aunque no lo quisiera… y la confianza de Dumbledore ha sido siempre muy importante para mí. Me dejó entrar en Hogwarts de niño y me ha dado un trabajo cuando durante toda mi vida adulta me han rehuido y he sido incapaz de encontrar un empleo remunerado debido a mi condición. Incluso tuvo el coraje de contarle a todo el personal docente y convencerlos de que yo era alguien de fiar… — y concluyó esto último mirando directamente a Snape. — Incluso cuando tenían bastantes razones para rechazarme, desplazarme, o incluso detestarme, aun así me recibieron, me ayudaron, y hasta me han estado cuidando… ¿o no es esa la razón por la que rechazaras darme la poción destruye-lobos, Snape?
— Oh, no. Todo lo contrario… habría tenido el mayor de los gustos haber confeccionado la poción para que pudieras beberla — respondió el aludido, con una sonrisa siniestra. — Pero fue Harry quien pidió que no lo hiciera… que fuera mejor…
— ¿Harry? — cuestionó Lupin, sorprendido. — ¿Pero por qué?
— Porque es nuestra meta ser mejores… incluso cuando yo entiendo perfectamente todo el rencor que tiene el Sr. Snape contra mi padre y su grupo de amigos — respondió el chico, en un tono tan severo que Sirius recordó el primer día que lo conoció. — Aunque… no entiendo. ¿Acaso esa poción no lo debería matar? ¿Por qué querría beberla?
— Aunque el nombre podría ser engañoso, la verdad es que los efectos de la poción están orientados a anular los efectos que puedan surgir de las heridas causadas por un licántropo — comenzó a explicar Snape. — Es una poción relativamente nueva, creada por Damocles Belby. La poción requiere ingredientes caros y difíciles de obtener, y además es muy difícil de confeccionar debido a que el acónito, uno de sus ingredientes, es altamente venenoso. En teoría, si se bebe todos los días durante la semana previa a la Luna Llena, debería menguar los efectos de la transformación y hacer al sujeto bastante menos peligroso… pero también es una poción que tiene efectos bastante nocivos sobre el cuerpo de quien la bebe, quizás por sus mismos ingredientes…
— Entonces, en estricto rigor… ¿sí lo estaría envenenando?
— En un proceso muy lento y prolongado… sí.
Se mantuvieron en un lúgubre silencio por unos momentos, apenas bebiendo algo más de sus limonadas.
— …Gracias… — dijo de repente Lupin, con humildad.
— Simplemente consideré que, si realmente no hacía algo malo, a diferencia de mi padre o de Sirius, no creí que mereciera represalias por ser un observador de sus chiquilladas o simplemente reír… — dijo, con seriedad. — Pero eso no lo hace inocente en absoluto — agregó al ver que Lupin sonreía.
— Aunque al menos si podemos estar claros que no es culpable en absoluto de la última gran "broma" de Sirius Black — acotó Snape, mirando al aludido con el ceño fruncido.
— Oh, pero si fue muy buena… — rió Black, con malicia mientras recordaba la ocasión.
— ¿Qué ocurrió? — preguntó Harry, temiendo algo malo.
— Snape es astuto y, como nosotros, se había fijado que una vez al mes Remus desaparecía de Hogwarts, y yo sabía que él se moría de ganas de averiguar por qué — comenzó a relatar Sirius, con una sonrisa. — Entonces le dije que, si tocaba el nudo del sauce boxeador con una vara muy larga o con magia, podría acercarse al túnel que había bajo las raíces de éste y encontrar a Lupin…
— ¿Qué…?
— Pero James se dio cuenta y corrió a encontrar a Snape, justo antes de que entrara en el túnel… o eso supe — acotó Lupin, frunciendo el ceño.
— Entonces lo que me dijo el Director Dumbledore, respecto a que mi padre le salvó la vida al Sr. Snape… — balbuceó Harry, mientras pensaba en lo que le acababan de decir.
— Así es. Potter me salvó de ser víctima de un hombre-lobo — masculló Snape, con rabia, mientras Sirius se reía.
— ¡No tiene nada de gracioso! — reclamaron Harry y Lupin al mismo tiempo, bastante molestos.
Sirius entonces rápidamente interrumpió su risa y se aclaró la garganta, tratando de recuperar la compostura.
— Bueno… sí. Fue una chiquillada de pésimo gusto. Lo siento — dijo, tratando de sonar convincente. — Pero, aun así, creo que te lo merecías… siempre husmeando por ahí, averiguando qué hacíamos.
— Sí, quizás debería pedir perdón por eso — respondió Snape, frunciendo el ceño. — Pero, la verdad es que tenía que asegurarme de con qué clase de personas Lily se estaba juntando dentro de la Casa Gryffindor…
— En retrospectiva, quizás tenía razón al querer protegerla de ustedes — acotó Harry, con molestia.
— Harry, disculpa, pero realmente no lo entiendo — dijo de repente Sirius, acomodándose en su asiento. — Sé que sabes que tu padre y yo, más que Remus y Peter, le hacíamos bromas pesadas a Snape y…
— ¡No existe tal cosa como "bromas pesadas"! — exclamó Harry, con rabia. — ¿Acaso creen que alguien les tendría tanto rencor sólo por unas patéticas bromas de escolares?
Sirius y Lupin instintivamente se echaron hacia atrás, como si les hubieran intentado golpear, al tiempo que Snape estiraba un brazo hacia su pupilo tratando de calmarlo.
— ¿Y qué sabes tú de eso? ¿Por qué te importa tanto lo que le hicimos a tu "tutor"? — insistió Black, con un tono más firme mientras fruncía el ceño.
— Yo viví lo mismo, ¡si es que no peor! — volvió a gritar, fuera de sí. — Me dejaron en la casa de mi tía, donde me trataron como una escoria, e incluso a veces como un esclavo… y mi primo, más que mis tíos, me golpeaba, me atormentaba, y ponía gran empeño en que jamás tuviera amigos. ¿Acaso alguno de ustedes sabe lo que es eso?
— Harry, deberías calmarte… — le dijo Snape, tratando de contenerlo.
— Ustedes eran amigos de mi padre, pero nunca estuvieron allí… ¡ni siquiera recibí una maldita carta! — siguió explotando el chico, levantándose de su asiento al tiempo que varios objetos y artilugios comenzaban a temblar o vibrar. — ¿Y ahora ustedes me cuestionan por qué apoyo al Sr. Snape? ¡Pues porque sé mejor que nadie qué es lo que él ha vivido!
— ¡Harry! ¡Basta! — gritó Snape. — Es suficiente.
El chico miró fijamente a los ojos de su tutor, tratando de contener una ira que le era imposible de expresar con calma. Sin más, dejó su vaso en la mesa de centro con un golpe y salió rápidamente de allí.
Notas de autor
Holis
Bueno... ¿Se tenía que decir y se dijo? ¿Era así la frase? Es que creemos que la situación no podía quedar así, sin decir las verdades en la cara... A ver si con eso Sirius finalmente "madura"... ¿Y qué decir de Lupin?
Gracias por darse el tiempo de leer y de agregarnos a sus favs.
Nos vemos la próxima semana con el último capítulo... Aunque aún no tenemos fecha para el inicio del cuarto libro, recién está en su base ^^U
Saludos!
