Capítulo 59: Cierre del tercer año
Durante los siguientes días, Harry esperaba alguna clase de reprimenda por parte de su tutor… pero, para su sorpresa, nada ocurrió. Lo único que supo fue que Sirius Black había vuelto a Londres.
Graciosamente, pese a todo el tiempo que pasó y a la gran cantidad de rumores, nadie sabía lo que realmente ocurrió en "la casa de los gritos", y ni se habían acercado en sus suposiciones. Apenas sí se sabía que algo ocurrió en los bosques.
El fin del año escolar en Hogwarts se acercaba, y ya todos estaban enfocándose en la llegada de las vacaciones de verano. Mientras algunos hablaban de lo que harían, otros estaban expectantes de sus calificaciones y de lo que deberían preparar para el siguiente año, especialmente aquellos que ya avanzaban a otra fase de sus estudios en Hogwarts, como Ginny, Luna y los gemelos Weasley, o bien los que finalmente se graduaban y comenzaban otra etapa en sus vidas, como Percy Weasly y Oliver Wood.
Sin embargo, durante la última quincena, la noticia de la renuncia del Profesor Lupin llegó a oídos de todos. Ciertamente, no era el único que lamentaba su partida; Harry podía escuchar a varios estudiantes lamentarse por la renuncia del Profesor.
— Me pregunto a quién nos pondrán el próximo curso — escuchó a un estudiante, con melancolía.
— Tal vez a un vampiro — sugirió otro, con ilusión.
— Quizás los rumores son ciertos… esa clase está maldita — masculló un tercero, conversando con otros unos pasos más allá.
Los resultados de los exámenes salieron el último día Harry y sus amigos habían aprobado todas las asignaturas… aunque Neville estaba asombrado de que hubiera aprobado Pociones.
Percy obtuvo las más altas calificaciones en sus NEWTs, tal como anhelaba. Fred y George consiguieron varios OWLs cada uno. Mientras tanto, la casa de Gryffindor, en gran medida gracias a la espectacular actuación de su equipo en la copa de quidditch, había ganado la Copa de las Casas. Por eso la fiesta de final de curso tuvo lugar entre ornamentaciones rojas y doradas, y la mesa de Gryffindor fue la más ruidosa de todas, ya que todo el mundo lo estaba celebrando.
Sin embargo, pese a lo ruidoso y alegre del festín del cierre de año escolar, Harry tuvo una noche muy triste. Seguía sintiéndose terrible por haberle gritado a los amigos de su padre por como él se sentía, en especial porque ellos se demostraban dispuestos a querer lo mejor para él. Seguía furioso ante la idea de que Peter Pettigrew, una de las más grandes amenazas para el mundo mágico e Inglaterra, aún estuviera suelto por su culpa, como si su vida misma fuera una burla para aquellos a los que había traicionado. Seguía sintiéndose mal por creer que la ira y el vacío que carcomía su ser finalmente demostraría que no era la persona que quería llegar a ser y que, al final, alejaría a todos de su lado… y, en el fondo, como nunca, sentía que era una persona terrible y que quizás merecía estar solo.
A la mañana siguiente, al desayuno, Harry estaba atrapado en sus propios pensamientos mientras los demás conversaban y trataban de recordar si había algo que debían ordenar antes de tomar el tren de Hogwarts, cuando una pequeña lechuza gris apareció frente a él, llevando consigo una carta que parecía ser demasiado grande para ella, aunque indudablemente podía llevarla consigo sin problemas.
La pequeña lechuza agitaba su plumaje y revoloteaba sobre la mesa, orgullosa de haber cumplido su misión, mientras Harry tomaba la carta y la leía:
"Querido Harry:
Espero recibas esta carta antes de abandonar el castillo, aunque tengo la certeza de que así será.
Primero que todo, quisiera disculparme por lo que ocurrió el otro día… tienes razón en todo, especialmente porque es culpa nuestra que hayas tenido quién sabe cuán terrible infancia. Sé que debes estar pensando que no es mi culpa haber sido llevado a Azkaban, pero eso no me libra de mis labores como padrino… en especial porque yo mismo te entregué a Hagrid aquella noche para que cumpliera lo que Dumbledore creyera mejor para ti.
Si tienes más dudas al respecto, lo mejor es que le preguntes a Hagrid… sólo… no seas demasiado duro con él. Remus no se lo tomó muy bien. El pobre pasó el resto de la tarde diciendo que todo era su culpa porque es un cobarde. Claro, debía sentirse igual de mal porque quiso renunciar a los pocos días de nuestro combate y Dumbledore no se lo permitió; sólo le permitió renunciar una vez terminado el año.
En el Ministerio hay bastante caos debido a la designación de un grupo de cacería adecuado para capturar de una vez por todas a Peter, pero al mismo tiempo rumores de espías y traidores ha surgido al interior, causando muchísima discusión… como si no bastara con los debates que han surgido debido a lo inseguros que han demostrado ser los dementores por lo ocurrido en Hogwarts.
De cualquier manera, te enviaba esta carta para decirte que, sin importar lo que ha ocurrido, estaré siempre presente si me necesitas… y, si quieres verme, tu lechuza podrá siempre encontrarme.
Espero tengas un muy grato verano y que el siguiente año sea mucho mejor que éste. Y dale saludos a Snape de mi parte… o algo así…
Tu padrino…
Sirius Black
PS: He pensado que a tu amigo Ron tal vez le guste esta lechuza, en especial porque, por mi culpa, se ha quedado sin su rata mascota. Su nombre es Pigwidgeon."
Una vez terminó de leer, el chico sonrió y se apresuró en terminar su desayuno. Tomó a la pequeña lechuza, la que entraba fácilmente en la palma de su mano, y se dirigió a la mesa de Gryffindor.
— Hey, Ron — saludó, apenas llegó al lado de su amigo. — ¡Mira lo que tengo aquí!
— ¿Ah? — preguntó el otro, al tiempo que tragaba algo de cereal. — ¿Y esa pequeña lechuza?
— Mi padrino la acaba de enviar. Me dijo que, si te gusta, te la puedes quedar… por haber perdido a Scabbers y todo eso…
Ron quedó mirando a su amigo con incredulidad antes de fijar su mirada en la pequeña pero orgullosa lechuza, la que seguía chillando de emoción.
— ¿Quedármela? ¿En serio?
— Ajá — asintió Harry, con una sonrisa.
— Mi propia lechuza… — balbuceó el otro, con emoción. — Ya no tendré problemas para jubilar al viejo Errol…
— Se llama Pigwidgeon. Espero se lleven bien.
— ¿Cómo podré agradecértelo? — preguntó el pelirrojo, con emoción mientras la lechuza suavemente picoteaba su mano con afecto.
— No es a mí a quien deberías agradecerle… sino a Sirius — respondió su amigo. — Podrías enviarle una carta cuando llegues a La Madriguera.
— Sí… buena idea — sonrió Ron, mientras comenzaba a acariciar a la pequeña Pigwidgeon. — Aun así… gracias.
Harry simplemente sonrió. Dio una suave palmada sobre el hombro de su amigo y se dispuso a volver a la mesa Ravenclaw.
— Espera, ¡ya sé! — dijo, llamando la atención del de lentes. — ¡Este verano son los Mundiales de quidditch! ¿Qué dices a eso, Harry? Ven y quédate con nosotros. Iremos a verlos. Mi padre normalmente consigue entradas en el trabajo.
— Me parece una buena idea. ¡Gracias, Ron!
El silbato del tren de Hogwarts podía ser escuchado hasta el extremo más alejado del castillo. El tren comenzaba nuevamente su marcha hacia Londres, llevando consigo a todos los jóvenes estudiantes.
Harry miraba a través de la ventana de su compartimiento cómo el bosque iba quedando atrás. Por increíble que pudiera parecer, logró encontrar un compartimiento donde estar sin más compañía que sus pensamientos; como nunca, sentía la necesidad de estar solo y poder estar tranquilo.
Sin embargo, estar tranquilo quizás le era imposible, a decir verdad. Su mente divagaba rápidamente, recordando la revelación de su patronus, lo que había debajo de la capucha de un dementor, el encuentro con Pettigrew, lo que podría intentar imaginar que era vivir junto a su madre, e incluso los paseos por Hogsmeade. Para su sorpresa, se dio cuenta de que, sin considerar a los dementores ni la fallida captura de Pettigrew, aquél fue un año realmente tranquilo… a diferencia de los dos años escolares anteriores.
— Oh, aquí estás — escuchó de repente, viendo a Neville entrar en el compartimiento. — No te había visto después del desayuno. ¿Estás bien?
— Hola, Neville. Sí, estoy bien — saludó el de lentes, al tiempo que invitaba a su amigo a sentarse. — ¿Y tú? ¿Está todo bien?
— Sí, estoy bien. Los muchachos y yo estábamos preocupados, nada más — respondió el otro, mientras se sentaba. — Últimamente has estado muy ensimismado…
— Sólo tengo algunas cosas en la cabeza… — acotó Harry, con un poco de pesar.
— No será el tema de las chicas otra vez, ¿verdad?
— ¿Qué? Oh, no, nada de eso — se rió el otro, con vergüenza.
— Aun así, Harry. Los chicos y yo creemos que deberías tomar una decisión al respecto… — acotó Neville, avergonzándose de sus propias palabras. — C-cuando estuvimos en Las Tres Escobas con Sirius Black se notó que no te gusta el tema… P-pero eres heredero de tu familia, y tienes que recordar tus r-responsabilidades — dijo, acariciando el anillo de Heredero Longbottom con tal de tratar de mantener sus nervios a raya. — D-de cualquier manera, sabes que estaremos ahí para cuando necesites apoyo.
Harry miró el anillo de Heredero Potter y frunció el ceño. Era cierto que había adquirido una serie de responsabilidades, aunque no comprendiera completamente al respecto, y necesitaría tomar varias determinaciones si quería seguir avanzando por el camino que eligió.
— Tienes razón. Gracias, Neville.
— ¿Oh? Esto es inusual… Neville Longbottom siendo la voz de apoyo en vez de ser el apoyado — se escuchó la voz de Draco, mientras éste entraba en el compartimiento.
— Hola, Draco. ¿Qué haces aquí? — saludó Harry, haciendo caso omiso del tono burlón del rubio.
— Creo que lo mismo que Neville. No sabía a qué compartimiento habías entrado… es muy poco habitual verte solo — respondió el recién llegado, frunciendo el ceño. — También puedo preocuparme, ¿sabes?
— Vale, ya entendí — sonrió el de lentes.
— De cualquier manera, lo que dice Neville es cierto: tendrás que decidirte antes que se te haga complicado. La sociedad inglesa del mundo mágico es bastante tradicionalista — acotó Draco. — Al menos deberías tratar de plantear algunas cosas con tal de dar una buena imagen.
— ¿Tal como lo haces tú?
— Oh, para nada. Creo que estoy tan o más indeciso que tú — respondió el rubio. — Además, es muy probable que mi padre ponga algunos problemas al respecto, como si no bastara con mis propias complicaciones…
— ¿Complicaciones? ¿Por qué habrías de tener complicaciones? — preguntó Neville, con algo de incredulidad.
— Porque tengo mis gustos, y la familia Malfoy está siempre en un punto político muy delicado… como si no bastara con mi decisión de ir actualmente en contra de los deseos de mi padre — explicó Draco, levantando las cejas.
El resto del viaje de vuelta a casa fue de lo más tranquilo. La conversación de chicos que tuvo Harry con Neville y Draco durante el resto del viaje ayudó a distraerlo de sus pensamientos y permitir que se sintiera más calmado hasta llegar a Spinner's End.
Aquella noche, sin embargo, lo que debería ser un descanso profundo, perfecto para dar término a todo un año, fue alterado por un extraño sueño. En él, Harry parecía estar tumbado sobre el pasto de un obscuro bosque de árboles siniestros.
Podía ver la leve luz de la Luna Creciente asomarse entre el follaje tal como podía sentir la humedad y la fresca brisa en su piel. Sentía que se arrastraba por el suelo, sintiéndose constantemente como un ser patético y desesperanzado, abandonado a su suerte como si el mundo entero se hubiera olvidado de él.
No podía hablar, y con suerte sentía las fuerzas suficientes para pensar, como si respirar y mantenerse con vida fuera demasiado para su ser… algo demasiado extraño incluso para la más simple de las criaturas.
Mas, cuando creyó que no habría nada que interrumpiera esa visión de la noche, unos tímidos y pesados pasos comenzaron a acercarse. Su corazón dio un salto, como si al fin hubiera llegado su oportunidad, como si al fin quizás podría cambiar su suerte… pero sintió un terrible disgusto al ver el rostro de Peter Pettigrew, quien iba iluminando su camino con su varita.
"Oh, no" — pensó, con rabia y desprecio. — "¿Por qué? De todos aquellos que podría esperar, ¿por qué tendría que ser él? ¿Por qué tiene que ser esta patética e inútil excusa de mago quien me encuentre?"
— Oh, ¡amo! — exclamó el hombre, sonriendo, su rostro con una apariencia más humana que la última vez que Harry lo vio. — Lo he encontrado… ¡Sabía que no estaría muerto!
— ¡Silencio, Colagusano! — respondió, con una voz gutural, desconocida para sí mismo, mientras el otro lo levantaba del suelo. — ¡Todos han de saber que Lord Voldemort es tan poderoso como es imperecedero!
Y entonces, de un sobresalto, Harry despertó, cubierto de sudor frío mientras intentaba reconocer su cuarto en medio de la obscuridad.
Fin libro 3
Notitas de autor:
Y bien, llegamos al final del tercer libro, con un final que difiere bastante de lo de Rowling... Pero espero que les haya gustado.
Muchas gracias a todos los que se dieron el trabajo de leer hasta acá. El libro cuatro, si es que no hay mayores inconvenientes, comenzará a publicarse en enero del 2022.
Quizás, por mientras, les deje algo para deleitarse... Sólo espero que me de el tiempo para completar lo que ya tengo uou
Saludos y nos vemos en el cuarto libro
