Capítulo 11
Bella despertó la mañana siguiente con la sensación de que había algo diferente. Después de más de dos meses de días interminables, todos exactamente iguales, la sensación era lo suficientemente significativa como para sacarla de su aturdimiento semiconsciente habitual.
Edward no iba a dejarla. Iba a llevarla con él cuando intentara escapar. Habían elaborado un plan. Era algo remoto, pero posible. Jasper podría no ser totalmente de confianza, pero quería salir de allí tanto como lo hacían ellos, por lo que podía confiar en él al menos en esto. Podría haber esperanza de vida fuera del Hold… cuando se había pasado semanas diciéndose a sí misma que ni siquiera soñaría con un milagro de rescate.
No era un milagro, sin embargo. Era simplemente que Edward era Edward. Y las pruebas de que ella significaba algo para él, al menos lo suficiente como para confiar en el juicio de ella y no dejarla atrás.
Se movió en la cama y se dio cuenta que estaba acurrucada junto a él. De alguna manera se había deslizado mientras dormía porque tenía la mejilla apoyada contra el lateral del vientre de Edward.
No era el peor lugar para estar.
Se apartó, la piel de su mejilla aferrándose a la carne cálida y dura de Edward cuando se separaron. Cuando alzó la vista, vio que ya estaba despierto.
No parecía herido o defensivo, de la forma en que había estado la noche anterior. Sin embargo, su expresión era desconocida: silenciosa y casi reflexiva
—Hola —dijo, su voz rompiéndose en la palabra. Con una leve sonrisa, él murmuró con voz ronca:
—¿Qué estás haciendo ahí abajo?
Bella retrocedió de manera que quedó estirada a lo largo de su costado.
—No sé. —Una de sus mejillas se sentía más cálida que la otra, así que supuso que estaba de un color rojo brillante por haber estado presionada contra su costado durante tanto tiempo.
Se ajustó de modo que pudiera envolverla con sus brazos. Inhaló profundamente, como si estuviera oliéndola, lo cual fue un poco desconcertante, ya que estaba bastante segura de que no olía muy bien.
—¿Estás bien? —Le preguntó, mirando su expresión ilegible. Todavía le dolía el corazón por cómo lo había sentido la noche anterior.
—Estoy bien. Gracias. —Esta mañana, sus palabras sonaron a verdad.
Abrió la boca para preguntar sobre lo que había ocurrido en el chequeo, pero luego se contuvo cerrándola de nuevo. No quería presionar o hacerle pensar en eso esta mañana, cuando claramente se sentía mejor.
Pero debió haber leído su mente. Porque, después de aclararse la garganta, comenzó:
—No es una tortura.
Bella jadeó, asustada y aliviada al mismo tiempo. No se molestó en pedir una aclaración, puesto que sabía exactamente a lo que se estaba refiriendo.
—¿No?
—No. —Sacudió la cabeza lentamente, y rozó su mano a lo largo de los nudos en su pelo—. Aro es rígido siguiendo las reglas de la Coalición. Así que los exámenes se realizan una vez al año, y son chequeos reales.
—Entonces, ¿qué es tan terrible?
Obviamente Edward estaba teniendo dificultades para decirlo, aunque mantuvo un tono bajo y uniforme todo el tiempo.
—Te atan a una mesa, desnudo, para hacer un examen visual, y luego te mueven a través de una cinta transportadora a través de una serie de máquinas para escanear y probar tu salud.
Solo podía imaginar cómo se sentiría Edward atado y humillado de esa manea. Solo podía imaginar cómo se sentiría ella misma. Pero debía haber algo más que eso, basado en su comportamiento de anoche.
—¿Las pruebas son dolorosas?
—Algunas. Pero lo peor es… —Se detuvo, haciendo una mueca de dolor.
—¿Qué? —Acarició su pecho, y su vientre y se sintió inestable, tan poderosamente empatizada con la obvia angustia de Edward—. ¿Qué es?
—Te mueves a través de un tubo, tan pequeño y apretado que no podrías moverte aunque no estuvieras atado. Y las pruebas tardan horas.
Horas. Atrapado en un pequeño y oscuro recinto. Y a Edward no le gustaba estar encerrado. Se lo había dicho la primera noche que se habían conocido.
Entendía su reacción. Otra persona podría no haber respondido tan intensamente, pero él lo hacía. No era invulnerable. Así que no hizo más preguntas. Simplemente le apretó en un abrazo y descansó su cabeza en su hombro.
—Pero, finalmente, creo que eso podrá servirnos —dijo Edward, después de un minuto.
Bella alzó su cabeza.
—¿Cómo?
—Tuve una idea mientras estuve allí. Podría haber ahora una manera más fácil de entrar en la sala de control.
—¿Y es?
Edward la miró a los ojos firmemente, algo extrañamente cauteloso en sus ojos.
—Hoy, Aro te llevará a un chequeo médico.
—¿Qué? ¡Espera un minuto! ¿Qué? ¿Cómo lo sabes?
—Lo sé. —Cuando vio que estaba a punto de objetar y exigir más información, explicó—. Él tiene algo por ti. Y ahora estás en su mente. No querrá esperar para llamarte.
Estaba tan sorprendida que se sentó en la cama y lo miró boquiabierta.
—¿De qué estás hablando? Él no tiene nada por mí. Apenas si me reconoce a mí, o a cualquier otro recluso para el caso. —Pero recordó la mirada caliente que había atrapado en los ojos de Aro el día antes, cuando había salido de la cama desnuda. Comenzó a preguntarse si Edward podría estar en lo cierto.
—Es un profesional, pero definitivamente tiene algo por ti. Me di cuenta el primer día que te mostró los alrededores.
—Él nunca ha tratado ni siquiera…
—No lo haría. No violaría a un preso, aunque sería muy fácil. Pero está interesado. Hablé de ti mientras estaba allí.
—¿Qué? —Su asustada pregunta salió más fuerte de lo que había esperado.
—No es lo que piensas. No lo hice sonar como si fuera tu chulo, nunca lo convencería. Hice un montón de observaciones groseras sobre ti para que su lado heroico se enojara. Estoy seguro de que vendrá por ti para un chequeo esta tarde. Y podemos aprovecharnos de eso.
Bella estaba empezando a seguir su línea de pensamiento, aunque todavía estaba perturbada por la idea del posible interés de Aro. Y comenzó a ver posibilidades de una manera tan directa de salir del Hold, de la prisión y estar en una mejor posición para escapar.
Quizás podrían salir de aquí, después de todo. Quizás podrían salir de aquí hoy.
Miró a lo lejos, a través de las rejas, que Jasper estaba mirando en su dirección. Ella miró a Edward.
Él asintió con la cabeza.
—Haz que venga. Vamos a necesitarlo.
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—Dime lo que puedes hacer —exigió Edward, cortante pero no enojado.
Jasper había estado escuchando el plan que habían preparado con una impresionante calma y eficiencia, como si escaparse de planetas prisión ineludibles fuera algo que hacía todos los días.
—Puedo sentir lo que alguien está sintiendo, y puedo revertirlo — explicó Jasper. Sus ojos se movieron de Bella a Edward—. Por ejemplo, cuando estuviste conmigo antes de golpearme, sentías furia y violencia, así que les di la vuelta, haciéndote sentir lo contrario. Así te detuve.
—¿Así que puedes manipular a la gente para que sientan lo contrario de lo que realmente sienten? —preguntó Bella.
—Bastante correcto.
—Entonces, si alguien se siente cauteloso y cuidadoso… —comenzó Edward.
—Si los toco, puedo hacer que no les importe nada en absoluto.
—¿Cuánto tiempo puedes sostenerlo? —preguntó Edward.
—En una persona de carácter débil, puedo mantenerlo durante más de una hora. Pero no en todos. Diría que no podemos confiar en más de cinco minutos.
—Eso será suficiente. —Edward miró a Bella—. ¿Y estarás bien varada por un tiempo? Tomará algo de tiempo para que lleguemos a donde estés.
—Puedo aguantar. —Sonó más segura de lo que se sentía, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario.
Había sido obligada a la impotencia durante los últimos dos meses, y era casi un alivio poder hacer por fin algo, por peligroso que fuera, pero que verdaderamente era un paso proactivo.
Los tres se miraron los unos a los otros durante un minuto, y hubo una comprensión silenciosa y mutua entre ellos.
—Muy bien entonces —dijo Edward—. Es mejor estar preparados.
—¿Y tu destartalado dispositivo realmente funcionará? —preguntó Jasper, pareciendo divertido y débilmente petulante, más parecido al antiguo él que había visto durante largo tiempo.
Edward frunció el ceño.
—Funcionará. Solo asegúrate que tu cosa funcione.
Jasper estaba abriendo la boca para responder, cuando Bella lo interrumpió con una gutural exclamación de impaciencia.
—Maldita sea. ¿Podríais detener el enfrentamiento masculino? También podría ser mejor que estuvierais discutiendo sobre el tamaño de los penes.
Jasper se rio ruidosamente, y, después de unos momentos, Edward le dio una mirada que la hizo sentirse cálida, especial. Deseó no estar tan nerviosa para así poder disfrutar de ello.
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A estas alturas debería haber aprendido a no dudar de Edward.
Él no era la fuerza bruta, el depredador estúpido que parecía a primera vista. Esta mañana, había hecho un hueco para encontrar a Tortoise y darle alimentos, a pesar de su enfoque centrado en su fuga. Era mucho más inteligente y articular de lo que parecía. Y era claramente un estratega… dotado de saber leer a las personas, situaciones y los trasfondos, y hacer planes en consecuencia.
Casi siempre estaba en lo correcto.
Aro vino por ella esa tarde para llevarla al examen.
Edward había estado haciendo flexiones con un brazo, trabajando algo de su exceso de energía, y Bella estaba tumbada en la cama, tratando de distraerse de su ansiedad admirando la elegante potencia de sus músculos ondeantes, y la masculinidad primaria de su cuerpo, cubierto con el brillo de la transpiración.
Cuando el vehículo se detuvo junto a la celda, tal y como lo había hecho el día antes, Bella se levantó de inmediato y se quedó a un lado de la cama.
—Desbloquea la celda —dijo Aro.
Edward se levantó desde el suelo y permaneció quieto, mirando al vehículo. Parecía sombrío, obstinado, y erizado, y no hizo ningún movimiento para seguir la orden.
—Hazlo. —Aro apuntó con un arma hacia él.
Bella se apresuró a ir hacia Edward y cogió la llave de su bolsillo. Luego se movió para abrir la puerta de la celda como les habían indicado.
Aro entró, cautelosamente nivelando el arma hacia Edward.
—Ya me llevaste ayer —gruñó Edward.
—Hoy no estoy aquí por ti. —Los ojos de Aro parpadearon a donde Bella estaba de pie a dos metros de distancia.
Edward gruñó y dio un amenazador paso adelante.
Aro movió el arma para apuntar directamente a la ingle de Edward.
—No es buena idea. Solo la estoy llevando para el chequeo médico. Volverá antes de que se apaguen las luces.
—Ella es mía —rechinó Edward, mirando y sonando como un animal gruñendo.
—No seas ridículo —espetó Bella, interponiéndose entre el arma de Aro y Edward, lanzando una mirada impaciente a Edward—. Iré —dijo, mirando a los ojos de Aro con calma—. Y no soy de él.
Como había esperado, su expresión cambió cuando añadió esas últimas palabras suaves. Asintió, una expresión tanto de comprensión como de interés en su rostro.
También había girado un poco su cuerpo, por lo que estaba mirando en su dirección, dando su espalda hacia el rincón del inodoro.
Sin hacer ruido, Jasper salió del rincón, donde había estado escondido durante horas, y extendió su mano para agarrar la parte posterior del cuello de Aro.
Aro bajó su arma, y su rostro se quedó extraño y terriblemente inexpresivo.
Edward tomó la pistola de sus manos sin ninguna resistencia en absoluto, y luego se metió en el vehículo para asegurarse que no había ningún otro guardia en el interior. Evidentemente no lo hubo. Aro ayer también había llegado solo.
Era tentador pensar que todos ellos podrían entrar en el vehículo y salir de la prisión y luego a un medio de transporte que los sacaría del planeta. Pero demasiados guardias estarían esperando cuando el vehículo regresara, y nunca tendrían acceso a la sala de control o llegarían a la estación de acoplamiento.
—¿Él está listo? —preguntó Edward, sus ojos en Jasper.
Jasper asintió.
—Estaba muy en guardia, por lo que ahora no lo está. Pero date prisa. —Su rostro se había vuelto sudoroso, y Bella se dio cuenta que debía esforzarse para mantener la conexión del Lector de la manera que lo hacía.
—¿Hay algún medio de transporte para que podamos usar para salir del planeta? —preguntó Edward.
Aro asintió con la cabeza, esa misma expresión en blanco y apática en su rostro.
—En Docking Bay D.
Bella tomó un aliento tembloroso.
—¿Cómo atravesamos las puertas cerradas para llegar a ese lugar?
—El brazalete. —Agitó su mano, y ella vio un brazalete de metal alrededor de su muñeca con varias luces parpadeantes.
Se sintió aliviada porque las puertas no se activaran con un escáner ocular. Tal vez era otra precaución de seguridad, para que los guardias no perdieran sus ojos. Alcanzó el brazalete, tratando de quitárselo, pero no se movió.
—¿Puedes quitártelo? —preguntó, sintiéndose desesperada, ya que la cara de Jasper estaba cada vez más tensa.
—Claro. —Aro cliqueó algo en la pulsera, y se abrió a la mitad. La tomó, sus nervios ligeramente revueltos.
—Notará que no la tiene —murmuró a Edward.
Él asintió, estudiando la pulsera, evidentemente para averiguar qué lo hacía funcionar.
—Date prisa —murmuró Jasper, cambiando de un pie a otro—. La voluntad de este tipo no es débil. —El brazo que había levantado para sostener contra el cuello de Aro estaba temblando visiblemente.
Edward exhaló audiblemente mientras quitaba una pieza del brazalete. Luego volvió a colocar el resto de la pulsera en la muñeca de Aro. Se metió la pieza en el bolsillo.
—Esta es la parte que importa —Le dijo a ella—. El resto es solo para mantenerlo en su muñeca.
Realmente esperaba que estuviera en lo cierto.
—Bien —dijo Edward—. Llévalo de vuelta al vehículo.
Jasper ya se estaba moviendo, empujando a Aro con él.
—Volverá a ser consciente un minuto después de que lo suelte. Dale una historia qué creer. Una buena.
Edward estaba poniendo las esposas y amordazando a Bella, aunque dejó la mordaza floja en vez de apretada, y luego la ayudó a subir a la nave. Se sentía enferma, indefensa y aterrorizada, pero se obligó a ignorar a esas emociones, porque había llegado el momento que realmente importaba.
Edward se inclinó hacia abajo y le murmuró en el oído:
—Iré a por ti. Sin importar lo que pase. Espérame.
Ella asintió en silencio, una dolorosa tensión en su garganta, y miró a Jasper a los ojos.
—En posición —dijo Jasper roncamente, claramente en sus últimos hilos de control—. Tengo que moverme rápido.
Entonces Edward desapareció de la vista, y Jasper estaba diciendo:
—Ahora.
Jasper salió del vehículo, cerrando la puerta detrás de él, antes de que ella pudiera procesar su salida.
